¡Hey, chicas! :) Bueno, aquí sigo, sacando tiempo de dónde puedo ( y no debo XD) para seguir editando los capis. Menos mal que tengo bastante escrito, sino ahora mismo el fic tendría que quedar en suspensión (¡no entréis en pánico, no es el caso!), porque estoy a saco con los exámenes de la uni.
Bah, las dejo de aburrir con mis cosa, jajaja.
Ok, decir que AMO este capítulo sería quedarme corta. Muy corta. Es absolutamente emotivo, os vais a meter en la piel de Tohr al 100%. Y sí, hay mucho amor de Hermanos :)
Como hubo mucha Layla en el episodio anterior este está completamente dedicado a Tohr, habiendo incluso un pequeño flashback (de ahí el título del capi, qué original, ¿eh? ¬¬) Como todas saben, y recordaran especialmente si han leído Lover Mine, el libro de John, hace poco, Darius es una persona extremadamente importante para Tohr, y este hecho queda más que patente en la escena en la que narro una de sus memorias del macho.
A lo que le sigue un conversación con…*chan chaaaan* la Virgen Escriba. Yeah, teniendo en cuenta su total ausencia en Lover Unleashed, le he dado algo de protagonismo a nuestra amada/odiada Diosa. Y, me atrevo a creer, que después de esta conversación con Tohr la mayoría de ustedes va a volver a tenerle algo de cariño, al menos XD
Ya para acabar, no voy a desvelar nada del momento final de “familia feliz” de la Hermandad, las dejo para que lean.
En resumen: me brillaban los ojitos mientras releía el capi editándolo. Ya me dirán qué tal los suyos :p
P.D: Ah, sí, se me olvidaba: *se da en la frente* entrada triunfal de los Malosos :)
Neï.
Capítulo 4. Flashback.
{Lo pasado ha huido, lo futuro está ausente, pero el presente es tuyo}
{Sé. Vive. Siente.}
Tohr se desmaterializó directamente a su habitación y se quedó apoyado en la puerta, calmando su respiración, durante algunos minutos.
Se pasó la mano por el pelo y suspiró, cerrando los ojos y bloqueando con toda su fuerza de voluntad las imágenes que se agolpaban en su cabeza.
Pero no era como si bloquear el sabor en su lengua fuera tan fácil ¿hola, alguien tiene unas tenazas, por favor?
Claro, el problema era que la sangre de Layla no estaba solo en su lengua, sino en su garganta, su estómago, todo su cuerpo. En su cerebro.
Maldijo por lo bajo y, yendo hacia la cama, se dejó caer en el mullido colchón. ¿Qué había sido diferente esta vez? Ya había tomado la vena de la Elegida incontables veces, beneficiándose de la pureza de su sangre durante su proceso de curación.
Pero todas esas veces no habías tenido que mirarla mientras lo hacías.
Bueno, se dijo, técnicamente no la había estado mirando, porque había tenido la vista fija en aquellas marcas de colmillos durante casi todo el rato. Sagrada Virgen, cuando las había visto, había sido como si todos sus instintos tomaran el control, urgiéndole a dejar su marca, una que desterrara la del otro macho.
Lo cual era absurdo, ¿no? No tenía ningún derecho a sentirse de esa manera sobre Layla. No tenía derecho a sentirse de esa manera acerca de nadie. Su shellan había sido asesinada hacía tres años y aquí estaba él: teniendo erecciones con otra hembra. Debería darle vergüenza.
Por mucho que le pesara el daño que pudiera hacerle a Layla, iba a tener que pedirle a Phury que enviara a otra Elegida la próxima vez que necesitara alimentarse. Ahora mismo lo último que necesitaba era una distracción que le privara de cumplir su meta: vengar a Wellsie y ganar la guerra contra la Sociedad Restrictora.
Además, aparentemente su autocontrol era una puta de la que no podía fiarse, se había evaporado con un mínimo vistazo de los encantos de la hembra. ¿Qué haría entonces si ella volvía a ponerle entre la espada y la pared? ¿La tomaría? Pero, ¿a qué precio para ambos?
Ella tendría la experiencia que buscaba, claro, pero a Tohr no le parecía que fuera el tipo de hembra que sólo busca sexo. Él por su parte estaba roto, era un macho vinculado sin su shellan, estaba totalmente anulado hacia otras hembras.
No tanto como piensas, amigo.
Pues si no estaba lo suficientemente anulado, ya se ocuparía él –miró hacia su entrepierna– del resto.
Levantándose de la cama, se dispuso a ocuparse con otras a cosas a fin de dejar de darle vueltas al mismo tema una y otra vez.
Lo primero que tenía que hacer era ponerse en contacto con Rehvenge. Wrath le había dicho que él pondría al tipo al corriente de todo, de modo que Tohr sólo tendría que organizar cuándo sería la reunión, así como cualquier otro asunto que surgiera.
Marcó el número que le habían dado y esperó. Como medio segundo.
—¿Sí? —definitivamente había estado esperando la llamada.
—Soy Tohrment, supongo que el Rey ya te habrá explicado la situación.
—Seh —vino la resignada respuesta del otro lado de la línea—. Pero te digo lo mismo que le he dicho a él: no es posible que algo así se haya planeado en la colonia sin que yo me enterara.
—Pues aparentemente estás demasiado seguro de ti mismo —le reprendió.
—No me jodáis —gruñó Rehv—. Sois vosotros los que no sabéis una mierda de cómo funcionan las cosas aquí arriba y os estoy diciendo que no ha sido ninguno de los que viven aquí.
Tohr tragó saliva. Ninguno de los que viven aquí.
Las implicaciones de lo que el macho sugería los ponía de mierda hasta el cuello. En el caso de que el incidente hubiera tenido como autor a un individuo de la colonia, hubiera sido mucho más fácil de manejar. Simplemente hubiera tenido que encontrar al cabrón y llevarlo de vuelta a su sitio para que Rehvenge dispusiera de él, es decir, se lo cargara como la rata que era.
¿Esta hipótesis de que el sujeto iba por libre, sin responder ante ninguna autoridad?
Puta. Mierda.
Su tarea iba a ser mil veces más difícil, como si empezaran dese cero. Teniendo en cuenta de que en ese caso el insurrecto no mantendría lazos de ningún tipo con otros habitantes de la colonia, él y sus hermanos no podrían hacer uso de la naturaleza intrínsecamente desleal de los Symphaths para que les fueran de ayuda a la hora de localizar al perpetrador.
—Macho, eso es una mierda. Es una gran mierda. La reunión tiene que ser prácticamente ipsofacto, cada momento que perdemos le damos más tiempo a ese hijo de puta para seguir causando estragos ahí fuera.
—Dime la hora y estaré allí.
Tohr gruñó. Joder, tendrían que reunirse durante el día. Toda la Hermandad debía que estar presente, incluidos Xhex, John y sus chicos y ahora mismo no podían permitirse que no hubiera ningún Guerrero patrullando, mientras hubiera un Symphath suelto diezmando su población de civiles.
—Tendrá que ser durante las horas diurnas, a primera hora de la mañana. Justo antes de que salga el sol, te esperamos aquí. Trae a las Sombras contigo, si nos enfrentamos a lo que creemos vamos a necesitar todos el músculo disponible.
—Allí estaremos.
Una vez hubo colgado, se quedó mirando el teléfono, como si el aparato fuera a darle las soluciones a todos los problemas.
Tenían que trazar un plan y rápido. El sujeto muy probablemente ya sabía que iban tras él, es más, había que barajar la posibilidad de que el atentado hubiera sido un intento de llamar la atención a la Hermandad.
Un “eh, tíos, estamos aquí, que os follen” brutal y muy gore. Tohr realmente esperaba que este fuera el caso, porque supondría que quizás el asesino estaba muy pagado de sí mismo, considerándolos inferiores a él. Y esto le llevaría a cometer una imprudencia tarde o temprano.
Sería entonces cuando él tendría su daga preparada para ajusticiar al cabrón.
****
Rhegion se colocó más cómodamente en su diván mientras pasaba una a una las fotos que tenía entre las manos. Una lenta sonrisa se extendió por sus labios ante las imágenes de la masacre propiciada por sus súbditos. Realmente era el primer vislumbre de felicidad que tenía desde hacía meses.
Sus colmillos se alargaron un vicioso siseo escapó de sus labios. El primero desde que ese bastardo que tenía por sobrino le había arrebatado su trono, había matado a la zorra que tenía por esposa, quitándole la oportunidad, y toda esa colonia de malnacidos se habían puesto de rodillas como putas ante él.
Pero ya se arrepentirían de su nefanda decisión, sí. Él se ocuparía de ello, liberando a su más temido enemigo sobre ellos: La Hermandad de la Daga Negra. Y antes de ser traspasados por las armas de los vampiros, todos y cada uno sabrían a ciencia cierta, que él había orquestado su caída.
Y la tierra se teñiría de azul con la sangre de los traidores.
Rio en voz alta ante la morbosa teatralidad de sus pensamientos, prácticamente paladeando el sabor de la muerte de sus congéneres.
Volviendo a bajar la vista, contempló una rato más las instantáneas de los cuerpos desmembrados de las víctimas. Hannibal y Dahlia habían hecho un estupendo trabajo, cada gota de sangre salpicada en las paredes de ese mugriento callejón gritaba symphath. No cabía duda acerca de la naturaleza de los asesinos.
Pero por otra parte, ¿qué otra especie tendría el poder suficiente como para logar algo así?
Ninguna.
Y esta era otra razón por la que Rhegion había decidido poner en práctica su plan: los Symphaths eran claramente superiores a los vampiros, ya sin hablar de los humanos, meros bichos bajo sus botas. Pero durante siglos habían sido desdeñados y apartados del mundo como si fueran una enfermedad, aislados en colonias, como si de campos de concentración se tratara. Todo eso iba a acabarse muy pronto.
Unos suaves toques en la puerta lo sacaron de sus reflexiones.
—Pase.
Se giró para ver a Dahlia entrar en la habitación e hizo una reverencia. La hembra llevaba puesta una ligera túnica blanca, que aparecía carmesí a la mirada bidimensional roja del symphath, bajo la cual su cuerpo no era muy diferente al de él mismo. Su largo pelo rubio extremadamente pálido estaba recogido hacia atrás en un moño suelto, exponiendo la sinuosa curva de su níveo cuello. El cual lucía un fresco mordisco que se estaba tornado de un violento color violáceo.
Rhegion sonrió sádicamente al recordar el grito su grito cuando se lo había hecho, así como ante la memoria del bestial orgasmo que esto le había provocado.
—Dahlia, querida que placer verte de nuevo.
La mueca que se formó en sus finos labios le puso duro al instante. También se acordaba de que ella se había corrido igual de duro ante el dolor.
—Mi Señor. Hannibal y yo nos preguntábamos si las fotos han sido de vuestro agrado —mantuvo sus ojos obedientemente clavados en el suelo.
Rhegion se puso de pie y anduvo hacia donde estaba ella, rodeándola unas cuantas veces como el depredador natural que era, aspirando su perfume en sus fosas nasales, acrecentando su propia excitación.
—Desde luego que me han satisfecho. Ambos habéis hecho un excelente trabajo, yo no lo habría hecho mejor.
—Me halagáis, Mi Señor.
Por lo que podía inferir de su mapa emocional, estaba seguro de que ella ya esperaba una alabanza de ese tipo por su trabajo y encontraba sus palabras aburridas.
Vaya, vaya. Debería haber escondido sus emociones mejor.
Pero después de todo, muy probablemente estuviera haciéndolo a propósito. A esta hembra le gustaban particularmente que la vejaran tanto física como mentalmente.
Y él era jodidamente bueno en ambas cosas.
—Pero esto sólo ha sido el comienzo, querida. Tengo muchos más trabajos para vosotros. Especialmente para ti.
Ella tuvo la desfachatez de arquear una ceja.
Rhegion se introdujo muy lentamente en su cerebro, buscando aquí y allá, seleccionando los recuerdos que emplearía para someterla y…
Ah. No sabía que ella sintiera esa clase de predilección por los niños pequeños. Seguro que una buena dosis del dolor que sentirían sus madres sería suficiente para ponerla de rodillas en unos pocos segundos.
Su polla dio un respingo con sólo visualizarla llorando.
Sin alterar la expresión de su rostro para no alertarla descargó su ataque contra ella. Y el grito de desesperación fue casi instantáneo.
La hembra cayó de rodillas y luego quedó tumbada en el suelo retorciéndose de mientras se agarraba la cabeza.
—Y ahora Dahlia, quiero que te masturbes mientras sigo con esto, y recuerda, no pararé hasta que no te corras así que mejor te das prisa y lo haces bien, ¿no?
Entre lágrimas y sollozos, ella se llevó la mano entre las piernas, comenzando a trabajarse y él sonrió perversamente.
Ahora, estos eran los momentos en que más inspirado estaba, así que se pondría a planear su próximo ataque.
****
—¿Sire Tohrment? El sire Rehvenge y sus acompañantes ya están aquí.
Tohr se giró hacia la suave voz de Fritz a la vez que apagaba el televisor al que apenas había estado prestando atención. Le sonrió tranquilizadoramente al inquieto mayordomo a la vez que se ponía de pie.
—Gracias, Fritz. Los conduciré yo mismo al estudio de Su Majestad.
Se dirigió a paso vivo hasta el recibidor de la mansión, donde el Reverendo les esperaba con Trez y iAm. Los tres estaban muy serios y visiblemente nerviosos, moviéndose continuamente. Una vez llegó hasta donde ellos estaban, alargó la mano primero hacia Rehv.
—Valoramos mucho vuestra puntualidad —le agradeció al macho que asintió—. La reunión se realizará en el estudio del Rey y os pediría que dejarais todas las armas aquí antes de subir.
Los machos lo miraron con cara de pocos amigos, molestos con los que parecían haber interpretado como una falta de confianza.
Tohr se dispuso a calmar los ánimos dándole una gota de humor al asunto.
—Los encuentros de la Hermandad tienden a ser… intensos, por llamarlos de alguna manera. Todos iremos desarmados de manera que si surge algún desacuerdo lo máximo que pueda intercambiarse sean puños y no balas —sonrió—. Una vez el Rey llegó a apuñalar una pared, no querríamos que pasara de vuelta y, además, no quiere armas cerca de su perro.
Los otros tres no consiguieron evitar contagiarse de su sonrisa y tas unas cuantas bromas, emprendieron el camino.
Cuando llegaron el despachó estaba a punto de explotar: Wrath, Zsadist, Phury, Vishous, Butch, Rhage, John, Xhex, Blaylock, Qhuinn y Lassiter –cómo no–; más Rehvenge, Trez, iAm y él mismo.
Rascándose la cabeza, miró en dirección a Wrath que, pareciendo notar su mirada en él, volvió la cabeza hacia donde se encontraba Tohr.
—Mi Señor, me parece que tenemos un pequeño problema logístico —señaló observando la habitación.
—A ojos vista —ironizó Wrath de vuelta.
—Llamaré a Fritz para que disponga una de las salas de entrenamiento para reunirnos, ¿os parece?
—Tío, con lo bien que se está apachurrado entre estos dos.
Tohr se giró hacia Rhage que señalaba a V y Butch a cada lado de él, claro que en ese momento ambos se dedicaron a darle un sonoro puñetazo.
—¡Ay!
A fin de evitar más gilipolleces, se apresuró a encontrar a Fritz y le ayudó a preparar la sala. Una vez hubieron acabado, llamó a los demás y todos tomaron asiento alrededor de una enorme mesa, con Wrath en la cabecera.
Miró al Rey que se aclaró la garganta y comenzó:
—Bien no voy a entrar en detalles sobre lo sucedido porque todos habéis sido informados ya de los pormenores de la situación a la que nos enfrentamos. Es obvio que estamos ante circunstancias que no se habían vivido desde tiempos de mi padre, Wrath el Rey Justo, antes de que los Symphaths fueran relegados a vivir en una colonia —gesticuló hacia Tohr que retomó la palabra.
—No se registraba un ataque Symphath en la población vampira desde hace más de trescientos años. Fueron los continuos secuestros de hembras lo que finalmente llevó a la resolución de aislarlos allí donde no pudieran dañar a los civiles, ante la imposibilidad de erradicar por completo su raza. Por desgracia no es la primera vez que se ha producido un ataque como el que tenemos delante. En los archivos de Wrath el Rey Justo referentes a asuntos relacionados con Symphaths hay constancia de varias intervenciones de Guerreros de la Hermandad para dar caza a individuos especialmente perversos que se dedicaban a hacer precisamente esto: escoger víctimas al azar y forzarlas mentalmente a mutilarse —sacó algunos papeles y se los pasó a Wrath, para que él a su vez los fuera pasando al resto.
No todos los asesinos fueron encontrados, como ya he dicho, a diferencia de hoy día, los comedores de pecados no vivían en grupos ni respondían ante ninguna autoridad por lo que era bastante difícil encontrar sus paradero.
—¿Cuándo se produjo el último ataque? —pregunto V, perspicaz como siempre.
Tohr se pasó la mano por el pelo. Ya se temía esta pregunta y desde luego no le extrañaba que fuera el hijoputa de Vishous el que la hiciera. No lo hacía ninguna gracia tener que dar explicaciones, era una historia privada, nadie más que Xhex y John tenía por qué conocerla así que mantendría los detalles al mínimo.
—La última abducción se produjo en 1671 —esperó un momento—. El caso fue resuelto por mí y por Darius.
Las cabezas de rodos los presentes se levantaron como un látigo y sintió catorce pares de ojos fijos en él. Por el gesto de dolor en las caras de algunos de sus hermanos supo que la noticia había sido como un mazazo directo a su pecho.
Joder, Wrath le había dicho que durante todo el tiempo que había estado ausente, él había tenido la certeza de que Tohr no estaba muerto. Decía que sentía su latido vital en su sangre. Tohr comprendía perfectamente a qué se refería: durante la ceremonia de iniciación en La Tumba, todos los Hermanos bebían los unos de los otros, lo que suponía que eran capaces de “sentirse” entre sí.
¿Pero con D? ninguno de ellos sentía el más leve rastro de él en sus venas. Pero bueno, saltar por los aires junto con su coche le hacía eso a un vampiro.
Joder. Mierda.
—¿Por qué cojones no tenía yo constancia de eso Tohrment? —ladró Wrath en su dirección y por el modo en que sus gruesas cejas negras descendían sobre sus gafas, estaba claro que su cabreo era monumental. Novedad.
Tohr se cuadró antes de responder:
—Nunca lo consideré importante, Mi Señor, pues sucedió antes de que vos subierais al trono y nunca ha tenido lugar una situación que exigiera sacar el asunto a colación.
—Y una mierda —masculló Rhage desde el otro lado de la mesa—. Esta información podría habernos…
Unos cuantos golpes del bastón de Rehvenge en el suelo hicieron que la conversación cesara de repente. Tohr se giró hacia el macho, observando el gesto aburrido en su rostro.
—¿Podríais dejar las peleítas familiares para luego e ir al grano?
—O desde luego —se ofreció Rhage poniéndose en pie y crujiendo los nudillos.
—¡Basta! —bramó Tohr. Enarcó una ceja en dirección a Rehv—. ¿Ves por qué las armas están prohibidas?—se volvió hacia Rhage—. Ahora no es el momento, mi hermano. Darius y yo llevamos la misión a término, rescatando a la hembra. Punto. Después de eso, el Rey pasó un decreto contra los Symphaths y fueron desterrados a la colonia actual.
—Claro. Y no irás a decirnos por qué fue esa abducción la que colmó la paciencia del Rey, ¿no? —volvió a inquirir Vishous.
Tohr desvió la vista un segundo hacia Xhex, que se había puesto ligeramente pálida y luego taladró al macho con la mirada.
El muy cabronazo. Lo estaba haciendo a propósito. Se había dado cuenta de que el asunto la ponía nerviosa y lo estaba usando en su contra.
Joder, esto ya era demasiado. Una cosa era que el al tipo no le cayera bien la hembra, aunque la Virgen supiera cuál era la razón. Otra muy distinta era que se aprovechara de una debilidad para hacerla sufrir.
Y de paso ponerle a él mismo entre la espada en la pared. Todo en uno.
Puto genio.
Con una mirada cargada de disculpa hacia la hembra, retomó el relato:
—Como ya dije, D y yo rescatamos a la hembra. Pero a partir de ahí las cosas no salieron tan bien. Resultó que el Symphath que la había secuestrado la violó y ella quedó en cinta del monstruo. Intentó quitarse la vida varias veces antes de deshonrar a su familia trayéndoles semejante carga, pero sobrevivió hasta el parto —inspiró hondo—. Una vez dio a luz, me descuidé unos segundos, solo unos putos segundos para arropar al bebé…ella tomó la mi daga de su funda y se atravesó el pecho con ella. ¿Quieres saber cuál fue el problema?—fijó la mirada en los diamantinos ojos de V—. La hembra era la hija del jodido leadhyre, su única hija.
Desviando los ojos de los del Hermano le dejó rumiando lo que le había dicho. No tenía ninguna duda de que V ya se habría hecho una idea, al menos a grandes rasgos, de la historia de Xhex.
Y se odió cada puñetero segundo por haber puesto a la hembra en esta situación. Pero no le quedaba más opción. Se enfrentaban a un enemigo peligroso y sus Hermanos necesitaban la mayor cantidad de información que él pudiera darles, le pesara a quien le pesara.
—Ahora —prosiguió—, nos encontramos con una situación diferente. A pesar de que las mutilaciones psico–inducidas habían sido realizadas antes por Symphaths, se producían a lo largo del cautiverio al que éstos sometían a su víctima. ¿En este caso?—hizo circular fotos de la escena—. Fue todo muy express. No hubo secuestro ninguno, simplemente la carnaza en el callejón.
—Lo cual nos lleva a preguntarnos qué ha hecho que los mamones cambien su modus operando —comentó Butch pensativo.
Y, por supuesto, todas las miradas se clavaron en Rehvenge.
—Ya os lo he dicho —el macho puso los ojos en blanco—. No hay manera de que todo esto se haya orquestado en la colonia sin mi conocimiento. Los Symphaths simplemente no funcionan así. Soy su rey porque me temen, soy el monstruo que puebla sus pesadillas y puede arrebatarles la vida cuando le plazca. En eso se basa su respeto. Depusieron a mi tío simplemente porque estaban más cagados de miedo de mí. Los cabrones no van al baño sin que yo me entere. Punto.
—Danos otra explicación para esto, entonces.— Tohr empujó una de las fotos directamente frente a Rehvenge, que la observó sin inmutarse.
Los ojos amatista se elevaron tras unos segundos.
—Es un ataque Symphath —declaró el macho.
—¡No jodas! —ironizó Rhage de fondo.
Tohr lo taladró con la mirada e instó a Rehvenge a seguir.
—Lo que significa que hay un grupo de Symphaths renegados fuera de la colonia actuando por su cuenta.
Sagrada Virgen. Si Tohr creía que lo de antes había sido un silencio sepulcral esto le ganaba por goleada.
Su temor más profundo estaba tomando forma.
—Los cabrones serán tan difíciles de rastrear como lo eran los viejos tiempos si van por libre —gruñó alguno de los Hermanos de fondo.
—Lo que significa que tenemos que empezar a cazarlos. YA —sentenció Wrath.
****
Tras tres horas de reunión planificando las tácticas, armamento, equipos y demás cosas necesarias para comenzar la operación contra los Symphaths, Tohr volvió a su cuarto y por más que intentó con conciliar el sueño se paso las restantes horas de día dando vueltas en la cama, intentando perfeccionar y agregar detalles que hicieran su misión más efectiva.
En cuanto el último rayo de sol hubo desaparecido tras el horizonte, se desmaterializó en un pequeño claro de bosque. La brisa nocturna acarició su cuerpo cansado y lo revitalizo misteriosamente.
Con un suspiro, caminó los 50 metros que aproximadamente separaban el claro de la entrada de la cueva tallada en la rocosa pared de la montaña frente a él.
Con la pericia de aquel que ya había hecho esto cientos de veces, accionó en el orden correcto los mecanismos ocultos que harían que la puerta se deslizara, dándole acceso al santuario de la Hermandad.
Cerró con cuidado tras de él y se quedo allí de pie unos segundos, mientras sus ojos se acostumbraban a la penumbra solo perforada por la luz de ardientes antorchas clavadas en las paredes. Penetrando más profundamente en el macizo rocoso, lo recibió otro par de puertas, esta vez hechas de hierro. Con gran esfuerzo las abrió parcialmente.
Y no pudo evitar sonreír mientras las cerraba. Apenas unos meses antes no le había sido posible hacerlo por sí solo, Lassiter había tenido que ayudarlo.
Pero ahora, la mayor parte de su fuerza estaba de vuelta. Y las cosas no hacían más que mejorar.
Una parte de su mente vagó hasta el recuerdo del incidente que se había producido con Layla.
Bueno, mejoraban al menos físicamente.
Su mirada se deslizó por las paredes esculpidas en mármol negro, las velas que alumbraban en lugar, los millares de tarros de restrictores y se detuvo en los nombres de todos los miembros de la Hermandad, grabados en la pared frente a él.
Arrodillándose, colocó las palmas de las manos sobre los muslos, bajó la cabeza y se dispuso a meditar. Siempre que necesitaba un momento a solas en que el aclarar sus pensamientos, venía a La Tumba. Pudiera ser porque gran parte de los momentos más importantes de su vida se habían producido entre estas paredes… conocer a Darius, su inducción a la Hermandad, conocer al resto de sus hermanos.
Pero más seguramente era por la paz que el sitio le transmitía. Aquí se habían reunido durante cientos de años las generaciones de Guerreros para trazar sus planes de acción, ponerse al tanto de sus situaciones o simplemente verse los unos a los otros. El lugar era un remanso para la violencia que corría en las venas de todos ellos.
Y el ciertamente necesitaba algo de tranquilidad en estos momentos.
Cerrando los ojos inspiró profundamente y dejó que su ritmo cardiaco fuera disminuyendo poco a poco, acompasándose con su lenta respiración. Sus constantes vitales bajaron y v entró en un pacífico letargo. Con un último pensamiento consciente, abrió su mente a la reflexión y…
Aghony se encontraba muy serio frente a ellos. Miró de hito en hito a Darius y dedicó una mirada de pasada a Tohr.
—¿Dos bajas, Darius? ¿Te envío en una misión especificada como máxima prioridad y me informas de que tanto la víctima como el secuestrador están muertos? —dijo el líder de la Hermandad con incredulidad.
A su lado, Tohr sintió al macho tensarse. D no estaba acostumbrado a ser el blanco de la decepción de sus superiores. Y ambos sabían que dadas las circunstancias en que se había desarrollado la misión el resultado no habría podido ser mucho mejor.
—Hay factores atenuantes Aghony, deberías haber leído el informe redactado por Tohrment antes de reclamarnos en tu presencia.
El macho curvó el labio ligeramente hacia arriba y se acercó un paso a D, amenazante.
—Estás peligrosamente cerca de la insubordinación, Darius —le gruñó, sus ojos amarillos brillaban con furia —. No digas nada que me haga hacer algo de lo que nos arrepintamos más tarde.
Como macho de política que era, Darius dio un respetuoso paso hacia atrás y Tohr no pudo más que respetarle por tragarse su orgullo de esa manera. Todos sabían que D era el mejor Guerrero de la Hermandad en esos momentos, por lo que, si las cosas hubieran llegado a ponerse feas, Aghony tenía todas las de perder.
—No era mi intención ofenderte, hermano. Sólo quería poner de manifiesto que la lectura de dicho informe te habría servido para cerciorarte de que ambos dimos lo mejor de nosotros en esta fatídica misión, pero la suerte no estuvo de nuestro lado al cien por cien.
El otro macho pareció tranquilizarse un poco y se ajustó el cinturón del pantalón para luego carraspear.
—Bien, supongo que me dejé llevar un poco cuando Tohrture me entregó el informe y vi la firma del chico al final.
A Tohr le dieron ganas de pegarle un buen puñetazo al tipo, ¿es que no podía dignarse a mirarlo? ¿No le parecía que ya era suficiente con el desprecio de su padre, Hharm? Había pasado la transición y había sobrevivido al campamento de guerra del Sanguinario, ¿qué más tenía que probar?
Sintió la mano de D posarse en su hombro, un peso asegurador que le calmó algo los ánimos.
—Fuiste tú mismo quien me dijo que el chico necesitaría un whard dadas sus circunstancias, Aghony. Por eso le llevé conmigo a la misión. Además como todo macho con sangre de guerrero tenía que ser sometido a su prueba de acceso a la Hermandad.
No pudo evitarlo. Tohr simplemente no pudo evitar que la cabeza le girara a toda velocidad hacia el rostro de D, ¿prueba de…acceso a la Hermandad? ¿De qué coño hablaba? ¿Por qué no le había contado nada?
Miró hacía Aghony y vio que el macho estaba tan, o más sorprendido que él. Una de sus perfectas cejas rubias se alzó.
—¿No crees que es un poco pronto para eso, Darius? Sin contar que todos los Hermanos deberían estar presentes para avalar su acceso y…—el macho se paró en seco y los labios le formaron una fina línea de desaprobación.
Pero aunque las palabras no hubieran sido dichas, Tohr sabía exactamente lo que estaba pensando, pues era su propio mayor miedo: su padre nunca daría su visto bueno para que entrara en la Hermandad. Nunca. El macho lo despreciaba por el solo hecho de vivir.
Y una regla muy clara era que cuando un macho era propuesto como candidato a Guerrero, todos y cada uno de los Hermanos debían aceptarle. Sin decisión unánime, no había inducción.
Y la oportunidad de entrar en la Hermandad sólo te era dada una vez en la vida.
Por lo que él podía ir despidiéndose.
—No estoy diciendo que la proposición de inducción deba realizarse ya, sólo quería dejar claro que funciono como aval del chico —dijo Darius con seriedad—. Yo lo propongo como miembro en un futuro venidero.
Aghony asintió lentamente y esta vez sí deslizó la mirada por la forma de Tohr, claramente preguntándose qué había visto Darius, su Guerrero más prominente, en él para proponerlo con tanta seguridad y prontitud.
Pareciendo haber adivinado los pensamientos de su líder, D dio un paso hacia adelante, le tocó con firmeza el antebrazo y sonrió con serenidad.
—Cuando leas en informe, te darás cuenta.
Una vez se hubieron despedido de Aghony y salido de La Tumba, se giró hacia su whard, sentía una opresión en el pecho que no podía clasificar, pero dolía.
Tenía ganas de pegar a D, de abrazarle, de clavarle una daga por no haberle dicho nada sobre lo de la inducción, de bailar de alegría ante el hecho de que alguien creyera que él valía algo, de echarse a llorar.
—Yo…
El macho levantó una mano callándolo y siguió andando, dándole la espalda de manera que Tohr no tuviera que seguir luchando por enmascarar los sentimientos que surcaban su rostro.
—Tranquilo, hijo, sé cómo te sientes.
Frunció el ceño, la esencia de su cuerpo debió haber cambiado pues D se dio la vuelta y le guiñó un ojo.
—Eres un libro abierto, qué quieres que te diga. Tendrás que aprender a esconder mejor todas esas mariconadas.
Una sonrisa de gilipollas total se ensanchó poco a poco en la cara de Tohr, tenía tanto que aprender de este macho, de su…padre.
Realmente él…
—Buenas noches, Guerrero.
La voz parecida a campanillas de plata tintineando lo sacó de su trance con toda la suavidad del impacto de un camión. Con un pequeño saltó abrió los ojos y por poco se cayó al intentar ponerse de pie.
—¡Virgen Escriba!
Aunque no supo como estaba tan seguro, obtuvo la clara sensación de que bajo la capucha la Diosa estaba sonriéndole.
—No era mi intención pillarte desprevenido, pero me sorprendió volver a sentirte en el santuario de la Hermandad. Últimamente pasas mucho tiempo aquí.
—Me sirve para aclarar mi mente, para pensar.
—¿Y sobre qué tienes que reflexionar con tanta asiduidad y tan profundamente?
Alzó su mirada hacia ella y la respuesta le salió con extraña rapidez y sinceridad.
—Sobre la vida.
Sintió como la Virgen Escriba volvía a sonreírle.
—Ah, sobre la vida, Guerrero. Tan profundo como siempre. Pero, no te has planteado que la vida no tiene que ser reflexionada, sino vivida.
A Tohr se le vino curiosamente a la cabeza una de las frases filosóficas con las que a Lassiter le gustaba rayarle de vez en cuando: a veces la vida se nos pasa pensando cómo vivirla.
—Siempre te has caracterizado por tu gran poder de razonamiento, tu serenidad y tu capacidad de ver una salida, una solución, allí donde todos los demás fallaban —prosiguió la Diosa—. Pero de un tiempo a esta parte no veo esa poder en ti.
A veces ocurre cuando la vida es una perra cruel contigo, pensó.
La figura encapuchada negó suavemente con la cabeza y su resplandor disminuyó un poco.
—La vida no es un ente vivo dispuesto a dañaros, es lo que vosotros hacéis de ella. Yo os doté de libre albedrío, Guerrero, para que trazarais vuestros propios caminos a lo largo de vuestra existencia. No existe el destino, yo no soy el destino y no maté a tu shellan.
Tohr se sintió conmovido por la tristeza implícita en la voz de la Virgen Escriba y se planteó si, realmente, en algún rincón de su mente, había estado culpándola silenciosamente de la muerte de Wellsie.
—Tú, Tohrment, no dejes de tener fe en mí. Tú, de todos ellos, eras el único que no me había fallado.
—Y no he perdido mi fe en vos, Virgen Escriba —aseguró con una leve reverencia.
Ella dio un paso hacia él y, colocándole una luminosa mano bajo la barbilla, guió su rostro hasta que su mirada se encontró con la suya.
Analisse se había bajado la capucha y sus iris diamantinos le recordaban vagamente a los de Vishous.
—Observa Guerrero a la madre de tu raza y no me mientas.
Tohr sintió como se perdía en la mirada ancestral de la Diosa, y como ella le permitía beber un poco de aquella sabiduría que estaba más allá del tiempo.
—Puedo verlo en tus ojos con toda claridad, ver que has perdido la esperanza aunque estés decidido a recuperarte, ver el vacío en tu interior.
—Perdí a mi shellan, ¿cómo podría no estar vacío, incompleto? Soy una macho vinculado sin su hembra.
El resplandor de la Virgen Escriba comenzó a intensificarse una vez más, la luz blanca cubrió el cuerpo de Tohr poco a poco, llevando una sensación de paz a cada rincón de su ser.
Pero sobre todo, pasó por alto el hecho de que le hubiera hecho una pregunta directa.
—Ya no eres un macho vinculado, hijo. El vinculo se rompe cuando uno de los dos pasa al Fade. Ahora eres un vampiro en la flor de su existencia, pero que vaga sin más meta que vengar a alguien a quien ya no puede ayudar ¿por qué desprecias de esta manera el regalo de la vida que os otorgo a todos y cada uno de vosotros?
—No lo desprecio, simplemente ya no parezco saber qué hacer con él.
—¿Acaso no tenías una vida antes de tu Wellsie? ¿No disfrutabas de tu papel como Guerrero, de todas las aventuras y desventuras que corriste con Darius?
Mal ejemplo, pensó.
—Tampoco él está a mi lado ahora.
—¿Y por qué habría de ser ese Guerrero más importante para ti que cualquiera de tus otros hermanos? Ellos están igualmente dispuestos a amarte, cuidarte, dar su vida por ti. Yo vi su angustia, dolor y desesperación cuando les faltabas, Tohrment.
—Darius fue el padre que nunca tuve.
—Wrath, Rhage, Zsadist, Phury, Dhestroyer, Vishous, John y demás son la familia que nunca tuviste. Tu obstinación de anclarte al pasado no te permite apreciar aquello que colma tu presente. Y como bien sabes, todo se acaba. Estate seguro de no haber terminado tus días son haber disfrutado de aquello que los que te rodean pueden brindarte.
Tohr gruño para sí. Él mismo ya había llegado a todas esas conclusiones, pero no era tan fácil dejar el dolor detrás cada noche cuando se despertaba.
—No debes dejarlo atrás, debes aniquilarlo, borrarlo de tu existencia, desterrarlo a algún sitio donde ya no pueda dañarte y poseerte.
Y ella no dejaba de meterse en su pensamientos, pero… mierda, ¿y si había escuchado eso también? Joder, y eso y…. pfffffff.
La risa de la Diosa sonó totalmente angélica y su mano, que no había abandonado la barbilla de Tohr, trazó un lento recorrido por su rostro, acunándolo como la haría una madre.
—¿Están…—tragó saliva y cerró los ojos—, están ellos bien?
—Eso es una pregunta directa, Guerrero —le regañó—. Y una que no debo responder. Pero sabe nuestros seres queridos viven en nuestro recuerdo. Procura que sea solo lo bueno lo que perdure en tu memoria.
La presencia y el toque la Virgen Escriba fue atenuándose poco a poco, como si estuviera desvaneciéndose frente a él.
Una voz como un eco lejano reverberó con suavidad en las paredes de la cueva.
—No lo olvides, Guerrero, ábrete al amor… en todas sus formas.
Cuando abrió los ojos estaba solo ¿y qué demonios significaba eso de “en todas sus formas”?
Con un bufido se desmaterializó en la mansión, realmente la sesión de hoy en La Tumba había sido productiva.
****
Cuando volvió a tomar forma en los terrenos de la Hermandad le sorprendió sentir en su piel la picazón de los primero rayos de sol que luchaban por despuntar, así que se apresuró dentro.
Conforme entraba por el recibidor de la mansión vio un cuerpo enorme pasar volando por delante de él, tirándose en plancha a por algo. Seguido inmediatamente de otro cuerpo a todo correr.
El ruido de ambas masas de carne colisionando fue ensordecedor y le produjo una mueca de dolor involuntaria.
—Y una mierda, poli —le llegó la voz de V—. Esa pelota es mía.
—Tú ya tienes las tuyas, egoísta de los cojones. Nunca mejor dicho.
La broma de Butch fue coreada por una carcajada general de aquellos que estuvieran presenciando la lucha de ambos machos.
—Eh, Tohr ¿dónde te habías metido? —le llegó la voz de Rhage—. Estos dos cabezas huecas han hecho una apuesta de…
Se quedó de pie frente a todos los Hermanos y sus shellans que lo miraban como si le hubieran crecido dos cabezas más y otro par de brazos y piernas.
—¿Qué? —preguntó incómodo, revolviéndose en su sitio.
—Macho, tienes que decirme la dirección de la clínica a la que has ido, yo también podría usar un poco de su magia embellecedora —dijo Butch señalando su nariz algo torcida.
—No sabía que te fueran los spas, mi hermano —le disparó V, luego miró a Butch—. Y lo tuyo está más allá de todo arreglo.
—Touché. Aún así desde que me echo tu crema de noche anti–ojeras, he notado cierta mejoría.
V ladró una risa. Podía escuchar el cuchicheo de Beth, describiéndole algo a Wrath, aunque su tono se le hacía extrañamente frío. La enorme figura de Rhage soltó a su Mary y anduvo hacia él, haciendo círculos a su alrededor.
—Definitivamente, Mary, quiero unas pesas mágicas como las de Tohr para mi cumple ¿de dónde has sacado tanto músculo en el último día? ¿Y qué te has hecho un lifting, alguna mascarilla chunga? Tienes la piel brillante y suave como un puto bebé —el tipo incluso alzó una mano y la se la pasó por la mejilla.
—¿De qué mierda estáis hablando todos? —dijo molesto, quitándose al vampiro de encima, se dirigió al espejo a paso rápido más cercano.
Y se quedó con la boca abierta. Sagrada Madre en el Fade ¿qué le había hecho?
Su cuerpo estaba como antes. Cada onza de músculo estaba de vuelta, su pelo era una vez más espeso y lustroso aunque un poco más largo de lo normal diría él, su piel presentaba un brillo sano de tonalidad tostada y atractiva. Pero sus ojos habían experimentado el cambio más espectacular. Eran exactamente de la misma tonalidad azul marino que antes, aunque ahora tenían todo el brillo de antaño, cuando era… feliz.
Se llevó una mano temblorosa al rostro y luego la bajó, apretándola en un puño. Pudo sentir la fuerza bruta en cada uno de los tendones y fibras de su brazo y estuvo seguro de que Lassiter a no podría volver a patearle el culo en el combate cuerpo a cuerpo.
Se sentía más vivo que nunca.
—¿Cápsulas temporales rejuvenecedoras…? —se escuchaba de fondo a Rhage
—¿Una pequeña visita, supongo?
Tohr enfocó la vista en el lugar vacío hace unos segundos y allí estaba el ángel sonriéndole como nunca le había visto hacerlo. Por una vez no estaba siendo un completo idiota, parecía genuinamente encantado del cambio en Tohr.
—Sí, bueno, yo… no tengo la menor idea de qué ha pasado. Tuve una charla con la Virgen Escriba.
—No hace falta que le des muchas vueltas —el tipo negó con la cabeza cortándole—. Lo hecho, hecho está y lo mejor es que ahora aproveches este nuevo don.
—Que místico — Tohr sonrió con cierto nerviosismo y volvió a contemplarse en el espejo.
Se dio la vuelta para enfrentarse a su… familia, probó la palabra tentativamente en su mente, y ver las expresiones de total felicidad en las caras de todos ellos, incluidos tipos duros como V, Z o Wrath le provocó una opresión en el pecho.
Durante un buen rato no se le ocurrió nada para decir, pero el Rey decidió romper el silencio.
—Bienvenido de vuelta, mi hermano —sonrió como un hijoputa.
—Por segunda vez —gruñó Zsadist y rodó lo ojos, aún así, la diversión era clara en su mirada amarilla.
—Seguro que ahora quiere una jodida tarta —masculló V.
—¿Alguien ha dicho tarta? ¿Comida? —se esperanzó Rhage.
—¡Tío, comes como un puñetero diplodocus! —Butch le dio un puñetazo en el hombro.
—Soy un chico grande —se excusó el rubio. Su sonrisa pícara dejó claro que el comentario iba con doble intención. Butch puso cara de asco.
—Eeeeew.
Tohr, que estaba totalmente estupefacto por las calurosas reacciones de sus hermanos, sintió como de repente un par de esbeltos brazos lo rodeaban y luego otro, y otro más. Hasta que todas las shellans lo estaban abrazando a la vez y murmurando cuán contentas estaban de que su milagrosa mejora.
—¡Cabronazo, ahora que tiene pintas de modelo de GQ se lleva a todas las hembras! —se carcajeó Vishous.
—Corre, metamos algo de testosterona ahí en medio antes de que empiecen a pintarle las uñas y rizarle las pestañas —observó a Butch darle un codazo y todos los Hermanos se acercaron junto con ellos para unirse al abrazo colectivo.
—Macho, como siento el amor aquí —Rhage los apachurró a todos aún más y recibió una serie de improperios.
Las palabras de la Virgen Escriba resonaron en la cabeza de Tohr: “ábrete al amor, Gurrero.”
Jodida mierda, predicciones.
Pero no podía dejar de sonreír y… ¿Realmente sentía los ojos algo húmedos? Mierda.
{Sé. Vive. Siente.}
Tohr se desmaterializó directamente a su habitación y se quedó apoyado en la puerta, calmando su respiración, durante algunos minutos.
Se pasó la mano por el pelo y suspiró, cerrando los ojos y bloqueando con toda su fuerza de voluntad las imágenes que se agolpaban en su cabeza.
Pero no era como si bloquear el sabor en su lengua fuera tan fácil ¿hola, alguien tiene unas tenazas, por favor?
Claro, el problema era que la sangre de Layla no estaba solo en su lengua, sino en su garganta, su estómago, todo su cuerpo. En su cerebro.
Maldijo por lo bajo y, yendo hacia la cama, se dejó caer en el mullido colchón. ¿Qué había sido diferente esta vez? Ya había tomado la vena de la Elegida incontables veces, beneficiándose de la pureza de su sangre durante su proceso de curación.
Pero todas esas veces no habías tenido que mirarla mientras lo hacías.
Bueno, se dijo, técnicamente no la había estado mirando, porque había tenido la vista fija en aquellas marcas de colmillos durante casi todo el rato. Sagrada Virgen, cuando las había visto, había sido como si todos sus instintos tomaran el control, urgiéndole a dejar su marca, una que desterrara la del otro macho.
Lo cual era absurdo, ¿no? No tenía ningún derecho a sentirse de esa manera sobre Layla. No tenía derecho a sentirse de esa manera acerca de nadie. Su shellan había sido asesinada hacía tres años y aquí estaba él: teniendo erecciones con otra hembra. Debería darle vergüenza.
Por mucho que le pesara el daño que pudiera hacerle a Layla, iba a tener que pedirle a Phury que enviara a otra Elegida la próxima vez que necesitara alimentarse. Ahora mismo lo último que necesitaba era una distracción que le privara de cumplir su meta: vengar a Wellsie y ganar la guerra contra la Sociedad Restrictora.
Además, aparentemente su autocontrol era una puta de la que no podía fiarse, se había evaporado con un mínimo vistazo de los encantos de la hembra. ¿Qué haría entonces si ella volvía a ponerle entre la espada y la pared? ¿La tomaría? Pero, ¿a qué precio para ambos?
Ella tendría la experiencia que buscaba, claro, pero a Tohr no le parecía que fuera el tipo de hembra que sólo busca sexo. Él por su parte estaba roto, era un macho vinculado sin su shellan, estaba totalmente anulado hacia otras hembras.
No tanto como piensas, amigo.
Pues si no estaba lo suficientemente anulado, ya se ocuparía él –miró hacia su entrepierna– del resto.
Levantándose de la cama, se dispuso a ocuparse con otras a cosas a fin de dejar de darle vueltas al mismo tema una y otra vez.
Lo primero que tenía que hacer era ponerse en contacto con Rehvenge. Wrath le había dicho que él pondría al tipo al corriente de todo, de modo que Tohr sólo tendría que organizar cuándo sería la reunión, así como cualquier otro asunto que surgiera.
Marcó el número que le habían dado y esperó. Como medio segundo.
—¿Sí? —definitivamente había estado esperando la llamada.
—Soy Tohrment, supongo que el Rey ya te habrá explicado la situación.
—Seh —vino la resignada respuesta del otro lado de la línea—. Pero te digo lo mismo que le he dicho a él: no es posible que algo así se haya planeado en la colonia sin que yo me enterara.
—Pues aparentemente estás demasiado seguro de ti mismo —le reprendió.
—No me jodáis —gruñó Rehv—. Sois vosotros los que no sabéis una mierda de cómo funcionan las cosas aquí arriba y os estoy diciendo que no ha sido ninguno de los que viven aquí.
Tohr tragó saliva. Ninguno de los que viven aquí.
Las implicaciones de lo que el macho sugería los ponía de mierda hasta el cuello. En el caso de que el incidente hubiera tenido como autor a un individuo de la colonia, hubiera sido mucho más fácil de manejar. Simplemente hubiera tenido que encontrar al cabrón y llevarlo de vuelta a su sitio para que Rehvenge dispusiera de él, es decir, se lo cargara como la rata que era.
¿Esta hipótesis de que el sujeto iba por libre, sin responder ante ninguna autoridad?
Puta. Mierda.
Su tarea iba a ser mil veces más difícil, como si empezaran dese cero. Teniendo en cuenta de que en ese caso el insurrecto no mantendría lazos de ningún tipo con otros habitantes de la colonia, él y sus hermanos no podrían hacer uso de la naturaleza intrínsecamente desleal de los Symphaths para que les fueran de ayuda a la hora de localizar al perpetrador.
—Macho, eso es una mierda. Es una gran mierda. La reunión tiene que ser prácticamente ipsofacto, cada momento que perdemos le damos más tiempo a ese hijo de puta para seguir causando estragos ahí fuera.
—Dime la hora y estaré allí.
Tohr gruñó. Joder, tendrían que reunirse durante el día. Toda la Hermandad debía que estar presente, incluidos Xhex, John y sus chicos y ahora mismo no podían permitirse que no hubiera ningún Guerrero patrullando, mientras hubiera un Symphath suelto diezmando su población de civiles.
—Tendrá que ser durante las horas diurnas, a primera hora de la mañana. Justo antes de que salga el sol, te esperamos aquí. Trae a las Sombras contigo, si nos enfrentamos a lo que creemos vamos a necesitar todos el músculo disponible.
—Allí estaremos.
Una vez hubo colgado, se quedó mirando el teléfono, como si el aparato fuera a darle las soluciones a todos los problemas.
Tenían que trazar un plan y rápido. El sujeto muy probablemente ya sabía que iban tras él, es más, había que barajar la posibilidad de que el atentado hubiera sido un intento de llamar la atención a la Hermandad.
Un “eh, tíos, estamos aquí, que os follen” brutal y muy gore. Tohr realmente esperaba que este fuera el caso, porque supondría que quizás el asesino estaba muy pagado de sí mismo, considerándolos inferiores a él. Y esto le llevaría a cometer una imprudencia tarde o temprano.
Sería entonces cuando él tendría su daga preparada para ajusticiar al cabrón.
Rhegion se colocó más cómodamente en su diván mientras pasaba una a una las fotos que tenía entre las manos. Una lenta sonrisa se extendió por sus labios ante las imágenes de la masacre propiciada por sus súbditos. Realmente era el primer vislumbre de felicidad que tenía desde hacía meses.
Sus colmillos se alargaron un vicioso siseo escapó de sus labios. El primero desde que ese bastardo que tenía por sobrino le había arrebatado su trono, había matado a la zorra que tenía por esposa, quitándole la oportunidad, y toda esa colonia de malnacidos se habían puesto de rodillas como putas ante él.
Pero ya se arrepentirían de su nefanda decisión, sí. Él se ocuparía de ello, liberando a su más temido enemigo sobre ellos: La Hermandad de la Daga Negra. Y antes de ser traspasados por las armas de los vampiros, todos y cada uno sabrían a ciencia cierta, que él había orquestado su caída.
Y la tierra se teñiría de azul con la sangre de los traidores.
Rio en voz alta ante la morbosa teatralidad de sus pensamientos, prácticamente paladeando el sabor de la muerte de sus congéneres.
Volviendo a bajar la vista, contempló una rato más las instantáneas de los cuerpos desmembrados de las víctimas. Hannibal y Dahlia habían hecho un estupendo trabajo, cada gota de sangre salpicada en las paredes de ese mugriento callejón gritaba symphath. No cabía duda acerca de la naturaleza de los asesinos.
Pero por otra parte, ¿qué otra especie tendría el poder suficiente como para logar algo así?
Ninguna.
Y esta era otra razón por la que Rhegion había decidido poner en práctica su plan: los Symphaths eran claramente superiores a los vampiros, ya sin hablar de los humanos, meros bichos bajo sus botas. Pero durante siglos habían sido desdeñados y apartados del mundo como si fueran una enfermedad, aislados en colonias, como si de campos de concentración se tratara. Todo eso iba a acabarse muy pronto.
Unos suaves toques en la puerta lo sacaron de sus reflexiones.
—Pase.
Se giró para ver a Dahlia entrar en la habitación e hizo una reverencia. La hembra llevaba puesta una ligera túnica blanca, que aparecía carmesí a la mirada bidimensional roja del symphath, bajo la cual su cuerpo no era muy diferente al de él mismo. Su largo pelo rubio extremadamente pálido estaba recogido hacia atrás en un moño suelto, exponiendo la sinuosa curva de su níveo cuello. El cual lucía un fresco mordisco que se estaba tornado de un violento color violáceo.
Rhegion sonrió sádicamente al recordar el grito su grito cuando se lo había hecho, así como ante la memoria del bestial orgasmo que esto le había provocado.
—Dahlia, querida que placer verte de nuevo.
La mueca que se formó en sus finos labios le puso duro al instante. También se acordaba de que ella se había corrido igual de duro ante el dolor.
—Mi Señor. Hannibal y yo nos preguntábamos si las fotos han sido de vuestro agrado —mantuvo sus ojos obedientemente clavados en el suelo.
Rhegion se puso de pie y anduvo hacia donde estaba ella, rodeándola unas cuantas veces como el depredador natural que era, aspirando su perfume en sus fosas nasales, acrecentando su propia excitación.
—Desde luego que me han satisfecho. Ambos habéis hecho un excelente trabajo, yo no lo habría hecho mejor.
—Me halagáis, Mi Señor.
Por lo que podía inferir de su mapa emocional, estaba seguro de que ella ya esperaba una alabanza de ese tipo por su trabajo y encontraba sus palabras aburridas.
Vaya, vaya. Debería haber escondido sus emociones mejor.
Pero después de todo, muy probablemente estuviera haciéndolo a propósito. A esta hembra le gustaban particularmente que la vejaran tanto física como mentalmente.
Y él era jodidamente bueno en ambas cosas.
—Pero esto sólo ha sido el comienzo, querida. Tengo muchos más trabajos para vosotros. Especialmente para ti.
Ella tuvo la desfachatez de arquear una ceja.
Rhegion se introdujo muy lentamente en su cerebro, buscando aquí y allá, seleccionando los recuerdos que emplearía para someterla y…
Ah. No sabía que ella sintiera esa clase de predilección por los niños pequeños. Seguro que una buena dosis del dolor que sentirían sus madres sería suficiente para ponerla de rodillas en unos pocos segundos.
Su polla dio un respingo con sólo visualizarla llorando.
Sin alterar la expresión de su rostro para no alertarla descargó su ataque contra ella. Y el grito de desesperación fue casi instantáneo.
La hembra cayó de rodillas y luego quedó tumbada en el suelo retorciéndose de mientras se agarraba la cabeza.
—Y ahora Dahlia, quiero que te masturbes mientras sigo con esto, y recuerda, no pararé hasta que no te corras así que mejor te das prisa y lo haces bien, ¿no?
Entre lágrimas y sollozos, ella se llevó la mano entre las piernas, comenzando a trabajarse y él sonrió perversamente.
Ahora, estos eran los momentos en que más inspirado estaba, así que se pondría a planear su próximo ataque.
—¿Sire Tohrment? El sire Rehvenge y sus acompañantes ya están aquí.
Tohr se giró hacia la suave voz de Fritz a la vez que apagaba el televisor al que apenas había estado prestando atención. Le sonrió tranquilizadoramente al inquieto mayordomo a la vez que se ponía de pie.
—Gracias, Fritz. Los conduciré yo mismo al estudio de Su Majestad.
Se dirigió a paso vivo hasta el recibidor de la mansión, donde el Reverendo les esperaba con Trez y iAm. Los tres estaban muy serios y visiblemente nerviosos, moviéndose continuamente. Una vez llegó hasta donde ellos estaban, alargó la mano primero hacia Rehv.
—Valoramos mucho vuestra puntualidad —le agradeció al macho que asintió—. La reunión se realizará en el estudio del Rey y os pediría que dejarais todas las armas aquí antes de subir.
Los machos lo miraron con cara de pocos amigos, molestos con los que parecían haber interpretado como una falta de confianza.
Tohr se dispuso a calmar los ánimos dándole una gota de humor al asunto.
—Los encuentros de la Hermandad tienden a ser… intensos, por llamarlos de alguna manera. Todos iremos desarmados de manera que si surge algún desacuerdo lo máximo que pueda intercambiarse sean puños y no balas —sonrió—. Una vez el Rey llegó a apuñalar una pared, no querríamos que pasara de vuelta y, además, no quiere armas cerca de su perro.
Los otros tres no consiguieron evitar contagiarse de su sonrisa y tas unas cuantas bromas, emprendieron el camino.
Cuando llegaron el despachó estaba a punto de explotar: Wrath, Zsadist, Phury, Vishous, Butch, Rhage, John, Xhex, Blaylock, Qhuinn y Lassiter –cómo no–; más Rehvenge, Trez, iAm y él mismo.
Rascándose la cabeza, miró en dirección a Wrath que, pareciendo notar su mirada en él, volvió la cabeza hacia donde se encontraba Tohr.
—Mi Señor, me parece que tenemos un pequeño problema logístico —señaló observando la habitación.
—A ojos vista —ironizó Wrath de vuelta.
—Llamaré a Fritz para que disponga una de las salas de entrenamiento para reunirnos, ¿os parece?
—Tío, con lo bien que se está apachurrado entre estos dos.
Tohr se giró hacia Rhage que señalaba a V y Butch a cada lado de él, claro que en ese momento ambos se dedicaron a darle un sonoro puñetazo.
—¡Ay!
A fin de evitar más gilipolleces, se apresuró a encontrar a Fritz y le ayudó a preparar la sala. Una vez hubieron acabado, llamó a los demás y todos tomaron asiento alrededor de una enorme mesa, con Wrath en la cabecera.
Miró al Rey que se aclaró la garganta y comenzó:
—Bien no voy a entrar en detalles sobre lo sucedido porque todos habéis sido informados ya de los pormenores de la situación a la que nos enfrentamos. Es obvio que estamos ante circunstancias que no se habían vivido desde tiempos de mi padre, Wrath el Rey Justo, antes de que los Symphaths fueran relegados a vivir en una colonia —gesticuló hacia Tohr que retomó la palabra.
—No se registraba un ataque Symphath en la población vampira desde hace más de trescientos años. Fueron los continuos secuestros de hembras lo que finalmente llevó a la resolución de aislarlos allí donde no pudieran dañar a los civiles, ante la imposibilidad de erradicar por completo su raza. Por desgracia no es la primera vez que se ha producido un ataque como el que tenemos delante. En los archivos de Wrath el Rey Justo referentes a asuntos relacionados con Symphaths hay constancia de varias intervenciones de Guerreros de la Hermandad para dar caza a individuos especialmente perversos que se dedicaban a hacer precisamente esto: escoger víctimas al azar y forzarlas mentalmente a mutilarse —sacó algunos papeles y se los pasó a Wrath, para que él a su vez los fuera pasando al resto.
No todos los asesinos fueron encontrados, como ya he dicho, a diferencia de hoy día, los comedores de pecados no vivían en grupos ni respondían ante ninguna autoridad por lo que era bastante difícil encontrar sus paradero.
—¿Cuándo se produjo el último ataque? —pregunto V, perspicaz como siempre.
Tohr se pasó la mano por el pelo. Ya se temía esta pregunta y desde luego no le extrañaba que fuera el hijoputa de Vishous el que la hiciera. No lo hacía ninguna gracia tener que dar explicaciones, era una historia privada, nadie más que Xhex y John tenía por qué conocerla así que mantendría los detalles al mínimo.
—La última abducción se produjo en 1671 —esperó un momento—. El caso fue resuelto por mí y por Darius.
Las cabezas de rodos los presentes se levantaron como un látigo y sintió catorce pares de ojos fijos en él. Por el gesto de dolor en las caras de algunos de sus hermanos supo que la noticia había sido como un mazazo directo a su pecho.
Joder, Wrath le había dicho que durante todo el tiempo que había estado ausente, él había tenido la certeza de que Tohr no estaba muerto. Decía que sentía su latido vital en su sangre. Tohr comprendía perfectamente a qué se refería: durante la ceremonia de iniciación en La Tumba, todos los Hermanos bebían los unos de los otros, lo que suponía que eran capaces de “sentirse” entre sí.
¿Pero con D? ninguno de ellos sentía el más leve rastro de él en sus venas. Pero bueno, saltar por los aires junto con su coche le hacía eso a un vampiro.
Joder. Mierda.
—¿Por qué cojones no tenía yo constancia de eso Tohrment? —ladró Wrath en su dirección y por el modo en que sus gruesas cejas negras descendían sobre sus gafas, estaba claro que su cabreo era monumental. Novedad.
Tohr se cuadró antes de responder:
—Nunca lo consideré importante, Mi Señor, pues sucedió antes de que vos subierais al trono y nunca ha tenido lugar una situación que exigiera sacar el asunto a colación.
—Y una mierda —masculló Rhage desde el otro lado de la mesa—. Esta información podría habernos…
Unos cuantos golpes del bastón de Rehvenge en el suelo hicieron que la conversación cesara de repente. Tohr se giró hacia el macho, observando el gesto aburrido en su rostro.
—¿Podríais dejar las peleítas familiares para luego e ir al grano?
—O desde luego —se ofreció Rhage poniéndose en pie y crujiendo los nudillos.
—¡Basta! —bramó Tohr. Enarcó una ceja en dirección a Rehv—. ¿Ves por qué las armas están prohibidas?—se volvió hacia Rhage—. Ahora no es el momento, mi hermano. Darius y yo llevamos la misión a término, rescatando a la hembra. Punto. Después de eso, el Rey pasó un decreto contra los Symphaths y fueron desterrados a la colonia actual.
—Claro. Y no irás a decirnos por qué fue esa abducción la que colmó la paciencia del Rey, ¿no? —volvió a inquirir Vishous.
Tohr desvió la vista un segundo hacia Xhex, que se había puesto ligeramente pálida y luego taladró al macho con la mirada.
El muy cabronazo. Lo estaba haciendo a propósito. Se había dado cuenta de que el asunto la ponía nerviosa y lo estaba usando en su contra.
Joder, esto ya era demasiado. Una cosa era que el al tipo no le cayera bien la hembra, aunque la Virgen supiera cuál era la razón. Otra muy distinta era que se aprovechara de una debilidad para hacerla sufrir.
Y de paso ponerle a él mismo entre la espada en la pared. Todo en uno.
Puto genio.
Con una mirada cargada de disculpa hacia la hembra, retomó el relato:
—Como ya dije, D y yo rescatamos a la hembra. Pero a partir de ahí las cosas no salieron tan bien. Resultó que el Symphath que la había secuestrado la violó y ella quedó en cinta del monstruo. Intentó quitarse la vida varias veces antes de deshonrar a su familia trayéndoles semejante carga, pero sobrevivió hasta el parto —inspiró hondo—. Una vez dio a luz, me descuidé unos segundos, solo unos putos segundos para arropar al bebé…ella tomó la mi daga de su funda y se atravesó el pecho con ella. ¿Quieres saber cuál fue el problema?—fijó la mirada en los diamantinos ojos de V—. La hembra era la hija del jodido leadhyre, su única hija.
Desviando los ojos de los del Hermano le dejó rumiando lo que le había dicho. No tenía ninguna duda de que V ya se habría hecho una idea, al menos a grandes rasgos, de la historia de Xhex.
Y se odió cada puñetero segundo por haber puesto a la hembra en esta situación. Pero no le quedaba más opción. Se enfrentaban a un enemigo peligroso y sus Hermanos necesitaban la mayor cantidad de información que él pudiera darles, le pesara a quien le pesara.
—Ahora —prosiguió—, nos encontramos con una situación diferente. A pesar de que las mutilaciones psico–inducidas habían sido realizadas antes por Symphaths, se producían a lo largo del cautiverio al que éstos sometían a su víctima. ¿En este caso?—hizo circular fotos de la escena—. Fue todo muy express. No hubo secuestro ninguno, simplemente la carnaza en el callejón.
—Lo cual nos lleva a preguntarnos qué ha hecho que los mamones cambien su modus operando —comentó Butch pensativo.
Y, por supuesto, todas las miradas se clavaron en Rehvenge.
—Ya os lo he dicho —el macho puso los ojos en blanco—. No hay manera de que todo esto se haya orquestado en la colonia sin mi conocimiento. Los Symphaths simplemente no funcionan así. Soy su rey porque me temen, soy el monstruo que puebla sus pesadillas y puede arrebatarles la vida cuando le plazca. En eso se basa su respeto. Depusieron a mi tío simplemente porque estaban más cagados de miedo de mí. Los cabrones no van al baño sin que yo me entere. Punto.
—Danos otra explicación para esto, entonces.— Tohr empujó una de las fotos directamente frente a Rehvenge, que la observó sin inmutarse.
Los ojos amatista se elevaron tras unos segundos.
—Es un ataque Symphath —declaró el macho.
—¡No jodas! —ironizó Rhage de fondo.
Tohr lo taladró con la mirada e instó a Rehvenge a seguir.
—Lo que significa que hay un grupo de Symphaths renegados fuera de la colonia actuando por su cuenta.
Sagrada Virgen. Si Tohr creía que lo de antes había sido un silencio sepulcral esto le ganaba por goleada.
Su temor más profundo estaba tomando forma.
—Los cabrones serán tan difíciles de rastrear como lo eran los viejos tiempos si van por libre —gruñó alguno de los Hermanos de fondo.
—Lo que significa que tenemos que empezar a cazarlos. YA —sentenció Wrath.
Tras tres horas de reunión planificando las tácticas, armamento, equipos y demás cosas necesarias para comenzar la operación contra los Symphaths, Tohr volvió a su cuarto y por más que intentó con conciliar el sueño se paso las restantes horas de día dando vueltas en la cama, intentando perfeccionar y agregar detalles que hicieran su misión más efectiva.
En cuanto el último rayo de sol hubo desaparecido tras el horizonte, se desmaterializó en un pequeño claro de bosque. La brisa nocturna acarició su cuerpo cansado y lo revitalizo misteriosamente.
Con un suspiro, caminó los 50 metros que aproximadamente separaban el claro de la entrada de la cueva tallada en la rocosa pared de la montaña frente a él.
Con la pericia de aquel que ya había hecho esto cientos de veces, accionó en el orden correcto los mecanismos ocultos que harían que la puerta se deslizara, dándole acceso al santuario de la Hermandad.
Cerró con cuidado tras de él y se quedo allí de pie unos segundos, mientras sus ojos se acostumbraban a la penumbra solo perforada por la luz de ardientes antorchas clavadas en las paredes. Penetrando más profundamente en el macizo rocoso, lo recibió otro par de puertas, esta vez hechas de hierro. Con gran esfuerzo las abrió parcialmente.
Y no pudo evitar sonreír mientras las cerraba. Apenas unos meses antes no le había sido posible hacerlo por sí solo, Lassiter había tenido que ayudarlo.
Pero ahora, la mayor parte de su fuerza estaba de vuelta. Y las cosas no hacían más que mejorar.
Una parte de su mente vagó hasta el recuerdo del incidente que se había producido con Layla.
Bueno, mejoraban al menos físicamente.
Su mirada se deslizó por las paredes esculpidas en mármol negro, las velas que alumbraban en lugar, los millares de tarros de restrictores y se detuvo en los nombres de todos los miembros de la Hermandad, grabados en la pared frente a él.
Arrodillándose, colocó las palmas de las manos sobre los muslos, bajó la cabeza y se dispuso a meditar. Siempre que necesitaba un momento a solas en que el aclarar sus pensamientos, venía a La Tumba. Pudiera ser porque gran parte de los momentos más importantes de su vida se habían producido entre estas paredes… conocer a Darius, su inducción a la Hermandad, conocer al resto de sus hermanos.
Pero más seguramente era por la paz que el sitio le transmitía. Aquí se habían reunido durante cientos de años las generaciones de Guerreros para trazar sus planes de acción, ponerse al tanto de sus situaciones o simplemente verse los unos a los otros. El lugar era un remanso para la violencia que corría en las venas de todos ellos.
Y el ciertamente necesitaba algo de tranquilidad en estos momentos.
Cerrando los ojos inspiró profundamente y dejó que su ritmo cardiaco fuera disminuyendo poco a poco, acompasándose con su lenta respiración. Sus constantes vitales bajaron y v entró en un pacífico letargo. Con un último pensamiento consciente, abrió su mente a la reflexión y…
Aghony se encontraba muy serio frente a ellos. Miró de hito en hito a Darius y dedicó una mirada de pasada a Tohr.
—¿Dos bajas, Darius? ¿Te envío en una misión especificada como máxima prioridad y me informas de que tanto la víctima como el secuestrador están muertos? —dijo el líder de la Hermandad con incredulidad.
A su lado, Tohr sintió al macho tensarse. D no estaba acostumbrado a ser el blanco de la decepción de sus superiores. Y ambos sabían que dadas las circunstancias en que se había desarrollado la misión el resultado no habría podido ser mucho mejor.
—Hay factores atenuantes Aghony, deberías haber leído el informe redactado por Tohrment antes de reclamarnos en tu presencia.
El macho curvó el labio ligeramente hacia arriba y se acercó un paso a D, amenazante.
—Estás peligrosamente cerca de la insubordinación, Darius —le gruñó, sus ojos amarillos brillaban con furia —. No digas nada que me haga hacer algo de lo que nos arrepintamos más tarde.
Como macho de política que era, Darius dio un respetuoso paso hacia atrás y Tohr no pudo más que respetarle por tragarse su orgullo de esa manera. Todos sabían que D era el mejor Guerrero de la Hermandad en esos momentos, por lo que, si las cosas hubieran llegado a ponerse feas, Aghony tenía todas las de perder.
—No era mi intención ofenderte, hermano. Sólo quería poner de manifiesto que la lectura de dicho informe te habría servido para cerciorarte de que ambos dimos lo mejor de nosotros en esta fatídica misión, pero la suerte no estuvo de nuestro lado al cien por cien.
El otro macho pareció tranquilizarse un poco y se ajustó el cinturón del pantalón para luego carraspear.
—Bien, supongo que me dejé llevar un poco cuando Tohrture me entregó el informe y vi la firma del chico al final.
A Tohr le dieron ganas de pegarle un buen puñetazo al tipo, ¿es que no podía dignarse a mirarlo? ¿No le parecía que ya era suficiente con el desprecio de su padre, Hharm? Había pasado la transición y había sobrevivido al campamento de guerra del Sanguinario, ¿qué más tenía que probar?
Sintió la mano de D posarse en su hombro, un peso asegurador que le calmó algo los ánimos.
—Fuiste tú mismo quien me dijo que el chico necesitaría un whard dadas sus circunstancias, Aghony. Por eso le llevé conmigo a la misión. Además como todo macho con sangre de guerrero tenía que ser sometido a su prueba de acceso a la Hermandad.
No pudo evitarlo. Tohr simplemente no pudo evitar que la cabeza le girara a toda velocidad hacia el rostro de D, ¿prueba de…acceso a la Hermandad? ¿De qué coño hablaba? ¿Por qué no le había contado nada?
Miró hacía Aghony y vio que el macho estaba tan, o más sorprendido que él. Una de sus perfectas cejas rubias se alzó.
—¿No crees que es un poco pronto para eso, Darius? Sin contar que todos los Hermanos deberían estar presentes para avalar su acceso y…—el macho se paró en seco y los labios le formaron una fina línea de desaprobación.
Pero aunque las palabras no hubieran sido dichas, Tohr sabía exactamente lo que estaba pensando, pues era su propio mayor miedo: su padre nunca daría su visto bueno para que entrara en la Hermandad. Nunca. El macho lo despreciaba por el solo hecho de vivir.
Y una regla muy clara era que cuando un macho era propuesto como candidato a Guerrero, todos y cada uno de los Hermanos debían aceptarle. Sin decisión unánime, no había inducción.
Y la oportunidad de entrar en la Hermandad sólo te era dada una vez en la vida.
Por lo que él podía ir despidiéndose.
—No estoy diciendo que la proposición de inducción deba realizarse ya, sólo quería dejar claro que funciono como aval del chico —dijo Darius con seriedad—. Yo lo propongo como miembro en un futuro venidero.
Aghony asintió lentamente y esta vez sí deslizó la mirada por la forma de Tohr, claramente preguntándose qué había visto Darius, su Guerrero más prominente, en él para proponerlo con tanta seguridad y prontitud.
Pareciendo haber adivinado los pensamientos de su líder, D dio un paso hacia adelante, le tocó con firmeza el antebrazo y sonrió con serenidad.
—Cuando leas en informe, te darás cuenta.
Una vez se hubieron despedido de Aghony y salido de La Tumba, se giró hacia su whard, sentía una opresión en el pecho que no podía clasificar, pero dolía.
Tenía ganas de pegar a D, de abrazarle, de clavarle una daga por no haberle dicho nada sobre lo de la inducción, de bailar de alegría ante el hecho de que alguien creyera que él valía algo, de echarse a llorar.
—Yo…
El macho levantó una mano callándolo y siguió andando, dándole la espalda de manera que Tohr no tuviera que seguir luchando por enmascarar los sentimientos que surcaban su rostro.
—Tranquilo, hijo, sé cómo te sientes.
Frunció el ceño, la esencia de su cuerpo debió haber cambiado pues D se dio la vuelta y le guiñó un ojo.
—Eres un libro abierto, qué quieres que te diga. Tendrás que aprender a esconder mejor todas esas mariconadas.
Una sonrisa de gilipollas total se ensanchó poco a poco en la cara de Tohr, tenía tanto que aprender de este macho, de su…padre.
Realmente él…
—Buenas noches, Guerrero.
La voz parecida a campanillas de plata tintineando lo sacó de su trance con toda la suavidad del impacto de un camión. Con un pequeño saltó abrió los ojos y por poco se cayó al intentar ponerse de pie.
—¡Virgen Escriba!
Aunque no supo como estaba tan seguro, obtuvo la clara sensación de que bajo la capucha la Diosa estaba sonriéndole.
—No era mi intención pillarte desprevenido, pero me sorprendió volver a sentirte en el santuario de la Hermandad. Últimamente pasas mucho tiempo aquí.
—Me sirve para aclarar mi mente, para pensar.
—¿Y sobre qué tienes que reflexionar con tanta asiduidad y tan profundamente?
Alzó su mirada hacia ella y la respuesta le salió con extraña rapidez y sinceridad.
—Sobre la vida.
Sintió como la Virgen Escriba volvía a sonreírle.
—Ah, sobre la vida, Guerrero. Tan profundo como siempre. Pero, no te has planteado que la vida no tiene que ser reflexionada, sino vivida.
A Tohr se le vino curiosamente a la cabeza una de las frases filosóficas con las que a Lassiter le gustaba rayarle de vez en cuando: a veces la vida se nos pasa pensando cómo vivirla.
—Siempre te has caracterizado por tu gran poder de razonamiento, tu serenidad y tu capacidad de ver una salida, una solución, allí donde todos los demás fallaban —prosiguió la Diosa—. Pero de un tiempo a esta parte no veo esa poder en ti.
A veces ocurre cuando la vida es una perra cruel contigo, pensó.
La figura encapuchada negó suavemente con la cabeza y su resplandor disminuyó un poco.
—La vida no es un ente vivo dispuesto a dañaros, es lo que vosotros hacéis de ella. Yo os doté de libre albedrío, Guerrero, para que trazarais vuestros propios caminos a lo largo de vuestra existencia. No existe el destino, yo no soy el destino y no maté a tu shellan.
Tohr se sintió conmovido por la tristeza implícita en la voz de la Virgen Escriba y se planteó si, realmente, en algún rincón de su mente, había estado culpándola silenciosamente de la muerte de Wellsie.
—Tú, Tohrment, no dejes de tener fe en mí. Tú, de todos ellos, eras el único que no me había fallado.
—Y no he perdido mi fe en vos, Virgen Escriba —aseguró con una leve reverencia.
Ella dio un paso hacia él y, colocándole una luminosa mano bajo la barbilla, guió su rostro hasta que su mirada se encontró con la suya.
Analisse se había bajado la capucha y sus iris diamantinos le recordaban vagamente a los de Vishous.
—Observa Guerrero a la madre de tu raza y no me mientas.
Tohr sintió como se perdía en la mirada ancestral de la Diosa, y como ella le permitía beber un poco de aquella sabiduría que estaba más allá del tiempo.
—Puedo verlo en tus ojos con toda claridad, ver que has perdido la esperanza aunque estés decidido a recuperarte, ver el vacío en tu interior.
—Perdí a mi shellan, ¿cómo podría no estar vacío, incompleto? Soy una macho vinculado sin su hembra.
El resplandor de la Virgen Escriba comenzó a intensificarse una vez más, la luz blanca cubrió el cuerpo de Tohr poco a poco, llevando una sensación de paz a cada rincón de su ser.
Pero sobre todo, pasó por alto el hecho de que le hubiera hecho una pregunta directa.
—Ya no eres un macho vinculado, hijo. El vinculo se rompe cuando uno de los dos pasa al Fade. Ahora eres un vampiro en la flor de su existencia, pero que vaga sin más meta que vengar a alguien a quien ya no puede ayudar ¿por qué desprecias de esta manera el regalo de la vida que os otorgo a todos y cada uno de vosotros?
—No lo desprecio, simplemente ya no parezco saber qué hacer con él.
—¿Acaso no tenías una vida antes de tu Wellsie? ¿No disfrutabas de tu papel como Guerrero, de todas las aventuras y desventuras que corriste con Darius?
Mal ejemplo, pensó.
—Tampoco él está a mi lado ahora.
—¿Y por qué habría de ser ese Guerrero más importante para ti que cualquiera de tus otros hermanos? Ellos están igualmente dispuestos a amarte, cuidarte, dar su vida por ti. Yo vi su angustia, dolor y desesperación cuando les faltabas, Tohrment.
—Darius fue el padre que nunca tuve.
—Wrath, Rhage, Zsadist, Phury, Dhestroyer, Vishous, John y demás son la familia que nunca tuviste. Tu obstinación de anclarte al pasado no te permite apreciar aquello que colma tu presente. Y como bien sabes, todo se acaba. Estate seguro de no haber terminado tus días son haber disfrutado de aquello que los que te rodean pueden brindarte.
Tohr gruño para sí. Él mismo ya había llegado a todas esas conclusiones, pero no era tan fácil dejar el dolor detrás cada noche cuando se despertaba.
—No debes dejarlo atrás, debes aniquilarlo, borrarlo de tu existencia, desterrarlo a algún sitio donde ya no pueda dañarte y poseerte.
Y ella no dejaba de meterse en su pensamientos, pero… mierda, ¿y si había escuchado eso también? Joder, y eso y…. pfffffff.
La risa de la Diosa sonó totalmente angélica y su mano, que no había abandonado la barbilla de Tohr, trazó un lento recorrido por su rostro, acunándolo como la haría una madre.
—¿Están…—tragó saliva y cerró los ojos—, están ellos bien?
—Eso es una pregunta directa, Guerrero —le regañó—. Y una que no debo responder. Pero sabe nuestros seres queridos viven en nuestro recuerdo. Procura que sea solo lo bueno lo que perdure en tu memoria.
La presencia y el toque la Virgen Escriba fue atenuándose poco a poco, como si estuviera desvaneciéndose frente a él.
Una voz como un eco lejano reverberó con suavidad en las paredes de la cueva.
—No lo olvides, Guerrero, ábrete al amor… en todas sus formas.
Cuando abrió los ojos estaba solo ¿y qué demonios significaba eso de “en todas sus formas”?
Con un bufido se desmaterializó en la mansión, realmente la sesión de hoy en La Tumba había sido productiva.
Cuando volvió a tomar forma en los terrenos de la Hermandad le sorprendió sentir en su piel la picazón de los primero rayos de sol que luchaban por despuntar, así que se apresuró dentro.
Conforme entraba por el recibidor de la mansión vio un cuerpo enorme pasar volando por delante de él, tirándose en plancha a por algo. Seguido inmediatamente de otro cuerpo a todo correr.
El ruido de ambas masas de carne colisionando fue ensordecedor y le produjo una mueca de dolor involuntaria.
—Y una mierda, poli —le llegó la voz de V—. Esa pelota es mía.
—Tú ya tienes las tuyas, egoísta de los cojones. Nunca mejor dicho.
La broma de Butch fue coreada por una carcajada general de aquellos que estuvieran presenciando la lucha de ambos machos.
—Eh, Tohr ¿dónde te habías metido? —le llegó la voz de Rhage—. Estos dos cabezas huecas han hecho una apuesta de…
Se quedó de pie frente a todos los Hermanos y sus shellans que lo miraban como si le hubieran crecido dos cabezas más y otro par de brazos y piernas.
—¿Qué? —preguntó incómodo, revolviéndose en su sitio.
—Macho, tienes que decirme la dirección de la clínica a la que has ido, yo también podría usar un poco de su magia embellecedora —dijo Butch señalando su nariz algo torcida.
—No sabía que te fueran los spas, mi hermano —le disparó V, luego miró a Butch—. Y lo tuyo está más allá de todo arreglo.
—Touché. Aún así desde que me echo tu crema de noche anti–ojeras, he notado cierta mejoría.
V ladró una risa. Podía escuchar el cuchicheo de Beth, describiéndole algo a Wrath, aunque su tono se le hacía extrañamente frío. La enorme figura de Rhage soltó a su Mary y anduvo hacia él, haciendo círculos a su alrededor.
—Definitivamente, Mary, quiero unas pesas mágicas como las de Tohr para mi cumple ¿de dónde has sacado tanto músculo en el último día? ¿Y qué te has hecho un lifting, alguna mascarilla chunga? Tienes la piel brillante y suave como un puto bebé —el tipo incluso alzó una mano y la se la pasó por la mejilla.
—¿De qué mierda estáis hablando todos? —dijo molesto, quitándose al vampiro de encima, se dirigió al espejo a paso rápido más cercano.
Y se quedó con la boca abierta. Sagrada Madre en el Fade ¿qué le había hecho?
Su cuerpo estaba como antes. Cada onza de músculo estaba de vuelta, su pelo era una vez más espeso y lustroso aunque un poco más largo de lo normal diría él, su piel presentaba un brillo sano de tonalidad tostada y atractiva. Pero sus ojos habían experimentado el cambio más espectacular. Eran exactamente de la misma tonalidad azul marino que antes, aunque ahora tenían todo el brillo de antaño, cuando era… feliz.
Se llevó una mano temblorosa al rostro y luego la bajó, apretándola en un puño. Pudo sentir la fuerza bruta en cada uno de los tendones y fibras de su brazo y estuvo seguro de que Lassiter a no podría volver a patearle el culo en el combate cuerpo a cuerpo.
Se sentía más vivo que nunca.
—¿Cápsulas temporales rejuvenecedoras…? —se escuchaba de fondo a Rhage
—¿Una pequeña visita, supongo?
Tohr enfocó la vista en el lugar vacío hace unos segundos y allí estaba el ángel sonriéndole como nunca le había visto hacerlo. Por una vez no estaba siendo un completo idiota, parecía genuinamente encantado del cambio en Tohr.
—Sí, bueno, yo… no tengo la menor idea de qué ha pasado. Tuve una charla con la Virgen Escriba.
—No hace falta que le des muchas vueltas —el tipo negó con la cabeza cortándole—. Lo hecho, hecho está y lo mejor es que ahora aproveches este nuevo don.
—Que místico — Tohr sonrió con cierto nerviosismo y volvió a contemplarse en el espejo.
Se dio la vuelta para enfrentarse a su… familia, probó la palabra tentativamente en su mente, y ver las expresiones de total felicidad en las caras de todos ellos, incluidos tipos duros como V, Z o Wrath le provocó una opresión en el pecho.
Durante un buen rato no se le ocurrió nada para decir, pero el Rey decidió romper el silencio.
—Bienvenido de vuelta, mi hermano —sonrió como un hijoputa.
—Por segunda vez —gruñó Zsadist y rodó lo ojos, aún así, la diversión era clara en su mirada amarilla.
—Seguro que ahora quiere una jodida tarta —masculló V.
—¿Alguien ha dicho tarta? ¿Comida? —se esperanzó Rhage.
—¡Tío, comes como un puñetero diplodocus! —Butch le dio un puñetazo en el hombro.
—Soy un chico grande —se excusó el rubio. Su sonrisa pícara dejó claro que el comentario iba con doble intención. Butch puso cara de asco.
—Eeeeew.
Tohr, que estaba totalmente estupefacto por las calurosas reacciones de sus hermanos, sintió como de repente un par de esbeltos brazos lo rodeaban y luego otro, y otro más. Hasta que todas las shellans lo estaban abrazando a la vez y murmurando cuán contentas estaban de que su milagrosa mejora.
—¡Cabronazo, ahora que tiene pintas de modelo de GQ se lleva a todas las hembras! —se carcajeó Vishous.
—Corre, metamos algo de testosterona ahí en medio antes de que empiecen a pintarle las uñas y rizarle las pestañas —observó a Butch darle un codazo y todos los Hermanos se acercaron junto con ellos para unirse al abrazo colectivo.
—Macho, como siento el amor aquí —Rhage los apachurró a todos aún más y recibió una serie de improperios.
Las palabras de la Virgen Escriba resonaron en la cabeza de Tohr: “ábrete al amor, Gurrero.”
Jodida mierda, predicciones.
Pero no podía dejar de sonreír y… ¿Realmente sentía los ojos algo húmedos? Mierda.
14 comentarios:
Debo entregar el titulo y los objetivos de mi Tesis y aqui estoy emocionada con tu fic! XD! en serio nena sigue asi! suerte con los estudios felicitaciones y besos!
estuvo muuy bueno, muy emotivo la verdaad ;( me encantooooo....
no puedo esperar a leer el siguienteee... gracias x compartiir
suerte en la u....
me encanta, yo tb tengo los ojos un poco húmedos. Como parece ser el caso de todas debería estar estudiando pero la verdad que esta mañna me he levantado pensando en este capítulo, y no lo he podido dejar para más tarde. Me encanta. Sigue escribiendo. Suerte con los exámenes.
Besos
Neferet
Me encanta. Sigue escribiendo. Mucha suerte con los exámenes.
Besos
PD: Yo tb tengo los ojos un poco rojos.
NEFERET
Esto esta genial!
PREGUNTA: Quien mas quiere un abrazo de grupo con los Hermanos porque tendran que hacer fila detras de Mi...
Nena este capi estuvo de lujo... me encanto todo desde los malos malosos hasta la virgen escriba.
la verdad ya hacia falta su aparicion y todo lo que le dijo a thor, por algo es la madre de la raza.
sabes nena concuerdo con muchas de las chicas acaso no eres hija de Ward...
suerte en tus estudios y espero con muchas ansias el proximo capi...
Amas de todas las formas.. huyyyy
Muy bueno capitulo. Sgues creciendo como escritora.
Vamos or parte:
Me gusta como Torh, va incorporandose nuevamente en le hermnadad. Siempre le ha qedado bien el papel del segundo al mando. Sabe como tratar con determinadas situasiones, desenvolviendose muy bien.
Segundo: Me gusta los nuevos malos!!! Ya la veradad aburre un poco tanto señor X, d,s z o cualquier otra letra. Es asertado jugar con los Symphaths y saber mas de ellos. Rhegion , es interesante y seguro traera nuevos conflictos a los hermanitos.
tercero: La charla con la virgen escriba. Es cierto que no salio en el ultimo libro de la hermandad.Personalemnte no la heche de menos en Amante Desencadenada. Se porto como una perra con V y payne, asi que mejor que no apareciera por la mansion. Volviendo al capitulo, me gusto su interacccion con Thorment.
Lo que extrañe fue saber algo de Wrath y Beth, su pelea fue increible y hubiera disfrutado saber que paso luego de esa escena tan candente y tensa.
Sabemos que se tratan friamente, pero muero por leer mas de ellos.
aguardare el proximo, para ver que pasa con el rey y la reine.
Thor ya esta mejor y ojala se abra al amor pronto. o por lo menos interactua mas con Layla.Aunque ya me veo que sera lento y explotara cuando pase ese suceso que se aproxima y vuelve loco a todos los machos.
Besos Nei y mucha inspiracion para ti!!!
Ophir, espero que el capi te inspirara para tu tesis :p
Eliza, Rebk y Neferet me alegro de que les gustara y gracias por los animos!! un besote.
Pekis jajajaj *se parte de risa*, sinceramente creo que la verdadera heredera de Ward es VaneCaos XD
Mary :)Me alegro de que te vaya gustando como se desarrolla en fic. La razón de que no haya habido nada sobre Beth y Wrath es que, al fin y al cabo, es fic es de Tohr y no puedo robarlo taaanto protagonismo, ¿me entiendes?, tengo que mantener el foco. Pero no te preocupes que no te vas a quedar sin la pareja Real :p
NEÏ
Ahhhhh *suspiritos* *suspiritos*
Nena, este capi fue lindo, fue como un balsamo para tanto dolor y conflicto en la vida de nuestro amado Thor. Me encantó sus reminicencias sobre D, aunque de este macho no se conocio mucho en vida, por los comentarios de los hermanos yo aprendí a tenerle un amor intenso y los recuerdos de Thor sobre él me conmovieron inmensamente, hasta el punto de hacerme sentir nuevamente triste por su muerte.
En fin, creo q debes ya notar lo importantisisisisisisisisisisisisisisisisisisisisisisimo que son tus capis para todas nosotras, pues aunque estamos full de exámenes, nos robamos el tiempo para leerte pues la verdad la estas sacando del estadio, con cada capi te superas. Sigue adelante y deseo que te vaya super en la U.
Ya para terminar concuerdo contigo en que aunque no me cae muy bien la virgen escriba, en esta ocasión sus consejos y ayuda a Thor, le dieron unos puntitos en mis afectos, la verdad que ya era hora de que dejara de ser una *`%x?*+ , y se comportara como una verdadera madre de la raza. Así que buen desarrollo argumental el que realizaste, pero concuerdo con las chicas estos capis están muy, muy corticos, quedo empezada y con ganas de más.XD
Un abrazote para ti y mis mejores deseos para tu vida.
Chao.
Felicidades Nei.. estuvo muy ameno pero a mi me falto chicha jejeje.. Prefiero el cap.2
Genial el capitulo eres una diosa NEI!!
tambien me quede con ganas de mas de l rey y la Reine, pero tienes razon es el libro de tohr. Eso es la parte mala de la cosa!! Muero por saber de todas las parejas.
todos ya tienen a sus shellans, pero muero por enterarme como es su vida de pareja, luego del "vivieron felices para siempre". No soporto la espera para las historias cortas de Mary/Rhage y Beth/Wrath!!!
Besos a esperar el proximo!!!
wOOo eres increible!! y creo q ahora muchas nos custionaremos si eres la hija de ward es q .. eres tan intensa y los conoces incleible a todos y cada uno de ellOss.. me encanto el capi como lo trabajaste y no esperaba el buen cambio de thOr fue increible!!
Ahora q ya se anuncio que el libro que sigue es el de thor sera interesante ver en que coinciir y en q estan en otros puntos de vista con la Ward!!
Sigue asiI para que nos regales mas de thOr!!
jaja creo q empiezo a amarte por el fInC *no te emociones ps* jajaja
Recien hoy he podido leer el cap. Fue una joya para mis ojos. Te felicito!!!!!!!!!!!..........
Te superas en cada cap....quiero mas!!!!!!!Bss.
El asunto de los simpats me pone los pelos de punta. Realmente me dan much grima esta especie. Y parece q tiene mal arreglo...
Sobre Thor, me encanta este macho, en serio, estoy deseando ver como logra superar esta etapa de su vida.
Sobre la Virgen Escriva, lo siento, seguro q muchas la verán con mejores ojos pero yo no. La he odiado desde el primer día y creo q seguiré haciéndolo, aunque tal vez eso se deba a q soy atea y q las deidades egocéntricas me dan mucho por el culo. En fin, tengo curiosidad por ver sí al final del fick logras q cambie de opinión.
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