¡Hooooola a todas de nuevo! :D
Lo primero, antes de ponerme a largar y aburrirlas: ¡MUCHÍSIMAS GRACIAS A TODAS! Por sus comentarios, por haber siquiera leído el fic, por el apoyo, por los consejos y las críticas. No se hacen a la idea de lo que significan todas sus palabras para mí. ¡Intentaré seguir así y no defraudarlas!
Segundo: Como ya habréis leído el en blog de Daggher *besotes*, me he hecho una cuenta de Facebook exclusivamente para el fic: Neï HDN. El propósito es que allí trate sólo sobre el fic, podréis seguir no sólo los capítulos, sino también algunos adelantos y demás cositas que vaya colgando. No es cuestión de petarle el blog a Dagg con mis paranoias. Aún así, habrá cosas que sólo estarán en su blog, ¡así que no dejéis de pasaros!
Lo dicho, espero con ganas sus solicitudes de amistad jajaja, y muchos abrazos a todas las que ya me habéis agregado :D
Bien y ahora, *se frota las manos* a lo que os interesa de verdad. Este capítulo es especialmente emotivo, a mi parecer, hay un poco de todo:
*Una escena muy caliente entre Wrath y Beth. Ya sacarán sus conclusiones cuando la lean, no quiero anticipar nada.
*Layla tiene otra escena para ella, de manera que os vayáis introduciendo poco a poco en su psique.
*Otra sesión de palizas con Lassiter. El tipo tiene una curiosa, pero efectiva, manera de aplicar la psicología. Aún así, a Tohr parecen servirle, ¿no?
*Mi favorita: la conversación entre RIP y Tohr. Descubriréis que tienen algo en común.
Como notaréis, este capi es un poco más largo que el anterior, a petición popular, y porque decidí incluir esta última escena en la tienda de tatuajes :)
Para ir concluyendo, supongo que os estaréis preguntando: Neï, ¿dónde carajo están los malos-malosos-de-la-malvada-maldad-maligna? ¿Qué clase de historia es esta sin un súper villano? XD No desesperéis, el próximo capítulo (1 de Junio) despejará esas dudas.
Pero, me interesaría saber quién(es) creéis que va(n) a ser, ¡traed esas hipótesis!
Con esto os dejo, hermosas. Que disfrutéis la lectura.
Capítulo 2. Las cosas cambian.
{Algunas acciones te cambian para mejor. Otras, para peor. Debes estar seguro de cuál de ellas es y aceptarlo ante de hacer algo.}
Karen Marie Moning, Shadowfever.
{¡Cuán poco sabemos sobre lo que somos! ¡Cuánto menos sobre lo que podríamos ser!}
Lord Byron.
—¡NO! De verdad no me digas que va a salir con eso a la calle —Beth miraba estupefacta el ridículo modelito de la mujer en la pantalla de la televisión.
A su lado Mary apenas era capaz de hablar por culpa de la risa, se esforzó por sacar a Beth de su error:
—Va a salir a la calle con eso, pero lo que es peor ¡está en la tele con eso!
Ambas mujeres se habían apalancado en la enorme cama de matrimonio de la habitación de Mary y Rhage con un bol de palomitas entre ellas y estaban matando las horas viendo un maratón de un programa de moda que, hasta el momento, estaba dejándolas estupefactas.
—Definitivamente eso debería considerarse un atentado contra el buen gusto — Beth arrugó la nariz.
—Atentado contra la salud mental de quienes tengan que ver a una persona “vestida” de esa manera. De verdad Beth, ¿Qué hacemos viendo esto cuando hay están echando Godzilla en el otro canal?
—Querida amiga —le apoyó una mano en el hombro—, no me hagas empezar a hablar acerca de ti y tu fijación por los reptiles gigantes.
—Serás… —Mary abrió la boca exageradamente— ¡eso fue un golpe muuuuy bajo! —cogió el almohadón que tenía más cerca y comenzó a darle con él a Beth.
Rhage escogió ese mismo momento para entrar en la habitación y pillarlas in fraganti.
—Uuuuuh, pelea de almohadas de chicas, ¿me puedo unir? —dijo poniendo voz de falsete y haciendo aspavientos con las manos, lo cual teniendo en cuenta su tamaño quedaba totalmente ridículo.
Naturalmente todas las almohadas acabaron siendo lanzadas a su cabeza.
—¡Eh! Dos contra uno. Eso no es justo, ya nos sois mis amigas —luego miró a Mary de arriba abajo y le dedicó una sonrisa deslumbrante—. Bueno, tú sí puedes seguir siéndolo.
—Eres incorregible —rió Mary rodando los ojos.
—Sí, y me quieres por ello. Ahora portaos bien —se volvió hacia la puerta— ¡Layla, ya puedes venir!
Sin más que un leve rumor de pasos, la Elegida entró en la habitación y sonrío a ambas mujeres:
—Mi Reina, señora Mary.
Ambas corearon un saludo y Beth se levantó de un salto de la cama.
—Lo siento, Rhage, no sabía que estabais esperando a Layla.
—Se me olvidó decírtelo.—confesó culpablemente Mary— Si quieres luego vemos esa de Godzilla.
—Me da a mí que vas a estar ocupada,—rió Beth— pero si aún tienes tiempo nos vemos.
Salió a paso ligero de la habitación despidiéndose de todos y una vez en el pasillo se sorprendió a sí misma frotándose la barriga. Vaya, ¿Cuánto hacía que ella misma no se alimentaba? Al menos unas dos semanas…chequeó su reloj. Las 3:15, Wrath aún debía estar en la oficina haciendo algo de papeleo.
Se sonrió a sí misma. Iría a verlo, su hellren necesitaba tomarse un descanso de vez en cuando.
Pero primero iba a hacer una parada en su cuarto.
****
Sentado cómodamente detrás de su escritorio, acariciando las orejas de George con una mano, Wrath se froto los ojos, más por costumbre que otra cosa.
Llevaba un buen rato estampando sellos en todas las cartas que Beth había leído y le había dejado en el montón de sellado. Ya se había quemado tres veces con el lacre y estaba seguro de que se había cargado al menos una carta.
Miertástico. Tendría que esperar que su shellan viniera para ayudarle a arreglar todo el lío.
Desde que había perdido la visión por completo trabajaba día a día para ser cada vez lo más independiente posible. Y gracias a George lo era en gran parte, pero joder, aún había cosas que le costaba hacer solo.
Lo que lo ponía de un mal humor de cojones.
Wrath paró en seco sus cavilaciones sobre la gran mierda que era todo cuando su agudizado sentido del olfato capto el aire el deje a una esencia que conocía a la perfección. Se removió en su asiento, expectante. Sonó un golpe en la puerta y unos segundos después Beth entró, sacó a George al pasillo y luego cerró con pestillo tras de sí.
Para ese momento él ya llevaba un buen rato duro en sus pantalones.
—He pensado que podía venir a hacerte una visita.—pronunció ella despacio, arrastrando cada palabra como si fuera una caricia por su piel.
—No podría estar más de acuerdo leelan. ¿Por qué no te acercas aquí?—le instó él dando unas palmadas en su regazo.
No le hacía falta verla para saber perfectamente cómo estaba moviéndose, cuán hermosa estaba o exactamente qué necesitaba de él.
Ella rodeó el escritorio se acomodó en el regazo de Wrath teniendo cuidado de acomodar el contorno de su culo con su dura polla.
Wrath gruñó y se movió ligeramente bajo el peso de Beth, deslizó la nariz por el suave cuello de su shellan aspirando con avidez el aroma de su excitación.
Apoyó una mano en su rodilla, comenzando a subirla lentamente por su pierna, dejando que las yemas de sus dedos le transmitieran todo lo que sus ojos no eran capaces: la suave textura de su piel cremosa, el firme contorno de su muslo, la erótica calidez del interior de sus muslos.
—Joder, Beth.—masculló en su oído cuando sus dedos entraron en contacto directo con el sexo de ella, sin ninguna barrera de ropa interior para impedírselo. Había venido totalmente preparada para estar con él.
Atesoró el respingo que dio cuando su dedo índice encontró el camino entre sus sedosos pliegues hasta su clítoris.
—De camino aquí—jadeó ella—pensé que podía librarme de algunas prendas innecesarias así que decidí hacer una pequeña parada en nuestra habitación.
—Me encanta tu razonamiento, leelan. Pero dime, ¿has venido buscando algo en especial?—puntuó la última frase con una pequeña embestida de sus caderas, moviendo la longitud de su polla contra ella.
—Pues…—ella se reclinó contra él y tomó una de sus manos dirigiéndola a su pecho, lo cubrió comenzando a masajearlo en lentos movimientos circulares.
—Dímelo.—empezó un lento vaivén contra ella, empujando un poco y retirándose. Entre sus piernas su mano se había vuelto más audaz, abriéndola, tomando la humedad fruto de su deseo por él y usándola para prepararla para lo que estaba por venir.
Porque, Sagrada Virgen, iba a montarla hasta que les faltara el aliento.
Beth se giró hasta quedar sentada a horcajadas sobre él. Con una mano le quitó las gafas de sol mientras bajaba la otra hasta su bragueta, ahuecándolo en su mano. Su boca se cerró sobre el lóbulo de su oreja. Fue bajando por su cuello, raspando la piel con un colmillo, dejando sus nervios al desnudo.
— Ya casi han pasado dos semanas desde que bebí de tu vena por última vez.
Wrath ronroneó desde lo más profundo de su cuerpo y, agarrándola del culo con ambas manos, la pegó a él deslizando su dureza por su humedad en un lento y tortuoso ritmo. Inclinó la cabeza hacia atrás dándole más acceso a su cuello, mientras, le subía la falda del vestido para tener sus manos directamente en su piel.
—¿Tienes hambre de mí, leelan? ¿Necesitas algo de mí dentro de ti?
Beth no respondió, sólo onduló contra él, de modo que pudo sentir cada curva de su femenino cuerpo pegado a los duros planos del suyo. Wrath se reacomodó y posicionó dos dedos en la entrada de ella para luego introducirlos lo más lento y hondamente posible.
Beth se arqueó contra él, apoyando su peso hacia atrás sobre su mano, de manera que la propia gravedad se unía a la fuerza que él ejercía dentro de ella. Con un brusco movimiento, la cogió por el pelo, apartándola de su cuello para fundir sus labios con los suyos. Le mordió juguetonamente el labio inferior para luego repasar el contorno de su boca con la punta de la lengua. Ella gimoteó ante la lentitud de sus movimientos, moviendo las caderas contra su mano.
—Quiero oírtelo decir, Beth, ¿necesitas algo de mí dentro de ti? Dime qué necesitas.—deslizó sus dedos fuera de ella— Di—lo.
Beth hizo un ruidito de queja al notarse vacía y clavó su mirada rebelde en él. Agarrando los bordes de su camiseta se la sacó por la cabeza de un tirón y recorrió su cuerpo con una mirada hambrienta.
Wrath se deshizo igual de rápido del vestido que ella llevaba puesto… aparte de eso no había nada que quitarle. El cuerpo de Beth se amoldó al suyo una vez más y la sensación de sus pechos desnudos sobre sus pectorales, de sus pezones duros rozando su piel, le envió escalofríos por todo el cuerpo.
Los colmillos de ella volvieron a recorrer la piel de su cuello y la palma de su mano derecha se posó sobre su palpitante corazón.
—Necesito tu fuerza.—susurró ella en su oído.
—Nada me gusta más que sentir tus colmillos clavados profundamente en mí, pero ¿sólo necesitas eso?
Con deliberada lentitud ella abrió la bragueta de sus pantalones de cuero liberando su erección. La cabeza de ésta rozó la suave piel del vientre de Beth y Wrath no pudo evitar retorcerse de placer. Asiéndola con fuerza, los levantó a ambos de la silla, colocándola en el borde del escritorio. Bajándose los pantalones hasta las rodillas, se agarró a sí mismo y deslizó la punta de su polla por el sexo de su reina, impregnándose en su humedad, acariciándola donde más quería. Se estaba quemando por estar dentro de ella, pero no lo haría hasta que no se lo oyera decir.
Sintió como Beth echaba la cabeza hacia atrás, e imaginó su larga melena ondulada cayendo por su espalda y rozando el escritorio. Su polla dio un respingo.
Bajando la cabeza tomó uno de sus pezones entre sus labios, lamiendo en lentos círculos, dejando que la punta de un colmillo lo rozara de vez en cuando.
—Beth…—le gruñó, colocó la cabeza de su miembro en posición, moviéndose lo justo para crear una exasperante fricción entre ellos.
Ella clavo las uñas en sus pectorales y le gruñó de vuelta:
—¡Dámelo!
—Lo siento, leelan, tendrás que ser más específica.—se retiró más lejos.
—Wrath…—su tono estaba lleno de violencia y pasión contenida.
No le contestó, simplemente sonrió, se rasgó la lengua ligeramente con un colmillo y la besó con la boca abierta, dejando su sangre directamente en sus labios. Ella gimió, su ritmo cardíaco yéndose por la nubes, su sexo desbordado para él.
Y para su gran satisfacción, rompió el beso lo mínimo indispensable para decir:
—Dame tu polla.
—Así me gusta.—sin más preámbulos entró en ella con un duro y hondo empujón. Ambos tuvieron problemas para silenciar los gritos que quedaron atascados en sus gargantas.
Apoyando una mano en el centro de su pecho, la recostó sobre el escritorio, haciendo las cosas a un lado de un manotazo. Quería que su hembra tuviera espacio de sobra para revolverse de placer mientras la follaba.
No se molestó en seguir pareciendo un ser civilizado. Cuando estaba con Beth de esta manera se entregaba a sus instintos más animales, el macho vinculado en él borrando todo trazo de raciocinio.
Cogiéndola por las rodillas le separó las piernas más ampliamente y se las colocó sobre los hombros, duplicando la profundidad a la que entraba en ella. Sus dedos le aferraban con fuerza demoledora por los muslos mientras sus caderas se movían como propulsadas por los pistones de un Fórmula 1.
El escritorio de madera maciza se bamboleaba y deslizaba por el suelo de la oficina al son de sus poderosos embates y el cuerpo de su shellan vibraba de placer en estado puro debajo de él.
Inclinándose sobre ella le susurró:
—¿Sigues hambrienta?
Ella le observó con sus ojos franqueados por espesas pestañas oscuras y asintió. Aparentemente incapaz de articular palabra, sus ojos se dirigieron a su cuello y sus colmillos se alargaron completamente hablando por sí solos.
Tomándola por la nuca, pegó sus labios a su cuello.
—Tómame, leelan, chúpame, déjame seco.—obviamente no se refería solamente a su sangre.
Beth obedeció inmediatamente. Sus colmillos perforaron la piel y vena de Wrath en un chispazo de dolor erótico como el infierno. Las caderas del rey volvieron a dispararse en cuanto escuchó el primer gemido de placer de su hembra al probar el torrente vital de sus venas. Con un poderoso rugido, bombeó dentro de ella con todo lo que tenía, el orgasmo golpeándolos a ambos al mismo tiempo, haciendo sus cuerpos estremecerse en perfecta sintonía. Las olas reverberando por su miembro no se calmaron hasta varios minutos después, cuando sintió a Beth sellando las heridas de su cuello con la lengua.
Sin salir de ella la levantó a peso del escritorio. Con un fluido giro se sentó lo más en el centro de este posible, colocando a Beth encima de él de manera que quedara apoyada de rodillas en el mueble, dándole libertad para moverse.
Y ella la aprovechó…
Guiando los movimientos de su shellan la ayudó a cabalgarlo duro, sus respiraciones mezclándose en jadeos rotos mientras devoraban sus labios con avidez sin aminorar el ritmo. Perdido en sus instintos la aferró con ambas manos, prácticamente haciéndola volar sobre él, sintiendo las uñas de ella clavarse en sus hombros para conseguir mantenerse en el sitio.
Wrath sintió como la espiral de placer comenzaba a tomar forma dentro de él una vez más. Sentir el interior de Beth alrededor suyo, tan resbaladizo, tan apretado, ordeñándolo, era casi más de lo que podía tomar.
La esencia a especias oscuras estalló en la habitación junto con el ruido de un rugido en crescendo dentro de su pecho. Amaba marcarla, quería estar en cada poro de su piel, en cada hebra de su cabello, en cada centímetro de su cuerpo, sobre todo en su núcleo.
Deseaba su semilla llenándola, desbordándola al igual que su perfume de marcaje.
Pero también la quería a ella dentro de él. Dando rienda suelta al rugido de su pecho, expuso los colmillos y los hundió en el tierno punto entre el cuello y la clavícula de su hembra. Su espesa y rica sangre estalló como mil chispas de color en su lengua, enviando su cerebro a unas bonitas vacaciones en Isla Feliz.
Al igual que a su autocontrol.
Levantándose de un salto, los estampó a ambos contra la pared más cercana y siguió empujando salvajemente de pie en su interior, acompasando sus embestidas con los sedientos tragos de su vena. La espalda de ella rebotaba y se frotaba contra la pared, sus piernas aferradas a su cintura como barras de hierro.
—Wrath…—su nombre salió en un ronco y desesperado jadeo desde lo más hondo de su garganta.
Y fue la gota que colmó el vaso de su locura.
Sintió a Beth romperse en cientos de fragmentos a su alrededor, los músculos en su interior exprimiéndolo.
Su perfume de marcaje saturó el reducido espacio de la habitación hasta tal punto que estaba seguro que todos los habitantes de la mansión debían estar oliéndolo.
La fuerza del orgasmo le echó la cabeza hacia atrás e hizo que las rodillas le flaquearan de modo que ambos quedaron hechos un guiñapo en el suelo, su esencia derramándose tanto dentro como fuera de ella en densas y rítmicas pulsaciones.
Cuando hubo recuperado un poco la respiración bajo la cabeza para sellar las heridas del cuello de ella con gentileza, mientras sus manos acariciaban las suaves formas de su shellan y sus oídos registraban su elaborada respiración.
—¿Es—estás bien, leelan?—había sido realmente duro con ella.
—Ha sido magnifico.—ronroneó como respuesta.
Wrath rio profundamente y comenzó a besar con ternura las facciones de su amada.
—Me alegro de haber conseguido satisfacerte.
—Oh, créeme, haz hecho mucho más que eso.
Tras un rato de silencio en el que permanecieron abrazados el uno al otro, Wrath sintió que la pierna derecha empezaba a quedársele dormida, además la había dejado hecha un desastre. Ahora quería cuidar de ella, lavarla y alimentarla.
—Vamos, leelan, te llevaré a la ducha y luego te prepararé algo de comer.—captando el ligero aroma de la decepción de Beth y no pudo evitar sonreír.—Luego te daré más de lo que quieres.
Ella hizo un ruido apreciativo y ambos acabaron carcajeándose debido a lo evidente de la situación.
—Uhmm, un momento más, ¿por favor?
—Últimamente estas muy remolona.—por no mencionar que era la tercera visita de este tipo que ella le hacía en la semana, aunque esta hubiera sido especialmente remarcable.
—No sé…—el rostro de Beth estaba ligeramente rojo, su cuerpo totalmente caliente bajo el suyo, su polla volvió a la vida en cuanto sintió una nueva humedad formándose en entre sus cuerpos.—De un tiempo a esta parte me siento…caliente.—pareció decir a falta de una palabra mejor—No hago más que pensar en estar contigo,—no pareció notar que el cuerpo de Wrath se quedaba rígido—no hacerlo es casi doloroso, ¿Wrath? ¿Wrath, estás bien?
Sintió como todo el color se drenaba de su rostro y se retiró del interior de su shellan con rapidez, su miembro laxo entre sus piernas. Cogiéndola por las axilas la levantó del suelo y volvió a agacharse, tanteando el suelo en busca de su vestido.
La voz preocupada de Beth le llegaba distante.
—¿Wrath? ¿Quieres decirme qué coño está pasando?
Ella se sentía caliente, ardía en deseos de estar con él, casi le dolía.
Oh, no, Sagrada Virgen, que no fuera eso por favor.
—Tenemos que ir a ver a Doc Jane. AHORA.
****
Layla retiró la muñeca de su regazo y la cubrió con la manga de su túnica una vez el Hermano Rhage hubo acabado de cerrar las pequeñas heridas.
Sonrió radiantemente a Mary, sentada a su lado, y le dio un ligero apretón en la mano.
—Todo ha ido perfectamente, como siempre. Hoy ha tomado un poco más que de costumbre así que probablemente no me necesiten hasta dentro de unas tres semanas, ¿Hay algo más en lo que pueda ayudarles?
—Gracias Elegida.—Rhage le hizo una pequeña reverencia— Como siempre has cumplido tu cometido con la más absoluta perfección, honrándonos a mi shellan y a mí.
Layla brilló casi literalmente ante el alago de Rhage en la Antigua Lengua. Con una reverencia y una sonrisa a ambos, respondió:
—Es mi placer, Guerrero, ser de ayuda. Mis más sincero agradecimientos por tus palabras.
Se dio la vuelta para marcharse, y ambos la acompañaron fuera de la habitación.
No habían dado más de tres pasos por el pasillo cuando se Layla casi atravesó por accidente la fantasmal forma de Jane que se precipitaba desde su habitación pasillo abajo.
Frunció el ceño al ver la preocupación marcada en las facciones de la, por lo general, estoica doctora.
—Jane, ¿Va algo mal?—preguntó Mary desde detrás de ella. Layla advirtió que los tres se habían quedado petrificados al ver a Jane en tal estado.
La médica se paró lo mínimo indispensable para pasarles un resumen de la situación.
—No tengo la menor idea. Wrath simplemente me llamó con urgencia a su cuarto. “Ven cagando leches”, fueron sus palabras textuales, y sonaba terriblemente angustiado.—se dio la vuelta y echó a correr mascullando lo que parecía ser “Que no le pase nada a Beth, por favor”.
Rhage y Mary la siguieron rápidamente y, sin saber por qué, Layla se encontró haciéndolo también. Preocupada por la reina a quien había visto esa misma medianoche perfectamente bien.
Para el momento en que llegaron al final del pasillo, el rey estaba paseándose fuera de la puerta de los aposentos reales como un león dentro de una jaula. Layla se rezagó un poco de los otros dos. Sabía que el rey nunca le haría daño, pero aún así era un macho que le inspiraba respeto y temor con todos esos enormes músculos y su severo gesto.
Observó como Mary apoyaba una pequeña mano en el hombro de Wrath con gentileza y Rhage se colocaba al otro lado de él.
—¿Está Beth bien?—le sorprendió la dulzura en la voz de la humana.
—Yo...eh…sí, no es nada grave. Tranquilos, no se ha hecho daño, ni nada por el estilo…yo. No puedo hablar ahora mismo.
Tras un rato de espera, la doctora Jane asomó la cabeza del cuarto y le hizo un gesto a Wrath Para que entrara. Aunque no se quedaron mucho rato dentro.
A los pocos minutos, el rey salió de la habitación como una tromba, con Jane pegada a sus talones, casi corriendo para conseguir mantenerse a su ritmo, gesticulando y hablando aunque Wrath parecía ignorarla.
—Lo siento, nunca he visto algo así. No puedo darte un diagnóstico cien por cien seguro, necesito que Havers la vea también ¡¿Wrath?!
Ambos desaparecieron en un suspiro y los tres se quedaron allí plantados. Layla comenzó a sentirse incómoda, ella no tenía nada que hacer allí. Miró a Mary para empezar a disculparse con la intención de marcharse.
La mujer tenía la palma de la mano sobre la boca y los ojos cerrados, parecía estar meditando qué hacer a continuación. A su lado, los labios de su hellren estaban apretados en una fina línea, todo su cuerpo exudando tensión.
—Yo—, comenzó Layla.
—Rhage, ¿Por qué no vas a ver si Jane necesita ayuda con Wrath? Lo último que necesitamos es que se ponga violento alrededor de ella y luego tengamos que lidiar con Vishous también.
Rhage asintió y tras darle un rápido beso, y dedicar una inclinación de cabeza a Layla, se marchó al trote.
—Layla, creo que Beth puede necesitar a alguien con quien hablar, ¿Quieres esperar un momento y le preguntaré si desea que le hagamos compañía?
Incapaz de hablar, ella tragó saliva y asintió con la cabeza. Observó a Mary tocar suavemente en la puerta, oyó el débil sí de la reina y luego la humana estaba asomando la cabeza dentro de la habitación.
—¿Beth? Layla y yo estábamos juntas después de la alimentación de Rhage y vimos a Jane salir corriendo hacia aquí. Ambas estamos preocupadas, ¿estaría bien si entráramos?
La reina debió haber hecho algún gesto, porque Mary simplemente se dio la vuelta y gesticuló a Layla para que pasara dentro junto con ella.
La cámara nupcial era enorme, aunque lo que ocupaba la mayor parte del espacio era una cama de proporciones titánicas. Allí estaba Beth, tapada con un albornoz, recostada entre las negras sábanas de satén que realzaban la palidez de su rostro. Layla no recordaba haber visto ese color en la tez de la reina esa noche.
Mary anduvo despacio hasta sentarse a un lado de Beth y le cogió la mano, haciendo gestos a Layla para que la imitara. La Elegida obedeció y tomó, al igual que la humana, una de las manos de la reina entre las suyas. La piel de la vampira estaba extremadamente caliente en contacto con la suya, lo que le hizo fruncir el ceño.
—Beth, ¿qué ha pasado? ¿Te has resfriado o algo?—preguntó Mary, sin duda alguna habiendo sentido la extraña temperatura de la piel de la reina.
—Ya se lo he dicho a todos: estoy perfectamente. Sí, sé que tengo la temperatura algo alta, pero no tengo fiebre, no me duele nada, he comido perfectamente. Por dios, ¡acabo de alimentarme de él!—pronuncio él con hastío, como si en estos momentos quisiera darle un par de golpes a su hellren. Con una bate de béisbol.
—Beth, estás ardiendo, literalmente.—apuntó Mary cuidadosamente.
—Jane dice que cree que es porque puedo estar cerca de mi primera necesidad.
Layla frunció el ceño. Pero, ¿Por qué todo este problema si ese era el asunto? Dio un apretoncito a la mano de Beth.
—Mi reina, eso es fabuloso ¡ahora podéis engendrar un heredero! Además teniendo un macho para que os sirva, no hay por qué preocuparse.—intento sonreírle de manera que se sintiera segura.
—Pues aparentemente, el rey no lo ve de la misma manera, Layla.—se lamentó Beth— Jane dice que no puede estar segura porque nunca ha visto a una hembra vampiro cerca o en su necesidad pero que esto parece ser exactamente como se describe el fenómeno. Opina que sería mejor que Havers me viera, para poder estar seguros y saber cuándo empezará.
—Beth, tienes que entender que Wrath esté preocupado.—le explicó Mary en tono conciliador—Recuerdas cómo fue con Bella, ¿no?
Layla miró de una a otra ¿el asunto de Bella? ¿Bella, hija de Rempoon, la shellan del Hermano Zsadist? No recordaba que nada malo le hubiera pasado a la hembra. Es más, estaba felizmente emparejada y con una preciosa hija, Nalla.
—Lo recuerdo perfectamente, Mary, pero él ni siquiera está dispuesto a hablar del tema ¡Dios, es tan cabezón cuando quiere!
Layla se sonrojó y bajó la cabeza al oír hablar del rey de la raza de esa manera. Aparentemente, Beth sintió su nerviosismo, ya que le devolvió el ligero apretón de mano.
—Vaya, Layla, siento haberte hecho sentir incómoda, pero ya sabes cómo son los machos de vez en cuando.
Layla le sonrió intentando transmitirle confianza, realmente ella no tenía ni idea de cómo eran los machos. Literalmente.
—Todos sabemos que las Elegidas sois mujeres de mucha sabiduría y valor para la raza.—Mary se dirigió a Layla—A lo mejor tienes algún consejo que pueda servirle a Beth.
—Bueno…—genial, éste era el momento para que la mente se le quedara en blanco—Yo…mi señora, no soy la hembra con más experiencia del mundo,—prueba inexperiencia ahí—pero creo que lo mejor que puedo deciros es que escuchéis vuestro corazón. Todos tenemos días en los que estamos insoportables por una cosa o por otra y el rey está preocupado por vos. Probablemente esté asustado y necesite que le aseguréis que nada malo va a pasar tras vuestra necesidad .Es una maravilla que sólo ocurre cada diez años y que da a una pareja la oportunidad de la absoluta comunión y la ocasión de crear el culmen de su amor: un hijo. Creo que si conseguís que el rey se dé cuenta de eso, será capaz de dejar sus temores a un lado y afrontar la posibilidad de tener un pequeño, aunque haya un ligero riesgo para vos.
Virgen Santa, ambas mujeres se le habían quedado mirando con los ojos abiertos como platos y sin decir palabra. Layla se revolvió ligeramente en su lugar en la cama y bajó la mirada a su regazo. Y por eso mismo no vio venir el abrazo de Beth. La reina le echó los brazos al cuello, apretándola contra sí, mientras susurraba en su oído:
—Gracias, lo haces sonar tan simple. No sé si servirá, pero gracias.
—El placer es, mío, mi reina.—le dijo con sinceridad en la Antigua Lengua.—Ahora, creo que es momento de que me marche, pero os dejo en buena compañía.—sonrió a Mary.
—Desde luego.—Beth la dejó y cuando la miró a los ojos algo en la calidez de su mirada conmovió profundamente a Layla.—Espero verte pronto por aquí de nuevo.
—Oh, probablemente el sire Qhuinn me convoque pronto.—sintió sus mejillas sonrojarse nuevamente y rogó a la Virgen Escriba que el rubor no delatara sus pensamientos.
—Nos veremos entonces.—la despidió Beth, dirigiendo una rápida mirada de soslayo a Mary ante su reacción.
Se levantó y tras despedirse animadamente de ambas mujeres salió de la habitación. Estaba a punto de desmaterializarse cuando un mechón de pelo le cayó directamente en la cara. Con fastidio, se dio cuenta de que le faltaba una de sus horquillas de plata. Debía habérsela caído en la carrera tras la doctora Jane. Mascullando emprendió el camino de vuelta hasta la habitación del sire Rhage, con un poco que suerte quizás la encontraba por el camino.
Cuando estaba casi llegando le pareció ver algo que destellaba bajo la luz de las lámparas, apresurándose a ver si se trataba de lo que había perdido, ni siquiera se fijó en la figura que salía precipitadamente de una de las puertas hasta que sus cuerpos colisionaron directamente y unas fuertes, pero gentiles manos las asieron para que no diera con el culo en el suelo.
Sorprendida y algo molesta por la colisión alzó los ojos hacia el propietario de las manos que aún aferraban, estabilizándola.
Oh, Sagrada Virgen. Era esa mirada de colores desiguales…resignándose sintió la sangre acudir rauda a sus mejillas coloreándolas mientras un ligero calor se formaba entre sus piernas.
Ese era el efecto que el sire Qhuinn tenía en ella siempre, el verde y azul de sus ojos parecía poner a flor de piel cada nervio de su cuerpo.
—Layla, ¿Estás bien? Lo siento, debería haber visto por dónde andaba.
—Yo…eh, sí, estoy bien. Ya eres la segunda persona con la que me choco esta noche.—sonrió tímidamente.
Aunque su relación con Qhuinn era algo más íntima que con el resto de los Hermanos, no conseguía dejar de ponerse nerviosa cada vez que estaba a su alrededor. No es que nunca hubieran llegado a mayores, no. Él era un macho de valía y decía que no quería utilizarla de esa manera. La respetaba. Y ella estaba feliz con los excitantes momentos que le daba, eran suficiente.
Al menos casi siempre.
—¿De verdad estás bien?
—Todo va bien.—le sonrió con seguridad.—Estaba buscando una, eh, horquilla, sí, que se me había perdido, verás.—ya estaba tropezándose con las palabras de nuevo delante de él—Creía haberla visto ahí.—señaló—e iba a buscarla.
Era dolorosamente consciente de cada yema de sus dedos en sus brazos. En ese momento su cerebro repasaba todos y cada uno de los sitios de su anatomía donde esas manos habían estado.
Qhuinn bajó la cabeza y miró entre ellos, Layla lo imitó. Y allí estaba la dichosa horquilla. Por supuesto, ambos se agacharon a la vez para intentar cogerla, lo que resultó en un sonoro choque de cabezas más alguna que otra exclamación de dolor.
Finalmente Qhuinn cogió el accesorio y los puso a ambos de pie.
—Ya no sé cómo más disculparme.
—Oh, de verdad sire, no es nada.—bajó la mirada avergonzada
Él alargó una mano hacia su rostro y Layla se quedo petrificada. Con erótica suavidad, enganchó detrás de la oreja el dorado mechón que había vuelto a caer sobre su rostro. Su sonrisa transmitía toda la fuerza de su seducción cuando le dijo:
—Siento decirte que esto ya no va a ser de ayuda.—levanto la horquilla, ahora toda torcida—Creo que la pisé al salir de la habitación. Te conseguiré una nueva, si me lo permites, sino podría hacértela.
Layla sintió como los dedos de Qhuinn le levantaban con delicadeza la cabeza de manera que sus miradas entraran en contacto. A veces creía que el macho lo hacía a propósito, que sabía exactamente la clase de efecto incendiario que ese contacto visual tenía en ella. En estos momentos se revolvía ligeramente sobre sus pies, la humedad entre sus muslos habiéndose vuelto algo incómodo.
—¿Qué dices Elegida?
No recordaba que su rostro hubiera estado tan cerca del de ella hace unos segundos.
—Yo...
—Si quisieras podríamos—.
—¿Va todo bien?—interrumpió una voz más profunda.
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Tohr frunció el ceño ante la escena desarrollándose en el pasillo: Layla, su espalda apoyada contra la pared estaba prácticamente acorralada por el musculoso cuerpo de Qhuinn.
Que entre esos dos había algo más que la simple alimentación era vox populi en la Mansión, pero, no estaba seguro por qué, no le gustaba la manera en que el chico parecía estar abrumando a la Elegida. Seguro, las mejillas de la hembra estaban, sonrojadas, su respiración escapaba en pequeños jadeos de sus labios entreabiertos y la esencia de su excitación era evidente, pero había algo en los ojos verde claro de Layla que no estaba bien.
Una sensación de agobio.
Tohr observó al muchacho hacerse a un lado de Layla y mantenerle la mirada, una sonrisa despreocupada se formó en sus labios.
—Eh, Tohr ¿Qué pasa?
Estudió la expresión del rostro de Qhuinn. Parecía sincera, como si realmente no se hubiera percatado de que algo iba mal. Realmente no le extrañaba. El chico era guay, un buen chaval. Pero centrado en sí mismo por naturaleza, excepto cuando trabajaba como ahstrux nohstrum de John. No parecía leer muy bien a los demás tampoco.
—Te veo otro día Layla.—sus ojos brillaban de manera que el verbo ver podría bien haber sido cambiado por follar y la oración aún habría sonado igual—'Ta otra, Tohr.
Layla le siguió con la mirada hasta que desapareció por la esquina del pasillo, entonces suspiró desde lo más profundo de su pecho. La observó unos segundos más antes de preguntar:
—¿Va todo bien, Layla?
—Todo el mundo me pregunta lo mismo.—se llevó la mano a la boca al darse cuenta de que había pensado en alto.
Con una reverencia, desapareció delante de sus narices. Tohr se percató de que aún tenía el ceño fruncido e intentó relajarlo. Le había dado la impresión de que en la frase de Layla había estado implícito un: pero a nadie le importa.
La marcha de la Elegida había sido precipitada, pero normalmente no se quedaba mucho tiempo a su alrededor, ni siquiera cuando se alimentaba de ella, y siempre parecía estar nerviosa. Suponía que era o por que la intimidaba de alguna manera, o porque le resultaba desagradable, en algún sentido, estar cerca de él. Pero lo de hoy había sido especialmente abrupto, por llamarlo de alguna manera.
Suspiró y se encogió de hombros. Realmente no había nada que pudiera hacer. Le había preguntado más de una vez si deseaba que él mandara a llamar a otra de sus hermanas en vez de a ella para que lo alimentara. Las dos veces que había hecho la pregunta Layla había quedado al borde del llanto, así que había desistido y se limitaba a que los suyo fuera una mera transacción de nutrientes.
Realmente lo lamentaba, la había oído hablando con alguna de las shellans una vez u otra y le había sorprendido gratamente comprobar que era una hembra de fuertes convicciones e ideas claras. Pero sobre todo, deseaba que los momentos que debía pasar con ella no fueran tan incómodos. La mitad de las veces no sabía cómo interpretar sus silencios, sus expresiones ni sus gestos. Y en lo tocante a las pocas frases que le dirigía eran las mínimas exigidas por la cortesía.
Con la hembra rondándole la cabeza bajó hasta el gimnasio donde le esperaba Lassiter.
Sus músculos se estremecieron ante la paliza que les esperaba. Desde aquella confrontación la semana pasada con el ángel, ambos habían estado acudiendo regularmente al gimnasio. Algunas veces luchaban un poco, pero la mayoría simplemente levantaban pesas en silencio. Pero bueno, el fuerte de su “relación” con el tipo no habían sido nunca las conversaciones reveladoras.
Aún así sentía una extraña sensación de calma cada vez que estaba a su alrededor ¿sería porque, según él, Wellsie lo había enviado?
La verdad es que no tenía la más puñetera idea, pero Lassiter le había abierto los ojos más veces de las que podía contar. Sabía que estaba en deuda con él. Pero es que a veces podía ser un hijo de puta integral.
En cuanto abrió las puertas del gimnasio lo supo: nada de pesas hoy. Por la cara de mala leche del tipo, supo que esta tarde iba a patearle el culo para desquitarse con lo que fuera que le había cabreado.
Resignado, soltó su bolsa de deporte en un rincón y se paró frente a Lassiter, que en ese momento terminaba de correr en la cinta.
—Sabes, en vez de correr en esa mierda, podías probar correr fuera de la mansión. Y en fuera me refiero a lejos, muy lejos de ella ¿Qué tal Canadá? Tío, eso sería todo un entrenamiento.
El ángel simplemente le mantuvo la mirada. No le contestó con alguna de sus frases de listillo. Nah, simplemente le miró y se bajó de la cinta.
Joder, fuera lo que fuera que le había pasado, tenía que ser malo. De verdad.
—Eh, macho…Lassiter, ¿estás bien colega?—le apoyó una mano en el hombro.
El tipo se dio la vuelta con brusquedad, desembarazándose de él.
—No, no estoy bien. Estoy harto de esta casa y de todos vosotros, ¿me escuchas? Estoy hasta los huevos.
—Pe—pero ¿qué..?
—Era el maratón, sabes. El único puto maratón de los “Vigilantes de la Playa” que echan en la Fox. En alta resolución, completamente remasterizado. Llevaba un jodido mes esperando para verlo, un jodido mes.—agitó una dedo delante de las narices de Tohr.—Y ahora va Rhage y decide ver con los dos trogloditas—éstos eran V y Butch—todas las jodidas pelis de “La Jungla de Cristal”, de un tirón ¡¡¡TODAS!!! ¡Joder, todos se han puesto de su parte y me han echado del jodido salón! Pero te digo algo, esto no va a quedar así. Vendetta.—masculló poniendo acento del padrino y achicando los ojos.
No. Me. Jodas.
Un momento estaba de pie y al siguiente prácticamente de rodillas, doblado por la mitad, partiéndose de risa mientras las lágrimas le rodaban por las mejillas. Encima de él podía sentir los ojos del ángel taladrándole, pero no podía contenerse aunque sabía que las iba a pagarlas con él de lo lindo.
—Maldito hijoputa.—masculló Lassiter— Te vas a enterar.
—Pe—pero.—más risas—¡¿Por qué simplemente no te has ido a verlo a otra de las muchas teles de la Mansión?!—Virgen Santa, como no se tranquilizara le iba a explotar algo.
—¡Porque la del salón es la única con home cinema! Además John y Xhex están en la sala de cine, por lo que no me verás siquiera asomándome por allí. Ewwww.—arrugó la nariz.—Y Perillita no va a dejarme acercarme a su tele.
Tohr se apoyó con cuidado contra la cinta de correr a la vez que se sujetaba el costando e intentaba coger aire. Miró hacia arriba.
—Tiiiiiío, ¿Los putos “Vigilantes de la playa”?—volvió a empezar la rutina de risas de nuevo.
—Ríete mientras puedas, culo fláccido.—contraatacó.
Después de conseguir recuperarse del golpe que le resultó conocer aún más a fondo los gustos televisivos del tipo y de haber incrementado en un 80% su mala leche, Tohr se apresuró al tatami donde Lassiter ya lo esperaba.
—Espero que tengas una buena reserva de Reflex en tu botiquín, porque después de la sesión de hoy vas a necesitarla desesperadamente.—lo amenazó el ángel mientras les disparaba una sonrisa realmente sádica.
—Seh, lo que sea. Empie…
Nunca llegó a terminar la frase. El gancho de Lassiter lo cogió en plena mandíbula, girándole la cabeza hacia atrás en lo que él sintió como un ángulo de 90º. Sacudiendo la cabeza para despejársela y moviendo la boca un poco para estar seguro de que no tenía ningún hueso roto, se dispuso a contraatacar.
Fintando hacia la derecha, basculó su peso con rapidez de manera que con un simple cambio de pies, lanzó una patada lateral con la pierna que en ángel menos se esperaba.
Y el crujido de sus costillas fue como música celestial.
Huelga decir que la felicidad no duró mucho. El siguiente golpe de Lassiter se enganchó directamente bajo su esternón, quitándole todo el aire y haciendo que se levantara unos pocos centímetros del suelo. Aprovechando la posición más baja del ángel, Tohr los cogió por ambos lados de la cabeza y estampó su frente contra su nariz aprovechando la fuerza de su descenso.
Cuando el tipo se llevó la mano a la nariz instintivamente, decidió aprovechar para darle a su pecho una bonita visita de la suela de su bota. Lassiter paró en seco su pie a segundos antes del impacto y le sonrió de una manera que no le gustó nada.
Había sido una maniobra de distracción. Con la fuerza de sus más de dos metros y 120 kilos de peso, el tipo tiró del pie de Tohr hacia atrás mandándolo a pulir el tatami con el careto.
Segundos después estaba sobre su espalda, sus rodillas clavándose justo en el medio de su columna e impidiéndole respirar, comprimiéndole el diafragma.
¿Qué coño? Desde el momento en que habían comenzado sus sesiones de sparring habían acordado que no habría nada de lucha cuerpo a cuerpo hasta que él ganara algo más de peso y fuerza, de manera que pudiera ofrecer algo de resistencia en vez de servir de alfombra. Pero Lassiter parecía tener amnesia selectiva sobre el tema, o en su defecto le importaba una mierda.
Aparentemente le importaba una puta mierda.
Cuando Tohr comenzó a sentir pánico se dio cuenta de que el poco oxígeno que le quedara en los pulmones después del golpe contra el suelo se le estaba acabando. Y la presa que el ángel tenía en el no parecía aflojar. Con la cara pegada al tatami le era imposible hacer algún sonido para que lo soltara y por más que empujaba, sus brazos parecían incapaces de levantar su peso y el de Lassiter unidos.
Puntitos negros y blancos empezaron a nublar su vista cuando el aire se le acabó definitivamente, sintió la cabeza ligera y los miembros comenzaron a no responderle.
—¡Lucha, joder!—la voz sonaba muy distante—¡LUCHA!
La verdad, no se estaba del todo mal así. Sentía el cuerpo laxo y la mente sumida en una densa y agradable niebla, ¿para qué despertarse?
—¡VIVE!—cambió el grito.
Vivir… vivir. Sí, eso era por lo que luchaba cada día. Los rostros de los habitantes de la Mansión pasaron por su cabeza: sus Hermanos. Las shellans. John. Layla.
¿Layla?
No pensaría en eso ahora.
¿Por qué dejar de vivir ahora? Tenía que… LUCHAR POR VIVIR.
Con un esfuerzo titánico todo su cuerpo se contorsionó bajo el peso que le oprimía hasta que este desapareció. Literalmente mandó a Lassiter volando hasta el otro lado del tatami. Y luego el prácticamente voló hasta él. Con rabia, le machacó la cara con sus puños una y otra vez, hasta que brotó la sangre y dejó de defenderse.
Paró resollando y dejó caer los brazos a ambos lados. Por fin consiguió ver bien al tipo.
La sangre brotaba profusamente de la nariz de Lassiter, probablemente rota, así como de un feo corte en su labio inferior y de los lugares donde varios de sus piercings habían estado. Aparentemente le había arrancado las cosas de cuajo.
—Te he dicho… mil veces que… te quites esas mierdas… para pelear.—dijo mientras cogía aire.
—Oh, preocupado de mí, qué dulce.—escupió sangre.
Ante sus mismísimos ojos las heridas en el rostro del ángel se cerraron. La piel se unió sobre ellas en cuestión de segundos. Literalmente.
Sorprendido, se quedó mirando en las profundidades de sus ojos totalmente blancos, intentando averiguar algo en ellos.
—Macho, no sabía que te iba este rollo.—dijo Lassiter señalando sus caderas unidas, pues Tohr aún estaba sentado sobre él—Pero ya te puedes estar buscando a otro para el griego profundo.
Se apartó con rapidez de encima del tipo y se limpió la sangre de las manos en la camiseta. Tras un largo silencio, lo miró de reojo.
—Creí que habíamos acordado que nada de pelea cuerpo a cuerpo.
Lassiter sólo rodó los ojos.
—Colega, si tuviéramos que esperar hasta que tú decidieras que es momento de dar un paso hacia adelante, aún estaría sujetándote la cabeza sobre el lavabo mientras echas las comidas y viéndote matarte.
Tohr dejó caer la cabeza entre los brazos, avergonzado. Tenía razón, era un cobarde, nunca dispuesto a avanzar en la vida. Pero es que su experiencia era que la vida era una tipa despechada, que te la jugaba a la primera de cambio.
Primero los miembros de la Hermandad, luego Darius y la gota que colmó el vaso: Wellsie. Sin decir que había estado a punto de perder a John en más de una ocasión.
Que me aspen esa no era razón suficiente para tener miedo.
Reflexionó unos segundos. No. La razón real era que sabía que no sería capaz de soportar otra pérdida. Por eso intentaba avanzar lo más lentamente, deteniéndose al borde de cada nueva etapa el mayor tiempo posible. Hasta que Lassiter venía y le pateaba el culo haciéndole pasar a la siguiente.
Virgen, realmente debía estar siendo una carga para el tipo.
—No es como si tuviera nada mejor que hacer.
—¿Perdona?
—No es como si tuviera nada mejor que hacer, por eso no eres una carga.—se encogió de hombros—Además, volver a poner tu escuálido culo en forma se ha convertido en algo personal.—el humor brilló ligeramente en sus ojos.
—¿Me estabas leyendo el pensamiento?—Ugh, el único que conocía que podía hacer eso esa V.
—No. Tú estabas gritando.—especificó el ángel— Un poco difícil no oírte aquí—, se dio unos golpecitos en la sien—cuando prácticamente estás gritando mentalmente.
De repente ambos se echaron a reír.
—Tío, menuda mierda.— Tohr le dio un puñetazo en el hombro—Eso significa que nunca podremos hacerte una inocentada sin que lo sepas de antemano.
—Nah, lo único que tendréis que hacer para que no me dé cuenta es no pensar en ello. Lo cual no os resultará muy difícil a ninguno de vosotros, cabezas huecas.
—¡Ouch!—se quejó Tohr por el afilado comentario.
—Anda, ¿Por qué no me acompañas a la ciudad?—se agachó y recogió un par de aros de oro del suelo—Supongo que tendré que buscarme a alguien que me agujeree estos de nuevo en su sitio.—levantó una mano cortando a Tohr que ya estaba empezando hablar—Y como me gustaría conservar los ojos en su sitio, ni siquiera voy a acercarme a pedirle a Vishous que me los haga.
—Tipo sabio—masculló Tohr entre risitas.
—Más de lo que te imaginas.
La frase de Lassiter quedó colgando misteriosamente en el aire.
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—Colega, qué pasada.
Tohr se encomendaba a la Virgen Escriba mientras miraba la cara de Lassiter, que conducía el GTO morado de Rhage. En un principio el Hermano se había negado en redondo a dejarle el coche al ángel, pero había acabado accediendo cuando éste le había dicho que Tohr le haría de niñera.
Aunque realmente sería al revés.
Con renuencia le había pasado las llaves del bólido a Tohr con una única amenaza: “Si algo le pasa, pienso dejarte tan brillante como el Chico Bombilla mi hermano. Y eso implicará algo de contacto entre tu culo y una barra de neón”. Genial, otra amenaza más que tenía que ver con su culo. Iba a coger complejo.
Y ahora Lassiter circulaba a 90 km/h… por una vía urbana. Las señales de tráfico no parecían significar nada para él, pero lo más preocupante era que los semáforos tampoco.
—Oye, tío, está de puta madre que tú seas inmortal y tal, pero si este coche acaba hecho un amasijo de acero Rhage nunca podrá apalizarme, básicamente porque me habré convertido en brocheta de vampiro.
—Relaaaájate. Disfruta un poco del paisaje.
Miró el manchurrón que parecían las calles al desaparecer a toda velocidad por la ventilla.
Ok, hora de activar el modo terapéutico.
—Te das cuenta de que después de todas las molestias que te has tomado para mantenerme con vida, sería un desperdicio que me mataras en un accidente de tráfico.—dijo en el tono más conciliador que consiguió poner, teniendo en cuenta que tenía las pelotas de corbata.
—Eso sería como ironía cósmica ¿no?—el tipo dejó de mirar a la carretera y quedó con los ojos fijos en Tohr, una sonrisa desquiciada en el rostro.
—¡Mira para adelante, animal! Y no, eso sería una GRAN CAGADA.
—Soy un ángel, caído, para ser más específicos. ¡Oh, mira, ya hemos llegado!
El tipo derrapó en mitad de la carretera, parándose casi en seco y dejando el GTO en segunda fila. Tohr salió del coche escopeteado, cerrando de un portazo tras de sí.
—Gracias, Virgen Escriba.—elevó los ojos al cielo.
—¿Cómo dices?—le llegó la voz de Lassiter.
—Terminemos con esto de una vez. Y de vuelta, conduzco yo. Punto.
Las tienda de piercings y tatuajes era un local bastante bien iluminado, pero algunas de las imágenes de las paredes realmente le daban escalofríos. Y, un momento ¿realmente alguien podía hacerse un agujero ahí? Ooooooouch.
Lassiter, por su parte, estaba de pie delante del mostrador camelándose a la dependienta que venía a ser una copia de Kat Von D. La voz del ángel era todo ronroneos y bajos masculinos, mientras su mirada se deslizaba por el cuerpo de la mujer. Tohr se preguntaba qué le habría dicho para justificar su falta de iris y pupilas. Fuera lo que fuera ella no parecía tener problemas con su caliente mirada blanca.
Dios los cría…
El dueño de la tienda entró en escena en ese momento, despidiendo con un firme apretón de manos a un cliente con un brazo envuelto en celofán bajo el que se distinguían perfectamente los colores brillantes de un tatuaje recién hecho.
—Vuelve en cuanto cicatrice para terminarlo, creo que con una sesión más será suficiente.—volviéndose hacia ellos, el tatuador se paró en seco y luego rodó los ojos—Joder, colega, tú de nuevo no.—dijo mirando a Lassiter con hastío.
—Eh, RIP, ¿qué pasa?—el ángel le dedicó una sonrisa de oreja a oreja como si el tipo no acabara de mandarlo a la mierda.
—Creí que te había dicho que no volvieras por aquí.
—Pero si no he venido a verte a ti.—volvió la mirada hacia la dependienta que le guiñó coquetamente.— Mer iba a hacerme… unos agujeros nuevos.—levantó los aros de oro que traía.— A menos, que quieras hacerlo tú.—su mueca era totalmente insultante.
—Con un taladro.—le gruño RIP.
—Corta el rollo, Lassiter.— Tohr no estaba muy seguro de cuánto más iba a aguantar el tatuador sin endiñarle y la verdad es que lo último de lo que tenía ganas era de otra pelea.
—Paaaaz, tíos.—les saludó mientras entraba en la sala trasera con dependienta. A juzgar por el contoneo de caderas de la chica y la mirada hambrienta del ángel iban a pasar un buen rato allí. Y sí, iban a agujerear cosas. Definitivamente.
Con un suspiro, le dio la espalda a la puerta de la sala y se sentó en la silla que estaba más lejos. Si siquiera oía un ruido extraño que proviniera de allí, estaba seguro de que iba a hacérsele una imagen mental que le haría potar.
Al cabo de un rato, RIP se acercó y se sentó a su lado.
—Macho, pareces un tipo legal, ¿qué haces con ese pedazo de friki?
Tohr rió desde lo profundo de su garganta.
—Sabes, a veces yo me pregunto lo mismo. Pero es una larga historia.
—Bueno, esos no van a salir de ahí pronto, así que…
—¿Por qué le pediste a Lassiter que no volviera por tu tienda?—preguntó Tohr cambiando de tema.
—¿Tú lo has mirado bien? Le da grima incluso a los tipos más hard-core que pasan por aquí. Además no deja de causar problemas con es bocaza suya.—movió la cabeza de lado a lado—Sin filtro entre la boca y el culo: habla y la caga.
—Amén.—admitió Tohr de acuerdo.
—Y, colega, viene aquí y por 30 pavos se mete mierda de metal en el cuerpo y se trabaja a mi dependienta. Siempre. Me tiene hasta los huevos. Pero es un hijpouta insistente.
—Ni te haces a la idea de cuánto.
—Parece que os conocéis bien. Hazme un favor y dame un consejo para librarme de él.
Apoyándole una mano en el hombro le dijo seriamente:
—Si hubiera alguna forma de librarse de él, yo ya lo habría hecho. Confórmate como el resto de los mortales con sólo tener que aguantarlo de vez en cuando.
—Si mi Julie me viera en estas condiciones se partiría de risa en mi cara.
—¿Es ella tu mujer?—le preguntó Tohr, súbitamente interesado en el tipo. No es que fuera muy difícil encontrar gente que quisiera matar a Lassiter, pero se apreciaba la compañía.
—Era.—corrigió RIP. Se levantó la manga derecha y extendió el antebrazo hacia él, mostrándole un retrato de una mujer muy bella exquisitamente tatuado.
Tohr sintió como se le hacía un nudo en la garganta.
—Es… era muy hermosa.—dijo con voz rasposa.
El tatuador miró su propio brazo y una pacífica sonrisa dulcificó sus duras facciones.
—La más bella.
—¿Qué… qué le pasó?
El tipo se encogió de hombros, bajándose la manga. La mirada con la que enfrentó a Tohr era firme. Había dolor allí, sí, pero también aceptación. De esa que viene con el paso del tiempo, y las experiencias vividas tras una pérdida como esa.
—Un accidente de coche, un hijo de puta borracho la atropelló.
Tohr bajó la mirada hasta sus manos, que estaban fuertemente apretadas en puños. Sagrada Virgen, no eran las mismas circunstancias de Wellsie, pero tampoco eran tan diferentes, ¿no? A Julie también la habían matado, asesinado. El hecho de que hubiera sido un conductor borracho y no un asesino inmortal no lo hacía menos dramático realmente.
Al menos no para la persona que estaba en el bando perdedor.
—Yo… eh… también he perdido a alguien.—cuando RIP no lo presionó para que siguiera hablando Tohr sintió como si un pequeño peso se levantara de su pecho ¿qué más daba lo que le contara a este tipo? Él no había conocido a su shellan, no pertenecía a su mundo. Sólo era un par de orejas anónimas con las que aliviar algo de su carga. Unas orejas muy comprensivas, aún así—Ella era mi she… esposa. Se llamaba Wellsie.—El tatuador siguió sin decir nada, dándole la oportunidad de continuar con el trágico relato si quería o de cambiar de tema a voluntad—También fue asesinada.—la palabra pareció salir como una cañonazo de su garganta, dejándosela en carne viva. Tosió para aclararse la voz—Fue hace unos pocos años.
—Lo de mi Julie también.—la mirada del tipo estaba clavada en algún punto más allá del mostrador, como si estuviera viendo imágenes pasar por delante de él.
—Parece como si no te costara hablar de ella.— Tohr no pudo suprimir el pequeño matiz de envidia de su voz.
—¿Ah, sí?—rió amargamente— Deberías haberme visto al principio, los primeros meses después de que pasara. Macho, era un puto zombi: durmiendo, comiendo, levantándome, respirando porque debía hacerlo. Cuando me recuperé de eso, perdí toda empatía por el mundo que me rodeaba.—silbó—Tenía una actitud totalmente tóxica, era prácticamente imposible estar a mi alrededor. La cagaba en todo, empecé a experimentar con las drogas duras, a meterme en cosas chungas. Los llevé todo al límite, hasta la sobredosis—Estuve clínicamente muerto durante un minuto y medio.—al ver la cara de asombro y esperanza de Tohr, rió bajito—Nah, no es lo que estás pensando: no vi la luz al final del túnel y tampoco la vi a ella. Lo que sí vi, cuando me desperté del coma al que me indujeron, tras resucitarme, para conseguir que me recuperara, fue lo hecho mierda estaba. Tío, yo estaba vivo por los pelos, y Julie… con todo el dolor de mi corazón, estaba muerta.
—Y no había nada más que pudieras hacer por ella.—terminó Tohr.
—Exacto.
—Pero, ¿nunca has pensado en vengarla?—esto era lo que le carcomía a él.
—Claro, joder. Me hubiera encantado ponerle las manos al cabronazo que la mató y arrancarle la piel a tiras para luego desmembrarlo. Pero, ¿de qué me hubiera servido? ¿Qué me hubiera quedado en la vida una vez me lo hubiera cargado? Te diré qué: NADA. La sed de venganza nos da impulso, nos da un propósito y nos hace pensar que estamos vivos, cuando realmente estamos más muertos por dentro que los seres queridos que ya no están con nosotros.
Cágate, pensó Tohr, quién le hubiera dicho que iba a aprender lecciones a esta altura de su vida y más aún de un humano que tenía cuánto ¿unos 326 años menos que él?
La tragedia nos hace a todos iguales.
—El punto es, que matar al hijoputa no iba a devolvérmela. El daño estaba hecho y era hora de cerrar la herida, no de agrandarla.—siguió RIP.
—Pero, ¿no te sentiste como si la estuvieras, no sé, traicionando?
—No te voy a negar que en un principio hubo un poco de eso. Sin embargo, lo único que me queda ella son recuerdos y el mundo en el que vivía con ella. Lo único que realmente está en mi mano hacer es mejorar este mundo y no olvidar. Hay que seguir adelante, tío, pero no por ellos, por nosotros. Además, aunque te vaya a sonar a cliché, ellos lo querrían así.
Tohr asintió despacio, reflexionando sobre las palabras del tatuador.
—La gente que nos rodea también ayuda mucho. Mer, así como la ves, es como una hermana pequeña para mí.—señaló hacia la sala trasera con el pulgar—Estuvo ahí desde el principio, es una de las pocas personas que no se apartó de mi lado ni en los peores momentos. Aunque, joder, le he dicho mil veces que escoja mejor a los tipos que se tira, pero ni puto caso. A saber dónde está agujereando ese frikazo.
Los dos acabaron carcajeándose y compartiendo comentarios e hipótesis mordaces sobre los piercings de Lassiter. Cuando el ángel salió de la sala, algo despeinado y con agujeros nuevos, Tohr se dio cuenta de que el tiempo se le había pasado volando mientras hablaba con el humano.
—Oh, ¿he interrumpido los cotilleos?—les dijo— No os preocupéis, chicas, el próximo día os traeré un número de Vogue para que podáis comentar los últimos modelitos de las estrellas de cine y decidir cuál os quedaría más divino de la muerte.
—¿Ahora entiendes por qué no quiero ver su culo metrosexual en mi tienda?—dijo RIP.
—Más quisieras tú pillar un cacho de esto.—le respondió dándose un golpe en la trasera. Luego se volvió hacia Mer que venía tras él—Hasta otra, encanto.
Tohr le dio un firme apretón de manos al humano y le dedicó una sonrisa sincera.
—Un gusto.
—Pásate por aquí cuando quieras colega, aunque no sea para pillar algo de tinta o convertirte en un alfiletero andante como tu acompañante.
Lassiter masculló algo así parecido a “como me saque el alfiler vas a ver tú…” y luego ambos habían salido de la tienda, Tohr se había apoderado de las llaves del GTO, tras soportar los pucheros del ángel y se dirigían a una velocidad normal de vuelta al Complejo de la Hermandad.
Tras un buen rato de silencio, decidió que no podía guardarse la pregunta durante más tiempo.
—Lo has hecho a propósito, ¿verdad? Sabías desde el principio que esto iba a pasar cuando me pediste que te acompañara.
A su lado, el ángel simplemente se encogió de hombros.
—Lassiter…—gruñó.
—No todos mis motivos eran tan altruistas.—respondió haciéndose el duro—También quería ver a Mer.
Ver. Ajá.
—Pero lo sabías.
El gracias estaba implícito, pareció sonar alto y claro.
—Bueno, ¿te ha agujereado bien o qué?—preguntó para romper el hielo.
Lassiter le sonrió como un idiota y se pasó la lengua por los labios.
—Joder, tío, más quisieras pillar una así.
Tohr frunció el ceño, fijando la vista en la carretera. Ese no era un tema que le apeteciera tratar ahora mismo… ni nunca… en los próximos, no sé, cuatrocientos años.
—¿Tohr?
Decidió ignorarle.
—Antes o después tendrás que pensar en estar de ese modo con un hembra. Por ejemplo esa tal… ¿Layla? De la que te alimentas.
—La alimentación no tiene por qué implicar sexo.—le cortó.
—Lo decía más bien por el hecho de que llegará un momento en que se te quedarán los huevos del color de pitufos.
—Puedo arreglármelas solo.
—Y las palmas de las manos peludas.
—No voy a discutir esto contigo—ni con nadie—Punto.
No era algo que siquiera se hubiera planteado. Estaba fuera de toda consideración. Desde el luego no estaba, ni estaría preparado para otra hembra…
—Las cosas cambian, Tohr, las cosas… cambian.
Joder, ya le daban miedo esas mierdas proféticas de Lassiter. Le hacían preguntarse qué estaba por venir.
Y si él sería capaz de afrontarlo.
Karen Marie Moning, Shadowfever.
{¡Cuán poco sabemos sobre lo que somos! ¡Cuánto menos sobre lo que podríamos ser!}
Lord Byron.
—¡NO! De verdad no me digas que va a salir con eso a la calle —Beth miraba estupefacta el ridículo modelito de la mujer en la pantalla de la televisión.
A su lado Mary apenas era capaz de hablar por culpa de la risa, se esforzó por sacar a Beth de su error:
—Va a salir a la calle con eso, pero lo que es peor ¡está en la tele con eso!
Ambas mujeres se habían apalancado en la enorme cama de matrimonio de la habitación de Mary y Rhage con un bol de palomitas entre ellas y estaban matando las horas viendo un maratón de un programa de moda que, hasta el momento, estaba dejándolas estupefactas.
—Definitivamente eso debería considerarse un atentado contra el buen gusto — Beth arrugó la nariz.
—Atentado contra la salud mental de quienes tengan que ver a una persona “vestida” de esa manera. De verdad Beth, ¿Qué hacemos viendo esto cuando hay están echando Godzilla en el otro canal?
—Querida amiga —le apoyó una mano en el hombro—, no me hagas empezar a hablar acerca de ti y tu fijación por los reptiles gigantes.
—Serás… —Mary abrió la boca exageradamente— ¡eso fue un golpe muuuuy bajo! —cogió el almohadón que tenía más cerca y comenzó a darle con él a Beth.
Rhage escogió ese mismo momento para entrar en la habitación y pillarlas in fraganti.
—Uuuuuh, pelea de almohadas de chicas, ¿me puedo unir? —dijo poniendo voz de falsete y haciendo aspavientos con las manos, lo cual teniendo en cuenta su tamaño quedaba totalmente ridículo.
Naturalmente todas las almohadas acabaron siendo lanzadas a su cabeza.
—¡Eh! Dos contra uno. Eso no es justo, ya nos sois mis amigas —luego miró a Mary de arriba abajo y le dedicó una sonrisa deslumbrante—. Bueno, tú sí puedes seguir siéndolo.
—Eres incorregible —rió Mary rodando los ojos.
—Sí, y me quieres por ello. Ahora portaos bien —se volvió hacia la puerta— ¡Layla, ya puedes venir!
Sin más que un leve rumor de pasos, la Elegida entró en la habitación y sonrío a ambas mujeres:
—Mi Reina, señora Mary.
Ambas corearon un saludo y Beth se levantó de un salto de la cama.
—Lo siento, Rhage, no sabía que estabais esperando a Layla.
—Se me olvidó decírtelo.—confesó culpablemente Mary— Si quieres luego vemos esa de Godzilla.
—Me da a mí que vas a estar ocupada,—rió Beth— pero si aún tienes tiempo nos vemos.
Salió a paso ligero de la habitación despidiéndose de todos y una vez en el pasillo se sorprendió a sí misma frotándose la barriga. Vaya, ¿Cuánto hacía que ella misma no se alimentaba? Al menos unas dos semanas…chequeó su reloj. Las 3:15, Wrath aún debía estar en la oficina haciendo algo de papeleo.
Se sonrió a sí misma. Iría a verlo, su hellren necesitaba tomarse un descanso de vez en cuando.
Pero primero iba a hacer una parada en su cuarto.
Sentado cómodamente detrás de su escritorio, acariciando las orejas de George con una mano, Wrath se froto los ojos, más por costumbre que otra cosa.
Llevaba un buen rato estampando sellos en todas las cartas que Beth había leído y le había dejado en el montón de sellado. Ya se había quemado tres veces con el lacre y estaba seguro de que se había cargado al menos una carta.
Miertástico. Tendría que esperar que su shellan viniera para ayudarle a arreglar todo el lío.
Desde que había perdido la visión por completo trabajaba día a día para ser cada vez lo más independiente posible. Y gracias a George lo era en gran parte, pero joder, aún había cosas que le costaba hacer solo.
Lo que lo ponía de un mal humor de cojones.
Wrath paró en seco sus cavilaciones sobre la gran mierda que era todo cuando su agudizado sentido del olfato capto el aire el deje a una esencia que conocía a la perfección. Se removió en su asiento, expectante. Sonó un golpe en la puerta y unos segundos después Beth entró, sacó a George al pasillo y luego cerró con pestillo tras de sí.
Para ese momento él ya llevaba un buen rato duro en sus pantalones.
—He pensado que podía venir a hacerte una visita.—pronunció ella despacio, arrastrando cada palabra como si fuera una caricia por su piel.
—No podría estar más de acuerdo leelan. ¿Por qué no te acercas aquí?—le instó él dando unas palmadas en su regazo.
No le hacía falta verla para saber perfectamente cómo estaba moviéndose, cuán hermosa estaba o exactamente qué necesitaba de él.
Ella rodeó el escritorio se acomodó en el regazo de Wrath teniendo cuidado de acomodar el contorno de su culo con su dura polla.
Wrath gruñó y se movió ligeramente bajo el peso de Beth, deslizó la nariz por el suave cuello de su shellan aspirando con avidez el aroma de su excitación.
Apoyó una mano en su rodilla, comenzando a subirla lentamente por su pierna, dejando que las yemas de sus dedos le transmitieran todo lo que sus ojos no eran capaces: la suave textura de su piel cremosa, el firme contorno de su muslo, la erótica calidez del interior de sus muslos.
—Joder, Beth.—masculló en su oído cuando sus dedos entraron en contacto directo con el sexo de ella, sin ninguna barrera de ropa interior para impedírselo. Había venido totalmente preparada para estar con él.
Atesoró el respingo que dio cuando su dedo índice encontró el camino entre sus sedosos pliegues hasta su clítoris.
—De camino aquí—jadeó ella—pensé que podía librarme de algunas prendas innecesarias así que decidí hacer una pequeña parada en nuestra habitación.
—Me encanta tu razonamiento, leelan. Pero dime, ¿has venido buscando algo en especial?—puntuó la última frase con una pequeña embestida de sus caderas, moviendo la longitud de su polla contra ella.
—Pues…—ella se reclinó contra él y tomó una de sus manos dirigiéndola a su pecho, lo cubrió comenzando a masajearlo en lentos movimientos circulares.
—Dímelo.—empezó un lento vaivén contra ella, empujando un poco y retirándose. Entre sus piernas su mano se había vuelto más audaz, abriéndola, tomando la humedad fruto de su deseo por él y usándola para prepararla para lo que estaba por venir.
Porque, Sagrada Virgen, iba a montarla hasta que les faltara el aliento.
Beth se giró hasta quedar sentada a horcajadas sobre él. Con una mano le quitó las gafas de sol mientras bajaba la otra hasta su bragueta, ahuecándolo en su mano. Su boca se cerró sobre el lóbulo de su oreja. Fue bajando por su cuello, raspando la piel con un colmillo, dejando sus nervios al desnudo.
— Ya casi han pasado dos semanas desde que bebí de tu vena por última vez.
Wrath ronroneó desde lo más profundo de su cuerpo y, agarrándola del culo con ambas manos, la pegó a él deslizando su dureza por su humedad en un lento y tortuoso ritmo. Inclinó la cabeza hacia atrás dándole más acceso a su cuello, mientras, le subía la falda del vestido para tener sus manos directamente en su piel.
—¿Tienes hambre de mí, leelan? ¿Necesitas algo de mí dentro de ti?
Beth no respondió, sólo onduló contra él, de modo que pudo sentir cada curva de su femenino cuerpo pegado a los duros planos del suyo. Wrath se reacomodó y posicionó dos dedos en la entrada de ella para luego introducirlos lo más lento y hondamente posible.
Beth se arqueó contra él, apoyando su peso hacia atrás sobre su mano, de manera que la propia gravedad se unía a la fuerza que él ejercía dentro de ella. Con un brusco movimiento, la cogió por el pelo, apartándola de su cuello para fundir sus labios con los suyos. Le mordió juguetonamente el labio inferior para luego repasar el contorno de su boca con la punta de la lengua. Ella gimoteó ante la lentitud de sus movimientos, moviendo las caderas contra su mano.
—Quiero oírtelo decir, Beth, ¿necesitas algo de mí dentro de ti? Dime qué necesitas.—deslizó sus dedos fuera de ella— Di—lo.
Beth hizo un ruidito de queja al notarse vacía y clavó su mirada rebelde en él. Agarrando los bordes de su camiseta se la sacó por la cabeza de un tirón y recorrió su cuerpo con una mirada hambrienta.
Wrath se deshizo igual de rápido del vestido que ella llevaba puesto… aparte de eso no había nada que quitarle. El cuerpo de Beth se amoldó al suyo una vez más y la sensación de sus pechos desnudos sobre sus pectorales, de sus pezones duros rozando su piel, le envió escalofríos por todo el cuerpo.
Los colmillos de ella volvieron a recorrer la piel de su cuello y la palma de su mano derecha se posó sobre su palpitante corazón.
—Necesito tu fuerza.—susurró ella en su oído.
—Nada me gusta más que sentir tus colmillos clavados profundamente en mí, pero ¿sólo necesitas eso?
Con deliberada lentitud ella abrió la bragueta de sus pantalones de cuero liberando su erección. La cabeza de ésta rozó la suave piel del vientre de Beth y Wrath no pudo evitar retorcerse de placer. Asiéndola con fuerza, los levantó a ambos de la silla, colocándola en el borde del escritorio. Bajándose los pantalones hasta las rodillas, se agarró a sí mismo y deslizó la punta de su polla por el sexo de su reina, impregnándose en su humedad, acariciándola donde más quería. Se estaba quemando por estar dentro de ella, pero no lo haría hasta que no se lo oyera decir.
Sintió como Beth echaba la cabeza hacia atrás, e imaginó su larga melena ondulada cayendo por su espalda y rozando el escritorio. Su polla dio un respingo.
Bajando la cabeza tomó uno de sus pezones entre sus labios, lamiendo en lentos círculos, dejando que la punta de un colmillo lo rozara de vez en cuando.
—Beth…—le gruñó, colocó la cabeza de su miembro en posición, moviéndose lo justo para crear una exasperante fricción entre ellos.
Ella clavo las uñas en sus pectorales y le gruñó de vuelta:
—¡Dámelo!
—Lo siento, leelan, tendrás que ser más específica.—se retiró más lejos.
—Wrath…—su tono estaba lleno de violencia y pasión contenida.
No le contestó, simplemente sonrió, se rasgó la lengua ligeramente con un colmillo y la besó con la boca abierta, dejando su sangre directamente en sus labios. Ella gimió, su ritmo cardíaco yéndose por la nubes, su sexo desbordado para él.
Y para su gran satisfacción, rompió el beso lo mínimo indispensable para decir:
—Dame tu polla.
—Así me gusta.—sin más preámbulos entró en ella con un duro y hondo empujón. Ambos tuvieron problemas para silenciar los gritos que quedaron atascados en sus gargantas.
Apoyando una mano en el centro de su pecho, la recostó sobre el escritorio, haciendo las cosas a un lado de un manotazo. Quería que su hembra tuviera espacio de sobra para revolverse de placer mientras la follaba.
No se molestó en seguir pareciendo un ser civilizado. Cuando estaba con Beth de esta manera se entregaba a sus instintos más animales, el macho vinculado en él borrando todo trazo de raciocinio.
Cogiéndola por las rodillas le separó las piernas más ampliamente y se las colocó sobre los hombros, duplicando la profundidad a la que entraba en ella. Sus dedos le aferraban con fuerza demoledora por los muslos mientras sus caderas se movían como propulsadas por los pistones de un Fórmula 1.
El escritorio de madera maciza se bamboleaba y deslizaba por el suelo de la oficina al son de sus poderosos embates y el cuerpo de su shellan vibraba de placer en estado puro debajo de él.
Inclinándose sobre ella le susurró:
—¿Sigues hambrienta?
Ella le observó con sus ojos franqueados por espesas pestañas oscuras y asintió. Aparentemente incapaz de articular palabra, sus ojos se dirigieron a su cuello y sus colmillos se alargaron completamente hablando por sí solos.
Tomándola por la nuca, pegó sus labios a su cuello.
—Tómame, leelan, chúpame, déjame seco.—obviamente no se refería solamente a su sangre.
Beth obedeció inmediatamente. Sus colmillos perforaron la piel y vena de Wrath en un chispazo de dolor erótico como el infierno. Las caderas del rey volvieron a dispararse en cuanto escuchó el primer gemido de placer de su hembra al probar el torrente vital de sus venas. Con un poderoso rugido, bombeó dentro de ella con todo lo que tenía, el orgasmo golpeándolos a ambos al mismo tiempo, haciendo sus cuerpos estremecerse en perfecta sintonía. Las olas reverberando por su miembro no se calmaron hasta varios minutos después, cuando sintió a Beth sellando las heridas de su cuello con la lengua.
Sin salir de ella la levantó a peso del escritorio. Con un fluido giro se sentó lo más en el centro de este posible, colocando a Beth encima de él de manera que quedara apoyada de rodillas en el mueble, dándole libertad para moverse.
Y ella la aprovechó…
Guiando los movimientos de su shellan la ayudó a cabalgarlo duro, sus respiraciones mezclándose en jadeos rotos mientras devoraban sus labios con avidez sin aminorar el ritmo. Perdido en sus instintos la aferró con ambas manos, prácticamente haciéndola volar sobre él, sintiendo las uñas de ella clavarse en sus hombros para conseguir mantenerse en el sitio.
Wrath sintió como la espiral de placer comenzaba a tomar forma dentro de él una vez más. Sentir el interior de Beth alrededor suyo, tan resbaladizo, tan apretado, ordeñándolo, era casi más de lo que podía tomar.
La esencia a especias oscuras estalló en la habitación junto con el ruido de un rugido en crescendo dentro de su pecho. Amaba marcarla, quería estar en cada poro de su piel, en cada hebra de su cabello, en cada centímetro de su cuerpo, sobre todo en su núcleo.
Deseaba su semilla llenándola, desbordándola al igual que su perfume de marcaje.
Pero también la quería a ella dentro de él. Dando rienda suelta al rugido de su pecho, expuso los colmillos y los hundió en el tierno punto entre el cuello y la clavícula de su hembra. Su espesa y rica sangre estalló como mil chispas de color en su lengua, enviando su cerebro a unas bonitas vacaciones en Isla Feliz.
Al igual que a su autocontrol.
Levantándose de un salto, los estampó a ambos contra la pared más cercana y siguió empujando salvajemente de pie en su interior, acompasando sus embestidas con los sedientos tragos de su vena. La espalda de ella rebotaba y se frotaba contra la pared, sus piernas aferradas a su cintura como barras de hierro.
—Wrath…—su nombre salió en un ronco y desesperado jadeo desde lo más hondo de su garganta.
Y fue la gota que colmó el vaso de su locura.
Sintió a Beth romperse en cientos de fragmentos a su alrededor, los músculos en su interior exprimiéndolo.
Su perfume de marcaje saturó el reducido espacio de la habitación hasta tal punto que estaba seguro que todos los habitantes de la mansión debían estar oliéndolo.
La fuerza del orgasmo le echó la cabeza hacia atrás e hizo que las rodillas le flaquearan de modo que ambos quedaron hechos un guiñapo en el suelo, su esencia derramándose tanto dentro como fuera de ella en densas y rítmicas pulsaciones.
Cuando hubo recuperado un poco la respiración bajo la cabeza para sellar las heridas del cuello de ella con gentileza, mientras sus manos acariciaban las suaves formas de su shellan y sus oídos registraban su elaborada respiración.
—¿Es—estás bien, leelan?—había sido realmente duro con ella.
—Ha sido magnifico.—ronroneó como respuesta.
Wrath rio profundamente y comenzó a besar con ternura las facciones de su amada.
—Me alegro de haber conseguido satisfacerte.
—Oh, créeme, haz hecho mucho más que eso.
Tras un rato de silencio en el que permanecieron abrazados el uno al otro, Wrath sintió que la pierna derecha empezaba a quedársele dormida, además la había dejado hecha un desastre. Ahora quería cuidar de ella, lavarla y alimentarla.
—Vamos, leelan, te llevaré a la ducha y luego te prepararé algo de comer.—captando el ligero aroma de la decepción de Beth y no pudo evitar sonreír.—Luego te daré más de lo que quieres.
Ella hizo un ruido apreciativo y ambos acabaron carcajeándose debido a lo evidente de la situación.
—Uhmm, un momento más, ¿por favor?
—Últimamente estas muy remolona.—por no mencionar que era la tercera visita de este tipo que ella le hacía en la semana, aunque esta hubiera sido especialmente remarcable.
—No sé…—el rostro de Beth estaba ligeramente rojo, su cuerpo totalmente caliente bajo el suyo, su polla volvió a la vida en cuanto sintió una nueva humedad formándose en entre sus cuerpos.—De un tiempo a esta parte me siento…caliente.—pareció decir a falta de una palabra mejor—No hago más que pensar en estar contigo,—no pareció notar que el cuerpo de Wrath se quedaba rígido—no hacerlo es casi doloroso, ¿Wrath? ¿Wrath, estás bien?
Sintió como todo el color se drenaba de su rostro y se retiró del interior de su shellan con rapidez, su miembro laxo entre sus piernas. Cogiéndola por las axilas la levantó del suelo y volvió a agacharse, tanteando el suelo en busca de su vestido.
La voz preocupada de Beth le llegaba distante.
—¿Wrath? ¿Quieres decirme qué coño está pasando?
Ella se sentía caliente, ardía en deseos de estar con él, casi le dolía.
Oh, no, Sagrada Virgen, que no fuera eso por favor.
—Tenemos que ir a ver a Doc Jane. AHORA.
Layla retiró la muñeca de su regazo y la cubrió con la manga de su túnica una vez el Hermano Rhage hubo acabado de cerrar las pequeñas heridas.
Sonrió radiantemente a Mary, sentada a su lado, y le dio un ligero apretón en la mano.
—Todo ha ido perfectamente, como siempre. Hoy ha tomado un poco más que de costumbre así que probablemente no me necesiten hasta dentro de unas tres semanas, ¿Hay algo más en lo que pueda ayudarles?
—Gracias Elegida.—Rhage le hizo una pequeña reverencia— Como siempre has cumplido tu cometido con la más absoluta perfección, honrándonos a mi shellan y a mí.
Layla brilló casi literalmente ante el alago de Rhage en la Antigua Lengua. Con una reverencia y una sonrisa a ambos, respondió:
—Es mi placer, Guerrero, ser de ayuda. Mis más sincero agradecimientos por tus palabras.
Se dio la vuelta para marcharse, y ambos la acompañaron fuera de la habitación.
No habían dado más de tres pasos por el pasillo cuando se Layla casi atravesó por accidente la fantasmal forma de Jane que se precipitaba desde su habitación pasillo abajo.
Frunció el ceño al ver la preocupación marcada en las facciones de la, por lo general, estoica doctora.
—Jane, ¿Va algo mal?—preguntó Mary desde detrás de ella. Layla advirtió que los tres se habían quedado petrificados al ver a Jane en tal estado.
La médica se paró lo mínimo indispensable para pasarles un resumen de la situación.
—No tengo la menor idea. Wrath simplemente me llamó con urgencia a su cuarto. “Ven cagando leches”, fueron sus palabras textuales, y sonaba terriblemente angustiado.—se dio la vuelta y echó a correr mascullando lo que parecía ser “Que no le pase nada a Beth, por favor”.
Rhage y Mary la siguieron rápidamente y, sin saber por qué, Layla se encontró haciéndolo también. Preocupada por la reina a quien había visto esa misma medianoche perfectamente bien.
Para el momento en que llegaron al final del pasillo, el rey estaba paseándose fuera de la puerta de los aposentos reales como un león dentro de una jaula. Layla se rezagó un poco de los otros dos. Sabía que el rey nunca le haría daño, pero aún así era un macho que le inspiraba respeto y temor con todos esos enormes músculos y su severo gesto.
Observó como Mary apoyaba una pequeña mano en el hombro de Wrath con gentileza y Rhage se colocaba al otro lado de él.
—¿Está Beth bien?—le sorprendió la dulzura en la voz de la humana.
—Yo...eh…sí, no es nada grave. Tranquilos, no se ha hecho daño, ni nada por el estilo…yo. No puedo hablar ahora mismo.
Tras un rato de espera, la doctora Jane asomó la cabeza del cuarto y le hizo un gesto a Wrath Para que entrara. Aunque no se quedaron mucho rato dentro.
A los pocos minutos, el rey salió de la habitación como una tromba, con Jane pegada a sus talones, casi corriendo para conseguir mantenerse a su ritmo, gesticulando y hablando aunque Wrath parecía ignorarla.
—Lo siento, nunca he visto algo así. No puedo darte un diagnóstico cien por cien seguro, necesito que Havers la vea también ¡¿Wrath?!
Ambos desaparecieron en un suspiro y los tres se quedaron allí plantados. Layla comenzó a sentirse incómoda, ella no tenía nada que hacer allí. Miró a Mary para empezar a disculparse con la intención de marcharse.
La mujer tenía la palma de la mano sobre la boca y los ojos cerrados, parecía estar meditando qué hacer a continuación. A su lado, los labios de su hellren estaban apretados en una fina línea, todo su cuerpo exudando tensión.
—Yo—, comenzó Layla.
—Rhage, ¿Por qué no vas a ver si Jane necesita ayuda con Wrath? Lo último que necesitamos es que se ponga violento alrededor de ella y luego tengamos que lidiar con Vishous también.
Rhage asintió y tras darle un rápido beso, y dedicar una inclinación de cabeza a Layla, se marchó al trote.
—Layla, creo que Beth puede necesitar a alguien con quien hablar, ¿Quieres esperar un momento y le preguntaré si desea que le hagamos compañía?
Incapaz de hablar, ella tragó saliva y asintió con la cabeza. Observó a Mary tocar suavemente en la puerta, oyó el débil sí de la reina y luego la humana estaba asomando la cabeza dentro de la habitación.
—¿Beth? Layla y yo estábamos juntas después de la alimentación de Rhage y vimos a Jane salir corriendo hacia aquí. Ambas estamos preocupadas, ¿estaría bien si entráramos?
La reina debió haber hecho algún gesto, porque Mary simplemente se dio la vuelta y gesticuló a Layla para que pasara dentro junto con ella.
La cámara nupcial era enorme, aunque lo que ocupaba la mayor parte del espacio era una cama de proporciones titánicas. Allí estaba Beth, tapada con un albornoz, recostada entre las negras sábanas de satén que realzaban la palidez de su rostro. Layla no recordaba haber visto ese color en la tez de la reina esa noche.
Mary anduvo despacio hasta sentarse a un lado de Beth y le cogió la mano, haciendo gestos a Layla para que la imitara. La Elegida obedeció y tomó, al igual que la humana, una de las manos de la reina entre las suyas. La piel de la vampira estaba extremadamente caliente en contacto con la suya, lo que le hizo fruncir el ceño.
—Beth, ¿qué ha pasado? ¿Te has resfriado o algo?—preguntó Mary, sin duda alguna habiendo sentido la extraña temperatura de la piel de la reina.
—Ya se lo he dicho a todos: estoy perfectamente. Sí, sé que tengo la temperatura algo alta, pero no tengo fiebre, no me duele nada, he comido perfectamente. Por dios, ¡acabo de alimentarme de él!—pronuncio él con hastío, como si en estos momentos quisiera darle un par de golpes a su hellren. Con una bate de béisbol.
—Beth, estás ardiendo, literalmente.—apuntó Mary cuidadosamente.
—Jane dice que cree que es porque puedo estar cerca de mi primera necesidad.
Layla frunció el ceño. Pero, ¿Por qué todo este problema si ese era el asunto? Dio un apretoncito a la mano de Beth.
—Mi reina, eso es fabuloso ¡ahora podéis engendrar un heredero! Además teniendo un macho para que os sirva, no hay por qué preocuparse.—intento sonreírle de manera que se sintiera segura.
—Pues aparentemente, el rey no lo ve de la misma manera, Layla.—se lamentó Beth— Jane dice que no puede estar segura porque nunca ha visto a una hembra vampiro cerca o en su necesidad pero que esto parece ser exactamente como se describe el fenómeno. Opina que sería mejor que Havers me viera, para poder estar seguros y saber cuándo empezará.
—Beth, tienes que entender que Wrath esté preocupado.—le explicó Mary en tono conciliador—Recuerdas cómo fue con Bella, ¿no?
Layla miró de una a otra ¿el asunto de Bella? ¿Bella, hija de Rempoon, la shellan del Hermano Zsadist? No recordaba que nada malo le hubiera pasado a la hembra. Es más, estaba felizmente emparejada y con una preciosa hija, Nalla.
—Lo recuerdo perfectamente, Mary, pero él ni siquiera está dispuesto a hablar del tema ¡Dios, es tan cabezón cuando quiere!
Layla se sonrojó y bajó la cabeza al oír hablar del rey de la raza de esa manera. Aparentemente, Beth sintió su nerviosismo, ya que le devolvió el ligero apretón de mano.
—Vaya, Layla, siento haberte hecho sentir incómoda, pero ya sabes cómo son los machos de vez en cuando.
Layla le sonrió intentando transmitirle confianza, realmente ella no tenía ni idea de cómo eran los machos. Literalmente.
—Todos sabemos que las Elegidas sois mujeres de mucha sabiduría y valor para la raza.—Mary se dirigió a Layla—A lo mejor tienes algún consejo que pueda servirle a Beth.
—Bueno…—genial, éste era el momento para que la mente se le quedara en blanco—Yo…mi señora, no soy la hembra con más experiencia del mundo,—prueba inexperiencia ahí—pero creo que lo mejor que puedo deciros es que escuchéis vuestro corazón. Todos tenemos días en los que estamos insoportables por una cosa o por otra y el rey está preocupado por vos. Probablemente esté asustado y necesite que le aseguréis que nada malo va a pasar tras vuestra necesidad .Es una maravilla que sólo ocurre cada diez años y que da a una pareja la oportunidad de la absoluta comunión y la ocasión de crear el culmen de su amor: un hijo. Creo que si conseguís que el rey se dé cuenta de eso, será capaz de dejar sus temores a un lado y afrontar la posibilidad de tener un pequeño, aunque haya un ligero riesgo para vos.
Virgen Santa, ambas mujeres se le habían quedado mirando con los ojos abiertos como platos y sin decir palabra. Layla se revolvió ligeramente en su lugar en la cama y bajó la mirada a su regazo. Y por eso mismo no vio venir el abrazo de Beth. La reina le echó los brazos al cuello, apretándola contra sí, mientras susurraba en su oído:
—Gracias, lo haces sonar tan simple. No sé si servirá, pero gracias.
—El placer es, mío, mi reina.—le dijo con sinceridad en la Antigua Lengua.—Ahora, creo que es momento de que me marche, pero os dejo en buena compañía.—sonrió a Mary.
—Desde luego.—Beth la dejó y cuando la miró a los ojos algo en la calidez de su mirada conmovió profundamente a Layla.—Espero verte pronto por aquí de nuevo.
—Oh, probablemente el sire Qhuinn me convoque pronto.—sintió sus mejillas sonrojarse nuevamente y rogó a la Virgen Escriba que el rubor no delatara sus pensamientos.
—Nos veremos entonces.—la despidió Beth, dirigiendo una rápida mirada de soslayo a Mary ante su reacción.
Se levantó y tras despedirse animadamente de ambas mujeres salió de la habitación. Estaba a punto de desmaterializarse cuando un mechón de pelo le cayó directamente en la cara. Con fastidio, se dio cuenta de que le faltaba una de sus horquillas de plata. Debía habérsela caído en la carrera tras la doctora Jane. Mascullando emprendió el camino de vuelta hasta la habitación del sire Rhage, con un poco que suerte quizás la encontraba por el camino.
Cuando estaba casi llegando le pareció ver algo que destellaba bajo la luz de las lámparas, apresurándose a ver si se trataba de lo que había perdido, ni siquiera se fijó en la figura que salía precipitadamente de una de las puertas hasta que sus cuerpos colisionaron directamente y unas fuertes, pero gentiles manos las asieron para que no diera con el culo en el suelo.
Sorprendida y algo molesta por la colisión alzó los ojos hacia el propietario de las manos que aún aferraban, estabilizándola.
Oh, Sagrada Virgen. Era esa mirada de colores desiguales…resignándose sintió la sangre acudir rauda a sus mejillas coloreándolas mientras un ligero calor se formaba entre sus piernas.
Ese era el efecto que el sire Qhuinn tenía en ella siempre, el verde y azul de sus ojos parecía poner a flor de piel cada nervio de su cuerpo.
—Layla, ¿Estás bien? Lo siento, debería haber visto por dónde andaba.
—Yo…eh, sí, estoy bien. Ya eres la segunda persona con la que me choco esta noche.—sonrió tímidamente.
Aunque su relación con Qhuinn era algo más íntima que con el resto de los Hermanos, no conseguía dejar de ponerse nerviosa cada vez que estaba a su alrededor. No es que nunca hubieran llegado a mayores, no. Él era un macho de valía y decía que no quería utilizarla de esa manera. La respetaba. Y ella estaba feliz con los excitantes momentos que le daba, eran suficiente.
Al menos casi siempre.
—¿De verdad estás bien?
—Todo va bien.—le sonrió con seguridad.—Estaba buscando una, eh, horquilla, sí, que se me había perdido, verás.—ya estaba tropezándose con las palabras de nuevo delante de él—Creía haberla visto ahí.—señaló—e iba a buscarla.
Era dolorosamente consciente de cada yema de sus dedos en sus brazos. En ese momento su cerebro repasaba todos y cada uno de los sitios de su anatomía donde esas manos habían estado.
Qhuinn bajó la cabeza y miró entre ellos, Layla lo imitó. Y allí estaba la dichosa horquilla. Por supuesto, ambos se agacharon a la vez para intentar cogerla, lo que resultó en un sonoro choque de cabezas más alguna que otra exclamación de dolor.
Finalmente Qhuinn cogió el accesorio y los puso a ambos de pie.
—Ya no sé cómo más disculparme.
—Oh, de verdad sire, no es nada.—bajó la mirada avergonzada
Él alargó una mano hacia su rostro y Layla se quedo petrificada. Con erótica suavidad, enganchó detrás de la oreja el dorado mechón que había vuelto a caer sobre su rostro. Su sonrisa transmitía toda la fuerza de su seducción cuando le dijo:
—Siento decirte que esto ya no va a ser de ayuda.—levanto la horquilla, ahora toda torcida—Creo que la pisé al salir de la habitación. Te conseguiré una nueva, si me lo permites, sino podría hacértela.
Layla sintió como los dedos de Qhuinn le levantaban con delicadeza la cabeza de manera que sus miradas entraran en contacto. A veces creía que el macho lo hacía a propósito, que sabía exactamente la clase de efecto incendiario que ese contacto visual tenía en ella. En estos momentos se revolvía ligeramente sobre sus pies, la humedad entre sus muslos habiéndose vuelto algo incómodo.
—¿Qué dices Elegida?
No recordaba que su rostro hubiera estado tan cerca del de ella hace unos segundos.
—Yo...
—Si quisieras podríamos—.
—¿Va todo bien?—interrumpió una voz más profunda.
Tohr frunció el ceño ante la escena desarrollándose en el pasillo: Layla, su espalda apoyada contra la pared estaba prácticamente acorralada por el musculoso cuerpo de Qhuinn.
Que entre esos dos había algo más que la simple alimentación era vox populi en la Mansión, pero, no estaba seguro por qué, no le gustaba la manera en que el chico parecía estar abrumando a la Elegida. Seguro, las mejillas de la hembra estaban, sonrojadas, su respiración escapaba en pequeños jadeos de sus labios entreabiertos y la esencia de su excitación era evidente, pero había algo en los ojos verde claro de Layla que no estaba bien.
Una sensación de agobio.
Tohr observó al muchacho hacerse a un lado de Layla y mantenerle la mirada, una sonrisa despreocupada se formó en sus labios.
—Eh, Tohr ¿Qué pasa?
Estudió la expresión del rostro de Qhuinn. Parecía sincera, como si realmente no se hubiera percatado de que algo iba mal. Realmente no le extrañaba. El chico era guay, un buen chaval. Pero centrado en sí mismo por naturaleza, excepto cuando trabajaba como ahstrux nohstrum de John. No parecía leer muy bien a los demás tampoco.
—Te veo otro día Layla.—sus ojos brillaban de manera que el verbo ver podría bien haber sido cambiado por follar y la oración aún habría sonado igual—'Ta otra, Tohr.
Layla le siguió con la mirada hasta que desapareció por la esquina del pasillo, entonces suspiró desde lo más profundo de su pecho. La observó unos segundos más antes de preguntar:
—¿Va todo bien, Layla?
—Todo el mundo me pregunta lo mismo.—se llevó la mano a la boca al darse cuenta de que había pensado en alto.
Con una reverencia, desapareció delante de sus narices. Tohr se percató de que aún tenía el ceño fruncido e intentó relajarlo. Le había dado la impresión de que en la frase de Layla había estado implícito un: pero a nadie le importa.
La marcha de la Elegida había sido precipitada, pero normalmente no se quedaba mucho tiempo a su alrededor, ni siquiera cuando se alimentaba de ella, y siempre parecía estar nerviosa. Suponía que era o por que la intimidaba de alguna manera, o porque le resultaba desagradable, en algún sentido, estar cerca de él. Pero lo de hoy había sido especialmente abrupto, por llamarlo de alguna manera.
Suspiró y se encogió de hombros. Realmente no había nada que pudiera hacer. Le había preguntado más de una vez si deseaba que él mandara a llamar a otra de sus hermanas en vez de a ella para que lo alimentara. Las dos veces que había hecho la pregunta Layla había quedado al borde del llanto, así que había desistido y se limitaba a que los suyo fuera una mera transacción de nutrientes.
Realmente lo lamentaba, la había oído hablando con alguna de las shellans una vez u otra y le había sorprendido gratamente comprobar que era una hembra de fuertes convicciones e ideas claras. Pero sobre todo, deseaba que los momentos que debía pasar con ella no fueran tan incómodos. La mitad de las veces no sabía cómo interpretar sus silencios, sus expresiones ni sus gestos. Y en lo tocante a las pocas frases que le dirigía eran las mínimas exigidas por la cortesía.
Con la hembra rondándole la cabeza bajó hasta el gimnasio donde le esperaba Lassiter.
Sus músculos se estremecieron ante la paliza que les esperaba. Desde aquella confrontación la semana pasada con el ángel, ambos habían estado acudiendo regularmente al gimnasio. Algunas veces luchaban un poco, pero la mayoría simplemente levantaban pesas en silencio. Pero bueno, el fuerte de su “relación” con el tipo no habían sido nunca las conversaciones reveladoras.
Aún así sentía una extraña sensación de calma cada vez que estaba a su alrededor ¿sería porque, según él, Wellsie lo había enviado?
La verdad es que no tenía la más puñetera idea, pero Lassiter le había abierto los ojos más veces de las que podía contar. Sabía que estaba en deuda con él. Pero es que a veces podía ser un hijo de puta integral.
En cuanto abrió las puertas del gimnasio lo supo: nada de pesas hoy. Por la cara de mala leche del tipo, supo que esta tarde iba a patearle el culo para desquitarse con lo que fuera que le había cabreado.
Resignado, soltó su bolsa de deporte en un rincón y se paró frente a Lassiter, que en ese momento terminaba de correr en la cinta.
—Sabes, en vez de correr en esa mierda, podías probar correr fuera de la mansión. Y en fuera me refiero a lejos, muy lejos de ella ¿Qué tal Canadá? Tío, eso sería todo un entrenamiento.
El ángel simplemente le mantuvo la mirada. No le contestó con alguna de sus frases de listillo. Nah, simplemente le miró y se bajó de la cinta.
Joder, fuera lo que fuera que le había pasado, tenía que ser malo. De verdad.
—Eh, macho…Lassiter, ¿estás bien colega?—le apoyó una mano en el hombro.
El tipo se dio la vuelta con brusquedad, desembarazándose de él.
—No, no estoy bien. Estoy harto de esta casa y de todos vosotros, ¿me escuchas? Estoy hasta los huevos.
—Pe—pero ¿qué..?
—Era el maratón, sabes. El único puto maratón de los “Vigilantes de la Playa” que echan en la Fox. En alta resolución, completamente remasterizado. Llevaba un jodido mes esperando para verlo, un jodido mes.—agitó una dedo delante de las narices de Tohr.—Y ahora va Rhage y decide ver con los dos trogloditas—éstos eran V y Butch—todas las jodidas pelis de “La Jungla de Cristal”, de un tirón ¡¡¡TODAS!!! ¡Joder, todos se han puesto de su parte y me han echado del jodido salón! Pero te digo algo, esto no va a quedar así. Vendetta.—masculló poniendo acento del padrino y achicando los ojos.
No. Me. Jodas.
Un momento estaba de pie y al siguiente prácticamente de rodillas, doblado por la mitad, partiéndose de risa mientras las lágrimas le rodaban por las mejillas. Encima de él podía sentir los ojos del ángel taladrándole, pero no podía contenerse aunque sabía que las iba a pagarlas con él de lo lindo.
—Maldito hijoputa.—masculló Lassiter— Te vas a enterar.
—Pe—pero.—más risas—¡¿Por qué simplemente no te has ido a verlo a otra de las muchas teles de la Mansión?!—Virgen Santa, como no se tranquilizara le iba a explotar algo.
—¡Porque la del salón es la única con home cinema! Además John y Xhex están en la sala de cine, por lo que no me verás siquiera asomándome por allí. Ewwww.—arrugó la nariz.—Y Perillita no va a dejarme acercarme a su tele.
Tohr se apoyó con cuidado contra la cinta de correr a la vez que se sujetaba el costando e intentaba coger aire. Miró hacia arriba.
—Tiiiiiío, ¿Los putos “Vigilantes de la playa”?—volvió a empezar la rutina de risas de nuevo.
—Ríete mientras puedas, culo fláccido.—contraatacó.
Después de conseguir recuperarse del golpe que le resultó conocer aún más a fondo los gustos televisivos del tipo y de haber incrementado en un 80% su mala leche, Tohr se apresuró al tatami donde Lassiter ya lo esperaba.
—Espero que tengas una buena reserva de Reflex en tu botiquín, porque después de la sesión de hoy vas a necesitarla desesperadamente.—lo amenazó el ángel mientras les disparaba una sonrisa realmente sádica.
—Seh, lo que sea. Empie…
Nunca llegó a terminar la frase. El gancho de Lassiter lo cogió en plena mandíbula, girándole la cabeza hacia atrás en lo que él sintió como un ángulo de 90º. Sacudiendo la cabeza para despejársela y moviendo la boca un poco para estar seguro de que no tenía ningún hueso roto, se dispuso a contraatacar.
Fintando hacia la derecha, basculó su peso con rapidez de manera que con un simple cambio de pies, lanzó una patada lateral con la pierna que en ángel menos se esperaba.
Y el crujido de sus costillas fue como música celestial.
Huelga decir que la felicidad no duró mucho. El siguiente golpe de Lassiter se enganchó directamente bajo su esternón, quitándole todo el aire y haciendo que se levantara unos pocos centímetros del suelo. Aprovechando la posición más baja del ángel, Tohr los cogió por ambos lados de la cabeza y estampó su frente contra su nariz aprovechando la fuerza de su descenso.
Cuando el tipo se llevó la mano a la nariz instintivamente, decidió aprovechar para darle a su pecho una bonita visita de la suela de su bota. Lassiter paró en seco su pie a segundos antes del impacto y le sonrió de una manera que no le gustó nada.
Había sido una maniobra de distracción. Con la fuerza de sus más de dos metros y 120 kilos de peso, el tipo tiró del pie de Tohr hacia atrás mandándolo a pulir el tatami con el careto.
Segundos después estaba sobre su espalda, sus rodillas clavándose justo en el medio de su columna e impidiéndole respirar, comprimiéndole el diafragma.
¿Qué coño? Desde el momento en que habían comenzado sus sesiones de sparring habían acordado que no habría nada de lucha cuerpo a cuerpo hasta que él ganara algo más de peso y fuerza, de manera que pudiera ofrecer algo de resistencia en vez de servir de alfombra. Pero Lassiter parecía tener amnesia selectiva sobre el tema, o en su defecto le importaba una mierda.
Aparentemente le importaba una puta mierda.
Cuando Tohr comenzó a sentir pánico se dio cuenta de que el poco oxígeno que le quedara en los pulmones después del golpe contra el suelo se le estaba acabando. Y la presa que el ángel tenía en el no parecía aflojar. Con la cara pegada al tatami le era imposible hacer algún sonido para que lo soltara y por más que empujaba, sus brazos parecían incapaces de levantar su peso y el de Lassiter unidos.
Puntitos negros y blancos empezaron a nublar su vista cuando el aire se le acabó definitivamente, sintió la cabeza ligera y los miembros comenzaron a no responderle.
—¡Lucha, joder!—la voz sonaba muy distante—¡LUCHA!
La verdad, no se estaba del todo mal así. Sentía el cuerpo laxo y la mente sumida en una densa y agradable niebla, ¿para qué despertarse?
—¡VIVE!—cambió el grito.
Vivir… vivir. Sí, eso era por lo que luchaba cada día. Los rostros de los habitantes de la Mansión pasaron por su cabeza: sus Hermanos. Las shellans. John. Layla.
¿Layla?
No pensaría en eso ahora.
¿Por qué dejar de vivir ahora? Tenía que… LUCHAR POR VIVIR.
Con un esfuerzo titánico todo su cuerpo se contorsionó bajo el peso que le oprimía hasta que este desapareció. Literalmente mandó a Lassiter volando hasta el otro lado del tatami. Y luego el prácticamente voló hasta él. Con rabia, le machacó la cara con sus puños una y otra vez, hasta que brotó la sangre y dejó de defenderse.
Paró resollando y dejó caer los brazos a ambos lados. Por fin consiguió ver bien al tipo.
La sangre brotaba profusamente de la nariz de Lassiter, probablemente rota, así como de un feo corte en su labio inferior y de los lugares donde varios de sus piercings habían estado. Aparentemente le había arrancado las cosas de cuajo.
—Te he dicho… mil veces que… te quites esas mierdas… para pelear.—dijo mientras cogía aire.
—Oh, preocupado de mí, qué dulce.—escupió sangre.
Ante sus mismísimos ojos las heridas en el rostro del ángel se cerraron. La piel se unió sobre ellas en cuestión de segundos. Literalmente.
Sorprendido, se quedó mirando en las profundidades de sus ojos totalmente blancos, intentando averiguar algo en ellos.
—Macho, no sabía que te iba este rollo.—dijo Lassiter señalando sus caderas unidas, pues Tohr aún estaba sentado sobre él—Pero ya te puedes estar buscando a otro para el griego profundo.
Se apartó con rapidez de encima del tipo y se limpió la sangre de las manos en la camiseta. Tras un largo silencio, lo miró de reojo.
—Creí que habíamos acordado que nada de pelea cuerpo a cuerpo.
Lassiter sólo rodó los ojos.
—Colega, si tuviéramos que esperar hasta que tú decidieras que es momento de dar un paso hacia adelante, aún estaría sujetándote la cabeza sobre el lavabo mientras echas las comidas y viéndote matarte.
Tohr dejó caer la cabeza entre los brazos, avergonzado. Tenía razón, era un cobarde, nunca dispuesto a avanzar en la vida. Pero es que su experiencia era que la vida era una tipa despechada, que te la jugaba a la primera de cambio.
Primero los miembros de la Hermandad, luego Darius y la gota que colmó el vaso: Wellsie. Sin decir que había estado a punto de perder a John en más de una ocasión.
Que me aspen esa no era razón suficiente para tener miedo.
Reflexionó unos segundos. No. La razón real era que sabía que no sería capaz de soportar otra pérdida. Por eso intentaba avanzar lo más lentamente, deteniéndose al borde de cada nueva etapa el mayor tiempo posible. Hasta que Lassiter venía y le pateaba el culo haciéndole pasar a la siguiente.
Virgen, realmente debía estar siendo una carga para el tipo.
—No es como si tuviera nada mejor que hacer.
—¿Perdona?
—No es como si tuviera nada mejor que hacer, por eso no eres una carga.—se encogió de hombros—Además, volver a poner tu escuálido culo en forma se ha convertido en algo personal.—el humor brilló ligeramente en sus ojos.
—¿Me estabas leyendo el pensamiento?—Ugh, el único que conocía que podía hacer eso esa V.
—No. Tú estabas gritando.—especificó el ángel— Un poco difícil no oírte aquí—, se dio unos golpecitos en la sien—cuando prácticamente estás gritando mentalmente.
De repente ambos se echaron a reír.
—Tío, menuda mierda.— Tohr le dio un puñetazo en el hombro—Eso significa que nunca podremos hacerte una inocentada sin que lo sepas de antemano.
—Nah, lo único que tendréis que hacer para que no me dé cuenta es no pensar en ello. Lo cual no os resultará muy difícil a ninguno de vosotros, cabezas huecas.
—¡Ouch!—se quejó Tohr por el afilado comentario.
—Anda, ¿Por qué no me acompañas a la ciudad?—se agachó y recogió un par de aros de oro del suelo—Supongo que tendré que buscarme a alguien que me agujeree estos de nuevo en su sitio.—levantó una mano cortando a Tohr que ya estaba empezando hablar—Y como me gustaría conservar los ojos en su sitio, ni siquiera voy a acercarme a pedirle a Vishous que me los haga.
—Tipo sabio—masculló Tohr entre risitas.
—Más de lo que te imaginas.
La frase de Lassiter quedó colgando misteriosamente en el aire.
—Colega, qué pasada.
Tohr se encomendaba a la Virgen Escriba mientras miraba la cara de Lassiter, que conducía el GTO morado de Rhage. En un principio el Hermano se había negado en redondo a dejarle el coche al ángel, pero había acabado accediendo cuando éste le había dicho que Tohr le haría de niñera.
Aunque realmente sería al revés.
Con renuencia le había pasado las llaves del bólido a Tohr con una única amenaza: “Si algo le pasa, pienso dejarte tan brillante como el Chico Bombilla mi hermano. Y eso implicará algo de contacto entre tu culo y una barra de neón”. Genial, otra amenaza más que tenía que ver con su culo. Iba a coger complejo.
Y ahora Lassiter circulaba a 90 km/h… por una vía urbana. Las señales de tráfico no parecían significar nada para él, pero lo más preocupante era que los semáforos tampoco.
—Oye, tío, está de puta madre que tú seas inmortal y tal, pero si este coche acaba hecho un amasijo de acero Rhage nunca podrá apalizarme, básicamente porque me habré convertido en brocheta de vampiro.
—Relaaaájate. Disfruta un poco del paisaje.
Miró el manchurrón que parecían las calles al desaparecer a toda velocidad por la ventilla.
Ok, hora de activar el modo terapéutico.
—Te das cuenta de que después de todas las molestias que te has tomado para mantenerme con vida, sería un desperdicio que me mataras en un accidente de tráfico.—dijo en el tono más conciliador que consiguió poner, teniendo en cuenta que tenía las pelotas de corbata.
—Eso sería como ironía cósmica ¿no?—el tipo dejó de mirar a la carretera y quedó con los ojos fijos en Tohr, una sonrisa desquiciada en el rostro.
—¡Mira para adelante, animal! Y no, eso sería una GRAN CAGADA.
—Soy un ángel, caído, para ser más específicos. ¡Oh, mira, ya hemos llegado!
El tipo derrapó en mitad de la carretera, parándose casi en seco y dejando el GTO en segunda fila. Tohr salió del coche escopeteado, cerrando de un portazo tras de sí.
—Gracias, Virgen Escriba.—elevó los ojos al cielo.
—¿Cómo dices?—le llegó la voz de Lassiter.
—Terminemos con esto de una vez. Y de vuelta, conduzco yo. Punto.
Las tienda de piercings y tatuajes era un local bastante bien iluminado, pero algunas de las imágenes de las paredes realmente le daban escalofríos. Y, un momento ¿realmente alguien podía hacerse un agujero ahí? Ooooooouch.
Lassiter, por su parte, estaba de pie delante del mostrador camelándose a la dependienta que venía a ser una copia de Kat Von D. La voz del ángel era todo ronroneos y bajos masculinos, mientras su mirada se deslizaba por el cuerpo de la mujer. Tohr se preguntaba qué le habría dicho para justificar su falta de iris y pupilas. Fuera lo que fuera ella no parecía tener problemas con su caliente mirada blanca.
Dios los cría…
El dueño de la tienda entró en escena en ese momento, despidiendo con un firme apretón de manos a un cliente con un brazo envuelto en celofán bajo el que se distinguían perfectamente los colores brillantes de un tatuaje recién hecho.
—Vuelve en cuanto cicatrice para terminarlo, creo que con una sesión más será suficiente.—volviéndose hacia ellos, el tatuador se paró en seco y luego rodó los ojos—Joder, colega, tú de nuevo no.—dijo mirando a Lassiter con hastío.
—Eh, RIP, ¿qué pasa?—el ángel le dedicó una sonrisa de oreja a oreja como si el tipo no acabara de mandarlo a la mierda.
—Creí que te había dicho que no volvieras por aquí.
—Pero si no he venido a verte a ti.—volvió la mirada hacia la dependienta que le guiñó coquetamente.— Mer iba a hacerme… unos agujeros nuevos.—levantó los aros de oro que traía.— A menos, que quieras hacerlo tú.—su mueca era totalmente insultante.
—Con un taladro.—le gruño RIP.
—Corta el rollo, Lassiter.— Tohr no estaba muy seguro de cuánto más iba a aguantar el tatuador sin endiñarle y la verdad es que lo último de lo que tenía ganas era de otra pelea.
—Paaaaz, tíos.—les saludó mientras entraba en la sala trasera con dependienta. A juzgar por el contoneo de caderas de la chica y la mirada hambrienta del ángel iban a pasar un buen rato allí. Y sí, iban a agujerear cosas. Definitivamente.
Con un suspiro, le dio la espalda a la puerta de la sala y se sentó en la silla que estaba más lejos. Si siquiera oía un ruido extraño que proviniera de allí, estaba seguro de que iba a hacérsele una imagen mental que le haría potar.
Al cabo de un rato, RIP se acercó y se sentó a su lado.
—Macho, pareces un tipo legal, ¿qué haces con ese pedazo de friki?
Tohr rió desde lo profundo de su garganta.
—Sabes, a veces yo me pregunto lo mismo. Pero es una larga historia.
—Bueno, esos no van a salir de ahí pronto, así que…
—¿Por qué le pediste a Lassiter que no volviera por tu tienda?—preguntó Tohr cambiando de tema.
—¿Tú lo has mirado bien? Le da grima incluso a los tipos más hard-core que pasan por aquí. Además no deja de causar problemas con es bocaza suya.—movió la cabeza de lado a lado—Sin filtro entre la boca y el culo: habla y la caga.
—Amén.—admitió Tohr de acuerdo.
—Y, colega, viene aquí y por 30 pavos se mete mierda de metal en el cuerpo y se trabaja a mi dependienta. Siempre. Me tiene hasta los huevos. Pero es un hijpouta insistente.
—Ni te haces a la idea de cuánto.
—Parece que os conocéis bien. Hazme un favor y dame un consejo para librarme de él.
Apoyándole una mano en el hombro le dijo seriamente:
—Si hubiera alguna forma de librarse de él, yo ya lo habría hecho. Confórmate como el resto de los mortales con sólo tener que aguantarlo de vez en cuando.
—Si mi Julie me viera en estas condiciones se partiría de risa en mi cara.
—¿Es ella tu mujer?—le preguntó Tohr, súbitamente interesado en el tipo. No es que fuera muy difícil encontrar gente que quisiera matar a Lassiter, pero se apreciaba la compañía.
—Era.—corrigió RIP. Se levantó la manga derecha y extendió el antebrazo hacia él, mostrándole un retrato de una mujer muy bella exquisitamente tatuado.
Tohr sintió como se le hacía un nudo en la garganta.
—Es… era muy hermosa.—dijo con voz rasposa.
El tatuador miró su propio brazo y una pacífica sonrisa dulcificó sus duras facciones.
—La más bella.
—¿Qué… qué le pasó?
El tipo se encogió de hombros, bajándose la manga. La mirada con la que enfrentó a Tohr era firme. Había dolor allí, sí, pero también aceptación. De esa que viene con el paso del tiempo, y las experiencias vividas tras una pérdida como esa.
—Un accidente de coche, un hijo de puta borracho la atropelló.
Tohr bajó la mirada hasta sus manos, que estaban fuertemente apretadas en puños. Sagrada Virgen, no eran las mismas circunstancias de Wellsie, pero tampoco eran tan diferentes, ¿no? A Julie también la habían matado, asesinado. El hecho de que hubiera sido un conductor borracho y no un asesino inmortal no lo hacía menos dramático realmente.
Al menos no para la persona que estaba en el bando perdedor.
—Yo… eh… también he perdido a alguien.—cuando RIP no lo presionó para que siguiera hablando Tohr sintió como si un pequeño peso se levantara de su pecho ¿qué más daba lo que le contara a este tipo? Él no había conocido a su shellan, no pertenecía a su mundo. Sólo era un par de orejas anónimas con las que aliviar algo de su carga. Unas orejas muy comprensivas, aún así—Ella era mi she… esposa. Se llamaba Wellsie.—El tatuador siguió sin decir nada, dándole la oportunidad de continuar con el trágico relato si quería o de cambiar de tema a voluntad—También fue asesinada.—la palabra pareció salir como una cañonazo de su garganta, dejándosela en carne viva. Tosió para aclararse la voz—Fue hace unos pocos años.
—Lo de mi Julie también.—la mirada del tipo estaba clavada en algún punto más allá del mostrador, como si estuviera viendo imágenes pasar por delante de él.
—Parece como si no te costara hablar de ella.— Tohr no pudo suprimir el pequeño matiz de envidia de su voz.
—¿Ah, sí?—rió amargamente— Deberías haberme visto al principio, los primeros meses después de que pasara. Macho, era un puto zombi: durmiendo, comiendo, levantándome, respirando porque debía hacerlo. Cuando me recuperé de eso, perdí toda empatía por el mundo que me rodeaba.—silbó—Tenía una actitud totalmente tóxica, era prácticamente imposible estar a mi alrededor. La cagaba en todo, empecé a experimentar con las drogas duras, a meterme en cosas chungas. Los llevé todo al límite, hasta la sobredosis—Estuve clínicamente muerto durante un minuto y medio.—al ver la cara de asombro y esperanza de Tohr, rió bajito—Nah, no es lo que estás pensando: no vi la luz al final del túnel y tampoco la vi a ella. Lo que sí vi, cuando me desperté del coma al que me indujeron, tras resucitarme, para conseguir que me recuperara, fue lo hecho mierda estaba. Tío, yo estaba vivo por los pelos, y Julie… con todo el dolor de mi corazón, estaba muerta.
—Y no había nada más que pudieras hacer por ella.—terminó Tohr.
—Exacto.
—Pero, ¿nunca has pensado en vengarla?—esto era lo que le carcomía a él.
—Claro, joder. Me hubiera encantado ponerle las manos al cabronazo que la mató y arrancarle la piel a tiras para luego desmembrarlo. Pero, ¿de qué me hubiera servido? ¿Qué me hubiera quedado en la vida una vez me lo hubiera cargado? Te diré qué: NADA. La sed de venganza nos da impulso, nos da un propósito y nos hace pensar que estamos vivos, cuando realmente estamos más muertos por dentro que los seres queridos que ya no están con nosotros.
Cágate, pensó Tohr, quién le hubiera dicho que iba a aprender lecciones a esta altura de su vida y más aún de un humano que tenía cuánto ¿unos 326 años menos que él?
La tragedia nos hace a todos iguales.
—El punto es, que matar al hijoputa no iba a devolvérmela. El daño estaba hecho y era hora de cerrar la herida, no de agrandarla.—siguió RIP.
—Pero, ¿no te sentiste como si la estuvieras, no sé, traicionando?
—No te voy a negar que en un principio hubo un poco de eso. Sin embargo, lo único que me queda ella son recuerdos y el mundo en el que vivía con ella. Lo único que realmente está en mi mano hacer es mejorar este mundo y no olvidar. Hay que seguir adelante, tío, pero no por ellos, por nosotros. Además, aunque te vaya a sonar a cliché, ellos lo querrían así.
Tohr asintió despacio, reflexionando sobre las palabras del tatuador.
—La gente que nos rodea también ayuda mucho. Mer, así como la ves, es como una hermana pequeña para mí.—señaló hacia la sala trasera con el pulgar—Estuvo ahí desde el principio, es una de las pocas personas que no se apartó de mi lado ni en los peores momentos. Aunque, joder, le he dicho mil veces que escoja mejor a los tipos que se tira, pero ni puto caso. A saber dónde está agujereando ese frikazo.
Los dos acabaron carcajeándose y compartiendo comentarios e hipótesis mordaces sobre los piercings de Lassiter. Cuando el ángel salió de la sala, algo despeinado y con agujeros nuevos, Tohr se dio cuenta de que el tiempo se le había pasado volando mientras hablaba con el humano.
—Oh, ¿he interrumpido los cotilleos?—les dijo— No os preocupéis, chicas, el próximo día os traeré un número de Vogue para que podáis comentar los últimos modelitos de las estrellas de cine y decidir cuál os quedaría más divino de la muerte.
—¿Ahora entiendes por qué no quiero ver su culo metrosexual en mi tienda?—dijo RIP.
—Más quisieras tú pillar un cacho de esto.—le respondió dándose un golpe en la trasera. Luego se volvió hacia Mer que venía tras él—Hasta otra, encanto.
Tohr le dio un firme apretón de manos al humano y le dedicó una sonrisa sincera.
—Un gusto.
—Pásate por aquí cuando quieras colega, aunque no sea para pillar algo de tinta o convertirte en un alfiletero andante como tu acompañante.
Lassiter masculló algo así parecido a “como me saque el alfiler vas a ver tú…” y luego ambos habían salido de la tienda, Tohr se había apoderado de las llaves del GTO, tras soportar los pucheros del ángel y se dirigían a una velocidad normal de vuelta al Complejo de la Hermandad.
Tras un buen rato de silencio, decidió que no podía guardarse la pregunta durante más tiempo.
—Lo has hecho a propósito, ¿verdad? Sabías desde el principio que esto iba a pasar cuando me pediste que te acompañara.
A su lado, el ángel simplemente se encogió de hombros.
—Lassiter…—gruñó.
—No todos mis motivos eran tan altruistas.—respondió haciéndose el duro—También quería ver a Mer.
Ver. Ajá.
—Pero lo sabías.
El gracias estaba implícito, pareció sonar alto y claro.
—Bueno, ¿te ha agujereado bien o qué?—preguntó para romper el hielo.
Lassiter le sonrió como un idiota y se pasó la lengua por los labios.
—Joder, tío, más quisieras pillar una así.
Tohr frunció el ceño, fijando la vista en la carretera. Ese no era un tema que le apeteciera tratar ahora mismo… ni nunca… en los próximos, no sé, cuatrocientos años.
—¿Tohr?
Decidió ignorarle.
—Antes o después tendrás que pensar en estar de ese modo con un hembra. Por ejemplo esa tal… ¿Layla? De la que te alimentas.
—La alimentación no tiene por qué implicar sexo.—le cortó.
—Lo decía más bien por el hecho de que llegará un momento en que se te quedarán los huevos del color de pitufos.
—Puedo arreglármelas solo.
—Y las palmas de las manos peludas.
—No voy a discutir esto contigo—ni con nadie—Punto.
No era algo que siquiera se hubiera planteado. Estaba fuera de toda consideración. Desde el luego no estaba, ni estaría preparado para otra hembra…
—Las cosas cambian, Tohr, las cosas… cambian.
Joder, ya le daban miedo esas mierdas proféticas de Lassiter. Le hacían preguntarse qué estaba por venir.
Y si él sería capaz de afrontarlo.
22 comentarios:
neï, me encanta el modo en el que te metes en la piel de lassiter. lo de los vigilantes de la playa es tan propio de él!!!. ha sido tan divertido que me han entrado ganas de decirle "no te preocupes, que ya lo veo yo contigooooo!!!!!" XD. estoy loca por él
un fic muy lindo
una palabra: Excelente!!!
m encanta nena sigue asi!
Realmente me gusta la forma en que miras a los personajes, lo estas haciendo muy bien!!!
Nei, wapa... ¡¡¡¡Genial este cap!!!, ha sido muy entretenido leerlo y como se van descubriendo las intenciones de este ángel caído que es super cool... me encanta... y ahora... ¿Se nos viene el tiempo de necesidad de Beth????... uuuufff, Warth se nos va volver loco...
Hasta el próximo cap, ¡¡¡¡LO ESTÁS HACIENDO GENIAL!!!! y saludinessss
Mariela
muy bueno el trabajo. Me gusta que podamos ver tambien al resto de la hermandad.
que te puedo decir:
amo a Rhage y su pequeña participacion al principio me encanto.
—¡Eh! Dos contra uno. Eso no es justo, ya nos sois mis amigas —luego miró a Mary de arriba abajo y le dedicó una sonrisa deslumbrante—. Bueno, tú sí puedes seguir siéndolo.
El momnto de wrath y Beth lo resumo en una palabra:
"Explosivo"
—¡Dámelo!
—Lo siento, leelan, tendrás que ser más específica.—se retiró más lejos.
—Wrath…—su tono estaba lleno de violencia y pasión contenida
—Dame tu polla.
—Así me gusta.—sin más preámbulos entró en ella con un duro y hondo empujón. Ambos tuvieron problemas para silenciar los gritos que quedaron atascados en sus gargantas.
jajaja sin duda beth esta muy Necesitada!!!!
Lassiter y Tohr: Me encanta la guia que es este Angel para el. sin duda va a intervenir en el futuro de este macho.
Ahora ojala tengamos algo de accion por parte de layla y Tohr. Obvio que nada sexual, AUN. Pero si algun tipo de acercamiento.
Muy buena la historia y noto un gran progreso del capitulo anterior al de ahora.
Sigue asi y ya me tendras para leer el numero 3
Besos y mucha inspiracion!!!!
Otra aporatcion NEI, son se si ya te lo han comentado, pero tendrias que crear una protada para este historia!!!
o por lo menso darnos un vistazo de como tu vez a Tohr y a Layla
Hola, Neï. Estoy súper emocionada, llorando como una Magdalena. La escena de Thor y RIP ha sido de lo más cálida y emotiva que he visto en toda mi vida (muchos años... más de 49...) Y pienso que eres una gran escritora, porque sólo alguien con ese "toque genial" puede hacer surgir estas emociones tan espontáneamente. Muchísimas gracias por tu dedicación, por tu hermosa imaginación, por compartir con todas nosotras. Eres sencillamente maravillosa.
Luz
HOLA CHICAS!!!
Cris, para serte sincera, Los Vigilantes de la Plata fue la serie mas "mariquita" que se me ocurrióXD
Ophir, Rebk y Mariela: ¡Intentaré seguir así!
Mary Maddona Luce, de verdad viste un progreso de este capi al anterior!! WOW gracias! Tranquila, ahora mismo estoy en gran parte poniéndolas en situación en el fick, habrá Tohr y Layla para raaaato. Sí que cree una portada, se la he pasado a Daggher,aunque no sé si la va a colgar. De todas maneras, puedes verla en mi Faceebook: Neï HDN :D
Luz *se limpia la lagrimita* me alegro de que te gustara esa escena. Yo mientras la escribía estaba temblando de la emoción prácticamente, por eso esperaba que a las demás les pareciera tan conmoverdora como a mí :)
Bueno Neï, ¡¡¡ TE ADVIERTO!!!!. Este comentario será larguísimo, pero es que ese capi estuvo tan, pero tan bueno que me diste mucha tela para cortar.
Por eso, como es tan largo, lo dividiré en partes, para que puedas descansar y seguir leyendo al día siguiente. Ji ji ji. Comencemos:
PRIMERA PARTE.
He renacido con esta dosis nueva de AR, debo decirte que cuando leí el primer capi, sí me gustó, pero también me quedó la duda de cómo ibas a manejar toda la situación y desenvolverla bien, porque lamentablemente una grannnnnnnnn parte de los fic que hacen por ahí no son muy buenos; y es que no logran hacer el argumento creíble y no lo desarrollan de forma coherente.
Me alegra enormidades darme cuenta de que mi temor no tenia fundamentos.
Ahora después de leer el segundo capi, sé con total y absoluta certeza que tú historia tiene cimientos lógicos, que haz tenido en cuenta la trama que los demás libros venían desarrollando, que le estas metiendo el alma y las neuronas a esto y que no es simplemente algo que haces porque de repente se te antojó.
Veo tu trabajo serio y dedicado y ya puedo jurar lealtad a AR!!!!!!
Decirte que me sorprendió gratamente cuando Layla se devuelve a buscar su… (Se me olvido el nombre) gancho para cabello??? Bueno eso, y se tropieza con Q. Por un momento creí que era Thor y que ella quedaría embobada con él; pero no fue así y me encantó ¡!!ME ENCANTÓ!!! Que no hicieras lo obvio ni lo mas fácil, que estés tomando las cosas entre Layla y Thor con calma y razonablemente, porque no sería creíble que él o ella quedaran locamente enamorados de un momento a otro cuando ambos tienen tanto equipaje.
¡¡Te doy un 100 por ese desarrollo.!!!
Tomate un descanso y ahora: SEGUNDA PARTE.
Pasemos ahora a la parte HOT del capi. REINA, REINA, REINA.
Puede ser relativamente fácil escribir sobre sexo, muchos lo hacen y uno se aburre millones al leerlo.
Pero lo verdaderamente difícil es escribir estas escenas y lograr que el lector se acalore y se ponga arrozudo,.... y nena lo lograste, por lo menos yo terminé “”” acalorada y salivando”””, es una de las mejores escenas HOT que he tenido el placer de leer.
Como te digo Neï, estoy gratamente complacida por el crecimiento narrativo que haz tenido en este segundo capi, se nota que tienes talento y deberías aprovecharlo tomando un curso para que puedas pulirte y llegar a convertirte en escritora profesional, porque los dones que Dios nos da deben ser aprovechados.
Oh nena y amo a Raghe me encantó su escenita mirando a Mary y diciéndole: tú sí puedes seguir siéndolo. *babitas*, él es simplemente hermoso y no me molestaría para *NADA* una escenita calientita con estos dos.
¡!!!Y que sorpresota fue ver que vas a tratar la necesidad de Beth, eso es MEGAFANTASTICO y le aporta variedad a la historia.
En resumen: La sacaste del estadio.
UY, definitivamente este comentario se extendió demasiado, pero es que este capi me dejó con una sonrisa boba en la cara y con un sentimiento de muchas cosas buenas por venir.
Como final decir que amo a Lassiter, es un ángel*caído* pero “ángel” al fin y al cabo, además está ayudando mucho a Thor, aunque lo hace a su manera rara y extraña, pero lo hace que es lo importante. Aunque lo de Vigilantes de la Playa, fue una pasada…. Pero me reí de lo lindo. (Todos tenemos derecho a nuestras excentricidades ¿verdad?).
Creo que vas a tener que crear un sitio expresamente para los comentarios, porque le he invadido el blog a Daggher, “QUE VERGÜENZA”, pero es que si no te decía todo lo que pensaba de este capi, seguro después tenía pesadillas. “pone carita de cachorro arrepentido”.
Chao, hasta el próximo capi, lo estaré esperando ansiosamente.
No hay problema, dailenes!! Me encanta que se llene con comentarios tan buenos hacia Neï *o*
Aiiii, me encanta. Siento que estoy con la hermandad pero desde un punto de vista distito y eso esta muyyy bueno! =)
Daggher, te busco en el facebook y no te encuentro :S, por que nombre te tengo que buscar??
AYH!!!!! Ya se termino?!....eso fue lo primero que pense cuando termine de leer tu actualizacion. Me encanta como escribes, tienes mucha calidez y aplomo en la descripcion de los personajes y de la trama...Para mi fue una delicia..Te felicito espero mas muy pronto.
Y la portada....UF!!!!!!
No tengo Facebook aún, tal vez me lo haré en breve!! Si es así, os avisaré ;)
...Aplusos!!! me ha encantado este cap en especial la escena de Thor con Rip!!!...
::: Junio llega rapido para el ptro cap!!!:::
... Exitos!!! ...
Wow!!! me encanto, Dx no comente en el capitulo anterior pero los dos me encantaronnnnnnnnnn!!!!!, simplemente geniales los dos.
Mi Thor u.u como se puso hablando con el humanito.
Y la forma que Lass le hace de psicologo me encanta :D
Jane :D
me levantO! me inclinO y te aplkaudO!! eres fantastica! realmente ves el alma de los tipos, sus emociones TODOOOO lo manejas muy bIen!!!
creO q tendremos q declararte la nueva WaRD!!! o siiii...
te seguire hasta el final!
muero x lo q sigue!!
Neï esta muy buena tu historia, espero siguir leyendola, me encanta como escribes, es fasinante leer la historia.
mucho exito para este lindo proyecto
Buah!!! me ha encantado mucho!!! Esta todo muy bien, pero lo que mas me gusta es esa interacción entre Torh y Lassiter...Lassiter me vuelve loca, jajajjjaja!!! parecen un matrimonio,jajajajjajja!!!
Espero ya la próxima...
Un besi!!!!!
¡¡¡Dailenes!!! *se le tira encima abrazándola*. Mujer ojalá todos los comentarios fueran así de largos, me encanta poder discutir y debatir el fic, además de recibir su apoyo. ¡TRAIGAN ESAS CRÍTICAS!
Bien, yo también te voy a responder por partes:
Me alegro de que te vaya gustando el fic. Varias personas me habéis dicho que hay cierta evolución narrativa de un capi a otro, lo que me alegra y me desconcierta, teniendo en cuenta que los escribiría, como mucho, con una semana de diferencia. Lo más seguro sea que, llegada ya al capi dos, me sentía más cómoda con la narración y eso se nota :D
Como tú misma has dicho quiero hacer una historia bien cimentada, lógica, algo que (teniendo en cuenta que estamos en el marco de lo paranormal) pudiera pasarle a una persona de verdad. Los colmillos no les hacen tan diferentes de nosotras, ¿no? /bueno y la sangre, y la desmaterialización, y el sexo increíble, y los dos metros de altura, y las partes enorm…ehm ehm…).
Ahora mismo me estoy partiendo de risa y secándome las lágrimas, ¡porque diste en el clavo!
La escena de Qhuinn y Layla a la que te estás refiriendo era originalmente con Tohr jajajaja Es más, la había escrito entera, pero no me terminaba de cerrar, demasiado fácil eso de que (al menos ella) estuviera enamorada desde un principio. Además, Ward ni siquiera había hecho mención de algo parecido y me gusta ajustarme a los libros lo más posible.
De manera que escribí nuevamente toooooda la escena poniendo a Qhuinn. Y lo sentí mucho más natural :D
Con respecto a las escena hot :p Te parecerá estúpido, pero me costó un pelín escribir palabras como polla etc, me parecían muy rudas, en un principio, pero también hay que admitir que tienen mucha carga erótica y son las que realmente usamos día a día. Sin contar que Wrath y la (patética) palabra pene no me pegan juntos, ¿no te parece?
Aún así, las escenas de sexo bestia me salen con bastante facilidad, porque la primera bestia soy yo jajaja. Esa es de las pocas cosas que me asusta de Layla y Tohr, quiero desarrollar bien su relación, de manera que no acaben teniendo relaciones de esas en plan: “oh, sí, cariño, te quiero, uf uf” ¬¬ . A-BU-RRI-DO.
JAJAJA ¡Lo de Beth! Bueno, quería que hubiera una historia secundaria paralela, que sino se les podía hacer el fic muy pesado :D Ya verán cómo va pasando las cosas. Sólo te digo: Wrath es DIFÍCIL ¬¬
¡A muchas de ustedes les gustan las intervenciones de Rhage! Eso significa que nuestro hermoso Hollywood aparecerá más veces. Aún así, Lassiter tiene más protagonismo y he de decir que AMO a ese ángel, me siento comodísima escribiendo sobre él
Espero con ganas más comentarios tuyos ( ¡y de las demás!), creo haber resuelto todas tus dudas.
Malu y Azrael, gracias
Patri, ¿cómo va todo? Eso de la calidez me gustó, jajaja intentaré seguir así. Con respecto a las portadas, jejejej, yo también sudo haciéndolas :p
Y ahora, ¿Quién VOTA POR QUE DAGGHER SE HAGA UN FACEBOOK? *levanta la mano con una sonrisa de estúpida en la cara* :D
es precioso me encanta, estoy impaciente por leer el siguiente capitulo. muchisimas gracias por compartir tu arte con nosotros
yo solo algo simple que decir...
YA QUIERO LEER EL SIGUIENTE CAPITULO!!!!!!!!!!!!!!!!!!
A ver si con este tengo más suerte. He querido comentar el primer capi y el blog no me ha dejado.
Me gusta mucho como planteas la historia, la forma lógica en q se suceden las cosas y como plasmas el carácter de todos los personajes.
Realmente interesante y ya tengo ganas de ver la evolución de Thor. Gracias por publicar. Sigo leyendo.
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