La cosas se caldean entre Selena y Trez:
—Mierda, hembra, no me mires así —gimió Trez.
—¿Así cómo?
Él pareció mover sus caderas y cuando murmuró algo ella tampoco logró entenderlo, respiró profundamente... y queridísima Virgen Escriba, la esencia que emanaba de él era nada menos que ambrosía en la nariz.
—Selena, tienes que irte, muchacha. Por favor...
(p. 124-125)
1 comentario:
Ohhh!!!!
Que muero por leer the king, tengo los dientes largos, amo a los hermanos :)
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