15 ago 2011

Amante Renacido: capítulo 8 por Neï


Helloooooooo :D

Bueno, sólo decir que mientras que el capi anterior fue muy Layla, este capi tiene bastante de todo: Tohr, Wellsie, Vishous, Rhegion, Dahlia… ¡Wrath y Beth!

Sí, por fin se ha hecho hueco para la historia de la pareja Real de nuevo en el fic, es una escena conmovedora con un final impactante, opino, espero oír sus opiniones.

Por lo demás, las dejo comprobarlo por sí mismas y ya me dirán qué les parece.

Un besote y ¡¡¡MUCHÍSIMAS GRACIAS A TODAS POR SU APOYO!!!

Neï.


AMANTE RENACIDO
Capítulo 8. Más allá.

{Si lloras porque no ves el sol, tus lágrimas te impedirán ver las estrellas.}


Tohr se dobló sobre sí mismo y cayó de rodillas al suelo, negándose a volver al Otro Lado sin lo que había venido a buscar. Aún así sabía que no aguantaría mucho más, mucho menos si seguía escuchando la voz de Layla cargada de ese instinto de protección mezclado con angustia. Y posesión.

Madre de todos, ¿qué se le había pasado por alto con esa hembra? No estaba seguro de lo que ocurría allí, pero su reacción no parecía normal.

Golpeó el anodino suelo con un puño y rugió. ¿Es que las cosas no podían salir bien ni una jodida vez? Mierda, probablemente esta sería la única oportunidad que tendría de volver a ver a su shellan. Simplemente no te dabas paseos por el barrio periférico del Fade todos los días. Pero la violencia de las emociones de Layla, mezcladas con el goteo incesante de la sangre en sus venas estaba probando ser demasiado.

Tanto como si lo quería, como si no, iba a verse obligado a volver en sí. El arrastre de su cuerpo era cada vez más fuerte y… bueno, gran parte de él no era capaz de saber que la Elegida estuviera sufriendo cuando podía hacer algo para remediarlo.

Se puso en pie con dificultad, tambaleándose y alzó la vista hacia lo que creía que debía ser el cielo en aquel mar de niebla. Lágrimas de rabia le escocieron en los ojos y se deslizaron por sus mejillas.

—Lo siento —masculló con la voz rota por la crudeza de las emociones que lo inundaban sin piedad. Su dolor líquido formó extrañas ondas en la niebla al caer resbalando por su barbilla.

Se sentía como un jodido traidor por no ser capaz de aguantar más, de esperar más. Aquí estaba él, que siempre era la paciencia personificada, dándose por vencido, dejándose arrastrar de vuelta a…

—Al lugar donde perteneces.

Tohr alzó la vista, buscando el lugar de donde provenía la voz que tan bien conocía.

—¿We-Wellsie?

Sagrada Madre, la voz le temblaba como a un niño de cinco años. Dio más y más vueltas sobre sí mismo, buscando la fuente del sonido, hasta que le dio por mirar hacia sus pies, donde habían caído sus lágrimas.

Entre la niebla se había abierto un pequeño espejo en el que era capaz de vislumbrar retazos del rostro que lo acompañaría durante el resto de su vida, como siempre las ondas cobrizas, que parecían tener vida propia, fueron lo que primero captó su atención.

Postrándose de rodillas una vez más, sintió su pecho temblar con un sollozo apenas contenido. Las yemas de sus dedos acariciaron el reflejo perlado con suavidad casi reverencial y luchó por grabar a fuego en su cerebro cada segundo de este momento.

—Wellsie —repitió sintiendo como si el pecho se le estuviera resquebrajando literalmente por falta de espacio para albergar todas sus emociones.

El reflejo de su shellan no le contestó, sólo lo miró con lo que a él le pareció una paz y dulzura infinitas. Había también aceptación y añoranza en los ojos de la hembra que fuera suya, pero la sonrisa cargada de ternura que curvaba sus hermosos labios derritió el despojo informe, supurante de dolor, en que se había convertido su corazón y lo moldeó a fuerza de amor incandescente dándole una nueva forma, insuflándole parte de su paz.

¿Se pondrá bien?

La voz de Layla interrumpió el trance, sacándolo de su ensimismamiento con un violento estremecimiento ante el dolor de la hembra. Delante de él, el reflejo de Wellsie comenzó a ondular y a desvanecerse, camuflándose una vez más con la niebla.

Gracias a la nueva tranquilidad que le había dado ser capaz de ver a su shellan una vez más, no sintió la necesidad de arañar el suelo con desesperación ante su marcha, no sintió la frustración de que se la arrebataran una vez más.

Ella estaba feliz, verdaderamente feliz. Y eso era todo cuanto alguna vez había deseado, porque cuando amas a alguien de verdad, cuando le quieres con toda tu alma, eso es lo único que le deseas. Que seas la fuente de esa felicidad, o no, es irrelevante.

Miró la imagen de la hembra, ya casi inexistente, hasta que se hubo desvanecido del todo. Luego, cerró los ojos con un suspiro y se dejó arrastrar hacia el Otro Lado. La voz de Wellsie lo acompañó en su reencuentro con su forma corpórea con la más extraña de las frases.

—Layla…

****


—¿Layla?

Los párpados de Tohr se abrieron de golpe, enfocando a la hembra, aunque sólo le sostuvo la mirada unos tres segundos, le pareció como si el contacto visual durara una eternidad.

Los ojos verdes claros parecieron iluminarse vivamente durante un segundo, mientras se abrían con expresión sorprendida. Entonces los puso en blanco y cayó fulminada. Horrorizado, intentó cogerla antes de que chocara contra el duro suelo, pero su cuerpo parecía pesar una tonelada. Aún con toda su fuerza de voluntad no fue capaz más que de levantar débilmente un brazo.

Afortunadamente, Rehv se movió con más agilidad, acunándola contra su propio pecho antes de que se hiciera daño.

Lo siguiente fue un pandemonio de frases a medio decir y gente apresurándose de un lado a otro. De repente, Jane estaba junto a Rehv, su mano experta sujetando la muñeca de Layla para chequearle el pulso. Sus labios se arrugaron en una mueca de disgusto y el corazón de Tohr se desbocó

—Jane… JANE.

Ella se volvió hacia él, estetoscopio en mano, claramente dividida entre a cuál de los dos examinar primero. Le hizo un gesto con la cabeza para que siguiera ocupándose de Layla primero.

Rehvenge la había tendido en una cama justo en frente a la suya propia y Ehlena ya estaba enganchándole un bolsa de suero.

—¿Está bien? —su voz sonaba muy raposa y la garganta le escocía.

La doctora ni siquiera se dio la vuelta, si no que siguió corroborando las constantes vitales de Layla, mientras a apartaba a Rehvenge de en medio sin muchos miramientos, mandándole salir de la Enfermería. Esta era la faceta 100% profesional de Jane: nadie, que no estuviera especializado, se entrometía entre ella y sus pacientes.

—Se pondrá bien —le contestó—, pero sufre una pérdida severa de sangre y deshidratación intensa, sin contar con que el estrés psíquico la ha dejado exhausta.

¿Pérdida severa de sangre? ¿Qué coño?

—¿Qué le ha pasado? —se pasó la lengua por los labios resecos y enfrentó los ojos de Jane que se había dado a vuelta para mirarlo como si fuera gilipollas.

—Fue tu donante durante dos días seguidos, en sesiones de diálisis de ocho horas, ¿te sirve eso?

Tohr frunció el ceño ante la afirmación e intentó entrever a Layla por detrás de Jane, que en este momento era totalmente corpórea.

—Pero, cuando yo sentí la sangre… no era de ella.

Jane bufó, puso los ojos en blanco y se dio la vuelta. Ella no solía comportarse de esa manera con sus pacientes, probablemente algo muy feo debía haber pasado en el tiempo que había estado inconsciente.

Joder, aún así sabía que era mejor dejar de empujar a la mujer, en el humor que estaba ahora no iba a conseguir sacarle mucho.

—Cuando se estabilice —escuchó cómo le decía a Ehlena—, necesitará un donante. A menos que a alguno de los Hermanos le dé por ofrecerse, tendrás que hablar con alguno de los chicos para que la sirva. Creo que Qhuinn…

—No —gruñó Tohr desde la cama, luego se aclaró la garganta—. Es decir, no creo que Qhuinn sea la mejor opción en este momento, Blaylock sería mucho mejor, si me permites la sugerencia —añadió ante la cara de manifiesta mala leche de la doctora.

—Seh, lo que sea le servirá —se volvió hacia la enfermera sin apenas dedicarle una mirada—. Acaba de prepararla, llamaré a Vishous para que se ocupe de él —hizo un gesto con la cabeza hacia Tohr.

Con eso salió de la Enfermería dando un ligero portazo. Tohr se encogió, ¿qué cojones estaba pasando aquí, joder? Parecía como si la humana… errrr, fantasma tuviera algo contra él específicamente. Se giró de nuevo para preguntárselo a Ehlena y sus ojos se tropezaron con el bulto laxo que era Layla en la cama.

Sagrada Virgen en el Fade. Los ojos le escocieron de manera alarmante cuando vio el estado en que estaba la hembra. Su piel, ya pálida de por sí, tenía una color desvaído que le permitía ver el lento y forzoso pulso de sus venas. Círculos púrpuras se habían asentado bajo sus ojos y sus mejillas parecían enfermizamente huecas. Incluso desde su posición, podía ver sus colmillos totalmente extendidos tras sus agrietados labios. Su larguísima melena rubia estaba recogida en un desordenado moño del que escapaban numerosos mechones que no hacían más que acentuar su aspecto decadente. Pero sus antebrazos eran decididamente lo peor: la zona del hueco del codo presentaba un violento morado, como si le hubieran extraído mucha sangre, pero su organismo ya no hubiera sido capaz de regenerarse.

Que era justamente lo que había ocurrido. Mierda. Santa.

Escuchó el estrépito de algo metálico estrellándose contra el suelo y apartó la mirada de la triste imagen de la Elegida.

Para encontrarse con la aterrorizada mirada de Ehlena. La enfermera retrocedía lentamente hacia la salida más próxima mientras su mano derecha bajaba lentamente hacia el busca en su bolsillo.

Tohr se dio cuenta de que había conseguido incorporarse y sentarse al borde de la cama. Todo su cuerpo estaba inclinado hacia adelante en una postura depredadora y sus colmillos eran como dagas salidas directamente de sus encías. Un rugido feroz se abría paso en su pecho. Todo ello en segundos por ver el estado en que se encontraba Layla.

No era de extrañar que la enfermera pensara que se había vuelto loco.

Las puertas de la Enfermería volvieron a abrirse y el exótico olor a tabaco turco precedió a V. Antes de que el Hermano se lo impidiera, Tohr intentó levantarse para llegar hasta la Elegida. Afortunadamente, Vishous le ahorró el encontronazo entre su culo y el suelo de cerámica.

—Eh, mi hermano, quieto ahí, ¿dónde crees que vas?

—Déjame. Tengo que llegar hasta ella —siseó enseñándole los colmillos.

—Lo harás cuando puedas sostenerte tú solito. Y ahora, guarda a tus amiguitos, Rottweiler, estás asustando a la señorita.

Miró hacia la hembra de nuevo, ésta aún se agarraba el busca como si le fuera la vida en ello. Con un suspiró se dejó caer sobre el colchón nuevamente.

—Lo siento, Ehlena, no era mi intención asustarte.

—Dirás aterrorizarla —coreó V.

Tohr simplemente lo taladró con la mirada. Lo cual no era muy efectivo con él, teniendo en cuenta las propias lucecitas gemelas del hermano.

—Ahm, yo —tartamudeó la hembra—, no pasa nada, pero voy a ir un momento al baño. Si me excusan.

Y se marchó a toda prisa. Dejándolos a ambos en silencio. Que no tardó mucho en ser roto por V:

—Bien, ahora vas a explicarme qué cojones está pasando aquí. Porque créeme, no hace tantas horas vi a Layla marcarse el mismo numerito de mamá dientes de sable que tú y, francamente, estoy desorientado como la ostia.

Tohr no pudo evitar soltar una risa seca y mirar al macho enarcando una ceja. Sus ojos lo decían todo: Tú, el señor soy-una-isla, ¿me está pidiendo que abra el pico sobre mis problemas? Yup, seguuuro. Con un esfuerzo supremo, volvió a subir las piernas a la cama. Dios, le dolía todo el cuerpo.

V simplemente rodó los ojos y le taladró de vuelta.

—Me debes una explicación colega —levantó la mano sin guante, mostrando un mordisco que, aunque estaba sanando, tenía toda la pinta de haber sido muy doloroso—. Ella me hizo esto cuando me negué a dejarla entrar en la Enfermería.

—¿Y por qué no ibas a dejarla entrar? — frunció el ceño.

—Porque deberías haber visto el estado en el que venía: llegó derrapando, prácticamente fuera de sí de preocupación, un problema más era lo último que Jane necesitaba. Te estabas muriendo, mi hermano.

Tohr se estremeció al recordar la “antesala” del Fade. Nadie llegaría nunca a saber cuán cerca de morir había estado realmente.

—Me mordió, Tohr. Joder, mordió a un macho que mide y pesa el doble que ella. A , mierda. Considera el estado en el que estaba para hacer algo así.

Suspiró una vez más y cerró los ojos.

—Pero las cosas no acaban ahí —siguió V—. Como ya has visto ha estado a punto de dejarse morir con tal de ser tu única donante. Hasta que Jane tomó al toro por las astas y llamó a Selena. Tohr, tuve que restringirla físicamente para que la otra Elegida pudiera, siquiera, acercarse a ti. Restringirla como en casi partirle las costillas con una presa de anaconda para evitar que hiciera alguna locura cuando vio a su hermana alimentarte.

Tohr se incorporó a la velocidad del rayo ignorando el dolor y clavó el dedo índice en el pecho de V, acercando su rostro a milímetros de suyo.

—Más te vale no haberle hecho daño, Vishous —le gruñó y luego se mordió la lengua al darse cuenta de su reacción desmedida.

—¿Ves? Ahí estás de nuevo ¿qué cojones hay entre vosotros dos?

Se pasó la mano por el pelo y miró hacia sus manos, apretadas en fuertes puños sobre las sábanas.

—No hay nada —masculló.

—Sí claro, también me han dicho que me parezco a Justin Bieber, algo sobre el flequillo —V volvió a ponerse serio—. Suéltalo, mi hermano.

—Te he dicho que no hay nada, Vishous. Nada abiertamente expuesto, al menos, no lo sé… joder, qué complicado es todo esto.

Bufó y cerró los ojos como si eso fuera a hacer que todos sus problemas desaparecieran. Aquí estaba él, recién vuelto del “semi-más allá” (macho, ¿por qué no había un menos aquí?) y con una hembra medio muerta, por la que ni siquiera conseguía empezar a descifrar lo que sentía, al lado.

Ah, sí, no nos olvidemos de la Enfermera Vishous interrogándole.

—Cuando el río suena, agua lleva —avisó el moreno—. Finalmente fui capaz de calmarla y permitió que Selena te alimentara. Pero esto no es normal, Tohr, dijo que eras suyo.

—Lo sé —soltó sin pensar y luego se arrepintió al ver la cara de qué-cojones del Hermano—Demasiado largo para explicar. Supongo que debería habérmelo visto venir.

Vishous pasó al qué-cojones nivel dos. Plus.

—Creía que tenía algo con Qhuinn —expuso simplemente.

—Y lo tenía… o tiene, no sé —Tohr gruñó y miro hacia la cama de Layla—. Pero es solo un crío.

—Ella no es mucho mayor —se encogió de hombros V.

Tohr le clavó una mirada totalmente seria.

—Te sorprenderías, mi hermano. Ahora, ¿qué mierda pasó después de que me desmayara?

V suspiró y plantó el culo en el colchón a su lado.

—Yendo directo al grano, el Symphath de mierda tenía las uñas impregnadas de veneno de escorpión, por lo que los muy cabrones debían estar al tanto de que muy posiblemente habíamos salido a cazarlos —comenzó a liarse un cigarrillo—. Debido a la pureza de tu linaje, que la toxina te hiciera efecto fue solo cuestión de minutos. Para cuando llegaste aquí el 90% de tu sangre era inservible y Jane te puso en diálisis directa desde la vena de Layla.

—¿Durante dos putos días? —Tohr enarcó una ceja, incrédulo, ante lo que consideró una falta grave por parte de la médica de la Hermandad.

La mirada que le dirigió V ante su tono de voz podría haberle enseñado a las estalactitas cómo congelarse correctamente.

—No sólo Layla es una Elegida, lo que significa que tiene más aguante que una hembra vampiro media, como ya ha demostrado. Sino que fue imposible hacerla cambiar de opinión. Ha pasado a tu lado tus tres días de coma inducido. Sin casi comer, beber o dormir.

Cuando Tohr apartó la mirada ante la enumeración de V, éste bajó la cabeza hasta que sus ojos diamantinos quedaron a su altura.

—¿Vas a seguir diciéndome que no hay nada entre vosotros?

—No. Es. Asunto. Tuyo. Punto —masculló entre dientes apretados.

V le dedicó una última mirada de exasperación y se levantó para irse.

—Estoy hasta los huevos de hacer de psicoanalista marital hoy. Después decís que yo soy poco comunicativo —le dio la espalda.

—Vishous, una cosa más. ¿Qué le pasa a Jane conmigo? La he notado rara…

El macho encogió sus enormes hombros mientras iba a hacia la puerta de salida con lentitud.

—Piensa que el estado en que está Layla es culpa tuya, indirectamente, de alguna manera. Y yo no he tenido argumentos suficientes para rebatírselo, básicamente porque no sé una mierda de lo que está pasando —se volvió a medias—. Ahora, descansa.

En cuanto V hubo desaparecido por la puerta, Tohr se permitió soltar una viciosa maldición y luego se tapó la boca rápidamente mirando hacia Layla, no quería que le escuchara decir cosas así. Con cuidado, se puso de lado hasta quedar de frente a ella y la repasó con la mirada. Su respiración parecía un poco menos trabajosa que antes y su piel ya no mostraba rastros de sudor frió. El suero estaba haciendo bien su trabajo.

Sagrada Virgen, no soportaba pensar que ella estaba en ese estado por su culpa. Que se había dejado casi morir por tal de salvarlo, ¿por qué demonios haría algo así?

Oh, colega, podría ser porque le dijiste a una hembra como ella, sabiendo lo sola que se siente, que siempre te tendría a su lado. Probablemente eso le hizo creer que había algún tipo de vínculo entre vosotros, ¿no crees?

Santa mierda. Muy probablemente eso tuviera algo que ver.

Seh, tío. Y que no se te olvide todo el rollo de voy-a-revisarte-las-amígdalas-con-la-lengua o…

—Basta ya —masculló.

Su cerebro barajó rápidamente imágenes de ellos dos juntos y no pudo evitar estremecerse. Definitivamente ahí había algo. El problema era que no tenía la más remota idea de qué era.

Miró de nuevo hacia la silenciosa y pálida figura de la Elegida y supuso que cuando ella despertara tendrían que despejar al menos algunas de las dudas.

Ya estaba harto de no saber nada… ¿le serviría una enciclopedia, Google?

Al carajo.

****


Rhegion abrió los ojos con violencia en cuanto sintió la mente de Dahlia en la fortaleza. Los sentimientos de la hembra eran un oscuro embrollo que iba desde la morbosa satisfacción, hasta la intranquila inseguridad pasando por algo como… ¿remordimiento?

Gruñó y se frotó las sienes. Definitivamente, aún tenía muchas cosas que enseñarle a esa niña. Como que debía mantener sus emociones equilibradas y que había ciertos sentimientos que no tenían cabida en un Symphath.

Al menos lo haría si esperaba que algún día le sirviera de maldito receptáculo seminal para engendrar a su futura descendencia.

Se levantó de su cómodo lecho y tras contemplarse unos segundos en el espejo, fue a buscarla al salón principal. La encontró sentada en uno de los sofás, contemplado el fuego de la chimenea con expresión ausente mientras la pierna derecha le temblaba en un tic nervioso.

Suprimiendo su hastío ante tal demostración de falta de control, extendió su mente ligeramente para calmarla y se acercó hasta donde estaba, pasándole una mano tranquilizadoramente por el cabello.

—Dahlia, querida, ¿qué ha ocurrido? No es normal verte así —cuando ella no contestó a la primera sino que se quedó pensativa, claramente intentando hilar una explicación, Rhegion no fue capaz de suprimir la amenaza y la exasperación de su voz—. Todo ha salido bien ¿no es verdad?

Los ojos de la Symphath se alzaron hacia él, enormes de terror, tragó ruidosamente y asintió. Estaba temblando.

—¿Te ha comido la lengua el gato? —preguntó, su voz peligrosamente suave.

—Todo —la hembra tuvo que aclararse la garganta—, todo ha salido bien, pero… ehm, Hannibal ha muerto.

Rhegion no pudo evitar enarcar una ceja. ¿A eso se debía la conmoción emocional de la hembra? Bueno, quizás había subestimado la relación de los dos críos. Y pensar que les había prohibido establecer cualquier tipo de lazo emocional.

—¿Cómo? —la tomó por la barbilla, forzándola a mirarlo a los ojos.

—El muy idiota —esta vez gruñó—, habíamos divisado a unos civiles haciendo una barbacoa en el patio trasero de su casa. Eran el objetivo perfecto —sus ojos brillaron con ansia homicida—. Mi Señor, si hasta tenían a sus hijos con ellos. Bien, el macho tenía una complexión física bastante importante, por lo que era un enemigo a tener en cuenta a menos que lo tomáramos por sorpresa.

—Ve al grano —la reprendió.

—Mientras estaba totalmente concentrada midiendo la situación, el muy imbécil de Hannibal me atacó. Físicamente. Sacó una especie de tubo de metal de alguna parte y me dio en la cabeza. Lo último que me escuche ante de desmayarme fue: “Yo me encargaré de esto, zorra. Así le demostraré al Rey que soy digno. Puede que cuando vuelva, si sigues inconsciente te…” —se paró en seco, como si el resto diera igual—. Cuando volví en mí, escuché mucho tumulto en el callejón y me asomé desde la terraza donde habíamos estado vigilando a los civiles. Hannibal estaba rodeado de al menos siete vampiros, aunque parecía haber tomado a uno de rehén. El punto es que uno de ellos acabó por desmaterializarse tras él y dispararle con un arma que no había visto nunca antes. Hannibal se desplomó echando espumarajos por la boca y…

—Ahórrame los detalles, lo importante es qué les dijo a los vampiros, niña.

—Siguió el protocolo —aseguró Dahlia—, al menos en eso no fue un gilipollas integral. Cuando se vio sin más salida, escupió la mentira que habíamos ideado sobre la corrupción en la Colonia. Hemos conseguido poner a la Hermandad sobre la pista equivocada.

Rhegion observó la expresión triunfante en el rostro femenino durante unos segundos, luego echó la mano hacia atrás y la abofeteó con toda la fuerza que pudo, sabiendo lo insultante que le resultaría el gesto.

Ella se llevó la mano a la mejilla dolorida de manera inmediata y el labio inferior le tembló como si fuera una niña de cinco años.

—Idiota, no cantes victoria todavía, ¿acaso te crees que esos vampiros son tan estúpidos? Oh, no, hará falta mucho más que las palabras de un joven Symphath desquiciado para hacerles creer que realmente algo va mal en la Colonia —la taladró con la mirada—. Además, no debes olvidar que el bastado híbrido que tengo por sobrino, ese usurpador malnacido, colabora activamente con la Hermandad —los ojos le brillaron con malicia—. Es a él a quien debemos convencer de que sus súbditos están planeando sublevarse, solo de esa manera conseguiremos que los vampiros organicen un ataque a la Colonia, ¿comprendes?

Se paseó por la habitación, llevándose la mano derecha a la barbilla en un gesto pensativo. Tenía que haber una forma de hacer que Rehvenge cayera en la trampa, algo que le hiciera desconfiar del poder que ejercía sobre los habitantes de la Colonia.

—Hemos de encontrar la manera de precipitar una serie de ejecuciones por su parte. Ese bastardo no es idiota, sabe que el único castigo eficiente para un crimen Symphath es la muerte. Nuestra especie es reincidente por naturaleza y tiene respeto nulo por la piedad. Deberá gobernar con puño de hierro —una sonrisa macabra se extendió por su rostro—. Nuestro principal objetivo será que se deshaga de los cabecillas del consejo y la nobleza, de esa manera el pueblo llano quedará sin líderes.

—Y cuando nosotros empecemos a masacrarlos desde el mismo núcleo de la Colonia… —continuó Dahlia siguiendo el hilo de sus pensamientos.

—Serán un asustado rebaño de ovejitas que no sabrá dónde ir —terminó Rhegion—. No sabrán quién los ataca ni dónde pueden huir, se volverán los unos contra los otros. Habrá una Guerra Civil y nosotros, mi querida, tan sólo tendremos que sentarnos a ver cómo se destruyen los unos a los otros por nuestra causa.

Dahlia, que aún se sujetaba la mejilla algo colorada, lo miraba con total adoración, como si fuera un ser divino que acababa de aparecérsele.

—Sois brillante, mi Señor. Formaré un equipo y centraremos todas nuestras estrategias en el usurpador. No os preocupéis, podéis dejarlo todo en mis manos.

Él tan sólo enarcó una ceja.

—Arrodíllate —comenzó a desabrocharse el cinturón del pantalón—. Me he desentendido demasiado y no pienso seguir dejando mi futuro en manos de unos simples críos. Además —sacó su miembro duro de sus pantalones—, solo hay una cosa que sabes hacer bien con tus manos… y tu boca, querida.

****


Wrath estaba que se subía por las paredes y una jaqueca de torneo le retumbaba en la cabeza. Por quinta vez consecutiva, los dedos se le enredaron en las gafas en el camino a masajearse las sienes. Con un rugido de frustración se las arrancó de las orejas y las estrelló en el suelo, pisoteándolas con saña. A su lado, George gimoteó ante el estallido de violencia y, como sólo había ocurrido unas pocas veces, su Amo no le prestó la menor atención.

Todo en su cerebro se reducía a dos cosas:

1) El DOLOR.

2) Llegar a su habitación para poder meter la cabeza en agua fría, congelada si hiciera falta. Joder, ¿dónde había un puto iceberg cuando un Rey lo necesitaba?

Se sabía de memoria el número de pasos que había desde el principio del corredor hasta la puerta de su habitación, pero su materia gris parecía estar demasiado ocupada entrando en estado de ebullición como para ayudarle a contar. Por eso, la parada abrupta del golden ante la entrada lo pillo desprevenido y casi ahorcó al perro de un tirón con el collar.

Mascullando una viciosa maldición que resonó en su propia cabeza como un tambor, acarició el sedoso pelaje de su compañero a modo de disculpa y tanteó el pomo con torpeza.

El alivió psicológico de saber que había llegado donde necesitaba estar hizo la situación más llevadera. Junto con el marcado perfume de su compañera en la habitación.

Beth estaba a solo un día de su necesidad, según los cálculos de Havers y, por lo tanto, Wrath le había ordenado (rogado de rodillas sería más preciso), que no saliera de la habitación hasta que todo empezara, no fuera a ser que los primeros signos de dolor la pillaran deambulando por la casa.

—¿Wrath?

El macho hizo un gesto de dolor y se llevó las manos a los oídos, tirando a un lado la correa del perro. Menuda mierda, por la Virgen, ni siquiera podía oír la voz de su shellan sin morirse de dolor. Le hizo un gesto para que no hiciera ruido y comenzó a tambalearse en dirección al baño. El leve sonido del arrastrar de sus pies y el modo en que su perfume se hizo más fuerte le comunicaron que Beth se había acercado y estaba muy, muy preocupada.

Ella le abrazó con cuidado por la cintura, como si solo estuviera tocándolo, en vez de dándole un punto de apoyo cuya cabeza no fuera una bomba H. Coño con su leelan, siempre tan atenta a todo, ayudándolo de modo que no se sintiera débil.

La suave y fresca mano femenina se posó sobre su frente e hizo un par de movimientos circulares, como preguntando, ¿una jaqueca de las gordas?

Él simplemente asintió con movimientos brevísimos y la dejó guiarlo hasta el borde de la bañera.

Ya habían hecho esto otras veces cuando el dolor de cabeza se le hacía prácticamente insoportable, así que Beth conocía el modus operandi. Abrió el agua fría a tope y le sacó la camiseta con cuidado, para que no se mojara. Los inclinó suavemente sobre el borde y le acercó el mango moviendo el chorro en círculos sobre su cabeza.

La ola de alivió fue casi instantánea cuando la presión que en su cráneo comenzó a disminuir. Ella siguió moviendo el agua, mientras que con la otra mano le masajeaba el cuero cabelludo y se aseguraba de empaparle todo el pelo, de manera que estuviera lo más fresco posible.

Él suspiró. Literalmente. Como una nenaza. Pero no podía evitarlo, su shellan sabía exactamente cómo hacerlo sentir mejor, ocurriera lo que ocurriera.

Apretando los ojos aún más, se concentró el masaje combinado del chorro y las manos de Beth combinadas obrando maravillas. Se abrió a las sensaciones un poco más y lo siguiente fue la esencia de la hembra volviendo a llenar sus fosas nasales. Mierda, su olor se hacía cada vez más fuerte y atrayente conforme se acercaba a su necesidad. Olerla ahora mismo, era como si le estuviera pidiendo a voz en cuello que la tomara y la hiciera suya. Apretó más los ojos.

Lo siguiente, fue la calidez del cuerpo femenino pegado al suyo, sus curvas amoldándose a sus duros planos y moviéndose contra él mientras seguía masajeándolo, ¿por qué de repente deseaba que le masajeara otra parte de su anatomía, también con cabeza?

Se revolvió un poco y ella hizo un sonido como de shhh, para que se estuviera quieto y la dejara terminar. Se inclinó más sobre él y algo suave, redondo y blando le rozó la mejilla.

Wrath inspiró hondo.

Más movimiento, más del pecho de Beth rozándolo, más sangre acumulándose en su entrepierna. Hubiera gruñido si hubiera tenido la certeza de que el más leve sonido no atraería de nuevo la jaqueca.

Sintió el fru-fru de la ropa al moverse, como si ella se quitara algo y cuando volvió a apoyarse sobre él para seguir el masaje, sintió la piel desnuda de su brazo. Debía haberse quitado el batín de seda que siempre llevaba sobre el camisón para no mojarlo.

Su polla dio un salto ante el pensamiento de toda aquella piel expuesta y, el conocimiento, de que nunca llevaba ropa interior cuando estaba en su habitación.

Con un movimiento lento, pero decidido, sacó la cabeza de debajo del chorro y la giró, atrapando el pezón de Beth entre sus labios a través de la tela. Su cortó jadeo fue todo lo que necesitó para convencerse de que lo que hacía sería bueno para ambos.

Estiró una mano a tientas para cerrar el agua y se volvió de lleno hacia ella. La rodeó con un brazo, atrayéndola hacia sí, pegándola a él de la cabeza a los pies de manera que pudiera sentir la dureza entre sus piernas. Sus pechos subían y bajaban, pegados a él, debido a su agitada respiración y pronto los delicados brazos estaban también alrededor de su cuello.

Sin molestarse por la manera en que su larguísimo pelo estaba empapándolos a los dos, Wrath giró la cabeza unos milímetros para besarla… y gruñó por el dolor que sus cervicales transmitieron a su cerebro.

Su shellan volvió a hacer ese suave shhh, calmándolo y lo empujó por el pecho hasta que estuvo recostado sobre el suelo del cuarto de baño. La fría cerámica que lo recubría fue un bálsamo para sus nervios, que parecían estar al rojo vivo.

Sintió como ella se recostaba a su lado, apoyando una de sus manos en su pecho y pasándole una de sus piernas por encima. Se sonrió a sí mismo, Beth había adoptado la misma postura en la que dormían en un intento más por ayudarlo a sentirse mejor, ¿no era su leelan el mayor prodigio del mundo?

Parecía que hacía años que no estaban así de bien, aunque sólo hubieran sido un par de semanas, desde que Havers la diagnosticó. En el silencio creado en baño (gracias a su jaqueca, menuda ironía), fue capaz de encontrar una vez más esa paz interior que sentía cuando estaba con su hembra. Percibió nuevamente ese vínculo que los unía a los dos, pero que parecía haberse debilitado últimamente.

Con todo el asunto de la necesidad había acabado por no sentirse cómodo a su alrededor. Por una parte estaba ella misma, que no dejaba de presionarlo para que actuara de forma normal, lo cual no hacía sino ponérselo más difícil. La Virgen sabía que prácticamente había tenido que ponerse un bozal en la polla para no saltarle encima a su shellan. Pero por otro, su asustado cerebro de macho vinculado no dejaba de recordarle los riesgos que su hembra correría si se quedaba embarazada.

Aún podía recordar a cara de Z cuando Bella entró en el quirófano…

Aún sin abrir la boca, Beth se acurrucó más contra él y su dolor de cabeza pareció casi esfumarse, mientras su corazón comenzaba una alocada carrera al sentirla pegada a su cuerpo. Se estremeció más profundamente cuando ella comenzó a masajearle el pecho con movimientos circulares.

Iba a ser verdad que un gesto valía más que mil palabras.

Con un suspiro se dejó ir, dejando de lado todas sus inquietudes, sus miedos, su enfado y su dolor. Permitió que su amor por ella lo desbordara como nunca se había permitido antes.

Lo necesitaba, la necesitaba.

Con un poderoso impulso de sus brazos, la subió a horcajadas sobre él y movió sus caderas en lentos círculos bajo ella, dejando muy claro lo que quería. Sus manos vagaban por su cuerpo, las yemas de sus dedos recorriendo las formas que para él eran un tesoro, erizando la piel que consideraba invaluable, excitando a la hembra que era su joya.

El cuerpo femenino respondió con presteza al tacto, arqueándose sobre él, pero Wrath la conocía muy bien, sentía la incertidumbre en sus movimientos algo descoordinados, la sentía dudar sobre si lo que iba a pasar estaba bien…

Sin darle tiempo a pensar más, introdujo una mano entre ellos, desabrochó la cremallera de su pantalón de cuero con destreza y liberó su erección. Que se introdujo con rapidez en la humedad entre las piernas de su shellan.

Ambos apretaron los dientes ante la sensación, pero ninguno de ellos emitió el más mínimo sonido.

Comenzaron a moverse al compás, él limitándose para mantener la jaqueca a raya y dejándola hacer. Beth se movía con ligereza sobre él, arrancándole sensaciones que había llegado a añorar en las semanas en que no habían estado juntos. Lo cabalgó con lentitud y profundidad, haciendo que se estremeciera ante el amor y la pasión que desprendían sus movimientos.

Cuando lo sintió temblar bajo ella, se inclinó hasta que sus pechos se tocaron y llevó su boca a su oído con toda suavidad para susurrar un te amo que rompió el silencio como un cañonazo.

Las palabras parecieron disparar algo a lo largo de su cuerpo, empezando en su corazón y acabando en su sexo, que se estremeció llenándola una y otra vez de calientes pulsos. Se aferró a ella con fuerza, como si nunca fuera a dejarla marchar, total y absolutamente feliz de volver a sentirse uno con su shellan. Durante unos segundos, todas las preocupaciones y reproches de las dos últimas semanas quedaron atrás, junto con el endemoniado dolor de cabeza. La sostuvo contra sí, acunándola contra su pecho mientras el silencio volvía a cernirse sobre el baño.

Su mente trabajaba a toda máquina, buscando algo bonito, especial, verdadero para decirle. Algo que llenara la quietud haciéndola estallar en la dulzura que su Beth se merecía. Se sonrió, le besó la coronilla y comenzó a abrir la boca para decirle algo… no, eso tampoco era digno de ella. Suspiró ante su incapacidad por encontrar las palabras correctas.

Ella se incorporó un poco, sus mejillas tenían un color rojo encendido, con una sonrisa algo vaga le puso un dedo sobre los labios.

—Tranquilo, lo sé.

Wrath no pudo hacer más que sentirse maravillado por cómo de bien lo comprendía aún cuando el pareciera tener la capacidad comunicativa de un chimpancé. Se colocó mejor bajo ella, dejando aún más de lado su actitud de gran-guerrero-malote.

—Beth yo… —ella se estremeció y tembló sobre él, hundiendo la cara sobre su hombro. Wrath rió ante su actitud—. Eh, que aún no he dicho nada tan horrible, iba a esforzarme de verdad… ¿Beth?

La hembra gimió por lo bajo y otro temblor recorrió su cuerpo. Confundido, le acarició el pelo e intentó levantarle el rostro para poder palparle la frente. Maldijo mentalmente, joder, cuánto más fácil sería todo ahora mismo si pudiera verla.

Ella se resistió así que no tuvo más remedio que obligarla: con una mano le levantó la barbilla y apoyó la palma de la otra sobre su frente.

Caliente. Ardiendo. Volando en fiebre y empapada en sudor.

—¿Beth...? —volvió a decir, había un temblor de duda teñido de miedo en su voz.

—Oh, Dios, Wrath… ya…. Dios, me duele tanto.

Su voz salía rasgada de su garganta, como si pronunciar cada palabra estuviera costándola un mundo. Lo temblores de su cuerpo sobre el de él comenzaron a hacerse más frecuentes. Sintió algo caliente y húmedo sobre la piel de su hombro… lágrimas. Más de ellas empezaron a gotear de las mejillas de Beth a él.

Y fue entonces cuando la primera oleada de feromonas de la necesidad de su shellan le golpeó. Y fue como nada que hubiera sentido con anterioridad.

Ya podría haber estado medio muerto desangrándose que cada mililitro de sangre en su cuerpo hubiera escapado en dirección sur para ponérsela dura y lista para ella. Ya podría haber estado semiinconsciente con los sesos desparramados por el suelo que cada fibra de su ser hubiera seguido gritándole que la sirviera, que aliviara su dolor… que dejara cada micra de su piel impregnada con su olor de marcaje.

A los pocos segundos, mientras aún se recuperaba del primer impacto, la segunda oleada llegó y esta vez tanto él como ella gimieron, una mezcla entre dolor y placer. Su polla parecía a punto de estallar, sus pelotas le apretaban al punto del dolor… Beth, Sagrada Virgen la agonía en la que debía estar…

—¿Wrath…? —la voz le salió en su sollozo—. Wrath… por favor, me duele muchísimo.

El calor que emanaba del cuerpo de su shellan estaba quemándolo vivo… vivo de necesidad por tomarla y calmarla. Oh, joder… ella onduló contra él, ofreciéndose, rogándole. Rodó sobre ella con algo de torpeza y en cuanto sus pieles desnudas hicieron contacto ambos gimotearon.

En esta situación el dolor y el placer se volvían muy difusos.

Santa mierda, la necesidad de Beth había comenzado y él estaba encerrado en un baño con ella. Durante un momento se preguntó si ella habría echado el cerrojo del baño.

Al momento siguiente estaban muertos para el mundo, sumergidos el uno en el otro.

14 comentarios:

Dai-Dai dijo...

ohhhhhhh nena.

No sabes lo que haz hecho, esto es tàn triste aveces para mì. Recordar a Wellsie siempre me dejà con una sensaciòn tan rara, como de dolor y nostalgia. Me parece tan hermoso que un escritor logrè generar en sus lectores sentimientos tan fuertes y tàn reales por personajes ficticios, pero ahì està y eso es una realidad, como lo fue el hecho de que llorè cuando Thor la vè, esa parte donde ella lo mira con añoranza me partìo el alma y es que cuanto hubiese deseado que la Ward la trajera de vuelta, pero no fue asì y me alegro del gran trabajo que estàs haciendo con esta parejita.
Me gustò volver a saber de la parejita real y esperarè juiciosa el siguiente capi, que XD espero que sea màs largoooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo.

chao y pasalo genial.

Noel Arias dijo...

Me encanto y lo disfrute mucho. Es verdad lo que dice Dai, Wellsie es, fue y sera un personaje muy fuerte y recordado, por lo que cuesta ver a Tohr con otra Shellan. Sin embargo, todo tiene que seguir adelante y queremos ver a este Macho feliz!!

Ame los momentos de Beth y Wrath y ya era hora que arreglen esto

Besos Nei y nos vemos en el proximo capitulo!!!

Marle dijo...

Hermoso este capitulo, se me hizo un nudo en la garganta cuando lei a Wellsie.

Estoy deacuerdo con Dai-Dai quieremos que el proximo capitulo sea mas largoooooooooooooooooooooooooooooooooooo...

Besos Nena estuvo fabuloso.. Felicidades!!!

Anónimo dijo...

FANG-TA-BU-LO-SO!!!! *clapclapclap* Qué ganas de leer el próximo capi!!! Sigue así, Neï!!!!

Laura dijo...

Me encanto el capitulo y mas la parte en q Wellsie se le aparece a Thor y le dice q siga adelante el ve q ella es feliz y q tambien el lo sea q bueno, y la necesidad de Beth mi querido rey no se puede resistir!!
Me gusto mucho y hasta el proximo saludos y ciudate mucho...

º-Xhexenia|-º dijo...

OMG!! esto fue tan genial. ha sido uno de mis tantos capis favoritos jajja!! hs tocado cada punto exactOo q *lloro* de felicidad!!

Eso de mama dientes de sable.. me hizo estallar en risas junto conlo de V parecido a JB o sii q locura!! ajjaj

como siempre haces un gran trabajO :)

y la pareja real !! ya merecia atencion y si q se la has dadOo. me alegro por ellos!!

T quierO y esperare el sig capi con ansias un beso guapa!!

JANE dijo...

UFFFF , tengo lagrimas en mis ojos Wrath y Beth son lo maximo y por lo que pasan ahora es muy dificil, solo puedo decir que te superas cada vez mas y que es un gran privilegiop oder leerte, gracias por el capitulo esta fantastico

Anónimo dijo...

*rueda por el suelo de emoción* Oh Dios, de verdad les gustaron las escenas de Wrath-Beth y Tohr-Wellsie, ¡no me lo puedo creer!, especialmente ésya última. De verdad, cuando estaba escribiendo sobre Tohr el en Fade, sentía como si la escena con Wellsie fuera súper falsa, de verdad :( Me alegra de que no les haya parecido así, y que se les salten las lágtimas es un honor.

Neï

Zamara dijo...

Me encanto! Esta historia cadabes se esta mas interesante sobre todo el dilema de Tohr. Ya quiero saber cual va a ser la reaccón de Jonn!

Anónimo dijo...

Me hiciste llorar, con eso quiero decir que te superaste,sigue asi eres genial.

Anónimo dijo...

Es un trabajo espectacular el que estas asiendo y en forma sana envidio tu talento, realmente eres un gran escritor, haces que me llene de emosion leer tus capitulos, espero el proximo hable mas de la pareja real y que nose tan cortito ajajajja


pronto sabre de ti :D

Miki-Chan

Anónimo dijo...

cada vez me gusta mas!más trama en toooodos los sentidos.

lilo lopez

Jacqueline dijo...

Nei, me encanto el capítulo, si me da mucha pena que Welsie no regresara, pero quiero que Thor sea muy feliz, y en cuanto a Wrath con Beth quiero saber más por favor. gracias.
cariños.

Nury Misú dijo...

Buenísimo momento para q aparezca la necesidad de Berh. Jajajajajaja. Pobretes, tienen q pasarlo mal pese al disfrute de la cura.
De los simpats prefiero no hablar q me pongo mala.
Y lo de Thorment y Laila de sale de madre. Desde luego ella ha perdido los papeles y Thor esta a un tris tmb. Me pregunto q hará cuando vea a un macho intentar alimentarla. Q nervios coño!!! Jajaja.

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