¡CHICAS! :D WOW ¡CUÁNTO TIEMPO! Primero muchísimas gracias por esperarme, preguntar constantemente por el fic y darme ánimos en general.
Este sábado tengo el último examen así que calculo que al menos tendré un mes y medio de tranquilidad para traerles el fic con más puntalidad.
Ok, pues la vuelta se viene bastante movidita. Si recuerdan nos quedamos con Lassiter brillando como una bombilla y luego estampándose contra el suelo del garaje. En este capi está la explicación que, básicamente, solo trae más problemas para todos.
Hay también un momento bastante amargo con Tohr. El siempre es el chico bueno, pero la gente se olvida de que incluso los buenos tienen un límite. Espero que vean porqué las cosas explotan como lo hacen.
Y luego... *redoble de tambores* confrotamiento Layla-Xhex. Me imagino las caras que deben haber puesto cuando vieron el avance en mi Face. Pues imaginen la mía cuando se me ocurrió. Este es el punto álgido en la transformación de Layla, ojalá todas estén de acuerdo, porque es fundamental para el posterior desarrollo del fic.
En este capi no he incluido a la pareja Real, pero descuiden que sabrán de ellos en el próximo :D
Besos a todas y las dejo leer.
¡DISFRÚTENLO!
Neï.
Capítulo 14. Momento Decisivo.
{Go hard or go home}
****
¿Qué acababa de pasar? Por la Virgen, que alguien le explicara qué cojones acaba de pasar en ese garaje porque lo estaba flipando de lo lindo.
Saliendo de su ensimismamiento, Tohr miró a su alrededor: sus hermanos estaban quietos como estatuas, clavadas en el suelo. Nadie parecía atreverse a dar un paso por miedo a que se generara algún tipo de reacción en cadena de mierda y todos saltaran por los aires o algo parecido.
Sacudió la cabeza y enfocó los ojos en el cuerpo del ángel, a unos escasos tres metros de él. Estaba humeando levemente, pero por lo demás presentaba su brillo habitual y parecía normal. Y una polla normal. Joder, ¿de verdad acababa de ver como el tipo levitaba… sí, levitaba a cinco metros del suelo? Y… mierda, mierda, esa luz había sido sus alas ¿verdad?
Con una maldición viciosa se obligó a sí mismo a acercarse a Lassiter. Cuando estuvo arrodillado a su lado, se giró hacia Xhex un momento. La medio-symphath asintió levemente, tranquilizándolo. Guay, lo último que quería era que el crío se despertara y Mr. Supernova lo friera como una tira de beicon.
Parecía haber perdido el conocimiento. Lo cogió por el brazo para zarandearlo levemente simplemente para soltarlo de un tirón y sacudir la mano siseando. Bien, bien, el puto ángel estaba ardiendo como si lo hubieran sacado de un horno. A eso debía deberse todo el humo que lo rodeaba. Pero si era así ¿cómo podía no estar muerto?
—Joder, así no puedo tomarle el pulso —masculló.
—Aparta —gruñó una voz tras él. Pocos segundos después la mano enguantada de V se cerraba en tormo a su hombro, quitándole de en medio. El Hermano se arrodilló junto a Lassiter y comenzó a descubrir su mano derecha.
—Vishous, ¿qué… —comenzó Tohr con consternación.
—Plumitas y yo tenemos algo en común, él no es el único que puede marcarse el numerito de la bombilla humana.
Con esa súper explicación, acabó de quitarse el guante y cerró los ojos, concentrándose. Al momento el brillo de su mano comenzó a extenderse por todo su cuerpo, creando un halo similar al que rodeaba al ángel. Cuando el vampiro abrió los ojos, Tohr pudo notar como el resplandor salía justo desde detrás de ellos también.
Al sentirse observado, V se giró, clavando sus lucecitas gemelas en él. Le hizo gestos de que se echara a un lado.
—No sé qué puede pasar cuando le toque, lo he hecho otras veces y todo ha ido bien, pero ésta es una situación… particular.
Todos los presentes, Tohr incluido se hicieron a un lado mientras el Hermano bajaba dos dedos muy lentamente hasta la yugular de Lassiter. Nada pasó. Ni haz de luz desintegrador, ni explosión atómica. Tan sólo V contando las pulsaciones del ángel.
—Está vivo, pero no hay jodida manera de determinar el alcance de sus heridas, o si está herido siquiera —comenzó a ponerse el guante de nuevo—. Lo mejor que podemos hacerlo es dejarlo descansando en algún sitio. Cuando se enfríe, claro. Hasta el momento, creo que lo mejor será que nos quedemos aquí vigilándole por turnos y que nos llevemos eso —señaló con la cabeza hacia el niño—, lo más lejos posible de él ¿quién sabe lo que podría pasar la próxima vez? —se sacó un liado y comenzó buscar el encendedor, tras parecer pensárselo mejor acercó la punta del cigarro al brazo de Lassiter y lo encendió.
—¡Vishous! —exclamó Tohr lanzándose hacia él.
El tipo se quitó del camino dando una larga calada.
—Me debe muchas —dijo por toda explicación.
—Si vuelves a…
—¡A CALLAR! —bramó Wrath—. No tengo la menor idea de que ha pasado, lo cual me pondría de mal humor ya de por sí, pero teniendo en cuenta que aparentemente me he perdido todo un numerito angélico la cosa solo empeora —dio un golpe al aparador más cercano—. Mi despacho, cinco minutos. El ángel puede quedarse solo un rato. Xhex, estás invitada y trae al crío contigo, quiero tenerlo a la vista —ironizó a antes de darse la vuelta e irse.
Tohr siguió a Wrath al igual que los demás. Cuando llegaron al vestíbulo las shellans estaban esperándolos junto con Zsadist. Layla se separó del grupo inmediatamente y se dirigió a él.
—¿Estás bien? ¿Qué ha pasado? —le cogió las manos y él no pudo evitar sisear por el dolor. La Elegida les dio la vuelta y vio varias ampollas. Las pupilas de sus ojos verdes estaban dilatadas por el miedo cuando volvió a mirarlo—. Tohr…
—Estoy bien, nalla¸ tengo que subir con los demás al despacho de Wrath en cuanto salga te lo contaré todo, no te preocupes…
A la mierda con que no se preocupara. Ella o cualquiera de las shellans en ese caso. Xhex salió con John pegado a sus talones, llevaba al crío Symphath en brazos, aún inconsciente. Todas las hembras la siguieron con la mirada y luego se giraron hacia sus machos.
—Ahora no, Layla —tomó su rostro entre las manos y le dio un largo beso—. Ve a nuestra habitación o quédate con las demás, como quieras. Te buscaré cuando la reunión acabe.
Se giró y salió disparado hacia las escaleras, subiendo los escalones de dos en dos. Su mente volvía una y otras vez a Lassiter. Joder, el tipo le había provocado muchas cosas: risa, furia, aburrimiento, ganas de matarle. Pero ¿miedo? No, hasta hoy nunca había sentido eso ¿viéndolo ponerse todo angélico? Mierda, le había hecho darse cuenta de que no era alguien con quien jugar o de quien mofarse. El tipo de poder que acababa de ver era del tipo capaz de aplastarlos a todos en un parpadeo. Suponía que se les había olvidado que Lassiter era eso: un ángel. Un puto ser divino, un inmortal que era más antiguo que todos ellos y con el que realmente no sabían a qué atenerse.
Aún se maldecía en voz baja cuando entró al despacho. Habían colocado al niño cuidadosamente en el enorme sofá que solía ocupar Rhage y la shellan de John se sentaba junto él sin quitarle el ojo de encima, tocándole la frente levemente con la yema de los dedos de vez en cuando.
Tohr miró a John, pero el muchacho rehusó su mirada y él se encogió de hombros. Ahora no era el momento de resolver ningún tipo de pelea familiar. Se colocó junto a Wrath como siempre y cuando el último hubo entrado, cerró la puerta tras de sí.
El Rey movió la cabeza hacia la dirección general en que estaba Xhex y preguntó:
—¿Algo que decir sobre esto?
—Sí, que deberías llamar a Rehvenge.
—Dime algo que no haya pasado ya —gruñó él en respuesta.
—El crío está muy confuso. Cuando entro en su mente, capto retazos de un lugar desconocido, de caras desconocidas, pero es como si solo hubiera imágenes y todas las ideas que las acompañan se hubiera esfumado de su mente.
—¿Crees que puede tener algo que ver con lo que pasó en el garaje? —preguntó Tohr.
La medio-symphath se negó a mirarle y contestó a Wrath directamente.
—Le he sumido en un sueño reparador con la intención de que se cure por su cuenta, pero es un symphath, no puede pasar inconsciente mucho tiempo o su mente se atrofiará —explicó—. No tengo la menor idea de si la conexión que se estableció allí abajo puede haber sido la causante del daño, pero no me extrañaría.
—¿Conexión? —el Rey alzó una ceja.
—Sí, cuando llegué el chico había conectado su mente con la del ángel, aunque todo sea dicho no se parecía a ninguna que hubiera visto con anterioridad, pero…
Las puertas dobles del despacho se abrieron cortándola a mitad de oración y Rehvenge entró en la habitación. Xhex le puso al corriente de la situación en pocas palabras. El macho no parecía sorprendido del estado del niño.
—La noche en que Z y Tohr fueron atacados tuve que evaluar quién sería el más adecuado para acercarse al Symphath. Lassiter me aconsejó que no le echara un vistazo a su cabeza me dijo que los mortales no estamos hechos para saber algunas cosas y que muy probablemente destruiría mi psique.
Todos miraron hacia el sofá con renovado interés.
—O sea, que nunca vamos a enterarnos por qué cojones el chico estaba aquí porque el contacto con el ángel le ha freído las neuronas —sintetizó Butch.
—Muy probablemente —dijeron Xhex y Rehv al unísono.
—Pero —siguió el macho—, por lo que he podido notar, Xhex ha hecho un trabajo muy bueno, uniendo las partes de su conciencia antes de dormirlo, con algo de suerte no se quedará vegetal de por vida.
—Suerte es algo que no solemos tener, Reverendo —escupió V usando el antiguo apelativo del medio-symphath.
—De puuuuta madre, así que solo nos queda esperar a que alguno de los dos se despierte ¿eh? —preguntó Wrath mientras se masajeaba las sienes.
—Eso y sacar al ángel de la mansión —añadió Xhex.
—¿Qué? —saltó Tohr mirándola con incredulidad.
—No creo que sea seguro tenerlos a los dos en el mismo sitio, por muy separados que estén y como el chico no tiene ningún lugar a donde ir —siguió ella sin mirarle.
—Mi Señor, el ángel está herido no podemos darle la espalda ahora, no después…
El Rey le paró levantando un dedo ante sus narices.
—Para empezar, no tenemos ni idea de si está herido, por lo que a nosotros respecta podría levantarse sólo con un dolor de cabeza o incluso con las pilas recargadas… o la Virgen sabe cómo. No es seguro que estén cerca. Pero tampoco podemos darle la patada al Sr. Bombilla, por mucho que me pese decirlo.
Tohr se encontró suprimiendo una sonrisa.
—¿No hay alguna manera de aislar al chico o de anularlo? —se dirigió a Rehvenge, ya había desistido de intentar que ella le hablara.
El macho lo sopesó por un momento, luego miró a Xhex como si ambos recordaran algo a la vez, aunque el dolor que el recuerdo pareció traer a los ojos de la hembra fue como una puñalada directa al estómago para cualquiera que la mirara. Rehv suspiró.
—Hay una manera. Si construís un sarcófago de hierro, sus ondas mentales no serán capaces de atravesarlo. En el caso de que sea lo suficientemente ancho, claro.
—¿Cuánto de ancho? —pidió V que debía estar prácticamente dándole forma a la cosa en mente de herrero.
—Unos diez centímetros deberían sobrar —contestó Xhex con un encogimiento de hombros—. Con respecto a lo de que sea un sarcófago, jaula sería mejor. Y no puede tener ventanas.
—No me digas, Sherlock —le gruñó V que sentía una antipatía por ella que nadie podía explicar.
—Te digo, gilipollas —escupió ella—, que no intentéis utilizar este truco con ningún symphath que no sea un niño. Su telepatía simplemente haría que las moléculas de hierro entraran en resonancia y que todo volara por los aires. Créeme —su tono, afilado y dolorido, dejaba bien claro que lo sabía por experiencia.
—De acuerdo —Wrath se puso en pie—. Vishous a la herrería; Tohr y Rhage a montar guardia junto al ángel; Phury ocúpate de las hembras; Vosotros —miró a Xhex, Rehv y John—, haceos cargo del chico; los demás, a la puta calle —los echó señalando hacia la puerta.
Todos salieron del despacho dirigiéndose a cumplir con las órdenes varias. Rhage se acercó a Tohr y bajaron juntos las escaleras.
—Menuda mierda, tío, le había dicho a mi Mary que me reuniría con ella en cuanto saliéramos de la reunión. Con todo esto estaba bastante agitada —su guapo rostro era una máscara de preocupación.
—Yo también le había dicho a Layla que nos veríamos, pero el deber nos llama.
Marcharon juntos hacia el garaje, dejando a los demás atrás.
—Hace mucho que no nos ponían de pareja, ¿eh, guapo? —Rhage se acercó y movió la cadera para darle un empujoncito.
—Déjate de rollos, Hollywood —se quejó sin poder contener la risa—. Y sí, hacía mucho tiempo que no éramos equipo —especificó.
Tohr giró el pomo de la puerta del garaje. Estaba todo oscuro, la energía de Lassiter había reventado las bombillas. Pasó y Rhage le siguió. Cuando sus ojos se acostumbraron a la penumbra masculló como un camionero drogata.
—¡Me cago en su puta madre!
Ni rastro de Lassiter, sólo una mancha negruzca en el suelo.
****
Wrath esperó mientras escuchaba como los demás salían de la habitación. Tal y como esperaba, Xhex y sus “acompañantes” se quedaron los últimos para hacerse cargo del niño.
—Xhexania —dijo con todo el respeto del que fue capaz, sabía que tratar con la hembra podía ser espinoso—, no te vayas aún, tengo que hablar contigo.
Pudo sentir los ojos de la medio-symphath fijos en él y luego un silencio incómodo se instaló en la habitación. Ya había empezado a aclararse la garganta cuando…
—John puede escuchar lo que sea que tengas que decirme.
Wrath ni se inmutó, se esperaba algo así, no por nada era una hembra emparejada. Por eso mismo había querido hablar con ella ¿maniobra de distracción, gracias? ¿Quién decía que los machos no podían ser sutiles?
Cuando le pidió a su hembra que se quedara, contó con que John lo haría también. Ahora, Rehvenge sí que era un par de orejas innecesarias.
—Rehv, por qué no nos esperas en mi cuarto —pidió Xhex.
Una vez seguro de que no había moros en la costa, les expuso en tema lisa y llanamente. Al estilo Real.
—Me tenéis hasta los huevos.
Dos resoplidos casi simultáneos y un chillido casi demasiado femenino.
—¿Perdona?
—Eso, que me tenéis hasta los huevos. John, te estás comportando como el crío que eres —se giró hacia su shellan—, y tú, que luego no digan que no todo lo malo se pega ¿a qué coño ha venido todo el numerito de adolescente-descerebrada-mírame-no-te-hablo que te acabas de marcar? —la escuchó tomar aire para interrumpirle y alzó una mano—. No, me importan una mierdas tus “porques” lo que quiero es una disculpa y un arreglo para todo este infantilismo.
—No voy a quedarme parada sin más viendo como le hace daño a mi hellren con su insensibilidad —gruñó la hembra—. El primero que debe una disculpa es él.
—¿Tohr? ¿Disculparse? Por qué exactamente, por sacar a John de la miseria humana en la que vivía, por enseñarle su verdadera naturaleza de manera que tuviera posibilidades de pasar la transición y sobrevivir, por darle una familia durante todo el tiempo que pudo… nah, ya sé: por sacar huevos de Dios sabe dónde, plantarle cara a la perra que tiene por vida y volver a ser el padre que este niño —señaló en dirección al macho—, nunca ha tenido.
Cerró el pico, dejando que asimilaran sus palabras poco a poco.
—Sí, Tohr la ha cagado muchas veces, hijo —ahora sí que se dirigía a John, lo que en realidad había sido su objetivo desde el principio—, pero no sé si te ha dado por preguntarle sobre su padre alguna vez. Hharm no era exactamente la clase de tipo que le arropaba antes de irse a la cama, ¿capicci? —se inclinó hacia él a través del escritorio—. Ya le has dado la espalda una vez, plantéate si el volverá a abrirte los brazos si se la das una segunda. Y si todo el miedo que te hace comportarte de la manera en que lo estás haciendo, vale la pena perderle.
****
Lass se presentó ante Nigel con un cabreo de tres pares de cojones. Nada de “pedir cita previa”. No esta vez. Transportó las moléculas de su bonito culo angélico justo delante de las narices de su superior mientras éste tomaba el té con el resto de sus amigos repipis.
—¿Por qué cojones no me lo dijiste, Nigel? —le gruñó.
El tipo ni se dignó a levantar la cabeza de su taza de té, sus pestañas aletearon un momento mientras saboreaba y una voz clara dijo en su mente:
No pienso dignarme a contestarte mientras sigas con esos modales.
De formas que ésas teníamos… con un rugido, levantó la mesa, arrojándola, junto con todos sus contenidos, por el aire. Tarquino, el perro de Byron, le gruñó desde los pies de su amo, pero lo ignoró. Collin había empezado a levantarse, pero Nigel lo sostuvo por el brazo.
—Eso ha sido totalmente innecesario, Lassiter.
—Oh, vaya —contestó con fingida sorpresa—, así que realmente conoces el significado de la palabra “necesario” ¿por qué mierda no pensaste en ella cuando se te ocurrió no darme la información sobre esa subespecie vampira?
—Se llaman Symphaths —pronunció con cuidado.
—Me importa una mierda. Casi me mata —se acercó un paso más a Nigel, la rabia brillando como el sol tras sus ojos blancos.
—Tú no puedes morir —el arcángel desechó su comentario con la mano.
—Que toda mi esencia angélica se hubiera desintegrado y quedado esparcida por el cosmos se asemeja bastante a morir, ¿no te parece?
—La verdad es que no tengo ni idea —Nigel simplemente se encogió de hombros.
Cabrón arrogante, pensó Lass.
—Si vuelves a dirigirte a mí de esa manera, te largas de aquí —esta vez la voz del tipo era más seria.
—¿No te enseñó tu mamá que es de mala educación escuchar los pensamientos de los demás? —respondió con una sonrisa salvaje.
—Yo no tengo madre.
Lassiter rodó los ojos y bufó:
—Es una manera de hablar. Y ahora ¿por qué no me dijiste que los… Symphaths nos afectaban de esa manera?
—Porque no estaba seguro.
—Y una mierda. Tú lo sabes todo, aquí arriba eres casi omnisciente así que no me vengas con mierdas de que no lo sabías. Me ocultaste esa información deliberadamente y quiero saber por qué.
—Vuelvo a repetirte que no estaba seguro de si el chico te afectaría, había oído historias parecidas, pero nada concreto.
—Así que decidiste utilizarme de conejillo de indias —la mirada de Nigel fue toda la respuesta que necesitó—. De puta madre. Pues ahora explícame qué fue lo que pasó.
Nigel chasqueó los dedos y la mesa de té volvió a su lugar junto con todo lo demás tal y como estaba antes. Se tomó si tiempo sirviéndose una nueva tasa con una pastita.
—Aparentemente las ondas telepáticas producidas por los Symphaths afectan algo en nuestra esencia angélica.
—¿Algo?
—Sí, algo. No sabemos qué exactamente. Pero lo que es peor, actuamos como imanes a su alrededor. Cualquier symphath en un radio de tres a cuatro metros nos afecta, ya sea a modo de ataque o no. Naturalmente el efecto es mucho peor si deciden atacarte, pero su capacidad telepática te afectara de manera activa o pasiva. Aparentemente puede pasar incluso si están durmiendo.
—De putíiiiisia madre. Pues resulta que no sé si sabes que mi protegido está hasta el cuello en una nueva guerra contra estos seres ¿cómo se supone que voy a ayudarle o protegerle? Aquel symphath del callejón no me afectó primero porque estaba demasiado lejos y luego porque estaba muerto ¿verdad? —el arcángel asintió y él se pasó los dedos por el pelo—. Tiene que haber alguna forma de protegerme de ellos.
—No que yo o nadie sepa —Nigel se encogió de hombros.
—¿Y qué esperas, que tire la toalla así como así? Ni de coña, no con todo el trabajo que llevo hecho con Tohrment.
—No he dicho eso, seguirás como su guardián con Symphaths o sin ellos.
—Solo soy un daño colateral para vosotros ¿no?
—Tampoco he dicho eso, pero es necesario asegurar la supervivencia del vampiro —se terminó su té—. No te aflijas, Caído, intentaré ver qué puedo hacer por ti. Es probable que el Creador sepa algo que pueda ayudarte.
Los ojos de Lassiter se abrieron infinitesimalmente. Nigel podía contactar con el mismísimo Creador. El bastardo.
—Pero que sea rápido. Esta guerra… se acerca a su clímax lo siento en el aire y si no estoy ahí para ayudarles, entonces…
Lo siguiente que supo fue que sentía la vorágine que anticipaba la vuelta de su ser a la Tierra ¡el muy cabrón se libraba de él así como así!
No te preocupes, Lassiter, la ayuda llegarḠsonó distante la voz de Nigel. Conforme las palabras se desvanecían se encontró en el último lugar en el que recordaba haber estado: el garaje. Pero estaba vez no había ningún niño gritón destroza-cabezas. Sino un Tohrment muy cabreado y toca-pelotas.
—¡¿Dónde mierda has estado?!
****
Tohr se quedó mirando a Lassiter, que había aparecido de la jodida nada en medio de una gran explosión brillante de mierda justo delante de él, esperando una respuesta. El tipo traía cara de que le hubieran pateado los huevos veinte veces seguidas. En serio, pocas veces le había visto de tan mala hostia. Pero bueno, teniendo en cuenta la nochecita que llevaba él tampoco estaba tirando cohetes de colores. Se puso las manos en las caderas y siguió esperando.
El cabrón se dio la vuelta sin más y se piró. Le dio la espalda. Háblale a la mano. Abrió la puerta lateral del garaje y salió al jardín. Tohr bufó y fue tras él, pisándole los talones y Rhage siguiéndole sin saber muy bien qué hacer.
El ángel echó andar hacia adelante como alma que lleva el diablo, parecía que lo único que quisiera fuera librarse de él. Y eso le tocó las pelotas. La shellan de su hijo no le hablaba, su hijo no le hablaba ¡y ahora su jodido ángel guardián, o lo que cojones fuera, tampoco le hablaba!
Eso era la gota que colmaba el vaso en una noche de mierda que le tenía los nervios como escarpias.
Concentrándose brevemente se desmaterializó justo delante de las narices del angelucho y le apoyó las manos en el pecho para frenarlo.
—Mira, no sé quién carajo os creéis todos vosotros que soy para pensaros que podéis ignorarme cómo y cuándo os salga de la polla. Pero te voy a contar un secretito: el tipo bueno está empezando a cansarse, así que suéltalo ya, Lassiter.
El ángel ladeó la cabeza, casi como si lo que le estuviera diciendo le importara una mierda. Luego lo agarró por los hombros y con una fuerza total y absolutamente sobrenatural lo lanzó a unos cuatro metros de distancia de él.
Tohr aterrizó dolorosamente sobre sus lumbares y la cabeza le rebotó en el césped a continuación, mareándolo. Cuando pudo incorporarse le lanzó una mirada asesina mientras su cerebro intentaba procesar que Lassiter realmente lo había agredido. La única persona que se suponía que tenía que cuidar de él acababa revolearlo por los aires como un jodido saco de patatas, humillándolo delante de uno de sus hermanos que lo miraba todo sin saber si actuar o no.
Pero las cosas fueron a peor. John y Xhex aparecieron por la puerta… junto con Qhuinn y Layla. No sabía qué mierda hacían esos cuatro juntos, pero la combinación fue más de lo que su cerebro podía asimilar. Se puso en pie mientras intentaba manejar la ira que empezaba a recorrer sus venas como el si fuera el puto volcán Etna a punto de entrar en erupción. Joder, por un momento habría jurado que su vista se volvía roja.
Lassiter las pagaba con él sabe Dios por qué, el chico al que había adoptado como si fuera su propio jodido hijo se aliaba con su maldita compañera para hacerle el vacío, por segunda vez. Y ahora encima la hembra a la que albergaba esperanzas de amar por sobre todas las cosas parecía tener a un gilipollas de ojos dispares pegado al culo las veinticuatro horas del día.
La tensión en el aire podía cortarse con cuchillo. Comenzó a retroceder antes de que hiciera o dijese algo de lo que pudiera arrepentirse más tarde. La rabia era una cabrona que te traicionaba a las primeras de cambio. Y a la que era muy difícil ponerle freno.
—Tohr… —Layla comenzó a avanzar hacia él y el macho vinculado en su interior se apaciguó.
Hasta que vio la mirada que le dirigieron John y Xhex. No era odio, no, desde luego no era para tanto, pero fue suficiente para hacer que la hembra frenara en seco y durara durante unos segundos. Y suficiente para que Qhuinn la colocara protectoramente detrás de él.
Pero lo que lo gatilló todo fue que ella se quedó donde estaba. Dejó que el crío la protegiera.
Se suponía que ese era su puto trabajo.
Rugió. Rugió toda la frustración por la imbecilidad de la gente que le rodeaba, porque ahora mismo sentía que simplemente se había hecho ilusiones de que las cosas podían ser distintas, porque se dio cuenta de que el agujero en su pecho no se había cerrado del todo. ¿Y sabes qué? Puede que jamás lo hiciera.
John le miró sus ojos duros hace unos momentos, ahora estaban llenos de dolor. Le leyó los labios: padre.
Todo era una gran mentira: la vida, ellos, ella. ÉL.
—¡DEJADME TODOS EN PAZ!
Con un estallido se desmaterializó delante de sus narices. Y no fue capaz de ver las caras horrorizadas de John y Rhage, que revivían otra noche en que Tohr había explotado, desapareciendo de sus vidas de repente.
La noche que Wellsie había sido asesinada.
****
Layla llevaba horas buscando a Tohr. Se había recorrido la mansión de cabo a rabo unas tres o cuatro con la esperanza de que su macho apareciera por arte de magia o algo así. Podía sentirlo en su sangre. Y estaba lejos. Muy lejos.
Se pasó las manos por el pelo con fuerza intentando apaciguar su nerviosismo. Y lo peor era saber que no podía salir a buscarle. El eco de su sangre en sus venas le daba una idea aproximada de dónde estaría, pero una vez saliera de la mansión y se desmaterializara en la dirección que creía que él debía estar… se encontraría sola en medio de la ciudad, rodeada de una especie que, como Elegida, le resultaba prácticamente alienígena. Nunca había tenido contacto con humano.
—¡Joder! —gruñó dándose un tirón de pelo. Sencillamente no tenía las capacidades necesarias para ir en busca de su macho. Muy probablemente se perdería y hasta podría ser lo suficientemente estúpida como para que de alguna forma el amanecer la pillara fuera. Lo único que Tohr necesitaba era otra shellan muerta.
Aunque no es que ella fuera su shellan, claro.
—Aún —masculló mientras se disponía a dar el quinto recorrido por la mansión, esta vez empezaría por el gimnasio.
Una vez se hubo dado cuenta de que era una buena para nada incapaz de salir a por él, había corrido a pedirle ayuda al Rey. Resultó que John y Rhage se le habían adelantado. El gigante rubio traducía los signos del otro macho lentamente y con cierta dificultad para Wrath. John le estaba pidiendo permiso para traer de vuelta a Tohr él sólo, sin ayuda de Qhuinn o de cualquier otro.
El Rey era claramente reticente, pero finalmente cedió a que fuera a por él. Aunque solo le dio tres horas a solas para buscarle, después de ese tiempo o volvía a la mansión con las manos vacías o llamaba refuerzos. Que estuviera sólo más tiempo era demasiado arriesgado.
Rhage le dedicó una sonrisa cálida al salir de la habitación, pero los ojos de John… estaban muertos. Bendita Virgen, esto iba a mucho más allá de que simplemente temiera que ella remplazara a Wellsie…había algo que ella no sabía. Algo había pasado en la última media hora que le había dejado en ese estado. Mierda, no sabía qué demonios podía hacer, así que dejó que su cerebro hiciera lo que le diera la gana.
—John, yo le amo.
¡Bing, bing, bing! Diez puntos para la hembra más idiota del mundo. Lo último que el macho debía querer escuchar eran gilipolleces pastelosas saliendo de su boca teniendo en cuenta que no quería verla cerca de Tohrment.
Pero en vez de enseñarle los colmillos… o arrancarle la cabeza, se limitó a asentir secamente y a hacer unos cuantos gestos elegantes con las manos que la dejaron pasmada.
—Dice que lo traerá a casa —tradujo Rhage que se había quedado mirando a John, como si quisiera asegurarse de que no hacía ninguna tontería.
—Lo sé, Guerrero —le respondió ella en la Antigua Lengua mientras le hacía una corta reverencia.
Pero aquí seguía ella dos horas después sin tener la más mínima noticia de su macho. Suspiró. Como había dicho antes, empezaría la quinta ronda por el gimnasio. Recorrió los corredores inmersa en sus pensamientos. Casi había tirado la toalla, Tohr volvería cuando quisiera, ni antes ni después y a ella solo le quedaba esperarle. Seguro que estaba bien, sí… Virgen Santa, si le había pasado algo…
Empujó las puertas dobles de la sala de entrenamientos… y la olió antes de escucharla. Hembra. Hembra fuerte, luchadora, dándolo todo. Alzó los ojos hasta el tatami: en ese momento Xhex descargaba una patada giratoria contra el saco que era lo suficientemente fuerte como para levantarlo casi en ángulo recto. Cuando volvía hacia ella aprovechó la inercia para descargar un gancho de izquierda contra un lateral girándolo de manera que quedó perfectamente alineado con su mano derecha. En ella sujetaba una tosca daga de madera que manejó con destreza absoluta contra el saco.
¿Resultado? Cualquier cosa a la que le hubiera hecho eso estaría muerta. Más que muerta.
Cuando hubo terminado la cadena de movimientos la hembra levantó la cabeza, prácticamente perforándola con sus ojos grises.
—¿Vas a quedarte ahí mirando o a pelear?
Pelear… la palabra resonó con un eco extraño en su cabeza. La sacudió.
—Sigo buscando a Tohr, esperando a que aparezca en alguna parte de la mansión.
Ella le dio la espalda con desdén, comenzado a descargar una serie de puñetazos rápidos sobre el saco, moviendo las caderas para ganar impulso y aumentar el impacto.
—John me ha mandado un mensaje hace unos quince minutos. Lo ha encontrado y están bien —dijo como si nada.
Layla sintió un sentimiento casi desconocido abrirse paso en su interior: ira. Quince minutos, quince minutos de mierda. Ése era el tiempo exacto que hacía que la hembra que tenía frente a ella sabía que el amor de su vida estaba bien no muerto en un callejón. Y no se le había pasado por la jodida cabeza decírselo, ni se había parado a pensar sobre cómo estaría ella. No le importaban un carajo los sentimientos de los demás.
—Puta egoísta —le gruñó lo suficientemente alto para que la oyera.
Una parte nueva en ella había tomado el control. Las hembras formaban parte de la vinculación y podían ser tan agresivas sobre sus machos como ellos mismos.
Xhex se paró en seco y le dirigió una mirada a medias entre la sorpresa y lo que prometía ser un cabreo monumental.
—¿Qué acabas de decir? —preguntó con tono amenazador.
Layla no pensaba, era puro instinto mientras avanzaba los pocos metros que la separaban del tatami. Y de la persona a la que, ahora mismo, deseaba con todas sus ganas partirle la cara. Se arremangó la túnica mientras llegaba y se detuvo a centímetros de la otra hembra. Su respiración estaba agitada, su cuerpo en tensión. Nunca había estado en una situación como ésta, pero no había lugar para el miedo.
—He dicho —repitió con mucha claridad—, que eres una puta egoísta. Y además te importan una mierda los demás, cómo puedes no haberme avisado de que él estaba bien —le dio un empujón—. ¡Sabías que lo estaba buscando por todas partes!
Xhex abrió bastante lo ojos cuando el empujón la hizo trastabillar un poco hacia atrás. Naturalmente ni se amedrentó. Contó mentalmente hasta diez antes de ir a por Layla de tal manera que le haría falta cirugía para que le recompusieran su cara de muñequita.
—No, tú no lo estabas buscando. Mi hellren sí que lo hacía —dijo enfatizando claramente quién era la emparejada—. Tú simplemente dabas vueltas como la inservible que eres por toda la jodida mansión, como si el que vagaras como un alma en pena fuer a traerlo de vuelta —le clavó un dedo en el pecho—. Es mi macho el que está ahí fuera exponiéndose a un peligro potencial para traerlo de vuelta. Así que, puta —escupió devolviéndole el insulto—, no vengas a hablarme de egoísmo.
Le recordó ligeramente al simple acto de apagar a una luz. Un suave click sonó en su cabeza, como si todo lo racional en ella se apagara y el animal, que ya había salido a la superficie en otras ocasiones, tomara el control.
Layla rugió y se lanzó a por Xhex. No tenía la más mínima experiencia en peleas, pero eso no significaba que no hubiera visto a machos luchar o incluso la tele. De manera que lo último que Xhex debía de esperarse era que le lanzara un croché tan fuerte que le dio vuelta la cara y le crujió unas cuantas vértebras. La Elegida aprovechó la ventaja de la sorpresa para tirarse literalmente sobre la hembra estampándola contra el suelo. Cuando vio su cabeza rebotar violentamente contra el tatami le siseó satisfecha, exponiendo unos colmillos de por lo menos diez centímetros.
Claro que el cabezazo de Xhex en plena nariz cortó cualquier otro pensamiento. Solo le quedó el dolor. Nunca antes había sentido algo así, joder, nunca le habían levantado la mano. Lo ignoró mientras su mente volvía a Tohr, al miedo por él a lo inservible que se sentía por no poder ayudarle.
Mientras estaba distraída, su contrincante se desembarazó rápidamente de ella y se puso en pie de un salto. Layla apenas tuvo tiempo de apartarse del camino de la patada dirigida directamente a sus costillas. Pero ahora estaba tumbada cuan larga era en el suelo y todos sus instintos le gritaban que era una posición en la que estaba altamente desprotegida, tenía que hacer algo. Con un grito agarró el pie de apoyó de Xhex mientras su otra pierna aún estaba en el aire y tiró tan fuerte como pudo. Esta vez la hembra cayó boca abajó y se escuchó un sonoro crujido.
—No tienes ni puta idea —comenzó mientras se limpiaba la nariz y se tiraba sobre ella, cogiéndole del pelo y tirando hacia arriba en un doloroso ángulo—, de lo que frustrante que es no poder ir a buscarle, de ver que cómo tú dices soy una buena para nada en este mundo ¡DE NO TENER UN LUGAR! —rugió mientras le estampaba la cara contra el tatami de nuevo.
Bajo ella, Xhex no se movía, es más, parecía que su pecho ni siquiera subía y bajaba. Layla sintió como su mente se despejaba un poco y registraba la situación: ella sentada a horcajadas sobre la espalda de un de las shellans, su túnica arrugada y sus manos manchadas con la sangre de la hembra. Tomó aire en un agudo hipido entrecortado y se apartó todo lo rápido que pudo.
—Oh… oh, Virgen… yo…
En cuanto se hubo quitado, Xhex giró quedando boca arriba. Permanecía con los ojos cerrados y su respiración era lenta y profunda. Oh, Dios si le había hecho daño de verdad…
—Layla —llamó la hembra con voz rasposa, la sangre le resbalaba por la comisura de la boca y la punta de la nariz le apuntaba hacia un lado. La Elegida se acercó enseguida—. Pegas como una niña —terminó ella.
El puñetazo fue tan duro e inesperado que Layla quedó K.O
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—Despierta, joder no debería haberte dado tan fuerte, vaaaamos, despierta no seas mariquita.
La voz de Xhex le llegaba como muy de lejos, pero las palmaditas, no justamente suaves, en su cara sí que las sentía bastante bien. Movió la cabeza como pudo y el mundo le dio vueltas así que decidió quedarse quieta.
—No, no, no. Si no haces un esfuerzo por levantarte te vas a quedar ahí tirada sintiéndote como la mierda indefinidamente, así que vamos.
Mierda con la hembra ¿no podía dejarla en paz que tenía que intentar incorporarla? Layla gruñó y se agarró la cabeza con las manos. Joder, hasta eso le dolía. Un repentino recuerdo del puño de Xhex estrellándose contra su sien derecha le dijo el por qué.
—Tú… ¿tú me has dejado K.O?—dijo en un tono que hasta a ella le sonó histérico.
La otra hembra desechó sus palabra con un movimiento de la mano y le puso un dedo justo frente a los ojos.
—Tú empezaste. Ahora, sigue mi dedo —cambió un dedo por tres—. ¿Cuántos ves?
—Tres —le contestó sin problemas y luego apartó la mano de su cara—. Yo nunca te hubiera hecho daño de verdad —le recriminó.
—Porque no podrías —sentenció Xhex.
Layla sintió una punzada de la ira que la había envuelto antes y descubrió los colmillos ligeramente, enfrentando la mirada gris.
—No me conoces.
—No, es verdad, pero he tenido suficientes peleas como para saber mínimamente qué esperar de mi oponente —se encogió de hombros—. Aún así, te dejé K.O porque no quería arriesgarme a estar infravalorándote. Estabas cabreada de verdad y por tu macho. Eso nunca es cosa buena, le puse fin antes de que pasara algo de lo que todos nos arrepintiéramos.
Asimiló las palabras de Xhex y luego advirtió su nariz a ojos vista rota.
—Yo… lo siento y gracias. Supongo —se llevó la mano a la cabeza, masajeándose el punto dolorido—. Nunca antes me había peleado con nadie, nunca me habían pegado.
—Pues para ser la primera vez lo has llevado bastante bien. Sinceramente, cuando te di la primera vez estaba segura de que no ibas a levantarte ¿Cuándo no tardaste ni cinco segundos? Me di cuenta de que esto podía ponerse feo.
Layla rió amargamente, porque la otra opción hubiera sido ruborizarse por lo que estaba escuchando.
—Venga ya, no tengo ninguna posibilidad contra ti. Te he visto pelear antes, alguna de las veces que he pasado por el gimnasio —se lo pensó antes de añadir lo siguiente, pero bueno, creyó que sería una buena “disculpa”—. Siempre me diste mucha envidia.
Xhex alzó las cejas y luego movió la cabeza. Al final sus duras facciones dieron lugar a una sonrisa socarrona. Se sentó en el tatami junto a ella, imitando su postura con las piernas cruzadas.
—Me han dicho muuuuchas cosas, pero desde luego ninguna hembra había envidiado mis habilidades de lucha antes.
—Bueno, seguramente porque ellas tendrán otras cosas que ya se les darán bien. Como mínima supongo que podrán moverse por la ciudad sin perderse, yo ni eso.
—No es eso. A todas ellas les da miedo el dolor —se encogió de hombros Xhex.
Layla asintió, pensativa, luego respondió.
—Puedo entenderlo, pero… el dolor físico es pasajero, se va con el tiempo. Es más fácil sobreponerte a él. Mi “sufrimiento”, por así decirlo es diferente.
Notó que Xhex se tensaba enseguida. Mierda, ya había metido la pata. Debería haberse dado cuenta de que no era el tipo de hembra con la que podías ponerte a tener conversaciones filosóficas ultrapforundas sin más. Si se abría a ella no haría más que ponerla incómoda.
—Yo, lo siento… no pretendía ponerte incómoda….
—Dos cosas —la cortó ella simplemente—, primero deja de decir que lo sientes, los Guerreros son fuertes. Segundo, no seas tan abierta con gente que apenas conoces, un Guerrero es una fortaleza.
Se quedó rumiando sus palabras. Una idea comenzaba a tomar forma en su cabeza, pero estaba segura de si ponerla en palabras sería lo mejor. Si ella aceptaba… Sagrada Virgen, prácticamente sería el comienzo de una vida nueva para ella: poder valerse por sí misma, ayudar en la Guerra…
Xhex le dio un puñetazo en el hombro, Layla reprimió el quejido y ni mostró que en realidad le había hecho un poco de daño. Por algo se empezaba, ¿no? La hembra examinó sus ojos en busca de una reacción y pareció satisfecha de no encontrar ninguna.
—¿Qué? —dijo Layla.
—Suéltalo ya, lo que sea que estés pensando.
Tomó aire y luego dijo de un tirón, sin apartar la mirada:
—Enséñame a pelear.
Xhex parecía esperárselo, porque sus labios se expandieron en una sonrisa que mostraba los dientes más de lo que a Layla le hubiera gustado. La hembra le extendió la mano.
—Será mi placer apalizarte… compañera.
Esto iba a doler.
¿Qué acababa de pasar? Por la Virgen, que alguien le explicara qué cojones acaba de pasar en ese garaje porque lo estaba flipando de lo lindo.
Saliendo de su ensimismamiento, Tohr miró a su alrededor: sus hermanos estaban quietos como estatuas, clavadas en el suelo. Nadie parecía atreverse a dar un paso por miedo a que se generara algún tipo de reacción en cadena de mierda y todos saltaran por los aires o algo parecido.
Sacudió la cabeza y enfocó los ojos en el cuerpo del ángel, a unos escasos tres metros de él. Estaba humeando levemente, pero por lo demás presentaba su brillo habitual y parecía normal. Y una polla normal. Joder, ¿de verdad acababa de ver como el tipo levitaba… sí, levitaba a cinco metros del suelo? Y… mierda, mierda, esa luz había sido sus alas ¿verdad?
Con una maldición viciosa se obligó a sí mismo a acercarse a Lassiter. Cuando estuvo arrodillado a su lado, se giró hacia Xhex un momento. La medio-symphath asintió levemente, tranquilizándolo. Guay, lo último que quería era que el crío se despertara y Mr. Supernova lo friera como una tira de beicon.
Parecía haber perdido el conocimiento. Lo cogió por el brazo para zarandearlo levemente simplemente para soltarlo de un tirón y sacudir la mano siseando. Bien, bien, el puto ángel estaba ardiendo como si lo hubieran sacado de un horno. A eso debía deberse todo el humo que lo rodeaba. Pero si era así ¿cómo podía no estar muerto?
—Joder, así no puedo tomarle el pulso —masculló.
—Aparta —gruñó una voz tras él. Pocos segundos después la mano enguantada de V se cerraba en tormo a su hombro, quitándole de en medio. El Hermano se arrodilló junto a Lassiter y comenzó a descubrir su mano derecha.
—Vishous, ¿qué… —comenzó Tohr con consternación.
—Plumitas y yo tenemos algo en común, él no es el único que puede marcarse el numerito de la bombilla humana.
Con esa súper explicación, acabó de quitarse el guante y cerró los ojos, concentrándose. Al momento el brillo de su mano comenzó a extenderse por todo su cuerpo, creando un halo similar al que rodeaba al ángel. Cuando el vampiro abrió los ojos, Tohr pudo notar como el resplandor salía justo desde detrás de ellos también.
Al sentirse observado, V se giró, clavando sus lucecitas gemelas en él. Le hizo gestos de que se echara a un lado.
—No sé qué puede pasar cuando le toque, lo he hecho otras veces y todo ha ido bien, pero ésta es una situación… particular.
Todos los presentes, Tohr incluido se hicieron a un lado mientras el Hermano bajaba dos dedos muy lentamente hasta la yugular de Lassiter. Nada pasó. Ni haz de luz desintegrador, ni explosión atómica. Tan sólo V contando las pulsaciones del ángel.
—Está vivo, pero no hay jodida manera de determinar el alcance de sus heridas, o si está herido siquiera —comenzó a ponerse el guante de nuevo—. Lo mejor que podemos hacerlo es dejarlo descansando en algún sitio. Cuando se enfríe, claro. Hasta el momento, creo que lo mejor será que nos quedemos aquí vigilándole por turnos y que nos llevemos eso —señaló con la cabeza hacia el niño—, lo más lejos posible de él ¿quién sabe lo que podría pasar la próxima vez? —se sacó un liado y comenzó buscar el encendedor, tras parecer pensárselo mejor acercó la punta del cigarro al brazo de Lassiter y lo encendió.
—¡Vishous! —exclamó Tohr lanzándose hacia él.
El tipo se quitó del camino dando una larga calada.
—Me debe muchas —dijo por toda explicación.
—Si vuelves a…
—¡A CALLAR! —bramó Wrath—. No tengo la menor idea de que ha pasado, lo cual me pondría de mal humor ya de por sí, pero teniendo en cuenta que aparentemente me he perdido todo un numerito angélico la cosa solo empeora —dio un golpe al aparador más cercano—. Mi despacho, cinco minutos. El ángel puede quedarse solo un rato. Xhex, estás invitada y trae al crío contigo, quiero tenerlo a la vista —ironizó a antes de darse la vuelta e irse.
Tohr siguió a Wrath al igual que los demás. Cuando llegaron al vestíbulo las shellans estaban esperándolos junto con Zsadist. Layla se separó del grupo inmediatamente y se dirigió a él.
—¿Estás bien? ¿Qué ha pasado? —le cogió las manos y él no pudo evitar sisear por el dolor. La Elegida les dio la vuelta y vio varias ampollas. Las pupilas de sus ojos verdes estaban dilatadas por el miedo cuando volvió a mirarlo—. Tohr…
—Estoy bien, nalla¸ tengo que subir con los demás al despacho de Wrath en cuanto salga te lo contaré todo, no te preocupes…
A la mierda con que no se preocupara. Ella o cualquiera de las shellans en ese caso. Xhex salió con John pegado a sus talones, llevaba al crío Symphath en brazos, aún inconsciente. Todas las hembras la siguieron con la mirada y luego se giraron hacia sus machos.
—Ahora no, Layla —tomó su rostro entre las manos y le dio un largo beso—. Ve a nuestra habitación o quédate con las demás, como quieras. Te buscaré cuando la reunión acabe.
Se giró y salió disparado hacia las escaleras, subiendo los escalones de dos en dos. Su mente volvía una y otras vez a Lassiter. Joder, el tipo le había provocado muchas cosas: risa, furia, aburrimiento, ganas de matarle. Pero ¿miedo? No, hasta hoy nunca había sentido eso ¿viéndolo ponerse todo angélico? Mierda, le había hecho darse cuenta de que no era alguien con quien jugar o de quien mofarse. El tipo de poder que acababa de ver era del tipo capaz de aplastarlos a todos en un parpadeo. Suponía que se les había olvidado que Lassiter era eso: un ángel. Un puto ser divino, un inmortal que era más antiguo que todos ellos y con el que realmente no sabían a qué atenerse.
Aún se maldecía en voz baja cuando entró al despacho. Habían colocado al niño cuidadosamente en el enorme sofá que solía ocupar Rhage y la shellan de John se sentaba junto él sin quitarle el ojo de encima, tocándole la frente levemente con la yema de los dedos de vez en cuando.
Tohr miró a John, pero el muchacho rehusó su mirada y él se encogió de hombros. Ahora no era el momento de resolver ningún tipo de pelea familiar. Se colocó junto a Wrath como siempre y cuando el último hubo entrado, cerró la puerta tras de sí.
El Rey movió la cabeza hacia la dirección general en que estaba Xhex y preguntó:
—¿Algo que decir sobre esto?
—Sí, que deberías llamar a Rehvenge.
—Dime algo que no haya pasado ya —gruñó él en respuesta.
—El crío está muy confuso. Cuando entro en su mente, capto retazos de un lugar desconocido, de caras desconocidas, pero es como si solo hubiera imágenes y todas las ideas que las acompañan se hubiera esfumado de su mente.
—¿Crees que puede tener algo que ver con lo que pasó en el garaje? —preguntó Tohr.
La medio-symphath se negó a mirarle y contestó a Wrath directamente.
—Le he sumido en un sueño reparador con la intención de que se cure por su cuenta, pero es un symphath, no puede pasar inconsciente mucho tiempo o su mente se atrofiará —explicó—. No tengo la menor idea de si la conexión que se estableció allí abajo puede haber sido la causante del daño, pero no me extrañaría.
—¿Conexión? —el Rey alzó una ceja.
—Sí, cuando llegué el chico había conectado su mente con la del ángel, aunque todo sea dicho no se parecía a ninguna que hubiera visto con anterioridad, pero…
Las puertas dobles del despacho se abrieron cortándola a mitad de oración y Rehvenge entró en la habitación. Xhex le puso al corriente de la situación en pocas palabras. El macho no parecía sorprendido del estado del niño.
—La noche en que Z y Tohr fueron atacados tuve que evaluar quién sería el más adecuado para acercarse al Symphath. Lassiter me aconsejó que no le echara un vistazo a su cabeza me dijo que los mortales no estamos hechos para saber algunas cosas y que muy probablemente destruiría mi psique.
Todos miraron hacia el sofá con renovado interés.
—O sea, que nunca vamos a enterarnos por qué cojones el chico estaba aquí porque el contacto con el ángel le ha freído las neuronas —sintetizó Butch.
—Muy probablemente —dijeron Xhex y Rehv al unísono.
—Pero —siguió el macho—, por lo que he podido notar, Xhex ha hecho un trabajo muy bueno, uniendo las partes de su conciencia antes de dormirlo, con algo de suerte no se quedará vegetal de por vida.
—Suerte es algo que no solemos tener, Reverendo —escupió V usando el antiguo apelativo del medio-symphath.
—De puuuuta madre, así que solo nos queda esperar a que alguno de los dos se despierte ¿eh? —preguntó Wrath mientras se masajeaba las sienes.
—Eso y sacar al ángel de la mansión —añadió Xhex.
—¿Qué? —saltó Tohr mirándola con incredulidad.
—No creo que sea seguro tenerlos a los dos en el mismo sitio, por muy separados que estén y como el chico no tiene ningún lugar a donde ir —siguió ella sin mirarle.
—Mi Señor, el ángel está herido no podemos darle la espalda ahora, no después…
El Rey le paró levantando un dedo ante sus narices.
—Para empezar, no tenemos ni idea de si está herido, por lo que a nosotros respecta podría levantarse sólo con un dolor de cabeza o incluso con las pilas recargadas… o la Virgen sabe cómo. No es seguro que estén cerca. Pero tampoco podemos darle la patada al Sr. Bombilla, por mucho que me pese decirlo.
Tohr se encontró suprimiendo una sonrisa.
—¿No hay alguna manera de aislar al chico o de anularlo? —se dirigió a Rehvenge, ya había desistido de intentar que ella le hablara.
El macho lo sopesó por un momento, luego miró a Xhex como si ambos recordaran algo a la vez, aunque el dolor que el recuerdo pareció traer a los ojos de la hembra fue como una puñalada directa al estómago para cualquiera que la mirara. Rehv suspiró.
—Hay una manera. Si construís un sarcófago de hierro, sus ondas mentales no serán capaces de atravesarlo. En el caso de que sea lo suficientemente ancho, claro.
—¿Cuánto de ancho? —pidió V que debía estar prácticamente dándole forma a la cosa en mente de herrero.
—Unos diez centímetros deberían sobrar —contestó Xhex con un encogimiento de hombros—. Con respecto a lo de que sea un sarcófago, jaula sería mejor. Y no puede tener ventanas.
—No me digas, Sherlock —le gruñó V que sentía una antipatía por ella que nadie podía explicar.
—Te digo, gilipollas —escupió ella—, que no intentéis utilizar este truco con ningún symphath que no sea un niño. Su telepatía simplemente haría que las moléculas de hierro entraran en resonancia y que todo volara por los aires. Créeme —su tono, afilado y dolorido, dejaba bien claro que lo sabía por experiencia.
—De acuerdo —Wrath se puso en pie—. Vishous a la herrería; Tohr y Rhage a montar guardia junto al ángel; Phury ocúpate de las hembras; Vosotros —miró a Xhex, Rehv y John—, haceos cargo del chico; los demás, a la puta calle —los echó señalando hacia la puerta.
Todos salieron del despacho dirigiéndose a cumplir con las órdenes varias. Rhage se acercó a Tohr y bajaron juntos las escaleras.
—Menuda mierda, tío, le había dicho a mi Mary que me reuniría con ella en cuanto saliéramos de la reunión. Con todo esto estaba bastante agitada —su guapo rostro era una máscara de preocupación.
—Yo también le había dicho a Layla que nos veríamos, pero el deber nos llama.
Marcharon juntos hacia el garaje, dejando a los demás atrás.
—Hace mucho que no nos ponían de pareja, ¿eh, guapo? —Rhage se acercó y movió la cadera para darle un empujoncito.
—Déjate de rollos, Hollywood —se quejó sin poder contener la risa—. Y sí, hacía mucho tiempo que no éramos equipo —especificó.
Tohr giró el pomo de la puerta del garaje. Estaba todo oscuro, la energía de Lassiter había reventado las bombillas. Pasó y Rhage le siguió. Cuando sus ojos se acostumbraron a la penumbra masculló como un camionero drogata.
—¡Me cago en su puta madre!
Ni rastro de Lassiter, sólo una mancha negruzca en el suelo.
Wrath esperó mientras escuchaba como los demás salían de la habitación. Tal y como esperaba, Xhex y sus “acompañantes” se quedaron los últimos para hacerse cargo del niño.
—Xhexania —dijo con todo el respeto del que fue capaz, sabía que tratar con la hembra podía ser espinoso—, no te vayas aún, tengo que hablar contigo.
Pudo sentir los ojos de la medio-symphath fijos en él y luego un silencio incómodo se instaló en la habitación. Ya había empezado a aclararse la garganta cuando…
—John puede escuchar lo que sea que tengas que decirme.
Wrath ni se inmutó, se esperaba algo así, no por nada era una hembra emparejada. Por eso mismo había querido hablar con ella ¿maniobra de distracción, gracias? ¿Quién decía que los machos no podían ser sutiles?
Cuando le pidió a su hembra que se quedara, contó con que John lo haría también. Ahora, Rehvenge sí que era un par de orejas innecesarias.
—Rehv, por qué no nos esperas en mi cuarto —pidió Xhex.
Una vez seguro de que no había moros en la costa, les expuso en tema lisa y llanamente. Al estilo Real.
—Me tenéis hasta los huevos.
Dos resoplidos casi simultáneos y un chillido casi demasiado femenino.
—¿Perdona?
—Eso, que me tenéis hasta los huevos. John, te estás comportando como el crío que eres —se giró hacia su shellan—, y tú, que luego no digan que no todo lo malo se pega ¿a qué coño ha venido todo el numerito de adolescente-descerebrada-mírame-no-te-hablo que te acabas de marcar? —la escuchó tomar aire para interrumpirle y alzó una mano—. No, me importan una mierdas tus “porques” lo que quiero es una disculpa y un arreglo para todo este infantilismo.
—No voy a quedarme parada sin más viendo como le hace daño a mi hellren con su insensibilidad —gruñó la hembra—. El primero que debe una disculpa es él.
—¿Tohr? ¿Disculparse? Por qué exactamente, por sacar a John de la miseria humana en la que vivía, por enseñarle su verdadera naturaleza de manera que tuviera posibilidades de pasar la transición y sobrevivir, por darle una familia durante todo el tiempo que pudo… nah, ya sé: por sacar huevos de Dios sabe dónde, plantarle cara a la perra que tiene por vida y volver a ser el padre que este niño —señaló en dirección al macho—, nunca ha tenido.
Cerró el pico, dejando que asimilaran sus palabras poco a poco.
—Sí, Tohr la ha cagado muchas veces, hijo —ahora sí que se dirigía a John, lo que en realidad había sido su objetivo desde el principio—, pero no sé si te ha dado por preguntarle sobre su padre alguna vez. Hharm no era exactamente la clase de tipo que le arropaba antes de irse a la cama, ¿capicci? —se inclinó hacia él a través del escritorio—. Ya le has dado la espalda una vez, plantéate si el volverá a abrirte los brazos si se la das una segunda. Y si todo el miedo que te hace comportarte de la manera en que lo estás haciendo, vale la pena perderle.
Lass se presentó ante Nigel con un cabreo de tres pares de cojones. Nada de “pedir cita previa”. No esta vez. Transportó las moléculas de su bonito culo angélico justo delante de las narices de su superior mientras éste tomaba el té con el resto de sus amigos repipis.
—¿Por qué cojones no me lo dijiste, Nigel? —le gruñó.
El tipo ni se dignó a levantar la cabeza de su taza de té, sus pestañas aletearon un momento mientras saboreaba y una voz clara dijo en su mente:
No pienso dignarme a contestarte mientras sigas con esos modales.
De formas que ésas teníamos… con un rugido, levantó la mesa, arrojándola, junto con todos sus contenidos, por el aire. Tarquino, el perro de Byron, le gruñó desde los pies de su amo, pero lo ignoró. Collin había empezado a levantarse, pero Nigel lo sostuvo por el brazo.
—Eso ha sido totalmente innecesario, Lassiter.
—Oh, vaya —contestó con fingida sorpresa—, así que realmente conoces el significado de la palabra “necesario” ¿por qué mierda no pensaste en ella cuando se te ocurrió no darme la información sobre esa subespecie vampira?
—Se llaman Symphaths —pronunció con cuidado.
—Me importa una mierda. Casi me mata —se acercó un paso más a Nigel, la rabia brillando como el sol tras sus ojos blancos.
—Tú no puedes morir —el arcángel desechó su comentario con la mano.
—Que toda mi esencia angélica se hubiera desintegrado y quedado esparcida por el cosmos se asemeja bastante a morir, ¿no te parece?
—La verdad es que no tengo ni idea —Nigel simplemente se encogió de hombros.
Cabrón arrogante, pensó Lass.
—Si vuelves a dirigirte a mí de esa manera, te largas de aquí —esta vez la voz del tipo era más seria.
—¿No te enseñó tu mamá que es de mala educación escuchar los pensamientos de los demás? —respondió con una sonrisa salvaje.
—Yo no tengo madre.
Lassiter rodó los ojos y bufó:
—Es una manera de hablar. Y ahora ¿por qué no me dijiste que los… Symphaths nos afectaban de esa manera?
—Porque no estaba seguro.
—Y una mierda. Tú lo sabes todo, aquí arriba eres casi omnisciente así que no me vengas con mierdas de que no lo sabías. Me ocultaste esa información deliberadamente y quiero saber por qué.
—Vuelvo a repetirte que no estaba seguro de si el chico te afectaría, había oído historias parecidas, pero nada concreto.
—Así que decidiste utilizarme de conejillo de indias —la mirada de Nigel fue toda la respuesta que necesitó—. De puta madre. Pues ahora explícame qué fue lo que pasó.
Nigel chasqueó los dedos y la mesa de té volvió a su lugar junto con todo lo demás tal y como estaba antes. Se tomó si tiempo sirviéndose una nueva tasa con una pastita.
—Aparentemente las ondas telepáticas producidas por los Symphaths afectan algo en nuestra esencia angélica.
—¿Algo?
—Sí, algo. No sabemos qué exactamente. Pero lo que es peor, actuamos como imanes a su alrededor. Cualquier symphath en un radio de tres a cuatro metros nos afecta, ya sea a modo de ataque o no. Naturalmente el efecto es mucho peor si deciden atacarte, pero su capacidad telepática te afectara de manera activa o pasiva. Aparentemente puede pasar incluso si están durmiendo.
—De putíiiiisia madre. Pues resulta que no sé si sabes que mi protegido está hasta el cuello en una nueva guerra contra estos seres ¿cómo se supone que voy a ayudarle o protegerle? Aquel symphath del callejón no me afectó primero porque estaba demasiado lejos y luego porque estaba muerto ¿verdad? —el arcángel asintió y él se pasó los dedos por el pelo—. Tiene que haber alguna forma de protegerme de ellos.
—No que yo o nadie sepa —Nigel se encogió de hombros.
—¿Y qué esperas, que tire la toalla así como así? Ni de coña, no con todo el trabajo que llevo hecho con Tohrment.
—No he dicho eso, seguirás como su guardián con Symphaths o sin ellos.
—Solo soy un daño colateral para vosotros ¿no?
—Tampoco he dicho eso, pero es necesario asegurar la supervivencia del vampiro —se terminó su té—. No te aflijas, Caído, intentaré ver qué puedo hacer por ti. Es probable que el Creador sepa algo que pueda ayudarte.
Los ojos de Lassiter se abrieron infinitesimalmente. Nigel podía contactar con el mismísimo Creador. El bastardo.
—Pero que sea rápido. Esta guerra… se acerca a su clímax lo siento en el aire y si no estoy ahí para ayudarles, entonces…
Lo siguiente que supo fue que sentía la vorágine que anticipaba la vuelta de su ser a la Tierra ¡el muy cabrón se libraba de él así como así!
No te preocupes, Lassiter, la ayuda llegarḠsonó distante la voz de Nigel. Conforme las palabras se desvanecían se encontró en el último lugar en el que recordaba haber estado: el garaje. Pero estaba vez no había ningún niño gritón destroza-cabezas. Sino un Tohrment muy cabreado y toca-pelotas.
—¡¿Dónde mierda has estado?!
Tohr se quedó mirando a Lassiter, que había aparecido de la jodida nada en medio de una gran explosión brillante de mierda justo delante de él, esperando una respuesta. El tipo traía cara de que le hubieran pateado los huevos veinte veces seguidas. En serio, pocas veces le había visto de tan mala hostia. Pero bueno, teniendo en cuenta la nochecita que llevaba él tampoco estaba tirando cohetes de colores. Se puso las manos en las caderas y siguió esperando.
El cabrón se dio la vuelta sin más y se piró. Le dio la espalda. Háblale a la mano. Abrió la puerta lateral del garaje y salió al jardín. Tohr bufó y fue tras él, pisándole los talones y Rhage siguiéndole sin saber muy bien qué hacer.
El ángel echó andar hacia adelante como alma que lleva el diablo, parecía que lo único que quisiera fuera librarse de él. Y eso le tocó las pelotas. La shellan de su hijo no le hablaba, su hijo no le hablaba ¡y ahora su jodido ángel guardián, o lo que cojones fuera, tampoco le hablaba!
Eso era la gota que colmaba el vaso en una noche de mierda que le tenía los nervios como escarpias.
Concentrándose brevemente se desmaterializó justo delante de las narices del angelucho y le apoyó las manos en el pecho para frenarlo.
—Mira, no sé quién carajo os creéis todos vosotros que soy para pensaros que podéis ignorarme cómo y cuándo os salga de la polla. Pero te voy a contar un secretito: el tipo bueno está empezando a cansarse, así que suéltalo ya, Lassiter.
El ángel ladeó la cabeza, casi como si lo que le estuviera diciendo le importara una mierda. Luego lo agarró por los hombros y con una fuerza total y absolutamente sobrenatural lo lanzó a unos cuatro metros de distancia de él.
Tohr aterrizó dolorosamente sobre sus lumbares y la cabeza le rebotó en el césped a continuación, mareándolo. Cuando pudo incorporarse le lanzó una mirada asesina mientras su cerebro intentaba procesar que Lassiter realmente lo había agredido. La única persona que se suponía que tenía que cuidar de él acababa revolearlo por los aires como un jodido saco de patatas, humillándolo delante de uno de sus hermanos que lo miraba todo sin saber si actuar o no.
Pero las cosas fueron a peor. John y Xhex aparecieron por la puerta… junto con Qhuinn y Layla. No sabía qué mierda hacían esos cuatro juntos, pero la combinación fue más de lo que su cerebro podía asimilar. Se puso en pie mientras intentaba manejar la ira que empezaba a recorrer sus venas como el si fuera el puto volcán Etna a punto de entrar en erupción. Joder, por un momento habría jurado que su vista se volvía roja.
Lassiter las pagaba con él sabe Dios por qué, el chico al que había adoptado como si fuera su propio jodido hijo se aliaba con su maldita compañera para hacerle el vacío, por segunda vez. Y ahora encima la hembra a la que albergaba esperanzas de amar por sobre todas las cosas parecía tener a un gilipollas de ojos dispares pegado al culo las veinticuatro horas del día.
La tensión en el aire podía cortarse con cuchillo. Comenzó a retroceder antes de que hiciera o dijese algo de lo que pudiera arrepentirse más tarde. La rabia era una cabrona que te traicionaba a las primeras de cambio. Y a la que era muy difícil ponerle freno.
—Tohr… —Layla comenzó a avanzar hacia él y el macho vinculado en su interior se apaciguó.
Hasta que vio la mirada que le dirigieron John y Xhex. No era odio, no, desde luego no era para tanto, pero fue suficiente para hacer que la hembra frenara en seco y durara durante unos segundos. Y suficiente para que Qhuinn la colocara protectoramente detrás de él.
Pero lo que lo gatilló todo fue que ella se quedó donde estaba. Dejó que el crío la protegiera.
Se suponía que ese era su puto trabajo.
Rugió. Rugió toda la frustración por la imbecilidad de la gente que le rodeaba, porque ahora mismo sentía que simplemente se había hecho ilusiones de que las cosas podían ser distintas, porque se dio cuenta de que el agujero en su pecho no se había cerrado del todo. ¿Y sabes qué? Puede que jamás lo hiciera.
John le miró sus ojos duros hace unos momentos, ahora estaban llenos de dolor. Le leyó los labios: padre.
Todo era una gran mentira: la vida, ellos, ella. ÉL.
—¡DEJADME TODOS EN PAZ!
Con un estallido se desmaterializó delante de sus narices. Y no fue capaz de ver las caras horrorizadas de John y Rhage, que revivían otra noche en que Tohr había explotado, desapareciendo de sus vidas de repente.
La noche que Wellsie había sido asesinada.
Layla llevaba horas buscando a Tohr. Se había recorrido la mansión de cabo a rabo unas tres o cuatro con la esperanza de que su macho apareciera por arte de magia o algo así. Podía sentirlo en su sangre. Y estaba lejos. Muy lejos.
Se pasó las manos por el pelo con fuerza intentando apaciguar su nerviosismo. Y lo peor era saber que no podía salir a buscarle. El eco de su sangre en sus venas le daba una idea aproximada de dónde estaría, pero una vez saliera de la mansión y se desmaterializara en la dirección que creía que él debía estar… se encontraría sola en medio de la ciudad, rodeada de una especie que, como Elegida, le resultaba prácticamente alienígena. Nunca había tenido contacto con humano.
—¡Joder! —gruñó dándose un tirón de pelo. Sencillamente no tenía las capacidades necesarias para ir en busca de su macho. Muy probablemente se perdería y hasta podría ser lo suficientemente estúpida como para que de alguna forma el amanecer la pillara fuera. Lo único que Tohr necesitaba era otra shellan muerta.
Aunque no es que ella fuera su shellan, claro.
—Aún —masculló mientras se disponía a dar el quinto recorrido por la mansión, esta vez empezaría por el gimnasio.
Una vez se hubo dado cuenta de que era una buena para nada incapaz de salir a por él, había corrido a pedirle ayuda al Rey. Resultó que John y Rhage se le habían adelantado. El gigante rubio traducía los signos del otro macho lentamente y con cierta dificultad para Wrath. John le estaba pidiendo permiso para traer de vuelta a Tohr él sólo, sin ayuda de Qhuinn o de cualquier otro.
El Rey era claramente reticente, pero finalmente cedió a que fuera a por él. Aunque solo le dio tres horas a solas para buscarle, después de ese tiempo o volvía a la mansión con las manos vacías o llamaba refuerzos. Que estuviera sólo más tiempo era demasiado arriesgado.
Rhage le dedicó una sonrisa cálida al salir de la habitación, pero los ojos de John… estaban muertos. Bendita Virgen, esto iba a mucho más allá de que simplemente temiera que ella remplazara a Wellsie…había algo que ella no sabía. Algo había pasado en la última media hora que le había dejado en ese estado. Mierda, no sabía qué demonios podía hacer, así que dejó que su cerebro hiciera lo que le diera la gana.
—John, yo le amo.
¡Bing, bing, bing! Diez puntos para la hembra más idiota del mundo. Lo último que el macho debía querer escuchar eran gilipolleces pastelosas saliendo de su boca teniendo en cuenta que no quería verla cerca de Tohrment.
Pero en vez de enseñarle los colmillos… o arrancarle la cabeza, se limitó a asentir secamente y a hacer unos cuantos gestos elegantes con las manos que la dejaron pasmada.
—Dice que lo traerá a casa —tradujo Rhage que se había quedado mirando a John, como si quisiera asegurarse de que no hacía ninguna tontería.
—Lo sé, Guerrero —le respondió ella en la Antigua Lengua mientras le hacía una corta reverencia.
Pero aquí seguía ella dos horas después sin tener la más mínima noticia de su macho. Suspiró. Como había dicho antes, empezaría la quinta ronda por el gimnasio. Recorrió los corredores inmersa en sus pensamientos. Casi había tirado la toalla, Tohr volvería cuando quisiera, ni antes ni después y a ella solo le quedaba esperarle. Seguro que estaba bien, sí… Virgen Santa, si le había pasado algo…
Empujó las puertas dobles de la sala de entrenamientos… y la olió antes de escucharla. Hembra. Hembra fuerte, luchadora, dándolo todo. Alzó los ojos hasta el tatami: en ese momento Xhex descargaba una patada giratoria contra el saco que era lo suficientemente fuerte como para levantarlo casi en ángulo recto. Cuando volvía hacia ella aprovechó la inercia para descargar un gancho de izquierda contra un lateral girándolo de manera que quedó perfectamente alineado con su mano derecha. En ella sujetaba una tosca daga de madera que manejó con destreza absoluta contra el saco.
¿Resultado? Cualquier cosa a la que le hubiera hecho eso estaría muerta. Más que muerta.
Cuando hubo terminado la cadena de movimientos la hembra levantó la cabeza, prácticamente perforándola con sus ojos grises.
—¿Vas a quedarte ahí mirando o a pelear?
Pelear… la palabra resonó con un eco extraño en su cabeza. La sacudió.
—Sigo buscando a Tohr, esperando a que aparezca en alguna parte de la mansión.
Ella le dio la espalda con desdén, comenzado a descargar una serie de puñetazos rápidos sobre el saco, moviendo las caderas para ganar impulso y aumentar el impacto.
—John me ha mandado un mensaje hace unos quince minutos. Lo ha encontrado y están bien —dijo como si nada.
Layla sintió un sentimiento casi desconocido abrirse paso en su interior: ira. Quince minutos, quince minutos de mierda. Ése era el tiempo exacto que hacía que la hembra que tenía frente a ella sabía que el amor de su vida estaba bien no muerto en un callejón. Y no se le había pasado por la jodida cabeza decírselo, ni se había parado a pensar sobre cómo estaría ella. No le importaban un carajo los sentimientos de los demás.
—Puta egoísta —le gruñó lo suficientemente alto para que la oyera.
Una parte nueva en ella había tomado el control. Las hembras formaban parte de la vinculación y podían ser tan agresivas sobre sus machos como ellos mismos.
Xhex se paró en seco y le dirigió una mirada a medias entre la sorpresa y lo que prometía ser un cabreo monumental.
—¿Qué acabas de decir? —preguntó con tono amenazador.
Layla no pensaba, era puro instinto mientras avanzaba los pocos metros que la separaban del tatami. Y de la persona a la que, ahora mismo, deseaba con todas sus ganas partirle la cara. Se arremangó la túnica mientras llegaba y se detuvo a centímetros de la otra hembra. Su respiración estaba agitada, su cuerpo en tensión. Nunca había estado en una situación como ésta, pero no había lugar para el miedo.
—He dicho —repitió con mucha claridad—, que eres una puta egoísta. Y además te importan una mierda los demás, cómo puedes no haberme avisado de que él estaba bien —le dio un empujón—. ¡Sabías que lo estaba buscando por todas partes!
Xhex abrió bastante lo ojos cuando el empujón la hizo trastabillar un poco hacia atrás. Naturalmente ni se amedrentó. Contó mentalmente hasta diez antes de ir a por Layla de tal manera que le haría falta cirugía para que le recompusieran su cara de muñequita.
—No, tú no lo estabas buscando. Mi hellren sí que lo hacía —dijo enfatizando claramente quién era la emparejada—. Tú simplemente dabas vueltas como la inservible que eres por toda la jodida mansión, como si el que vagaras como un alma en pena fuer a traerlo de vuelta —le clavó un dedo en el pecho—. Es mi macho el que está ahí fuera exponiéndose a un peligro potencial para traerlo de vuelta. Así que, puta —escupió devolviéndole el insulto—, no vengas a hablarme de egoísmo.
Le recordó ligeramente al simple acto de apagar a una luz. Un suave click sonó en su cabeza, como si todo lo racional en ella se apagara y el animal, que ya había salido a la superficie en otras ocasiones, tomara el control.
Layla rugió y se lanzó a por Xhex. No tenía la más mínima experiencia en peleas, pero eso no significaba que no hubiera visto a machos luchar o incluso la tele. De manera que lo último que Xhex debía de esperarse era que le lanzara un croché tan fuerte que le dio vuelta la cara y le crujió unas cuantas vértebras. La Elegida aprovechó la ventaja de la sorpresa para tirarse literalmente sobre la hembra estampándola contra el suelo. Cuando vio su cabeza rebotar violentamente contra el tatami le siseó satisfecha, exponiendo unos colmillos de por lo menos diez centímetros.
Claro que el cabezazo de Xhex en plena nariz cortó cualquier otro pensamiento. Solo le quedó el dolor. Nunca antes había sentido algo así, joder, nunca le habían levantado la mano. Lo ignoró mientras su mente volvía a Tohr, al miedo por él a lo inservible que se sentía por no poder ayudarle.
Mientras estaba distraída, su contrincante se desembarazó rápidamente de ella y se puso en pie de un salto. Layla apenas tuvo tiempo de apartarse del camino de la patada dirigida directamente a sus costillas. Pero ahora estaba tumbada cuan larga era en el suelo y todos sus instintos le gritaban que era una posición en la que estaba altamente desprotegida, tenía que hacer algo. Con un grito agarró el pie de apoyó de Xhex mientras su otra pierna aún estaba en el aire y tiró tan fuerte como pudo. Esta vez la hembra cayó boca abajó y se escuchó un sonoro crujido.
—No tienes ni puta idea —comenzó mientras se limpiaba la nariz y se tiraba sobre ella, cogiéndole del pelo y tirando hacia arriba en un doloroso ángulo—, de lo que frustrante que es no poder ir a buscarle, de ver que cómo tú dices soy una buena para nada en este mundo ¡DE NO TENER UN LUGAR! —rugió mientras le estampaba la cara contra el tatami de nuevo.
Bajo ella, Xhex no se movía, es más, parecía que su pecho ni siquiera subía y bajaba. Layla sintió como su mente se despejaba un poco y registraba la situación: ella sentada a horcajadas sobre la espalda de un de las shellans, su túnica arrugada y sus manos manchadas con la sangre de la hembra. Tomó aire en un agudo hipido entrecortado y se apartó todo lo rápido que pudo.
—Oh… oh, Virgen… yo…
En cuanto se hubo quitado, Xhex giró quedando boca arriba. Permanecía con los ojos cerrados y su respiración era lenta y profunda. Oh, Dios si le había hecho daño de verdad…
—Layla —llamó la hembra con voz rasposa, la sangre le resbalaba por la comisura de la boca y la punta de la nariz le apuntaba hacia un lado. La Elegida se acercó enseguida—. Pegas como una niña —terminó ella.
El puñetazo fue tan duro e inesperado que Layla quedó K.O
—Despierta, joder no debería haberte dado tan fuerte, vaaaamos, despierta no seas mariquita.
La voz de Xhex le llegaba como muy de lejos, pero las palmaditas, no justamente suaves, en su cara sí que las sentía bastante bien. Movió la cabeza como pudo y el mundo le dio vueltas así que decidió quedarse quieta.
—No, no, no. Si no haces un esfuerzo por levantarte te vas a quedar ahí tirada sintiéndote como la mierda indefinidamente, así que vamos.
Mierda con la hembra ¿no podía dejarla en paz que tenía que intentar incorporarla? Layla gruñó y se agarró la cabeza con las manos. Joder, hasta eso le dolía. Un repentino recuerdo del puño de Xhex estrellándose contra su sien derecha le dijo el por qué.
—Tú… ¿tú me has dejado K.O?—dijo en un tono que hasta a ella le sonó histérico.
La otra hembra desechó sus palabra con un movimiento de la mano y le puso un dedo justo frente a los ojos.
—Tú empezaste. Ahora, sigue mi dedo —cambió un dedo por tres—. ¿Cuántos ves?
—Tres —le contestó sin problemas y luego apartó la mano de su cara—. Yo nunca te hubiera hecho daño de verdad —le recriminó.
—Porque no podrías —sentenció Xhex.
Layla sintió una punzada de la ira que la había envuelto antes y descubrió los colmillos ligeramente, enfrentando la mirada gris.
—No me conoces.
—No, es verdad, pero he tenido suficientes peleas como para saber mínimamente qué esperar de mi oponente —se encogió de hombros—. Aún así, te dejé K.O porque no quería arriesgarme a estar infravalorándote. Estabas cabreada de verdad y por tu macho. Eso nunca es cosa buena, le puse fin antes de que pasara algo de lo que todos nos arrepintiéramos.
Asimiló las palabras de Xhex y luego advirtió su nariz a ojos vista rota.
—Yo… lo siento y gracias. Supongo —se llevó la mano a la cabeza, masajeándose el punto dolorido—. Nunca antes me había peleado con nadie, nunca me habían pegado.
—Pues para ser la primera vez lo has llevado bastante bien. Sinceramente, cuando te di la primera vez estaba segura de que no ibas a levantarte ¿Cuándo no tardaste ni cinco segundos? Me di cuenta de que esto podía ponerse feo.
Layla rió amargamente, porque la otra opción hubiera sido ruborizarse por lo que estaba escuchando.
—Venga ya, no tengo ninguna posibilidad contra ti. Te he visto pelear antes, alguna de las veces que he pasado por el gimnasio —se lo pensó antes de añadir lo siguiente, pero bueno, creyó que sería una buena “disculpa”—. Siempre me diste mucha envidia.
Xhex alzó las cejas y luego movió la cabeza. Al final sus duras facciones dieron lugar a una sonrisa socarrona. Se sentó en el tatami junto a ella, imitando su postura con las piernas cruzadas.
—Me han dicho muuuuchas cosas, pero desde luego ninguna hembra había envidiado mis habilidades de lucha antes.
—Bueno, seguramente porque ellas tendrán otras cosas que ya se les darán bien. Como mínima supongo que podrán moverse por la ciudad sin perderse, yo ni eso.
—No es eso. A todas ellas les da miedo el dolor —se encogió de hombros Xhex.
Layla asintió, pensativa, luego respondió.
—Puedo entenderlo, pero… el dolor físico es pasajero, se va con el tiempo. Es más fácil sobreponerte a él. Mi “sufrimiento”, por así decirlo es diferente.
Notó que Xhex se tensaba enseguida. Mierda, ya había metido la pata. Debería haberse dado cuenta de que no era el tipo de hembra con la que podías ponerte a tener conversaciones filosóficas ultrapforundas sin más. Si se abría a ella no haría más que ponerla incómoda.
—Yo, lo siento… no pretendía ponerte incómoda….
—Dos cosas —la cortó ella simplemente—, primero deja de decir que lo sientes, los Guerreros son fuertes. Segundo, no seas tan abierta con gente que apenas conoces, un Guerrero es una fortaleza.
Se quedó rumiando sus palabras. Una idea comenzaba a tomar forma en su cabeza, pero estaba segura de si ponerla en palabras sería lo mejor. Si ella aceptaba… Sagrada Virgen, prácticamente sería el comienzo de una vida nueva para ella: poder valerse por sí misma, ayudar en la Guerra…
Xhex le dio un puñetazo en el hombro, Layla reprimió el quejido y ni mostró que en realidad le había hecho un poco de daño. Por algo se empezaba, ¿no? La hembra examinó sus ojos en busca de una reacción y pareció satisfecha de no encontrar ninguna.
—¿Qué? —dijo Layla.
—Suéltalo ya, lo que sea que estés pensando.
Tomó aire y luego dijo de un tirón, sin apartar la mirada:
—Enséñame a pelear.
Xhex parecía esperárselo, porque sus labios se expandieron en una sonrisa que mostraba los dientes más de lo que a Layla le hubiera gustado. La hembra le extendió la mano.
—Será mi placer apalizarte… compañera.
Esto iba a doler.
20 comentarios:
OK LAYLA Y Tohr PERFECTO NO ERA NO ONE Y TOHR QUE PASO AHY
Hola Nei se te hechaba de menos tanto tiempo!,
el capitulo muy bueno hubo de todo en este, q misterio hay sobre ese niño con Lassiter al reaccionar asi cuando se vieron mas con ese poder del angel casi cocinan a todos, susto fue el de Tohr cuando no vio al angel lo bueno fue q el estaba con su jefe pero ese angel es igaul q Lassiter no dicen nada igual de misteriosos,pero el angel no tenia q golpear a Tohr mas bien el otro estaba preocupado pero nnnooo el le hace eso y mas bien el otro reacciona desapareciendo q susto me dio y la pobre de Layla buscandolo x todos lados y esa escena con Xhex muy buena asi para q vea q no se va dejar de nadie esperemos a ver como le va con esa profesora de combate pobre va estar toda golpeda,y otar cosa q me gusto fue q Wrath puso en su lugar a John y a Xhex para q dejen en paz a Tohr el se merese ser feliz,gracias x el capitulo estubo excelnte!
NNNNNNNNNNNNNNOOOOOOOOOOOOOOOOOOO.........!!!!!!!!!!!
Ya se termino???????????-Dandose cabezasos frente a la pantalla.
Muero por mas!!!!!!.......Te extrañaba Neï, eres lo mas......
2 cositas..
1) la perosona "anonima" ^^ esto es un fic no la historia real, es hecho pro nei ;) por cierto GRACIAS NEI!!! lo esperaba jejeje
2) JUEMADRE!!!!! por que le hacen esto a mi pobre TOHR!!! ah? ah? ah? U.U tohr!!! asi mismito me siento yo juhm (suspiro...)
Nei muchas gracias por el cap!!! desde ya esperando el que viene!!! jijijiji una brazoote a ti y a Daggher!! D!!! Gracias por poner el fic de Nei aca!!! ^^
un abrazoote :)
Se me hizo muy Pesado leer este capitulo por el lenguaje de machotes. Has contado cuantas veces esta escrita la palabra mierda? Ya se ke son machos y guerreros, pero en su vocabulario no solo están las palabrotas.
Laura,lo que más me gustó de tu comentario fue lo de Wrath. Yo también disfruté mucho escribiendo esa parte :D
Patri, yo también echaba de menos sus comentarios.
Dionik, a Tohr aún le queda mucho por pasar XD
Anónimo, siento que no te gustara...
Neï
escribes de maravilla a ver cuando publicas el siguiente un beso ers muy buenaaaaaaaaaa
Hace unos días descubrí este blog y estoy flechada!! Me encanta como llevas tu historia con Tohr... pero queremos mas!!! Termine muy rapido y ando ansiosaaa!! ajajajaj
Un abrazo y muchas gracias!
Nunca pense que iba a sentir ganas de partirle la cara a trompadas a John!!! Pero leyendo esto y el capitulo anterior senti verdaderas ganas de enseñarle dos o tres cosas de la vida a ese chico que tanto amo!!
Diosss pobre Thor!!!
Gracias por subir los capitulos :)
Neï.....mi hija entro en tu Face y vio tu version de Thor.......
Luego de secarnos las babas y de reiniciar nuestros cerebros sera mucho pedir que me digas quien es el modelo?.....
Estamos totalmente ....embobadas....jajajajajaj
cada vez que leo Neï es perfecto..
en serio el fic me dejo enredada,feliz, con rabia con John y con ganas de leer como va sel el entrenamiento de Layla y como se lo tomara Tohr, lo digo Diioos en una Elegida, le dirá algo Phury?? se quejara ToHr???
quiero mas....
Hola soy magalys hace poco me leí unos fic de vane caos en el cual ella recomendó este fic Amante renacido. Me ha encantado mucho felicito a la autora Nei. espero pronto un nuevo capitulo.
no.la.abandones..........me encantaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa......suerte.....
att: violett
Porque no continuas :(
Llorooooooooo
oh venga llevo tanto tiempo le llendolo que me gustaria terminarlo de leer yase que torhmen y layla no saldran junto en el libro pero me gustaria termitarlo de leer por favor terminalo aunque sea por nosotras las que te seguimos por favor,por favor ,por favooooooooooor.
contestano si lo vas hacer o no porfi
vas ha hacer otro
por favor te lo pido de rodillas
no nos dejes a todos tus fans asi, en tanto suspenso
me va a dar un ataque
porfa
cuando subiras el capitulo 15 me muero
Siii por favor,cuando nos sacaras de pena con el capitulo 15?
Animate ten piedad de tus segudoras.
hola les mando saludos desde Uruguay hace una semana empeze a leer este fic y ya lo termine y me encanto ....espero que Neï siga escribiendo si no me va a dar un ataque!!!!
por favor sige con la historia aunque no sea la de verdad quier saver que pasa en el capitulo 15 no nos dejes asin por fate lo ruego dialgo no as contestado aninguna de los comentario di algo anda di que siguiras anda que te cuesta pliiiiiisss
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