28 nov 2011

Fragmento de LOVER REBORN


Este fragmento sigue al anterior.

Con un gemido, él apoyó las manos en la brillante piscina plateada de su sangre, que tenía debajo, y se dejó caer otra vez como el pedazo de carne que era.

—Guau —suspiró ella.

—Lo sé, ¿verdad? Cuelga como la de un caballo.

—Si eres realmente amable, y sobrevives a esto, prometo no contárselo a V.

—Lo de mi tamaño.

Ella rió un poco.

—No, que has supuesto que te miraría de alguna otra manera distinta a la profesional.

Fragmento de LOVER REBORN


—Lassiter. Quiero verte por delante.

—Eso es lo que dicen todas las chicas.

—¿Esperas que te dé la vuelta? Porque lo haré.

—A tu macho no le va agustar eso.

—Como si te preocupara.

—Cierto. En realidad hace que valga la pena el esfuerzo.

Se trata de Lassiter y la doc Jane.

26 nov 2011

Fragmento de LOVER REBORN


Los ojos de Wrath se volvieron rápidamente hacia él.

—V. Cierra tu jodida boca. O te vas al pasillo.

Vishous, hijo del Sanguinario, no era el tipo de macho que se dejase tratar así por alguien. Excepto, por Wrath, aparentemente. En este caso, el Hermano con tatuajes en la cara, la reputación de pervertido y la mano de la muerte hizo exactamente lo que él le dijo. Cerró la puta boca.

Cosa que decía mucho sobre Wrath, ¿no?

23 nov 2011

Fragmento de LOVER REBORN


Ella se acercó lenta y renqueantemente y se sentó en el escritorio junto a él.

—Lo siento mucho —cuando él pareció un poco sorprendido, ella se encogió de hombros una vez más—. ¿Cómo no voy a darte el pésame ante la pérdida? En verdad, después de veros juntos, creo que nunca podré olvidar lo mucho que la amabas.

Después de un momento, él murmuró con voz ronca:

—Ya somos dos.

Fragmento de LOVER REBORN


Mientras se marchaban, cada una de las mujeres miró a Xcor, sus expresiones sugerían que él era como una enfermedad a la que pronto iban a estar expuestos. Se preguntó a quién le tocaría el palito corto cuando todos ellos volviesen a convocarlo... porque seguro como que el día es largo y las noches siempre demasiado cortas que él iba a tener uno de ellos.

Simplemente era un coste adicional en este tipo de situaciones.

Fragmento de LOVER REBORN


Mientras le sonreía, su expresión era la de un santo.

—Mi nombre es Lassiter y te diré todo lo que necesitas saber sobre mí. En primer lugar, soy un ángel y, en segundo, un pecador; y no estaré aquí mucho tiempo. No voy a hacerte daño nunca, pero estoy preparado para hacértelo pasar malditamente mal si me veo obligado a hacerlo para terminar mi trabajo. Me gustan las puestas de sol y las largas caminatas por la playa, pero mi mujer perfecta ya no existe. Ah, y mi pasatiempos favorito es fastidiar a la gente sacando su mierda afuera. Supongo que soy solo de esa clase que quiere conseguir un aumento de personas -probablemente por el asunto de la resurección.

Fragmento de LOVER REBORN


John y Qhuinn se detuvieron a ambos lados de él y el segundo lo estudió con la mirada.

—Dime que no es nuestro nuevo vecino.

—Xcor.

—¿Nació con esa jeta o alguien se lo hizo?

—Quién sabe.

—Bueno, si se supone que es por una cirugía de nariz, necesita un cirujano plástico nuevo.

Fragmento de LOVER REBORN


El lesser era un recluta nuevo: su pelo, sus ojos y su piel aún no eran pálido. Larguirucho e inquieto, parecía un drogadicto al que se le había fundido el cerebro, sin duda esa era la razón por la que había caído a formar parte de la Sociedad.

—¡Voy a saltar! ¡Voy a saltar, coño!

Tohr palmeó el mango de una de sus dos dagas y desenfundó la hoja negra.

—Entonces, deja de parlotear y empieza a volar.

El asesino miró por encima de su hombro.

—¡Lo haré! ¡Juro que lo haré!

Una ráfaga arremetió contra ellos desde una dirección diferente, barriendo el largo abrigo de cuero de Tohr en la caída libre.

—No me importa. Te mataré aquí o allí abajo.

14 nov 2011

Amante Renacido: capítulo 12 por Neï


¡¡¡CHICAS CUÁNTO TIEMPO!!!

Bueno, sobre todo quiero agradecerles a todos su enorme paciencia, ya sé que tardé mucho, incluso más de lo que yo misma había esperado.

También *enormes besotes* por desearme suerte en todos los exámenes, por preguntar cómo me iban las cosas y, en general, por seguir tan fieles al fic a pesar de los altibajos.

Creo que van a disfrutar especialmente este capi, los anteriores fueron muy crudos, por situaciones varias, pero este es una especie de tributo a la Hermandad. Hay un poquito de casi todos, en menor o mayor medida (sobre todo hay de los que más os gustan XD)

Empezamos con la resolución del conflicto entre Tohr y Layla con que terminó el capi anterior y luego… ¡LASSITER POR UN TUBO! Sí, la Belleza Emplumada (como yo le llamo) llevaba tiempo sin hacer una aparición, más que nada porque la parejita protagonista necesitaba su tiempo, pero va a hacer una reentrada a lo grande.

Quiero decirles que me permití una pequeña licencia en cuanto a la sexualidad de Lass. Ward nunca ha hecho gran alusión a ella, por lo que me he basado en mis gustos y espero no decepcionar a ninguna. Ya lo leerán.

Ya para acabar, tengo que dar crédito al personaje de rol de Facebook Angelator Lass *se le tira encima, estampándole un beso* ¡Gracias, eres el mejor! Un día, paseándome por Face vi que me habían añadido a un grupo llamado “Despacho de Tohr” y, como comprenderán, no me pude resistir a pasarme y dejar saludito. De algo tan simple como eso surgió toda una conversación en la que el Angelator y el Tohrmentor me mataron de risa por lo que decidí pedirles permiso para coger algunos pedazos de la conver e introducirlos en el fic.

Dicho todo esto, no me enrollo más y las dejo disfrutar de lo que llevan tanto tiempo esperando.

¡Besotes, preciosas!

Neï.


AMANTE RENACIDO
Capítulo 12. Reunión.

{Pon una sonrisa en tu voz}
{Los amigos, son la familia que escogemos para nosotros mismos}



Tohr escrutó el rostro de Layla ante su pregunta. La hembra se mordía los labios y una de sus manos iba constantemente a un mechón que le colgaba cerca de la mejilla izquierda.

Nerviosismo.

Cambió el peso de un pie a otro y se aclaró la garganta, esperando una explicación. Cojones, él también estaba nervioso.

La burbuja de cuento de hadas se había reventado de repente y ahí estaban ellos dos: después de unas cinco horas de sexo era la hora de que su recién adquirida compañera le contará exactamente por qué había entrado en su habitación casi en estado de shock y cubierta de sangre de pies a cabeza.

1) Sabía que Qhuinn estaba envuelto en el tema, esperaba que, fuera lo que fuera, no le obligar a tener que matarle. O castrarle en la mejor de las circunstancias.

2) Coño, la pizza se iba a enfriar.

Se pasó la mano por el pelo y dio un par de pasos hacia Layla. Ella lo miró con sus brillantes ojos verdes casi totalmente oscurecidos por sus pupilas dilatadas. Le apoyó una mano en el hombro desnudo y la acarició lentamente intentando calmarla.

—Vamos, nalla, no puede ser tan malo.

—Casi… casi lo mato, Tohr —se llevó la mano a la garganta y cerró los ojos como si intentara huir del solo pensamiento—. Él quería ayudarme y yo casi le mato.

Tohr alzó las cejas ante la confesión, su mente se esforzaba por hacer algún tipo de conexión congruente que le llevara del momento en que el puñetazo de Rehv le dejó k.o al momento en que estaban ahora.

Y no pudo encontrar ni una.

—No pude controlarme, ¿sabes? Todos esos años en el Otro Lado, ¿para qué? En el fondo, somos animales, guiados por nuestros instintos. Si el Hermano Zsadist no me hubiera apartado de él, hubiera bebido cada gota de su sangre hasta saciar mi sed. Soy una asesina.

Tohr sacudió la cabeza, una, dos, tres veces ¿eso era todo? Joder, prácticamente se había imaginado alguna tipo de orgía con alimentación de por medio, ¿y eso era todo? Suspiró de alivio y ella le miró como si estuviera loco.

—No eres ninguna asesina, Layla, solo hiciste lo que tu cuerpo te ordenaba, no era 100% tú en ese momento —la tomó por la barbilla—. Y sí, en el fondo, somos animales y eso no es malo: el honor es animal, la lealtad lo es. La mayor parte de nuestras debilidades derivan del raciocinio.

—¿Cómo puedes decir eso? No creo que el Sire Qhuinn estuviera de acuerdo teniendo en cuenta que se pasará el resto de la semana en la Enfermería reponiéndose de una anemia severa y de una descarga de poder del Hermano Vishous.

Cojones. O sea, que el crío había estado clínicamente muerto y no habían conseguido traerlo a la vida por métodos normales. Ella realmente lo había matado.

No era como si fuera a decírselo, claro está.

—¿Soy yo un asesino, nalla?

—¡Claro que no! —le miró como si le hubiera salido otra cabeza.

—Mi trabajo, mi vida, a lo que me dedico es a eliminar restrictores.

—Ellos que son asesinos, hacen de sus presas civiles indefensos —gruñó la hembra.

—Sí, pero en su anterior vida muchos de ellos eran humanos comunes y corrientes que tuvieron la mala fortuna de cruzarse con uno de los esbirros del Omega y la mala fortuna de fiarse de él ¿acaso no todos cometemos errores? No creo que solo un error les condene —alzó la mano para que no le interrumpiera—. Esto ya no es como hace 200 años cuando la Sociedad estaba en pleno apogeo y los reclutas estaban entrenados específicamente para luchar contra nosotros. Muchos de los que matamos hoy día, los novatos… por la Virgen, he visto adolescentes entre ellos, críos, niños para nuestros estándares y los he matado.

—Es por un bien mayor.

—Yo creo que te alimentaste de Qhuinn por un bien mayor.

—Eso—le clavó un dedo en el pecho—, es egoísta. Ese macho se merece una disculpa de mi parte y nunca, en toda mi vida, seré capaz de pagar la deuda de casi haberle arrebatado la suya.

—Por las ganas con las que venía a alimentarte —gruñó Tohr—, no creo que hubiera estado muy triste de que le dieras “el beso mortal”. Puede que tú no te dieras cuenta, pero llevo mucho tiempo fijándome en ti y te he visto después de varios de tus encuentros con él ¿quieres negar la soledad y la frustración que veía en tu cara? No. Me. Lo. Creo.

—No sabes la primera cosa acerca de nosotros.

Tohr sintió como si un peso le presionara el pecho, sus colmillos se alargaban poco a poco.

—Ah, ¿con que ahora es nosotros?

Siempre ha sido nosotros, Tohrment —sus mejillas estaban encendidas, él nunca la había visto así—. Los motivos de Qhuinn pueden haber sido cualesquiera, pero cuando ninguno de vosotros veía en mí más allá de mi aspecto exterior y mi deber como Elegida, él me dio lo que necesitaba en ese momento. A pesar de todo tu “fijarte en mi”, no estabas ahí. De manera que no pienso permitir que calumnies a un macho que considero mi amigo por mucho que te ame.

—¿Pero qué.. —Tohr se paró en seco al escuchar las últimas palabras de Layla—, ¿Qué… qué has dicho?

Ella ladeó la cabeza, tenía el ceño profundamente fruncido:

—Pues que no pienso tolerar que calumnies a…

—No, no, eso no, lo del final.

Se lo pensó un segundo y luego sus ojos se abrieron con una ligera sorpresa y el color volvió a subir a sus mejillas. Se revolvió en su sitio y bajó la vista al suelo.

Tohr podía sentir como la rabia que había habido en su interior hace unos segundos daba, poco a poco, paso al deseo: sus colmillos se alargaban completamente, su sexo se endurecía y un ligero aroma a especias oscuras emanaba de su piel.

—Dilo, nalla, dilo y volveré a hacerte mía en esa cama. Dilo y te daré tanto placer que olvidarás tu propio nombre.

—Te amo —susurró en la más leve, pero firme, de las voces. Su mirada subió hasta encontrarse con la de él y estaba formada por dos fuegos esmeralda.

Lo siguiente que Tohr supo fue que tenía a Layla aprisionada en la cama bajo él, le había abierto las piernas con sus rodillas y su mano derecha bajaba lentamente por su cuerpo hasta su feminidad, tanteando cuán húmeda estaba para él.

Cuando la tocó, ambos gimieron en alto y ella arqueó la espalda ofreciéndose más abiertamente, echando el cuello hacia atrás.

Separándose lo mínimo indispensable, dio un tirón de sus pantalones liberando su miembro y lo dirigió con un fuerte y decidido impulso a donde debía estar. El interior de su hembra. Todas sus terminaciones nerviosas estallaron de puro placer al enterrarse profundamente en ella y mientras la veía deslizarse arriba y abajo en la cama al son de sus embestidas.

Pero esta vez no podía ser gentil, no podía ser suave. Necesitaba mostrarle toda su masculinidad, necesitaba marcarla.

—No me importa —comenzó a decirle entre respiración y respiración—, que ese crío sea ti amigo mientras le quede muy claro quién es tu macho, ¿te parece, nalla?

Ella solo sacudió la cabeza de manera ininteligible y Tohr disminuyó el ritmo, manteniendo solo la punta de su polla dentro de ella, haciéndola desear más de él. Naturalmente, Layla, alzó la cabeza y le gruñó, tomándolo por la nuca y moviéndose para instarlo a seguir.

Tohr se deslizó un poco más adentro con mucha lentitud y volvió a sacarla casi entera.

—He dicho: ¿Te…parece…, nalla? —preguntó puntualizando cada palabra con un fuerte empujón dentro de ella. La hembra puso los ojos en blanco y gimoteó.

—Sí…

—Entonces… —reanudó el ritmo de antes llevándola al borde de la locura—, ¿Quién es tu macho?

Layla echó la cabeza hacia atrás nuevamente mientras su primer orgasmo estremecía su cuerpo y el nombre de Tohr salía desgarradoramente de sus labios. Él no pudo evitar clavar los ojos como flechas en toda la pálida piel expuesta. Dejó que sus instintos tomaran en control.

Con un rápido movimiento y un siseo los clavó en su yugular y tomó un gran trago de sangre. El fuego de las venas de Layla corrió como lava por sus venas, incendiándolo desde dentro, dándole a su cuerpo el poder explosivo de un volcán.

El ritmo pasó de frenético a desbocadamente salvaje, la cama se movía por completo y media mansión parecía estarles escuchando. Tohr sentía su esencia de vinculación a punto de estallar, pero no conseguía liberarse del todo.

El orgasmo que siguió borró todo de su mente, le cortó la respiración, tensó todos sus músculos. Y le hizo el macho más feliz del mundo.

Cuando por fin acabaron, selló con dulzura las heridas del cuello de su hembra. Eran profundas, pero no había desgarrado la carne más de lo necesario, había tenido cuidado con eso. El resultado: dos preciosas incisiones que demostraban a ojos vista el su amor por ella.

Solo hubiera deseado que llevara su marcaje encima también.

A su lado, Layla se revolvió y le abrazó cuando su lengua comenzó a hacerle cosquillas en la herida. Tohr la miró más de cerca y vio las pequeñas manchas de sangre aquí y allá: sus pechos, sus muslos… las pequeñas gotitas de sudor y la masa de nudos que eran sus dorados mechones y rió.

Nalla, creo que ese baño que estabas preparando sería una buena idea para ambos.

Ella solo levantó un dedo en gesto de espera y suspiró.

—Sabes, si siempre va a ser así, tendré que buscarme más amigos para que los calumnies.

Ambos comenzaron a reír y volvieron a abrazarse.

—Lo siento, soy muy imparcial en lo que a Qhuinn, se refiere, lo admito —dijo acariciándole el cabello.

—Lo sé, nallum, pero ese macho ha estado ahí para mí cuando le he necesitado y mira cómo le he pagado. Da igual lo que digas —le cortó—, yo siento que estoy en deuda con él y le debo una disculpa.

—¿Podré estar presente en esa charla?

Layla enarcó una ceja ante la posesividad y la desconfianza y Tohr bufó.

—Oh, no es por ti, es por él. El crío tiene fama de tirar… de acostarse con todo lo que se le pone por delante.

Yo no soy “todo lo que se le pone por delante”, Tohrment. Y te advierto que te estás precipitando en tu juicio de un macho de valía. Y no, no pongas esa cara… ¡no te rías!

—Es que hace mucho que nadie me regaña —desde Wellsie, pensó.

—Prométeme que vas a darle una oportunidad.

—Layla…

—Prométemelo, nallum.

—Está bien —Tohr rodó los ojos—. Ahora, ¿baño?

Ella le miró muy seria y luego… no estaba en la cama sino lanzándose de ella.

—¡Él último en llegar trae la cena!

—¡Eh, eso es trampa!

****


Lassiter observó el culo -ya no tan caído- de Tohr mientras el macho prácticamente se llevaba en volandas un carrito plateado lleno a rebosar de pizza al piso superior de la mansión y fue incapaz de evitar que una sonrisa ñoña le curvara los labios.

Percatándose de la mueca, jugueteó nerviosamente con el piercing de su lengua y luego se frotó las manos y yendo hasta la nevera se pilló una Coca-Cola. La destapó, tomó un sorbo y suspiró. De puuuuta madre. Siempre podía pensar mucho mejor una vez tenía su delicioso chute de cafeína carbonatada con él.

Y le hacía falta pensar de verdad, porque lo que estaba a punto de hacer no era ninguna tontería. Podría tener la edad que quisiera, pero, colega, organizar fiestas no era cosa de ángeles. Al menos no del tipo de ángel toca-pelotas que era él.

Sorbo. Sorbo más largo. Mierda, no iba a conseguirlo sólo, eso era obvio. Al menos el mayordomo ese le ayudaría, pero iba a necesitar a uno de los chupasangres de su lado si pretendía que tipos duros como Vishous o Wrath se unieran al guateque.

Con un sobresalto vio el servilletero levitando frente a sus ojos y soltó una maldición viciosa mientras cerraba los ojos y se concentraba en “apagarse” a sí mismo. Siempre le pasaba lo mismo cuando se ponía nervioso: brillaba más de lo normal, las cosas a su alrededor flotaban… a veces incluso explotaban.

Al carajo, se bebió de un trago lo que le quedaba y plantó sus shitkickers en el suelo. Si no pasaba a la acción ya mismo, todo el plan iba a quedar en nada.

Se paseó por el salón, pero ninguno de los Hermanos estaba allí, y lo mismo pasó con la sala de billares. Los bastardos debían estar en el campo de batalla o con sus compañeras. De todas maneras, él solo necesitaba a uno de ellos.

Frunciendo el ceño se dirigió a la sala de cine particular de la Hermandad, si el tipo no estaba allí ya podía haberse desvanecido de la faz del planeta.

El ruido proveniente de la habitación le dio esperanzas y apretó el paso, abriendo más fuerte de lo que hubiera querido las puertas. Debería haber prestado más atención a los sonidos, coño. Si hubiera sido capaz de ruborizarse, lo hubiera hecho, pero era demasiado machote… bueno y eso de sangrar… ehem, pasemos a otro tema.

Eso mismo, Lass maldijo entre dientes mientras sus ojos sin pupilas captaban todos y cada uno de los detalles de la pantalla gigante. Cada poro de la inmensa cantidad de piel expuesta se fijó en su retina a fuego y se removió inquieto.

—Eres un puto palillero —dijo queriendo poner final a la incómoda situación.

La cabeza rubia que sobresalía un palmo del asiento se dio la vuelta con rapidez, algunos mechones volando con el movimiento. El apuesto rostro del Hermano lucía una expresión de sorprendido enfado, con sus perfectas cejas bajadas sobre sus ojos… blancos.

Tragó, no había visto al tipo así muchas veces, y las pocas que lo había hecho había estado muy, muy cabreado ¿Qué coño le había hecho una escena semi-porno de una peli que, a ojos vista, era Vanilla Sky?

—¿Qué cojones haces tú aquí? —gruñó Rhage. Sus ojos refulgieron mientras echaba la mano hacia atrás tanteando en busca del mando. Cuando lo encontró pulsó pausa.

La boca de Nicole Kidman quedó a escasos centímetros del bueno… de eso de Tom Cruise. Joder, eso era lo último que necesitaban ver en ese momento.

—¿Qué haces tú viendo eso? —Lassiter intentó que su tono sonara lo más desenfadado posible. Ya estaba lo suficientemente nervioso por la fiesta de Tohr como para que una puta peli le recordara lo mucho que llevaba sin echar un bueno polvo mortal.

Rhage se puso en pie, se estiró y luego intentó acomodar su total-absolutamente-irremediablemente-obvia erección en sus pantalones de yoga. El tipo lo hizo sin inmutarse, no es como si hubiera alguna hembra cuya sensibilidad pudiera herir. Aunque, Lass intentó que no se le notara que miraba, dudaba que hubiera algún ser vivo al cual pudiera herir la vista de cualquier parte del cuerpo del Hermano, el hijoputa era perfecto.

—A mi Mary le gusta especialmente esta peli, quería descubrir por qué y luego… pensé que podría darme un par de ideas.

—No iras a proponerle que se disfrace de Nicole Kidman y te haga eso, ¿no? —dijo señalando hacia la pantalla—. Porque en el momento en que te toque hacer de Cruise… mi amigo, me temo que el tipo no da la talla.

—Soy un Cruise re-tonificado —rió Rhage. Sus ojos iban volviendo a la normalidad poco a poco conforme se calmaba, pero notó que el ángel lo miraba con curiosidad—. No tengo que tener ganas de cargarme a alguien para que esto pase, solo tengo que tener ganas.

Lass se aclaró la garganta y desvió los ojos del musculoso cuerpo de Rhage. Su mirada fue a parar a la pantalla con la caliente escena teniendo lugar, con una maldición muda, apagó la cosa mentalmente y agradeció la oscuridad que les envolvió, solo rota por su propio resplandor, algo más brillante de lo que a él le gustaría.

—¿Qué cojones? Quería seguir viendo esa peli —se quejó Rhage.

La esencia a oscuras especias del vampiro saturaba la habitación. Joder, necesitaba estar con alguien ya. Los eventos de las últimas semanas lo habían dejado al borde: los ataques, la convalecencia de Tohr, la necesidad de Beth que, inesperadamente, también le había afectado aunque mínimamente.

Su esencia angélica estaba alterada, luchando contra las barreras de carne mortal que las constreñían, por eso cada vez le costaba más controlar su resplandor. Una buena dosis de sexo le ayudaría a liberar tensiones. Ya fuera con una hembra… o con un macho.

No era como si fuera a hacer públicas en algo como nunca sus preferencias. Para los Hermanos era un tipo tan duro como todos ellos y no necesitaban más. No conocía lo suficientemente bien a la mitad de esos cabezas de chorlito como para saber la manera en que reaccionarían si lo supieran.

De manera que, los lugares en los que le diera por meter su inmortal polla solo le incumbían a él. Punto.

Pero tener 200 kilos de macho caliente delante de él, teniendo en cuenta el estado en el que estaba. Era una ca-ga-da. No era como si fuera a írsele la pinza y a saltar encima del tipo o algo así. Joder, respetaba a Rhage y a su shellan, sin mencionar que después del algo así tendría que matar al vampiro, básicamente para evitar que él le matara primero.

Pero ir por toda la casa con Hollywood y su propio sexo duro como compañía no era lo que más le apetecía en el mundo.

—Llevo un rato buscándote, bastardo. Necesito tu ayuda, sígueme —le dio la espalda y echó a andar hacia el salón con tal de quitarle los ojos de encima. Esta noche iba a tener una pequeña conversación pene-mano, decidió.

Con un bufido exasperado, el tipo le siguió hasta el salón donde se dejó caer en el primer sofá libre que pilló.

—¿No me digas que vas cambiarte de sexo? —saltó—. Ya era hora, tío… digo, tía. Yo te apoyo.

Lassiter rodó los ojos y plantó el culo en el sofá más cercano. Se pasó la mano por el pelo, despejando los mechones negros y dorados de su rostro, las pulseras de oro en sus muñecas tintinearon con la acción.

Había algo que necesitaba saber antes de sacar el tema de la fiesta, necesitaba estar seguro de que sería un momento de celebración para toda la Hermandad, nadie podía quedarse fuera.

—¿Cómo está Z? —inquirió

—Mucho mejor —el rostro de Rhage se ensombreció—, por lo que Bella ha hablado con Mary, ha estado teniendo unas pesadillas asquerosamente vívidas hasta hace poco, pero hará cosa de dos días que han parado y ya consigue dormir de un tirón —se paró como si no estuviera seguro de si debía seguir, pero debió de ver algo en su cara que no le frenó—. Aparentemente, ha tenido una conversación en plan “reveladora” con Phury. Los bastardos son como uña y carne ahora, tanto la actitud como el ánimo de Zsadist han mejorado bastante.

Asintió lentamente mientras sopesaba las palabras del Hermano. Estaba decidido entonces, todos en la casa estarían más que felices de celebrar las recuperaciones de los distintos miembros de la Hermandad que habían resultado heridos. Además, podía sentir la necesidad de Beth retirándose, a lo sumo en un día más estaría fuera de ella y podría unirse a ellos con su hellren.

—Ahora promete que no vas a reírte, cabronazo, porque este rollo de buen samaritano que voy a tirarme no es en absoluto habitual en mí.

—Seh, todos sabemos que eres un tipo duro —se mofó Rhage desenvolviendo un tootsie-pop y metiéndoselo en la boca—. ¿Sientes las piernas? —rió citando la peli Rambo.

Definitivamente siento una de ellas, bastardo, le entraron ganas de meterle el puto chupa-chups por la garganta a la fuerza.

—Cierra el buzón y escucha, listillo. Las últimas semanas han sido una mierda para todos, varios han resultado heridos, unos más que otros. El ambiente en la mansión ha estado cargado y la necesidad de la Reina solo ha empeorado las cosas —suspiró antes de soltar la bomba—. Se me ocurrió que, los que no hemos estado metidos en el drama, organicemos algo para levantarle los ánimos al resto de la peña.

Rhage los miró un ratito como si le hubieran salido dos cabezas más, todo el tiempo su lengua iba y vena sobre la superficie rosada del tootsie-pop poniéndole nervioso. De repente, dio un mordisco, aplastando el caramelo y le dio un fuerte puñetazo en el hombro.

—Joder, tío, esa es una idea de puta madre —el enorme rubio parecía estar verdaderamente emocionado ante la perspectiva de liarla parda por la felicidad de sus hermanos—. Tenemos que hablar con Butch, es la caña para las fiestas y con Fritz y… oh, joder, seguro que Marissa sabe un montón de estas mierdas, sí…

—Eh, eh, para el carro, colega. Tenemos que dividirnos muy, muy bien las tareas. Veras, Hollywood, yo no soy santo de la devoción de tus Hermanos, así que tú te ocupas de lidiar con ellos. Yo me organizaré con aquellos menos propensos a ceder a su deseo de castrarme, ¿te parece?

El vampiro ya estaba de pie, dando vueltas de un lado a otro, claramente con miles de cosas en la cabeza, murmurando para sí mismo cosas ininteligibles.

—Eh tú, se supone que para algunos será una sorpresa, así que cierra esa bocaza que tienes.

—¿Y para quiénes va a ser sorpresa? —ladeó la cabeza.

—Wrath, Tohr, Z, Beth, Qhuinn, Layla…

—¿Qhuinn? ¿Layla? —Rhage se paró en seco con el ceño fruncido. Lo cual le proporcionó al ángel toda información que necesitaba: Rhage no estaba al tanto de nada. Y no iba a ser él el que destapara la olla de secretos.

—Sí, han tenido… sus problemillas, se merecen un descanso.

—¿Está la Elegida bien? Es mi donante, pero que se también lo es de otros de mis hermanos.

—Créeme —dijo enigmáticamente Lass—, ahora mismo no podría estar mejor. Bien, por lo que siento de la necesidad de Beth tenemos unos dos días como máximo para poder preparar todo. Estamos a viernes y el clima ahí fuera es una mierda, la primera nevada es inminente, con un poco de suerte todos podríais quedar fuera de rotación el Domingo, ¿no te parece?

—De puta madre, Angelator.

Lassiter puso cara de qué-cojones-acabas-de-llamarme y Rhage respondió con su mejor sonrisa de cabrón satisfecho.

—Es algo que Tohr te llama.

—¿Y por qué mierda acabo de enterarme de que os dirigís hacia mi magnífica persona con un apelativo tan ridículo?

—Porque ese nombre es una cosa buena —dijo el Hermano mientras se daba la vuelta marchándose en dirección a la Guarida—, y hasta ahora mismo no estaba seguro de si te lo merecías al 100%... Angelator —soltó una risotada y echó a correr, sus pasos retumbando como una jodida manada de elefantes.

Lass se quedó ahí sentado como un gilipollas, una curiosa sensación como de calor empezando a formarse en el centro de su pecho y a extenderse por el resto de su cuerpo.

¿Angelator? Menuda mierda, rió, pero el hecho de que Tohr se refiriera a él de alguna manera cariñosa, por así decirlo, le hacía sentirse mejor… realizado.

Joder, vale, era inmortal, pero no por eso le molaba perder el tiempo y había habido momentos con ese macho en que realmente había sentido que lo estaba haciendo. En un determinado era como si hubieran llegado a un callejón sin salida… y las puñeteras paredes del callejón amenazaban con derrumbarse y aplastarlos a los dos.

El tipo era su misión, tenía que asegurarse de que salía del pozo de mierda en el que se había sumido… entre otras cosas. Y no había sido hasta la intervención de Layla en su vida que había visto que podía haber una luz al final del túnel, una posibilidad de un final medianamente feliz.

Esa hembra había cambiado las tornas de repente, volviendo a darle a Tohr una verdadera razón para vivir, haciéndole pasar del auto-convencimiento de que debía seguir adelante, a insuflarle las ganas de seguir viviendo.

No estaba muy seguro de quién era su verdadero Salvador, si ella o él.

Pero por muy maravilloso que fuera todo ahora, los problemas de esos dos no habían hecho más que empezar. Tohr era un macho que había estado emparejado, un Guerrero experimentado que, a lo largo de su vida, había pasado por más de lo que una persona debería.

Por su lado, Layla había vivido toda su vida arropada en el seno de las Elegidas en el Otro Lado, si bien no por elección propia. Aún así, Lass estaba seguro de que no había que ser vidente para darse cuenta de que estas diferencias sustanciales les traerían sus problemas.

Eso sin contar que, el algún momento, iban a tener que hacer pública su “relación” y ese sería un paso muy duro para ambos. La mayoría de los miembros de la Hermandad habían vivido muchísimos años junto a Wellsie y no les sería un cambio fácil, aventuraba. Joder, pensaba sobre todo en la manera en que reaccionaría John, presentía que el crío iba a traer problemas una vez más. Aún así, alguien tenía que poner las cosas en movimiento y, como siempre, la pringaba él.

Pero ahora tenía que centrarse en otras cosas, tenía una fiesta que preparar (su primera fiesta en realidad) y no tenía la más mínima idea de cómo empezar. Repasó su lista mental de personas no-dispuestas-a-castrarle con las que quería hablar. Marissa, la shellan de Butch, era la primera, pero no estaba muy seguro de dónde podría encontrarla, de manera que tendría que recurrir a Fritz para contactar con ella.

****


Tohr observó a Layla dormitando a su lado y no pudo evitar pasar las yemas de sus dedos por las marcas de colmillos en su pálido y esbelto cuello. Él mismo la había dejado allí hace pocos minutos y si le daba la vuelta vería las marcas rosadas de alimentaciones anteriores.

Y se sentía como un puto crío envuelto en felicidad por ello.

Sagrada Virgen, aún no podía creerse que esto estuviera pasándole a él… aunque llevaba tres días prácticamente encerrado en la habitación con su hembra. El primer día, cuando se encontró con Lassiter, había sido el único que se había aventurado fuera de la habitación, el resto de las veces había pedido a Fritz que trajeran la comida. No quería separarse de ella ni un solo instante, no fuera que se esfumara en cuanto se diera la vuelta.

Ya había tenido suficiente de hembras desapareciendo de su vida. Suficiente.

Dejó que su mirada vagara por el techo y suspiró. Sabía que lo que estaba haciendo estaba mal. Wrath estaba ocupado sirviendo a Beth, y él mismo era su segundo al mando, es decir: debería haberse hecho cargo de los asuntos de la Hermandad ahora que el Rey faltaba. Además, joder… Estaba siendo totalmente irresponsable. Las pocas veces que se había aventurado fuera de la habitación meramente para pedir algo a Fritz cuando este no le había cogido el teléfono había visto que los demás estaban muy raros. No le extrañaba, esa montaña de carne violenta vampira había estado probablemente encerrada aquí durante tres días y no debía de hacerles mucha gracia.

Realmente debería bajar y hacerse cargo de ellos.

—¿Qué ocurre, nallum? —Layla se revolvió a su lado y apoyó su cara en su bíceps, hociqueando graciosamente.

—Creo que es hora de que volvamos al mundo real, nalla, Wrath no está disponible en estos momento y mis Hermanos deben estar alimentando a fuego lento sus ganas de matarnos a ambos por haberlos dejado sin nada que hace durante los últimos tres días. Además, ya es hora de que me reincorpore al campo de batalla. Gracias a ti —apoyó su amplia palma en su cálida mejilla—, estoy curado, en todos los aspectos.

Ella le sonrió y, como de costumbre, Tohr sintió que su propio Sol particular brillaba para él, infundiéndole fuerzas. Ella giró el rostro para besar su mano y asintió con gravedad.

—Comprendo, tienes tareas que llevar acabo y yo no quiero ser un lastre para tu trabajo con los Hermanos, supongo que… —frunció los labios—, volveré al rancho del Primale por el momento.

Tohr se reincorporó tan rápido en la cama que el reposacabezas pareció creerse que su cráneo venía directo a darle un beso francés y lo aceptó gustosamente. El ruidoso ¡PUM! Retumbó en la habitación, pero apenas le prestó atención aparte de frotarse lo que en pocos minutos sería un chichón gigantesco.

—No, vas a quedarte conmigo, no es necesario que vuelvas con tus las demás Elegidas —gruñó.

Los ojos de la hembra brillaron ante la mera perspectiva de quedarse a su lado y el vampiro se reafirmó en su afirmación de mantenerla a su lado.

—Mandaré a alguien para que traiga tus cosas y te instalarás aquí mismo, no es necesario que te preocupes por nada —la besó—. Y ahora, es casi la hora de la Primera Comida, porque no bajamos a ver que se cuece.

Cuando ambos se hubieron cambiado salieron de la habitación en dirección al Comedor. Entonces un ruido agudo, parecido a un silbido, rompió el silencio. Layla y el se taparon los oídos y apretaron los dientes.

—¡Qué ha sido eso? —preguntó la hembra molesta.

—No tengo la menor idea —Tohr se encogió de hombros—, pero no me extrañaría que los locos estos se hubieran puesto salvajes en nuestra ausencia. Vamos, nalla, voy a tener que poner orden ahí abajo.

Pero, conforme bajaban las enormes escaleras que daban al hall de entrada, ni uno ni otro veían nada inusual. Él sentía que había algo raro en el ambiente, aunque no era capaz de especificar qué era y Layla parecía estar igual de intranquila.

No tenían ni idea lo que había hecho aquel ruido y no se veía a ninguno de los Hermanos, los chicos o incluso a los doggens por ninguna parte.

Pasaron el hall y entraron en el Comedor, ni la más mínima señal de que alguien estuviera preparando la Primera Comida allí. Tohr abrazó a Layla más cerca de sí e, inconscientemente, comenzó a repasar mentalmente las salidas más cercanas. Sus ojos acerados repasaban cada centímetro de espacio mientras pasaban hasta el Salón. No dejaban de reprenderse por no tener siquiera una daga encima, joder, nunca creyó que fuera necesario en su propia casa.

Justo cuando estaban a punto de pasar el umbral de las dobles puertas que conducían al Salón, Layla le apretó el brazo con más fuerza.

—Tohr —jadeó en el mismo momento en que él veía a qué debía estarse refiriendo.

Ahí justo frente a ellos, el aire ondulaba de manera extraña… parecía más denso, como si pudiera doblarse. La mente del Guerrero trabajaba a toda máquina en un intento de identificar la amenaza. Ya iba a decirle a su hembra que pasara al Otro Lado lo más rápido que pudiera cuando algo hizo click en su cerebro.

—Eso…eso es un mhis —murmuró, y él solo conocía a un vampiro capaz de crear un mhis como ése—. ¿Vishous?

Su visión del Salón tembló y se desdibujó revelando la realidad tras la ilusión mental. Apenas si les dio tiempo a cubrirse antes de que un montón de sprays de espuma les atacaran y guirnaldas les llovieran en la cabeza. Algo parecido a un grito de guerra resonó en la habitación mientras la Hermandad prácticamente al completo se lanzaba sobre ellos.

Las shellans apartaron a Layla de la melé rápidamente para evitar que se hiciera daño accidentalmente y comenzaron a rodearle el cuerpo con cintas de colores sin dejar de reír.

Mientras los muy bastardos de sus hermanos se lo pasaron pipa metiéndole espuma en sitios donde un macho definitivamente no debería tenerla.

—Oh, mirad, será nuestra nueva mascota ¡Aquí, chico! —resonó una voz burlona que no podía ser otra que la de Rhage.

—Le llamaremos: Copito de Nieve —risas atronadoras corearon el comentario.

Esa voz… ahora le cuadraba todo.

—¡Lassiter! ¡Voy a arrancarte ese par de apéndices plumosos que debes tener escondidos en alguna parte y luego te mataré! —bramó. Lo cual solo le valió más espuma en la boca.

—Eh, miradlo por el lado bueno —dijo V—, ya tenemos un pavo relleno para el día de Acción de Gracias.

—Mi hermano, todos sabemos sobre tus “gustos peculiares”, pero yo no le hincaría el colmillo a Tohr por muy pavo que fuera, qué quieres que te diga —bromeó Butch.

—No te pases, poli.

—De todos maneras, V —interrumpió Rhage—, yo creí que las ovejas eran más tu estilo, ya sabes por lo de la lana… tejer… y tal.

Todos, incluido Tohr, se ahogaron en risas ante el ingenioso comentario del rubio. Cuando sintió que dos pares de manos le dejaban supuso que Vishous debía estar persiguiendo a Hollywood por todos el Salón, probablemente para afeitarle una ceja otra vez.

—Me pregunto quién es el masoquista aquí, cuando tengo tanta espuma para reproducir tu moda facial mono-céjica una vez más, mi hermano —rugió V.

—¡Mary, haz algo, el vampiro malote quiere practicar sus perversiones conmigo! —lloriqueó falsamente escondiéndose (todo lo posible, claro) detrás de su shellan. Luego siguió—: ¡Jane, rápido, saca su mordaza rosa favorita, distráelo!

Tohr cayó al suelo empujado por un peso que le pareció Butch por su tono de voz y otro que debía ser Phury por el pelo medianamente largo. Ahora que no era el centro de atención comenzó a sacarse espuma de los ojos.

—Sabes qué —comentó V comenzando a quitarse el guante de la mano derecha—, creo que no voy a necesitar una maquinilla al final.

—A mí me huele a chamusquina —soltó Phury.

—Ten cuidado, Phury, Perillita podría hacerte la permanente rizándote mechones con los dedos —se carcajeó Lassiter.

—Mejor no te digo dónde voy a hacerte la permanente a ti, angelucho.

—Nop, lo siento, estoy todo depiladito, colega —sentenció el tipo con una sonrisa cabrona.

Los Hermanos soltaron todos un ¡UGH! al unísono.

—Podría haber pasado sin conocer esa información —aseguró la voz de barítono de Wrath.

—Creo que voy a potar —apostilló cansinamente Zsadist que estaba en una esquina.

—Eh, venga —se quejó Lass—, no es como si alguno de vosotros fuera a tener la espalda peluda de aquí a, digamos, un siglo, ¿no?

—Es el sueño metrosexual —dramatizó Wrath—. Tohr, ¿cómo no le has matado aún?

—Eso me pregunto a veces. Nadie sabe lo que es el tormento hasta que descubre que su culo lleva adosado una extensión de plumas, dorado mal gusto y perforaciones corporales

—¡JÁ! Y eso lo dices tú, Tohrmentor —dijo Lass masticando cada palabra—. Y eso que no habéis visto los piercings —se jactó

—Oh, Sagrada Virgen, voy a potar —masculló Zsadist

—Venga, alguno que otro no está mal —le defendió Rhage encogiéndose de hombros.

Tohr bufó:

—Créeme, mi hermano, es distinto cuando los porta tu sombra dorada. Imagínate una bombilla repleta de imperdibles y con un humor de mierda. Lo único que deseas es tirar de todos y cada uno hasta que salten por los aires.

—Amén —gruñó Wrath, quien ahora tenía a Beth, pacientemente, quitándole trocitos secos de espuma del pelo.

—Estáis enfermos —dejó caer V mientras tiraba por ahí su bote de espuma y sacaba un cigarro liado mano

Rhage se acercó furtivamente a Butch y simuló susurrarle en el oído aunque todos podían oírlo perfectamente:

—¿Aún está en la fase de negación de su enfermedad?

Butch asintió con gravedad, siguiéndole el royo.

—Marissa y yo nos pasamos todo el día recogiendo pequeños pedacitos de lana de la Guarida, ¿verdad, amor?

La hembra asintió muy seria mientras seguía, junto con las demás, enredándole cintas de colores en el pelo a Layla.

—Creí que la Asociación funcionaría, tsk —el rubio meneó la cabeza.

—Dejaos de mierda, bastardos —gruñó V.

—Ahí va otro claro síntoma de negación, violencia ante la mención del tema. Qué triste —Butch hizo como que se limpiaba una lágrima.

—Poli, vas a arrepentirte de…

—Eh, eh, eh… —Tohr los cortó en seco, harto de seguir la pelea desde el suelo como si fuera un maldito partido de ping pong—. Os recuerdo que sigo aquí, imbéciles, y lleno de esta… porquería —se quitó espuma del oído derecho—, por vuestra jodida culpa.

—Ahora te aguantas —puntualizó Wrath estirando su propia camisa llena de espuma—. Y eso es un decreto Real.

—Solo está de mal humor porque yo estaba confabulada con ellos —puntuó Beth.

—Eso fue muy cruel, leelan —admitió con una sonrisa salvaje—, querían llamarme Nevadito, los mamones —gruñó hacia el resto de machos.

—No digas que no iría bien con tu personalidad —ironizó Lassiter.

—¿Por qué…

—No cierra el puto buzón…

—Jodida vez, en serio.

—¿Quién ha invitado a Mr. Bombilla a la fiesta?

Todos los Hermanos atacaron al ángel a la vez, él solo les devolvió una gélida mirada que luego desvió a Rhage. El vampiro se aclaró la garganta.

—Bueh… en realidad, Angelator fue el que la organizó. La idea fue suya.

—Claro —corearon las hembras.

—¿No lo sabíais? —Jane enarcó una ceja.

—¿Qué? No me dijiste que él estaba detrás de todo cuando me rogaste que participara —escupió V.

Butch ladró una carcajada y le dio un codazo en las costillas.

—Mi hombre, todos sabemos que te morías por inflar los globos.

—Cinco palabras, poli.

—Rhage esta como un queso —intervino el susodicho sin que nadie lo llamara—. Ah, no, no, aún mejor: Rhage te adoraré para siempre.

—La venganza es una puta —se lo pensó un rato y añadió—, bastardos.

—Eso haces seis —apostiló Z.

—No jodas, Einstein —gruñó V a lo que el otro Hermano respondió aún con más gruñidos.

—Eh, eh, muchachos —intervino Phury para calmar los ánimos—, creo que sería un buen momento para que te ocuparas de la música, ¿no, Vishous?

El vampiro se marchó a regañadientes y al poco rato los bajos de una canción de Ludacris llenaron el Salón y el ambiente se tranquilizó poco a poco. Cada uno poniéndose un poco a lo suyo.

Tohr los observaba a todos mientras Phury se apiadaba de él y le ayudaba con una toalla húmeda a solucionar, en lo posible, el exceso de espuma en su persona. Por Darius que la sentía hasta ahí. Butch y V se dirigieron, como de costumbre a los billares. Hollywood estaba a punto de seguirles, pero se dio la vuelta en el último momento para llamar a Z que estaba sentado pacientemente en el alféizar de una de los grandes ventanales. El hermano declinó la invitación silenciosamente. Sintiendo que Phury observaba a su gemelo algo ansioso, Tohr le aseguró que podía apañarse sólo con lo que faltaba y el macho se marchó con juna sonrisa de agradecimiento.

Lassiter no se hizo esperar demasiado, tras unos minutos, el ángel se le acercó como quién no quería la cosa, colocándose a su lado, pero si mirarle. Él siempre se había sentido cómodo en la presencia del tipo, incluso en los momentos en que estaba totalmente insoportable o cuando había estado arrastrando su culo por toda la mansión para ayudarle a salir adelante.

No era algo que le pasara con muchas personas, Darius y Wellsie se contaban entre los pocos y ahora que iba a conociéndola en profundidad creía que podría añadir a Layla a la lista. Eran ese tipo de personalidades con las que sentía una extraña especie de “conexión cósmica” o alguna mierda por el estilo. Cuando se rodeaba de ellos, el rugido en su interior se calmaba, dejando paso a un silencio armónico.

—Ten cuidado con la espuma en las pelotas —la voz del ángel interrumpió sus pensamientos—, si se te seca ahí… uf, puede ser dolorosa de quitar.

Aunque a veces el silencio fuera roto por la gilipollez más extrema.

—Si eso pasa, me aseguraré de que la venganza que tengo en mente sea mucho más cruel, palomino.

—¿Palomino? —inquirió incrédulo.

—Sí, ya sabes, paloma, canario, periquito, cualquier cosa emplumada. Preferentemente amarillo chillón —comentó en clara alusión a su pelo.

—No es amarillo canario, tipo con el-sentido-de-la-moda-en-el-culo, es amarillo león.

—¿Ahora eres una puta esfinge? ¿Mitad pájaro mitad león?

—Soy Antiguo —Lass se sonrió con suficiencia.

—Prefiero llamarte viejo, te pega más teniendo en cuenta tus gustos televisivos. Y, colega, si vuelvo a verte enganchado a Friends… lo nuestro se ha acabado.

—No podría superarlo, ¿dónde encontraría a alguien con un sentido del humor tan árido, una personalidad más mierdosa, el culo más caído —puntuó el comentario con una mirada—, y a quien fuera más fácil darle una paliza?

—Angelator, no seas pelota, que las plumas no rebotan bien, ¿o no jugabais al baloncesto en el instituto para varones santificados?

—¿Al balón-qué? Mira, en cosas terrícolas, no me saques de el ámbito de la caja boba—admitió el ángel.

Tohr rodó los ojos y ambos volvieron a quedar en silencio una vez más. Aún así, sentía que le faltaba algo…

—¿Dónde están John y los chicos?

La mirada completamente blanca se posó en él y le estudió, claramente midiendo sus palabras.

—Qhuinn ha salido hoy de la Enfermería. Se ha hecho el tipo duro, tal como dicta el protocolo, etc, etc, pero ni John ni Blay se fían de que se sienta realmente bien y se han quedado con él en la habitación asegurándose de que no haga ninguna gilipollez. Han dicho que cuando se quede sopa, a lo mejor bajan.

El hermano asintió mientras su mente vagaba hacia John. Una pequeña parte de él casi se alegraba de que el muchacho no hubiera bajado. El resto de la Hermandad, aquí presente, a excepción de Xhex, estaba, en menor o mayor medida, al tanto de cómo se habían desarrollado las cosas con respecto a él y Layla. John… a menos que Qhuinn hubiera abierto el pico, y estaba seguro de que no sería para hablar en su favor, no tenía la más remota idea. Y un gusanito interior le decía que no iba a hacerle la menor gracia.

Desvió la mirada hacia Layla: estaba sentada con el resto de las shellans. Éstas se habían dedicado a hacerle delicadas trencitas en el pelo con unas serpentinas que se habían traído y ahora todas bebían Don Perignon en unas graciosas copas mientras charlaban animadamente. Tohr nunca antes había visto a Layla con otras hembras, siempre había sido la Elegida que venía sola a alimentarle, la solitaria y deseada hembra aparecía en sus sueños, la amante que era solo para él.

Ahora, por primera vez, la veía interactuar con otros… y no podía sino admirar su vivacidad y su buena disposición. Cualidades que, a él como Guerrero, se le escapaban en su mayoría. Parecía genuinamente a gusto con las demás hembras, como si las conociera de toda la vida y eso le provocaba una agradable sensación de calor en el pecho. Quería pasar lo que le quedaba de vida con esta hembra, de verdad, pero ella tendría que vivir en las Mansión y el ver que encontraría en Beth, Mary, Bella, Marissa, Jane y Cormia -a quien conocía más- las amigas que, sin duda, necesitaba, lo tranquilizaba profundamente.

La observó un poco más, recorriendo con la mirada las sanas y hermosas de su cuerpo y absorbiendo su envidiable vitalidad a la distancia hasta que ella se dio la vuelta, como si sintiera sus ojos sobre su piel. Los iris verde claro chispearon al encontrarse con los suyos y se le encogió el alma ante la intensidad del sentimiento que transmitieron. Un escalofrió lo recorrió de pies a cabeza y miró hacia sus propias manos, temblorosas.

Las vio fuertes, capaces. Siguió por sus brazos y los notó poderosos, protectores. El corazón en su pecho latía rápido y seguro. Y su mente estaba enfocada… y enamorada. Superando las barreras que su masculinidad le imponía, colocó la mano derecha sobre el hombro de Lassiter, que observaba el intercambio de miradas silenciosamente, y lo apretó cariñosamente.

—Gracias —dijo tan bajito, que solo ellos dos podían saber que la palabra había salido alguna vez de su boca. El ángel solo asintió y miró a otro lado, pero al vampiro no se escapó el inicio de una sonrisa en sus labios.

Gracias. Uno sola, simple palabra. Siete letras. Dos sílabas. Y tantísimo significado. Sabía que no hacía falta que le dijera que si no fuera por él ni siquiera estaría vivo, no tendría el amor de una familia, lo suyo con Layla nunca habría llegado a ser. No hacía falta, porque en esa simple palabra iban implícitos todos esos sentimientos. Y porque, joder, el tipo era un jodido ángel.

7 nov 2011

Más sobre Lover Reborn


Es oficial: Tohr ya está en Nueva York. En el recuento final, LOVER REBORN ha alcanzado las 194.057 palabras y 813 páginas, ha superado Amante Mío sobradamente y se ha quedado justo por detrás de Amante Vengado.

Ward cuenta que ha sido jodido hasta el final, jodidamente jodido a pesar de que sabía qué esperar... hay una escena en particular que le llega CADA vez.

Dios, me temo que en esa "escena en particular" vamos a necesitar un cargamento de pañuelos.

Cita nº4.



"—No es bobalicona. No tengo una sonrisa bobalicona en la cara".

Vishous a J. R. Ward en La entrevista que nunca tuvo lugar, p. 562
Dentro de la Guía Secreta de la Hermandad de la Daga Negra

2 nov 2011

Breve nota sobre Lover Reborn


Ward sigue con la corrección del manuscrito y no deja de darnos buenas noticias. Ya lleva un buen montón de páginas corregidas y acaba de comunicar, vía FB, que el libro de Tohr está a sólo 495 palabras de llegar a ser como el de John.

A la autora aún le quedan 249 páginas por corregir y no puede dejar de pensar en lo que podría suceder mañana. Está convencida de que Tohr alcanzará y superará Amante mío.

PRÓXIMAMENTE: LOVER UNVEILED (20 de abril 2021) 19º LA HERMANDAD DE LA DAGA NEGRA

PRÓXIMAMENTE: LOVER UNVEILED (20 de abril 2021) 19º LA HERMANDAD DE LA DAGA NEGRA

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