4 oct 2011

Amante Renacido: capítulo 11 por Neï


¡Hola chicas! Bien lo primero quiero decir dos cosas:

1) ¡¡¡¡PERDÓOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOON POR EL RETRASO!!!! Tuve muchísimos obstáculos con este capi. No solo tenía (y tengo) un montón de ideas las cuales no estoy muy segura de en qué orden poner y cómo organizar, redactar etc. sino que estuve en Barcelona y luego en Milán y entre una cosa y otra las semanas que estuve allí no escribí. De modo que llegué al día 26 del jodido Septiembre con UNA página del capi nuevo escrita ¡¡UNA!! Me quería suicidar. Encima luego me encontré sin conexión a internet y sin posibilidades de acercarme a un cibercafé. De modo que, lo siento, pero este capi está hecho con prisas y lo subo porque tengo un compromiso con ustedes y avisé con poco tiempo del retraso, si fuera por mí, lo quitaba casi entero. Pero no quiero ser aguafiestas, con suerte, lo disfrutarán, sobre todo el comienzo que es la parte que más me gusta. ¡No doy más excusas, sorry!

2) Esta introducción va a ser larga (como ya van viendo), pero les rogaría QUE LA LEAN. Tengo intención de explicar unas cuantas cosas importantes y luego no nos enteramos y van rulando por ahí historias a medias… y muy extrañas XD

De modo que les voy a ser sincera: lo he pasado fatal escribiendo este capítulo. Tenía la “fecha de entrega”, por así llamarla, casi pateándome el culo y un montón de posibles sucesos del fic que no parecían estar por la labor de ponerse en orden. Para más inri, la semana del 26 fue justo la anterior al comienzo de la universidad, de modo que estuve hasta el gorro comprando cosas, echando matrículas, solicitudes, arreglando la leonera que tengo por cuarto para el resto el curso…

Chicas, no voy a volver a subir un capi que haya escrito de prisa como éste. Me parece poco profesional y, aunque les suene exagerado, poco ético para conmigo misma. Yo escribo para mí y para ustedes e intento esforzarme al máximo para que lo que escribo les llegue. Mi regla es: si se me pone la carne de gallina o rio como una demente al leer el capi, entonces voilá: es apto para las demás.

No sentí eso con este capi más que la escena Beth/Wrath. Escribir el resto fue un suplicio porque me sentí como si vomitara letras con tal de llegar a las quince páginas y acabar. No quiero escribir así. No solo porque la calidad de mi “literatura”, digamos, se deteriora, sino porque me quema y me quita las ganas de seguir *mira las caras de angustia y alguna que otra mano con una pistola apuntando* ¡TRANQUILAS! ¡El Fic seguirá!

Aún así, este es, con diferencia, el año más difícil de mi carrera lo que significa menos tiempo. Si por ello, por seguir sacando las notas que necesito y por seguir dándoles un fic de calidad, he de reducirme a un sólo capítulo por mes lo haré. Muy probablemente el capi será más largo, ya que tendré más tiempo y saldrá el último día de cada mes. Siento darles esta noticia pero, espero, que consigan ver que es para un bien mayor. Siento que lo que me ha pasado con este capi es como un toque de advertencia para que no vuelva a ocurrir que escriba sin ganas.

Dicho esto *se frota algún que otro chichón de piedras que le han caído* paso a temas que les interesan más :D

Todas estaréis felices de ver más del matrimonio real al principio de este capi. Opino que la escena es el punto álgido de la necesidad de Beth, donde se resuelve cómo van a seguir las cosas. Wrath acaba aceptando lo inevitable, pero, como veréis no está del todo convencido y tendrá alguna que otra recaída en el futuro. Ahora me toca empezar a rallarme sobre el nombre del futuro bebé (no sé si niño/a) y sobre cómo llevará Beth el embarazo.

Puede que también hayáis notado que mi pequeño Lassiter *O* había estado perdido de un tiempo a esta parte, pero es que tiene una personalidad demasiado intrusiva como para incluirlo en todos los capis, sería la muerte de la intimidad y el protagonismo de los demás personajes. Aún así, os doy un pequeño adelanto de algo que no incluí en este capi :p El Plumitas ya sabe lo de Tohr y Layla y como en el fondo es un pedazo de pan va a proponer una fiesta en su honor. EXACTO. Prepárense, una fiesta de la Hermandad *da saltitos* no puedo esperar a escribirlo. Quedará ver cómo reaccionan los demás ante la noticia. Vishous, por ejemplo, ya se hace a la idea, pero las actitudes de tipos como Qhuinn o John serán… interesantes.

No. No me he olvidado de los Symphaths. Solo los dejo un poco en stand by mientras el resto de las cosas suceden. Tened en cuenta que hace menos de una semana que atacaron a Tohr, de modo que Rhegion y los suyos aún están lamiéndose las heridas y viendo cuál va a ser su próximo movimiento.

Aunque tengo más cositas en la cabeza, no adelanto más. Como diría Ward: ¡Seguid leyendo! Nos vemos, hermosas.

P.D.: He abierto un grupo de Amante Renacido en Facebook. Sseguiré colgando los capis allí y OBVIO en el blog de Daggh *besotes*, pero el chat de los grupos del Face nos da la oportunidad de hablar a todas de manera más inmediata. A lo mejor un día podemos organizar una sesión de preguntas o algo :D

Gracias por vuestra comprensión y apoyo. Disfrutad de la lectura.

Neï.


AMANTE RENACIDO
Capítulo 11. Aguanta.


—¡WRATH! —Beth gritó a pleno pulmón, desenganchando los colmillos de la maltratada yugular de su hellren solo para coger el aire necesario para dejar escapar aquel sonido.

Como de costumbre, su macho no la decepcionó, sino que atendió con todo su poder masculino la suplica que se desprendía de su voz. Los poderosos músculos de su enorme cuerpo se contraían con la gracia de una pantera, ondulando como mercurio vivo bajo su piel, su fuerza parecía inagotable mientras la tomaba una y otra vez.

Habían estado haciéndolo más tiempo del que creía posible sin desmayarse. O morir.

Wrath bombeó dentro de ella con potencia arrolladora una última y estremecedora vez antes de rugir como un tigre y sostenerla contra su cuerpo de hormigón. Beth sintió como los músculos de su propio sexo se contraían alrededor del miembro en su interior, exprimiéndolo, sacándole todo. Sus ojos se pusieron en blanco, su mandíbula quedó laxa y de su rasposa garganta salió un lastimero gemido, mezcla de dolor y placer, satisfacción y alivio porque por fin hubiera acabado.

Sentía el pecho de Wrath subiendo y bajando contra el suyo con un ritmo algo perturbador. Le rodeó el torso con los brazos en un intento por ayudarlo a sostenerse y no pudo evitar hacer una pequeña mueca al notar cómo le sobresalían las costillas. Si seguía pasando las manos por el resto de su cuerpo, notaría el mismo deterioro, ya se sabía la forma de sus vértebras de memoria.

Se revolvió debajo de él, que captó la señal y se retiró de su interior. Cada segundo fue una pequeña agonía: porque quería tenerlo dentro de ella otra vez; porque cada centímetro de su interior estaba en carne viva por la actividad constante. Las piernas le dolían de tenerlas abiertas y en tensión constantemente, los colmillos no se le retiraban de las encías, siempre dispuestos a tomar más y más de su hellren, su piel presentaba los inevitables moretones aquí y allí. Eso sin contar que estaba total y absolutamente, de pies a cabeza, íntegramente, cubierta de una mezcla de sudor, sangre y semen.

Miró a los ojos de Wrath y se dio cuenta de que ni él ni ella cambiarían un solo instante de este día. Se sentía más viva que nunca.

Alrededor de veinticuatro horas después de que la necesidad empezara, y fuera servida, los dolores empezaron a remitir. Ya no necesitaba que él la tomara para no sufrir, pero seguía sintiendo un apetito voraz por su macho. Joder, incluso teniendo delante de sus narices la prueba de lo mucho que se estaba pasando, ambos lados del cuello del Guerrero presentaban profundas heridas ensangrentadas que no acababan de curarse, no podía dejar de imaginarse bebiendo su sangre una vez más, experimentando la montaña rusa de emociones que ésta le provocaba.

Le empujó suavemente de los hombros, un gesto que había pasado a significar que debían descansar, y, con un gruñido, Wrath se dejó caer sobre su espalda. En seguida, su mano derecha salió disparada, buscando a Beth, como si el estar una millonésima de segundo separado de ella fuera más de lo que podía soportar.

En algún momento que no conseguía recordar con exactitud, se habían trasladado del duro suelo del baño a los kilómetros y kilómetros de sedosas sábanas de la cama King size de su dormitorio. Bueno… a lo que quedaba de ellas, porque, de alguna manera, las habían hecho jirones.

Repasó el desmejorado perfil de la figura de su hellren con la mirada y le acarició la mejilla, él hizo un suave sonido, como un ronroneo y a los pocos segundos, por la cadencia de su respiración, se dio cuenta de que se había quedado dormido.

Era la primera vez que lo hacía en un día entero.

Solo de pensar que, muy probablemente, les quedaran otros dos días encerrados aquí, a base de sexo y sangre, la hacía estremecerse y, por momentos, no estaba muy segura de si era de anticipación… o un poco de miedo.

En el pasado día lo había tomado todo de Wrath, su cuerpo, su mente, su sexo, su semilla, su sangre, su amor. El macho parecía ser inagotable para ella, pero podía ver en sus mejillas hundidas que le estaba pasando factura. Ella misma no se sentía mal en absoluto, pero no solo no contaba con las jaquecas de Wrath, sino que había estado alimentando de él aproximadamente cada dos horas.

Y ¿siendo sinceras? Casi todo el sexo había sido con ella debajo, se había limitado a dejarlo calmar su dolor.

Los hechos se habían precipitado de manera alarmante: un día él prácticamente se negaba a ponerle una mano encima, como si su sólo tacto pudiera hacer que sus ovarios se volvieran locos y generaran un bebé ellos solitos; al siguiente se había visto encerrado con ella en el baño de su propia habitación, ambos pillados por sorpresa por las primeras ondas de su necesidad.

No había podido negarse a servirla.

Beth se levantó y fue hacía el baño. En cuanto abrió la puerta sus pies chapotearon en el suelo empapado y recordó que, en un principio Wrath había tenido el pelo empapado y lo había mojado todo, habían estado horas haciéndolo entre los charcos. El intenso olor a sexo era prueba de ello.

Con un suspiro, cogió una de las muchas toallas del aparador y se puso de rodillas, comenzando a secar el suelo. De detrás del váter y de los muebles iba sacando trozos de tela sospechosos: un montón de harapos carmesí que solo podía ser lo que quedaba de su camisón, la pernera de un pantalón de cuero, la mitad de un cinturón…

Para cuando hubo acabado, tenía un montón de tela inservible, y dos toallas empapadas en agua y sangre diluida. Lo puso todo en una cesta, decidiendo que todo lo demás que luego debieran tirar iría también allí.

Se sentó sobre la tapa cerrada del váter y echó la cabeza hacia atrás, por un momento, le pareció que el cansancio quería comenzar a pasarle factura, por lo que se levantó rápidamente, dispuesta a volver a la cama.

Entonces vio la enorme mancha que había dejado sobre el plástico blanco y se miró en el espejo: tenía el pelo alborotado, con mechones que le daban un aspecto salvaje saliendo en todas direcciones; su piel presentaba un brillo inusual, al menos por lo que conseguía ver entre los moretones, las enormes manchas de sangre y otros fluidos, sus colmillos estaban bastante extendidos, pero no le hacían daño, y sus ojos… mostraban un brillo azul-acerado que no había visto nunca.

Era la imagen de la femineidad en pleno apogeo. Aunque fuera un apogeo sucio, en este caso.

Encogiéndose de hombros abrió la ducha y se metió debajo del agua fría para calmarse, lavándose con cuidado. Cuando salió se paró de perfil, chorreando como estaba, delante del espejo y se acarició el vientre. Estaba plano y suave, como siempre. No era como si esperara ver ningún cambio.

Al menos no todavía…

Meneó la cabeza para despejarse y comenzó a secarse. Las posibilidades de que una hembra quedara embarazada en su primera necesidad eran muy bajas, del 15% aproximadamente le había dicho Havers, ya que, técnicamente, solo acababa de empezar a ser fértil.

Pero Bella… había sido su primera vez también.

Beth misma era una híbrida, pero los genes de su hellren eran los más fuerte de toda la raza vampira. El médico se lo había dicho, según él confidencialmente, el hecho de ser un purasangre hacía a Wrath mucho más efectivo en la procreación que a cualquier otro macho. Si se hubiera apareado con Marissa en su primera necesidad, le había explicado con rentintín, las posibilidades de que hubieran engendrado un heredero al trono hubiera sido del 98%, gracias a la pureza de sus sangres.

Solo ahora caía en la cuenta de las posibles consecuencias de que su macho hubiera accedido a servirla. Un bebé.

Una sonrisa estúpida le estiró la cara hasta el punto del dolor ante el solo pensamiento de una criaturita que fuera parte de ambos. Una chispa de vida creada a partir del amor que sentían el uno por el otro.

La sonrisa se esfumó. A Wrath no le haría tanta gracia algo así.

Ella misma recordaba lo mal que lo había pasado Bella en sus últimos meses de embarazo: el cansancio, los dolores, el miedo cuando las pequeñas pérdidas de sangre habían comenzado. No había olvidado tampoco lo preocupado que había estado Zsadist, todo el rato al borde de explotar por cualquier tontería. Lo mal que había reaccionado al nacimiento de Nalla. Sobre todo se acordaba de que casi habían perdido a Bella en la mesa de operaciones.

Por lo general, el embarazo de una hembra vampiro dura unos doce meses de media. Pero Bella sólo había estado en cinta durante nueve, por lo que cuando Nalla dejó bien claro que quería venir al mundo, su mamá no estaba preparada. Jane había intervenido de urgencia, administrándole Pitocin, un fármaco utilizado con regularidad para inducir el parto en las mujeres humanas. Eso había agilizado las contracciones, haciendo que fueran más largas y más frecuentes y todo sin ponerle una epidural, ya que la inyección podía resultar mortal para su raza.

Se apoyó en el lavamanos, aún mirándose al espejo, y suspiró. Dios Santo, ni siquiera podía empezar a imaginar el dolor por el que tenía que haber pasado. Como híbrida, nunca había menstruado y aparentemente, ese era el único dolor que si quiera se acercaba a lo que se sentía al dar a luz.

Finalmente todo había sido para nada. Las constantes vitales de Bella se habían ido al carajo y el proceso del parto se había estancado, Nalla había entrado en sufrimiento fetal y la hembra estaba a punto de morir, es más, aseguraba haber visto la luz del Fade. La cesárea había sido la única opción, la única oportunidad que ambas habían tenido de sobrevivir.

Pero lo peor no había pasado aún.

Beth notó como su propia respiración se volvía más violenta, acercándose peligrosamente a un sollozo, una sensación de quemazón comenzó en sus ojos. Se los frotó intentando alejar las lágrimas mientras seguía recordando las cosas que Bella le había contado sobre esa época cuando se había sincerado con ella:

Después del parto Z había estado tan traumatizado por haber estado tan cerca de perderla que se negaba incluso a coger a la bebé en brazos, es más, ni siquiera se refería a ella como suya, sino como de Bella. El embarazo no había sido algo que habían planeado y hacía muy poco tiempo que habían decidido estar juntos. Mierda, ella había dejado a Zsadist una vez y había estado a punto de hacerlo otra. Todo porque su hellren se había cerrado a ella, escudándose tras una pared tan alta y tan fuerte que parecía que ningún esfuerzo o cantidad de amor por su parte sería capaz de derribarla y permitirle llegar hasta él. Y, en realidad, no lo había sido. Fue el mismo Zsadist quien tuvo que deshacerse de esa barrera de miedos y perjuicios para permitirse ver la realidad de lo que le rodeaba: el amor de su hija hacia él, el hecho de que sería un magnífico padre y no tenía nada de lo que avergonzarse…

Bella, y Nalla, habían conseguido cambiar a Z, abrirle los ojos a una nueva faceta de su persona.

Beth dejó que el primer sollozo pasara a través de su cuerpo, haciéndola temblar. No estaba tan segura de ser capaz de cambiar a Wrath, en absoluto. Ni siquiera creía que hubiera nuevas facetas que descubrir en él.

Ella lo amaba tal y como era, pero, ser tan estructuradamente estricto era una de sus peores cualidades. No había manera de meterle ideas nuevas en la cabeza. Tenía que verlas él.

¿Qué sería de ella si se quedaba embarazada? Antes, debido a la actitud de él, le había parecido algo tan distante e imposible que ni siquiera se había parado a planteárselo. Ahora que la posibilidad, por muy remota que fuera, se asomaba por el horizonte… la aterraba cómo pudiera reaccionar ¿acaso tendría que abandonarlo, como había estado a punto de hacer Bella? ¿Su hijo… su hija, ser vería sin un padre que le amara? Lo había dejado todo por Wrath ¡¿qué sería de su vida?!

—Malditas hormonas de mierda —masculló secándose los ojos. Esta era una de las cosas malas de ser mujer: que tus hormonas se lo pasaran pipa a tu costa convirtiéndote en una montaña rusa de emociones adversas. Pasaba con menor frecuencia de la que los hombres creían. Pero, coño, pasaba.

—¿Beth? —la voz grave de Wrath retumbó en la habitación y ella escuchó el sonido de las sábanas al moverse. Intentó limpiarse las lágrimas con rapidez y alegrarse. Daba igual que no pudiera verla, siempre sabía cómo se encontraba.

A los pocos segundos apareció en el umbral de la puerta del baño y se apoyó en el quicio.

—¿Leelan? ¿Va todo bien? —frunció el ceño y se apresuró hasta ella, le rodeó la cintura con un brazo y le sostuvo la cara con la otra mano, las yemas de sus dedos se deslizaron con sorprendente suavidad por sus mejillas—. ¿Por qué estabas llorando? ¿Te duele algo? ¿Te he hecho daño? ¿He...

—Shhh —le cortó—. Estoy bien… son estas hormonas del demonio. No tienes de que preocuparte.

Observó los crueles, pero atractivos, planos de su rostro y se mordió el labio inferior para contener otro sollozo. Sabía perfectamente el amor que esas facciones podían expresar, pero, ahora mismo, era incapaz de imaginárselas mirando siquiera con cariño a un bebé.

Dios, en qué situación los había puesto a ambos…

—No me mientas —dijo él con sequedad—. Puede que eso tenga que ver, pero algo debe haberte puesto triste. Vamos, Beth, sabes que puedes decírmelo todo.

Y entonces, ¿por qué sentía que este no era un tema que podía hablar con él? Desde que Havers anunciara lo de su necesidad habían estado tan distantes que… era como si se hubiera desacostumbrado a él, en cierto modo. En las últimas veinticuatro horas habían vuelto a estar como siempre, sin nada que les mantuviera de ser como realmente eran el uno con el otro. Tal vez debería… debería seguir siendo así, contárselo todo, ver su respuesta para saber cómo actuar en el caso…

Ni siquiera podía pensar en ello.

—¿Amarías a mi bebé como me amas a mí, Wrath? ¿Amaría a nuestro hijo?

El silenció cayó como un pesado velo sobre ellos, tan espeso que le pareció que ahogaba el sonido de su propio corazón y ya no estaba segura de si seguía latiendo. Era como si todo su universo se tambaleara a su alrededor y la duda se filtrara por las grietas que se iban formando en la superficie. Desde que se habían conocido y su vida había dado un grito de 360º, Wrath se había convertido en el cemento que mantenía unidos los ladrillos de su existencia. Ahora era como si el engrudo de su mundo se resquebrajara y ella estuviera en el centro, esperando a que los cascotes del derrumbamiento le cayeran encima, aplastándola.

—Di algo, por favor.

Las emociones parecían atenazarle la garganta: miedo a su respuesta, tristeza de que todo pudiera irse a la mierda, rabia porque su amor no fuera suficiente para sobreponerse.

Entonces, él habló, cambiándolo todo:

—¿Cómo no iba a amarlo, leelan? ¿Cómo podría no amar a un pedazo de ti?

Su voz era tan grave, baja y raposa, que tuvo que pedirle que lo repitiera. Y luego que lo repitiera una vez más, porque no acababa de creerse lo que estaba oyendo.

Intentó hablar, de veras que lo hizo, pero sus cuerdas vocales no parecían estar por la labor. Y, curiosamente, luego les daría las gracias, porque eso le dio a su hellren el tiempo necesario para reordenar sus pensamientos.

—Tú eres mi shellan, el corazón que late en mi pecho, mi cuerpo, mi piel, mi mente, todo lo que soy y todo lo que seré. Nunca podré amar a nadie como te amo a ti, leelan. Eso no significa que no pueda amar a nadie más.

Sentía las lágrimas cayéndole como un torrente por la cara, sus manos se agarraban con fuerza demoledora a los bíceps de su macho, su respiración era irregular mientras escuchaba todas y cada una de las palabras que había deseado escuchar desde que todo el asunto de la necesidad había comenzado.

—Antes… Joder, ni siquiera quería oír hablar del tema, pero ahora no hay nada que pueda hacer para volver atrás, Beth, ya hemos estado juntos. Puede que haga horas que ya estás embarazada. Y yo estoy acojonado. Por las posibilidades de perderte y… porque no quiero actuar como lo hizo Z con Bella.

Beth tragó saliva ¿comportarse como Zsadist?

—Mi amor, sabes que él no se comportó así porque no amara a Nalla, sabes acerca de la clase de problemas a los que se enfrenta Z, tú no eres así.

—Perdí a mis padres, he perdido a más Hermanos de los que te imaginas. Perderte a ti… ya viste a Tohr, aún me pregunto cómo siquiera está consiguiendo sobreponerse a ello. Perderte a ti y a nuestro bebé. Simplemente no lo soportaría.

La abrazó contra sí con tanta fuerza que durante un segundo estuvo segura de que sus costillas iban a dar de sí. Se agarró a él con tanta fuerza como pudo y enterró sus húmedos ojos en sus pectorales.

—Por primera vez, desde que pasé mi transición, vuelvo a tener miedo, auténtico miedo, otra vez, Beth.

—Ya no queda más opción que seguir adelante, Wrath, no podemos deshacer las acciones que tomamos y tenemos que afrontar las consecuencias de nuestras decisiones —se apartó y lo miró a los ojos, los tenía desenfocados y húmedos—. Yo también estoy asustada, pero ahora que sé que seguirás a mi lado, pase lo que pase… me siento capaz de todo.

Le sonrió y tomo una de sus manos, llevándola a su cara de modo que él notara como lo hacía, luego besó su palma. Y la besó un poco más… y otro poco… su cuerpo volvió a encenderse de deseo. Wrath la olió en el acto, un profundo ronroneo se formó en su pecho y onduló contra ella.

—Voy a demostrarte cuánto te amo. Cuánto os amaría.

Seguía habiendo lágrimas en los ojos de Beth mientras besaba a su hellren de camino a la cama, pero esta vez eran de felicidad. Wrath no era cemento, era argamasa. No importaba cuánto se resquebrajara el recubrimiento de piedra de su exterior, el acero en su interior siempre aguantaría.

Y ella estaría segura con él.

****


Tohr observó como los párpados de Layla se agitaban con rapidez unas cuantas veces mientras los ojos de su hembra se ajustaban a la luz de la habitación. Luego se alzaron revelando las estrellas brillantes que eran para él sus iris verde claro. Una lenta sonrisa se abrió paso a través de su perfecto rostro, volviéndola aún más hermosa si era posible y no pudo evitar contagiarse de la felicidad de la Elegida. Le sonrió como un auténtico gilipollas y bajó la cabeza lentamente para depositar un beso sobre sus labios. Aún los tenía algo hinchados por haberse pasado el día entero besándose con él. Cuando sus lenguas se encontraron, pudo sentir su propio sabor en la lengua de la lengua de ella y sintió como su sexo se revolvía bajo las mantas. Comenzó a descubrirse para dejarle saber exactamente cuál era la situación…

El estómago de Layla escogió ese momento para soltar un rugido de T-rex. Cortarrollos.

Tohr se puso el modo macho-vinculado on. El sexo tendría que esperar, su hembra estaba hambrienta y él no podía esperar a alimentarla de su propia mano.

Se incorporó y ella lo agarró del brazo inmediatamente.

—Eh, ¿a dónde exactamente crees que vas? —su voz aún estaba pastosa por el sueño y se frotaba los ojos con la ternura de una niña pequeña.

—Tu estómago ha dejado bastante claro que estás hambrienta, nalla, voy a bajar solo unos minutos a traerte algo de comer.

—Pero…

Le puso un dedo sobre los labios.

—Volveré antes de que te des cuenta de que me he ido —le guiñó juguetonamente.

Layla rodó los ojos, sin dejar de sonreír, y volvió a dejarse caer sobre el colchón, meneando la cabeza como si pensara que Tohr era incorregible.

—Puedes aprovechar para darte una ducha… No, espera, quiero estar presente cuando eso ocurra —mierda, se estaba distrayendo y como sus pensamientos siguieran por esa línea iba a terminar por no salir de la habitación—. ¿Quieres que toda la comida sea blanca?

—No, tranquilo, en casa del Primale nos hemos acostumbrado a comer otras cosas, como… pizza y, hummmm, pizza.

—Hecho.

Se apresuró a macharse antes de cambiar de opinión. Mientras recorría el camino hacia la cocina sentía como si tuviera una supernova brillándole en el pecho. Sí, vale, puede que estuviera a punto de estallar, pero era la estrella más brillante de todas. Además, no todas las explosiones eran malas. La Virgen sabía cuántas veces habían “explotado” juntos Layla y él…

Se mordió el labio y sacudió la cabeza intentando deshacerse de esos pensamientos, tenían todo el tiempo del mundo por delante.

Ahora debía centrarse en prepararle a su hembra una comida digna de una reina para que quedara totalmente saciada. Ya se ocuparía él de ése otro tipo de hambre.

Coño, parecía un pre-trans de mierda, siempre dispuesto a cascársela.

Bueno, en este caso a que te la casquen, más concretamente, dijo una voz en su cabeza.

Miró hacia sus pantalones con un gruñido. Duro. Convierte eso en Diamante, mejor dicho. Y eso que había perdido la cuenta de la cantidad de orgasmos que había tenido en las últimas horas.

Su hembra era magnífica. Y que bien sonaba ese “su”.

Cuando llegó, la cocina estaba vacía y como no tenía necesidad de llamar Fritz, se puso manos a la obra. Se dirigió al frigorífico y rebuscó en busca de pizzas. Coño si las encontró. Había pizzas de cada sabor que pudieras imaginarte, sin duda, a petición de Rhage. El gordo de mierda amaba la comida italiana ¿era suficiente decir que su frase favorita era mangia bene?

Ok, pues Mr. Hollywood iba a ver reducido su alijo secreto de mozzarella. Cogió tres diferentes, iba a cortar varios pedazos y a llevar a Layla una selección.

Apoyó las pizzas en el contador de la cocina y se volvió para cerrar la nevera. Cuando se giró de nuevo hacia la comida, una pizza carbonar venía volando y brillando hacía él como un puto ovni culinario.

—Toooooohr —sonó una voz estúpida por detrás del disco volante—, cómeme, Tohr, ¡híncame el… colmillo!

Pilló la pizza al vuelo y puso su mejor cara de deja-de-dar-por-culo-AHORA.

—Va bene, bambino. No sabía que te fuera esta mierda tanto como a la Mole Rubia.

Tohr le echó un vistazo al careto de Lassiter. Hacía tiempo que no veía al ángel por la mansión, básicamente, desde antes de que lo hirieran. Lo cual, teniendo en cuenta que había sido como un grano en el culo desde que lo había rescatado de los bosques, le había resultado bastante extraño.

Sinceramente, le ponía los pelos de punta: no sabía si lo echaba de menos o no… ¿echar de menos a culo-bombilla? Estaba enfermo.

—No te pases con Rhage, plumitas —escupió—, te recuerdo que es el único que te hace compañía en tus maratones de Gossip Girl y Sexo en Nueva York.

Touché —el tipo le hizo un breve reverencia—, es el único con buen gusto de vuestra panda de colmilludos. Y ahora, ¿qué pretendes con todo ese queso? ¿Empezar a mugir? ¡Ah, no! Seguro que tu culo aún no está en forma y quieres engordar para redondearlo más, ¿eh, eh, eh?

Casi, casi, había conseguido olvidar la fijación del cabronazo por meterse con su culo. Casi.

—Calla, imbécil. No son para mí… —por un momento realmente se planteó si decirle la verdad. Lo cual era estúpido, todos iban a enterarse tarde o temprano y el tipo era un puto ángel seguro que ya lo sabía—, son para Layla.

Lassiter movió las cejas arriba y abajo insinuadoramente y Tohr rezó a la Virgen porque no empezara a hacer comentarios estúpidos sobre su hembra o tendría que coger pizzas nuevas, ya que, básicamente, iba a meterle manualmente por el culo las que ya tenía a mano.

—Así que ya es oficial, ¿eh?

Tohr frunció el ceño. Coño, ese comentario era demasiado no-gilipollas para el tipo, tendría que andarse con pies de plomo. Sabía de primera mano la cantidad de barbaridades que esa boca agujereada podía soltar en 0’3 segundos.

—Bueno, no es como si hubiera invitado a la gente al emparejamiento o algo así —explicó confundido.

—Dime que podré hacer sushi con tu espalda, porfa, porfa.

Valep. Yeah, esta conversación definitivamente necesitaba un cambio de rumbo. En algo como… YA.

—¿Por qué no pones al cerebro a trabajar y dices algo inteligente para variar, tío? Y otra cosa, ¿dónde cojones te habías metido todo este tiempo? —se aclaró la garganta—. No es que echara de menos ver tu alfiletero facial personal ni nada, solo apreciaba el silencio de tu ausencia.

Lassiter se llevó la mano al pecho y abrió la boca en una O perfecta, simulando dolor y sorpresa.

—Ouch, eso ha dolido, ex-culo caído.

Tohr puso los ojos en blanco ante la exagerada reacción del tipo.

—Ten cuidado, tanto dramatismo de la tele se te está pegando.

—Eh, chaval, estoy en camino de ser la próxima Sarah Jessica Parker —movió el dedo índice delante de su cara—. Hablas con una futura estrella.

—Algunos nacen con estrella… y otros estrellados, se dice.

—Ni uno, ¿me oyes? No pienso firmarte ni un solo autógrafo, no crees en mi potencial —se llevó el dorso de la mano a la frente como si estuviera indignado.

Tohr no pudo evitar descojonarse del número de gilipolleces integrales que el tipo podía hacer en tan poco tiempo. Entendía por qué se llevaba tan bien con Rhage. Decidido a cortar el rollo de una vez, le dio un puñetazo en el hombro.

—Venga ya, ¿dónde has estado?

—Los caminos del Señor son inescrutables —el ángel alzo las palmas de las manos al cielo, cuando vio que su interlocutor no hacía ademán de reírse las bajó y resopló—. ¿Te han dicho que eres un auténtico coñazo de vez en cuando? Oh, seh, yo lo hago constantemente —Tohr seguía serio—. Bien, bien, tú no eres el único del que debo cuidar, ¿ok? Además, están pasando cosas raras ahí fuera.

—¿Cosas que tienen que ver con los Symphaths? —preguntó Tohr más interesado en lo que Lassiter tuviera que decir.

—Puede —se encogió de hombros—, aún no estoy muy seguro. Lo que sí sé, es que el día que te atacaron pasó algo muy extraño yo intenté protegerte, pero no sé qué falló exactamente…

—¿Qué quieres decir con que algo falló?

—Yo —se señaló a sí mismo—, estoy compuesto básicamente por ondas. La materia angélica no es como la materia mortal, creo que el hecho de que los Symphaths sean capaces de manipular ondas, cerebrales en su caso, les hace tener algún tipo de influencia sobre mí.

Tohr masticó lo que Lassiter estaba diciendo. Por la cara del tipo, era obvio que no quería entrar en detalles sobre cómo le había afectado esa interferencia en sus ondas. Pero esto les abría todo un nuevo mundo de posibilidades para conocer mejor la naturaleza de sus enemigos, joder, puede que incluso les permitiera averiguar cosas que ni siquiera ellos mismo sabían acerca de sí.

—Dices que él tuvo un efecto en ti, ¿Qué si pudieras tener un efecto en él? Joder, eso daría un giro de 360º a la situación en la que estamos, sería una ventaja de puta madre.

—Bueno, bueno, colega, no te embales. Vas demasiado rápido, ya tendremos tiempo de discutir los pormenores de esto en otro momento. Ahora, ¿no tenías por ahí una hembra a la que alimentar? —dijo con una sonrisa sardónica.

—¡Coño, Layla!

****


Layla se arrebujó una vez más en las sábanas y miró el reloj: su macho se había marchado hace alrededor de 45 minutos y ella se estaba hartando de esperarlo sola en la cama. Sagrada Virgen, después del estado semi-vegetativo en el que había estado todos esos días mientras le alimentaba: el dolor, el hambre, el cansancio, el miedo; ahora se sentía con energía para dar y repartir, no podía soportar estar tumbada dormitando, necesitaba hacer algo.

Claro que había un “algo” preferente, pero iba a tener que esperar hasta que a Tohr le diera por volver. Se estremeció al recordar las horas que habían pasado juntos. Había sido, si eso era posible, aún más maravilloso de lo que pensaba que sería.

Sí, había habido dolor, pero él se había conducido con el mayor cuidado posible. Luego las cosas habían salido solas. Era curioso lo muy parecida a sus sueños que había sido la experiencia, el tacto ligeramente raposo de las manos de su macho, su fuerte respiración, cómo la besaba… en todas partes.

Suspiró. Incluso había lamido la sangre de su virginidad de sus muslos una vez habían acabado, tal y como era ritual en su especie, honrándola como si fuera su propia compañera.

Bueno, le gustaría llegar a serlo alguna vez. Después de todo, las Elegidas estaban hechas para emparejarse con los machos de la Hermandad. Claro que el suyo no sería un emparejamiento normal, pensó mientras visualizaba su nombre en la espalda de Tohr… justo debajo del de su difunta shellan.

Bufó y se quitó las mantas de encima, su estómago gruñó recordándole que “supuestamente” el Guerrero había bajado a buscar alimento para ella. Ok, ahora eran dos quienes estaban hartos: ella y su estómago.

Salió de la cama desnuda y comenzó a recorrer la habitación. No había estado nunca antes en la habitación de Tohr y cuando había llegado estaba en tal estado de shock que apenas si había prestado atención a lo que la rodeaba, solo sabía que lo necesitaba a él, que la acariciara y calmara. Que cuidara de ella por un momento.

Le sorprendió que solo hubiera dos fotografías en la habitación. Puestas en hermosos, pero simples, marcos de plata, las dos fotos estaban en una estantería.

Curiosa, se acercó y tomó la primera: era de la Hermandad al completo… bueno, no completa del todo, solo había tres shellans en la foto: Beth, Mary y Bella.

Aunque le costó reconocerlos en un principio, Qhuinn, Blaylock y John también aparecían, pero sólo Blaylock había pasado la transición. No pudo evitar soltar una pequeña risita al observar el cuerpo delgaducho y desgarbado del Sire Qhuinn como pre-trans, mejor sería que él nunca supiera que había visto esta imagen.

Con rapidez, localizó a Tohr, estaba justo al lado de John, que solo le llegaba al pecho, sosteniéndolo protectoramente como un padre haría con un hijo.

Siguió buscando por la foto, pero no encontró lo que buscaba. Frunció el ceño y miró más de cerca el rostro de Tohr. Su mirada estaba fija en un punto más allá de cámara. Fue entonces cuando vio el amor en su mirada… y el anhelo, como si no pudiera esperar a que el fotógrafo terminara de una vez para…

Bien, la fotógrafA en este caso. No cabía duda de que la foto debía de haber sido tomada por Wellesandra.

Alzó la vista hasta la siguiente fotografía: ésta era una de Tohr y John solos. Claramente había sido un disparo espontaneo que los había pillado a ambos haciéndose algún extraño tipo de caricia masculina, ya sabes, mucho puño y expresión de tipo duro. Por el fondo, podía adivinarse que estaban en algún tipo de celebración, ¿quizás alguno de los emparejamientos?

Ambas fotos parecían sacadas antes de que lo de Wellsie ocurriera, pero, por más que buscó, no encontró ninguna foto de la difunta shellan, al menos a simple vista y desde luego que no iba a ponerse a revisar en profundidad. Esta era la habitación de Tohr y ella no pensaba violar su intimidad.

Después de casi toda una vida en el Otro Lado, donde había crecido bajo la ausencia de posesiones y un precepto de individualidad nulo, había llegado a apreciar mucho la manera en que el Primale les permitía vivir en su rancho: con habitaciones individuales y aquellos bienes que necesitaran o quisieran.

La primera vez que Cormia la había llevado de compras no había sabido si reírse como una histérica o llorar como una idiota cada minuto del trayecto. El concepto de la propiedad privada le resultaba ajeno, pero atrayente. Finalmente se decidió por un sencillo vestido verde claro y, aunque le insistió, se negó a dejar que le comprara nada más.

Una vez llegó a su habitación, colgó el vestido de su percha en su armario.

Y nunca se lo había puesto.

Se le hacía muy raro verse así vestida cada vez que intentaba ponérselo, de manera que había desistido. Tenerlo era todo lo que necesitaba. Ese pequeño placer material la había hecho sentirse más independiente, más ella misma.

Miró el reloj una vez más y rodó lo ojos. Algo debía de estar reteniendo a Tohrment… Humm… miró hacia una puerta abierta en la habitación, anduvo hasta ella y la empujó suavemente, asomó la nariz. Y los ojos se le abrieron como platos.

Ok. Ella no era lo que se dice una recién llegada a la mansión de la Hermandad, ¿vale? Había estado en el Complejo más veces de las que recordaba. Claro que siempre era en las habitaciones de Blaylock o Qhuinn, o en cuartos aleatorios elegidos por los Hermanos para la alimentación.

Pero, definitivamente, jamás había estado en la habitación de uno de los Guerreros. Bueno, en el baño, mejor dicho. Sagrada Virgen, ¿serían todos así?, se preguntaba mientras pasaba la mirada por la enorme bañera-jacuzzi redonda sobre la cual colgaban cuatro duchadores… y la maldita ánfora desde la que se podía hacer caer una suave catarata de agua. Todo en mármol blanco y dorado.

A Tohr debían de gustarle mucho los baños… genial, ella los amaba.

Se mordió el labio inferior mientras cerraba la puerta tras de sí. No creía que a él fuera a molestarle que se diera un pequeño remojón como de… una hora. Asintió con la cabeza para sentirse más segura de sí misma. Quería estar limpia par a él, pero ya se había retrasado casi una hora, de manera que ahora ella se tomaría su tiempo.

Abrió los tres grifos del jacuzzi con el agua caliente a tope y preparó un par de toallas a mano. Ahora, le gustaría un montón de espuma y burbujas. Como en… un MONTÓN. Ojeó en busca de champú o cualquier cosa...

Solo había un bote de gel de ducha. Se encogió de hombros y lo alcanzó. En cuanto cerró la mano en torno al envase se dio cuenta de que estaba extrañamente pegajoso, volvió a dejarlo donde estaba y se miró. Su manó presentaba un extraño color rojizo, con zonas más oscuras.

—Oh, no —se llevó la mano no manchada a la boca mientras corría a meter la otra en bajo uno de los chorros del jacuzzi. En seguida le salió limpia, pero el impacto ya había hecho mella, devolviendo los recuerdos de sopetón a si cabeza.Recuerdos de dolor, sangre y un macho. Un macho casi muerto—. Oh, Sagrado Fade, Qhuinn.

¿Cómo demonio podía ser tan desconsiderada? Él estaba ahí fuera, intentando reponerse de lo que fuera que le había hecho y ella aquí, retozando con Tohr. Joder, debería darle vergüenza. Observó casi con añoranza el agua humeante que iba llenando la bañera ya por más de la mitad antes de cerrar todos los grifos.

Se paró con las manos en jarras. Tenía que bajar a ver cómo estaba llevándolo el muchacho. Afortunadamente llevaba bastante tiempo alimentándose de ella, muy probablemente eso lo habría salvado, ya que hacía relativamente poco que había transicionado. Su sangre casi pura estaba mezclada con la de él de tal manera que habría conseguido duplicar o triplicar su capacidad de cicatrización.

Estaba a punto de sacar el tapón de la bañera cuando escuchó la puerta de la habitación abrirse y olió la densa y oscura esencia de Tohrment. Todas sus terminaciones nerviosas bailaron al son del aroma y el vello de su cuerpo se erizó ante la perspectiva de estar en la misma habitación que él. Realmente, la forma en que reaccionaba a este macho era increíble.

Con un ronroneo desde lo más profundo de su pecho, salió del baño para encontrarse con él.

Tohr llevaba un carrito plateado cubierto con una enorme tapa, camuflando lo que fuera que le había preparado. Alzó la cabeza en cuanto ella entró en su campo visual y, aunque una tierna sonrisa se extendió por sus labios, sus ojos repasaron su cuerpo desnudo con avidez casi animal.

Lo cual, por supuesto, solo consiguió encenderla más.

—Lo siento, nalla¸ tuve problemas con ciertas… bombillas eléctricas en la cocina.

Layla ladeó la cabeza, sonrió y enarcó una ceja, dejando bien claro que no tenía la más puñetera idea de qué le estaba hablando. Él rió echando la cabeza hacia atrás y destapó el carrito. La selección de pizzas más apetitosa que hubiera visto en toda su existencia estaba perfectamente dispuesta sobre él. Cada pedazo perfectamente cortado y separado por gustos.

—¿Todo eso es para mí?

El asintió con la cabeza.

Nallum¸ si quieres dejar de ser capaz de darme un abrazo, básicamente porque no te llegarán los brazos de lado a lado, entonces eso es para mí. De lo contrario, tendrás que compartir porque no seré capaz de comérmelo todo —rió encantada.

—Hembras —Tohr rodó los ojos—. Para cuando acabe de alimentarte, te sorprenderás de cómo habrá disminuido la cantidad de queso presente —dijo todo orgulloso de sí mismo. Luego miró hacia la puerta abierta del baño y al vapor que salía por ella—. ¿Ibas a ducharte? —preguntó observando que estaba seca.

—Sí —ella se tocó el cabello con nerviosismo—, pero entonces vi… vi el bote de gel manchado y…

El macho soltó una serie de maldiciones por lo bajo y entró como una tromba al baño. Layla pudo escuchar claramente como cogía algo de plástico, lo tiraba en la papelera y luego se lavaba las manos. Salió con el ceño fruncido y las manos en las caderas.

—Lo lamento mucho, se me pasó.

—No es tu culpa —movió la cabeza—, pero he sido una irresponsable, lo que pasó fue mi culpa. Ya debería haber bajado a ver como se encuentra Qhui… digo, el Sire Qhuinn.

La mirada de Tohr parecía haberse oscurecido extrañamente ante la mención del muchacho y, aún así, mostraba una expresión algo ¿perdida?

Sí, oh… no.

—Layla, no tengo la menor idea de qué pasó con ese crío —gruñó.

Mierda.

Seh, eso de soltar tacos le salía con más naturalidad.

Doble mierda.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Don't worry! Tú tómatelo con calma, que no nos vamos a amotinar porque tardes 1 mes en vez de 2 semanas ;)
Lo importante es que tú te sientas a gusto con lo que "publicas". Además, ya se sabe que las musas son muy caprichosas. Lol!
Ánimo! Y suerte en la uni ;)

Laura dijo...

Hola Nëi tienes q estar tranquila llevalo con calma aqui te esperamos con un capi al mes o 2 lo importante es q te sientas comoda con tu escritura.
Y hablando del capitulo me gusto mucho sobre todo la parte en q Wrath le dice a Beth q va a querer al bebe igual como la quiere a ella,y ahora como va a reaccionar Thort con lo q paso con Qhuim vamos a ver,muchas gracias x el capi y te cuidas mucho saludos!

Noel Arias dijo...

Nei!! Realmente valio la pena la espera.
El capitulo estuvo increible. Lleno de ingredientes maravillosos.

Ya quiero saber como ira esa conversacion entre Thor y Layla. Seguro no le gustara nada que halla se haya alimentado de Qhuinn..

Besos y mucha inspiracion para ti!!!

Noel Arias dijo...

Y con respecto a la Tardanza. Se entiende que lleva un proceso largo escribir. aveces nuestros problemas personales y la falta de tiempo o inspiracion, ponen obstaculos, en lo que amamos hacer.

Tu haces un gran trabajo, regalandonos esta historia. Solo me queda agradecerte y espero puedas llegar con los capitulos. Si no es posible, lo comprendere y estare aguardando por el.

Besos..

Rebk dijo...

Cielo no te preocupes por los retrasos o por cambiar lo de las fechas de publicacion, si a estas alturas no hemos matado a Vane no te vamos a matar a ti... todas entendemos que tienes una vida fuera de escribir, asi que tu tranquila que nosotras esperamos lo que sea necesario por los capis.

Si cambias las fechas esta bien se entiende que es por que te importa presentar algo de buena calidad y eso solo demuestra que respetas a tus lectoras, biendolo asi no podemos quejarnos.

Y por este capi me a gustado la parte de Wrath y Beth, no esperaba menos del rey.

Cuidate linda y no te estreses.

Hiku dijo...

jojojo lo q se le viene a layla ahora ^^
ame la escena de wrath y beth es muy...si t pone la piel d gallina

es dificil escribir teniendo uno fechas d entrega como para llevar un tp ordenado y mas con los escritos q uno nunca sabe cuando viene o se va la inspiracion. asi q tranquila tomate tu tiempo para hacer cada capitulo y cuando lo termines de escribir digas mejor no podria haber quedado ^^

besotes y a esperar el proximo cap ^^

Diana dijo...

Lo bueno se hace esperar y este capitulo estuvo MUY BUENO!!!!!!!!!

Ya contando los dias para el siguiente!!!

Nei realizas una gran labor con esta historia

Anónimo dijo...

Gracias a todas por su apoyo, sentía, en parte, que las decepcionaba con esta decisión, pero no me queda más remedio :(

JAJAJ Sabía que les iba a gustar la escena de Wrath y Beth, a mí me puso la carne de gallina escribirla. Aún así, es obvio que Wratj no está feliz con el asunto, sólo resignado, por lo que los problemas no se acabaron.

Coo ya dije en la intro, la próxima escena que voy a escribir es la de la fiesta en la Mansión, qué ganas!! :D

BESOTES, HERMOSAS!

Neï

Anónimo dijo...

Nadhara:

Lo amo, Nei, esta fantastico!! Tardo lo que quieras, sin prisas, a mi la escena Wrath/Beth..
me hizo llorar de emocion!!

Anónimo dijo...

ME ENCANTOOOOOOOOO!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!para cuandoel 12 capi.......ksea prontooooooooXDDDD

Anónimo dijo...

YA LO HE LEIDO DOS VECES Y LA SEGUNDA VEZ ME HA GUSTADO MAS.
Y VAAYA POR DIOS!!! A MI TAMBIEN ME HA PASADO LO QUE HA LAYLA...¡¡¡¡ME OLVIDE DEL POBRE QUIN¡¡¡¡

PRÓXIMAMENTE: LOVER UNVEILED (20 de abril 2021) 19º LA HERMANDAD DE LA DAGA NEGRA

PRÓXIMAMENTE: LOVER UNVEILED (20 de abril 2021) 19º LA HERMANDAD DE LA DAGA NEGRA

EL PIT VIRTUAL

TWITTEANDO

¿QUIÉN SIGUE EL BLOG?

SUSCRÍBETE

Introduce tu mail:

PREMIOS

¿QUÉ PUNTITO ERES?

 
▲ SUBIR ▲