6 may 2010

Recuerdo de Escena: Bella entra en Celo


Z asintió con la cabeza, luego se llevó una mano a la barbilla y movió la cabeza hacia un lado. ¡Por Dios, estaba rígido!

Un segundo después entró Fritz, con dos manzanas brillantes y un cuchillo. Después de darle las gracias al mayordomo, Z comenzó a pelar una de las manzanas. Mientras lo hacía, se reacomodó en el asiento. ¡Mierda... tenía una extraña sensación en las piernas y también en la zona lumbar! ¿Tal vez se había excedido en el ejercicio? Volvió a moverse en el asiento y luego se concentró de nuevo en la manzana, a la que daba vueltas y vueltas, mientras mantenía la hoja del cuchillo contra la carne blanca. Casi había terminado, y se dio cuenta de que no dejaba de cruzar y descruzar las piernas por debajo de la mesa, como si fuera una maldita bailarina.

Miró de reojo a los otros machos. V estaba abriendo y cerrando la tapa del encendedor y golpeando el suelo con el pie. Rhage se estaba dando masaje en el hombro. Luego en el brazo. Luego en el pecho. Phury estaba jugando con la taza de café y se mordía el labio inferior, mientras golpeaba la mesa con los dedos. Wrath movía la cabeza hacia la izquierda y la derecha y hacia delante y hacia atrás, tenso como la cuerda de un violín. Butch también parecía inquieto.

Ninguno, ni siquiera Rhage, había probado el desayuno.

Pero Mary y Beth estaban como siempre y se levantaron para llevar los platos a la cocina. Luego comenzaron a discutir y a bromear con Fritz, por tener que ayudarle a traer más café y frutas.

Cuando la casa se estremeció con la primera oleada de energía, las mujeres acababan de salir del comedor. Esa fuerza invisible fue directamente hasta la cosa que Zsadist tenía entre las piernas y la hizo endurecerse al instante. Zsadist se quedó frío y, al mirar a los hermanos, vio que todos, también Butch, estaban paralizados, como si se estuvieran preguntando si era normal lo que sentían.

Un segundo después le golpeó otra ola. El miembro de Zsadist se engrosó todavía más. Alguien lanzó una maldición.

—¡Mierda! –dijo otro con un gruñido.

—Esto no puede estar pasando…

En ese momento se abrió la puerta de la cocina y apareció Bet, con una bandeja de fruta cortada en trocitos.

—Mary va a traer más café…

Wrath se levantó con tanta premura que el asiento se fue hacia atrás y chocó contra el suelo. Se dirigió a Beth, le arrancó la bandeja de las manos y la puso descuidadamente sobre la mesa. Al ver que los trozos de fresa y melón salían de la bandeja de plata y rodaban sobre la mesa de caoba, Beth lo miró con desaprobación.

—Wrath, ¿qué…?

Wrath la atrajo hacia su cuerpo y comenzó a besarla de manera tan frenética, empujándola hacia atrás, que parecía que fuera a poseerla allí mismo, frente a toda la Hermandad. Sin que sus labios se separaran, la levantó por la cintura y la agarró del trasero. Beth soltó una carcajada y envolvió las piernas alrededor de las caderas de Wrath. El rey tenía la cara hundida en el cuello de su leelan cuando salieron del comedor.

Enseguida se sintió otra oleada que reverberó a lo largo de la casa, sacudiendo los cuerpos de los machos que estaban en el comedor. Zsadist se agarró del borde de la mesa, y no fue el único. Vishous tenía los nudillos blancos por la fuerza con que se estaba aferrando a la mesa.

Bella… debía ser Bella. Tenía que ser eso. Bella había entrado en celo.

Havers se lo había advertido, pensó Z. Cuando el doctor le hizo el examen interno, dijo que parecía que Bella estaba próxima a entrar en su periodo de fertilidad.

¡Qué iban a hacer! Una hembra en celo, en una casa con seis machos.

Era sólo cuestión de tiempo que los hermanos comenzaran a sentir la llamada de sus instintos sexuales. Y todos se dieron cuenta del peligro en que estaban.

Cuando Mary apareció por la puerta, Rhage se le acercó como un tanque, le quitó la cafetera y trató de ponerla sobre la mesita auxiliar, pero quedó muy al borde y la jarra cayó, desparramando el líquido. Rhage arrinconó a Mary contra la pared y la cubrió con su cuerpo, mientras bajaba la cabeza y gemía con tanta fuerza que el candelero de cristal se estremeció. El gesto de sorpresa de Mary fue seguido luego por un suspiro muy femenino.

Rhage la levantó y la sacó del comedor en segundos.

Butch se miró el regazo y luego miró a los demás.

—Oídme, no quisiera parecer vulgar, pero ¿todo el mundo aquí está…?

—Sí –dijo V entre dientes.

—¿Queréis decirme qué diablos está pasando?

—Bella ha entrado en celo –dijo V, y arrojó a un lado la servilleta—. ¡Por Dios! ¿Cuánto falta para que anochezca?

Phury miró el reloj.

—Casi dos horas.

Para ese momento estaremos hechos un desastre. Dime que tienes humo rojo.

—Sí, bastante.

—Butch, hazte un favor y lárgate de la casa lo más rápido que puedas. No pensé que a los humanos les afectara, pero como parece que sí te está afectando, será mejor que te vayas cuanto antes.

En ese momento sintieron otro asalto y Z se desplomó contra el respaldo del asiento, mientras que sus caderas se sacudían involuntariamente. Oyó los gruñidos de los demás y se dio cuenta de que estaban metidos en un lío. Independientemente de lo civilizados que pretendieran ser, los machos no podían evitar reaccionar ante la presencia de una hembra en su periodo de fertilidad, y el impulso sexual iría aumentando a medida que el celo fuese progresando e intensificándose.

Si no fuera de día, podrían haberse salvado huyendo de la casa. Pero estaban atrapados en el complejo y, cuando por fin estuviera suficientemente oscuro como para salir, ya sería demasiado tarde. Después de una exposición prolongada a la presencia de una hembra en su periodo de fertilidad, los machos se niegan instintivamente a alejarse de ésta. Sin importar lo que piensen racionalmente, sus cuerpos se niegan a alejarse y, si llegan a hacerlo, sufren dolores peores que las ansias sexuales que estaban experimentando. Wrath y Rhage podían aliviar sus necesidades, pero el resto de los hermanos estaban metidos en graves problemas. Su única esperanza era drogarse.

Y Bella… ¡Ay, Dios… ella iba a sufrir más que todos ello juntos!

V se levantó de la mesa y tuvo que agarrarse al respaldo de la silla para mantenerse firme.

—Vamos, Phury. Necesitamos fumar. Ahora, Z, ¿te ocuparás de ella?

Zsadist cerró los ojos.

—¿Z? Z, tú la vas a montar… ¿no?

pp. 294-297, capítulo 30, Amante Despierto
© Copyright J.R. Ward
(Escena propuesta por Artemisa)

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buena escena!!
jajaja... me moria de risa con el comentario de Butch.
Amo este libro!!
Besos!!

Jade dijo...

No me podía creer lo que estaba sucediendo, leía con avidez para enterarme de como iba a acabar el lio, deseaba que actuaran los instintos, ja ja...como me hubiera gustado ser Bella..a pesar de lo mal que lo pasaba...la pobre, al principio claro.

Mary Luce dijo...

Este libro esta muy bueno. Lastima que aqui en Argentina solo se han editado unicamente los dos primeros.ojala le editorial se ocupe pronto de este tema.ya quiero tener la saga completa en mis manos. me encanto la cita..
besos

Nïxnator dijo...

AMO ESTE LIBRO ES MI FAVORITO! no veo la hora de conseguirlo :)
Amo a Zsadist es el amor de mi vida :)
Me encanta esa escena, porque Zsadist es irremediablemente "empujado" a su destino, que es Bella y, más tarde, Nalla :) que hacen que su vida sea MUCHO mejor, y que sea más Feliz :D

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