31 mar 2011
¿Quién es Jane? Fase IV
¡Ya tenemos a la shellan de Vishous!
Ganadora: Charlize Theron con 42 puntos
Elisha Cuthbert: 31 puntos
Meg Ryan: 25 puntos
Rebecca Romijn: 17 puntos
Scarlett Johansson: 16 puntos
Cate Blanchett: 15 puntos
Keira Knightley: 14 puntos
Sienna Miller: 10 puntos
Radha Mitchell: 10 puntos
Molly Sims: 9 puntos
Katherine Heigl: 8 puntos
Naomi Watts: 8 puntos
Jennifer Morrison: 8 puntos
Susan Lewis: 8 puntos
Elizabeth Mitchell: 7 puntos
Sharon Stone: 7 puntos
Desconocida 1: 7 punto
Ellen Pompeo: 6 puntos
Jaime Pressly: 5 puntos
Amy Smart: 4 puntos
Carey Mulligan: 4 puntos
Jaime King: 3 puntos
Amber Clayton: 3 puntos
Kate Hudson: 3 puntos
Jessica Capshaw: 3 puntos
Rachel McAdams: 3 puntos
Amber Valletta: 3 puntos
Reese Whiterspoon: 3 puntos
Maria Sharapova: 2 puntos
Ludwika Paleta: 2 puntos
Robin Wright Penn: 1 punto
Mariana Ximenes: 1 punto
Anna Torv: 1 punto
Kristen Bell: 0 puntos
Maggie Grace: 0 puntos
Amber Heard: 0 puntos
Shandi Sullivan: 0 puntos
Dianna Agron: 0 puntos
Daniela DiGiacomo: 0 puntos
Caroline Trentini: 0 puntos
Kate Nauta: 0 puntos
Kelli Giddish: 0 puntos
Jenny McCarthy: 0 puntos
Allison Mack: 0 puntos
Kirsten Dunst: 0 puntos
****
¡Enhorabuena, ganadora! Te llevas este gif de regalo para lucirlo donde quieras:
¡Gracias a todos por haber participado!
Ward habla
Os traigo un vídeo en el que la Ward habla mucho de todo y poco de nada. Agradecimientos a Neï por la transcripción.
Lover Unleashed es la historia de Payne, la hermana gemela de Vishous, y el amor de su vida Manny Manello, que es un cirujano humano. Trata de lo que hacen para que sus vidas encajen.
Siempre supe que iba a haber un libro de Payne. Siempre supe que iba a ser el primer miembro femenino de la Hermandad. Cuando se me ocurrió la serie, iba a haber diez libros y el de ella iba a ser uno. Era un reto interesante y me informó de cómo iba a ser la serie. Pero es un libro maravilloso y ella es genial. Realmente amo a Payne, se las hace pasar canutas a Manny.
El punto con Manny es que él ama lo que hace y es un personaje masculino muy fuerte, pero entiende que Payne fue criada para la guerra y necesita hacer lo que hace.
Son una gran pareja, dos personas con fortísima fuerza de voluntad.
Siempre he sabido que había otro grupo de Hermanos y en Lover Unleashed es cuando los lectores los conocen por primera vez, aprenden sobre ellos y se hacen una idea sobre cómo fue su origen. Está en contraste directo con La Hermandad de la Daga Negra, cosa que pone en marcha una dinámica muy interesante.
Creo que la política de la sociedad vampira va a entrar en juego con la aparición de estos hijos bastardos en Caldwell. Creo ver cómo desafían el reinado de Wrath y su respuesta a ello. Abre una vista totalmente nueva en la guerra y en su mundo.********************************
Nota de la Traductora: vale, chicas, me salto todo lo demás porque básicamente se pone a blah blah blah sobre quién va ser el siguiente y justo cuando abre el buzón para pronunciar el nombre ¡ZAS! ¡Cortan el video!
*rueda por el suelo murmurando* que sea Tohr, que sea Tohr...
30 mar 2011
Entrevista a Ward
Entrevista a J.R Ward por la librería Barnes & Noble. Esta vez he tenido a dos traductoras, Neï y Lucía. ¡Muchas gracias, nenas! Aunque a la próxima tendremos que organizarnos, jajajaja.
1) ¿Cuál fue tu libro favorito al escribirlo y por qué? ¿Cuál es el que te gusta menos?
J.R: ¡Por lo general mi libro favorito es aquel en el que estoy trabajando! El que menos me gusta es Amante Desatado. Vishous y yo simplemente no nos llevamos bien, y escribir esa historia fue como sacarme los dientes. Las imágenes se negaban a aparecer en mi cabeza con facilidad.
2) ¿Alguno de los libros fue particularmente más difícil de escribir que los otros?
J.R: Ese sería, de nuevo, Amante Desatado. La forma en la que trabajo es escribiendo las imágenes que veo en mi cabeza y mientras hago el manuscrito trato de poner por escrito todo lo que veo para que el lector lo vea igual que yo, o eso espero. Vishous simplemente no quería jugar a la pelota. Las partes del libro no-Vishous funcionaban perfectamente, ¿las suyas? Ni de cerca. Pero, realmente me gusta el resultado final.
3) ¿Tienes una shellan favorita?
J.R: Pues soy una gran fan de Beth, también comprendo muy bien a Marissa y amo a Xhex y a Payne. Pillo totalmente la historia de Mary. Y Bella mola a tope, ya sabes, creo que son así como los Hermanos, y amo a cada uno de ellos por una razón diferente.
4) ¿Por qué hiciste que John Matthew fuera mudo?
J.R: Yo no tomo las decisiones en las historias, simplemente aparecen en mi cabeza, y, a menos que me ponga a reflexionar sobre ellas, las palabras fluyen libremente. Así que JM es mudo porque cuando Darius murió la Virgen Escriba exigió que debía sacrificar una facultad como pago de que volviera y viera a su hija, Beth. Eso fue lo que pasó, no algo que yo decidiera.
5) Muchos de los personajes están interconectados, ¿hasta qué extensión piensas llevar estas conexiones?
J.R: Son lo que son... en muchos casos, sé la trayectoria a largo plazo de los chicos en los libros. Pero no siempre, ¡a veces me sorprenden con quién están o dónde han terminado! Aún así, no planeo nada. Es lo que es.
6) ¿Por qué Amante Vengado no tiene una hembra en la tapa?
J.R: ¿Por qué debería? Es sobre Rehvenge, lol. Y me gusta un montón la tapa... aunque hay una parte de mí que siempre pensará que la imagen de Amante Oscuro es mi favorita ¡Mi editora hace un trabajo maravilloso con las tapas!
7) ¡Me encantan tus libros! ¿Puedes contarme algo más de lo que planeas escribir? ¿Habrá más Hermanos en el equipo de Wrath?
J.R:¡Gracias! Ahora mismo la serie tiene un final abierto. Originalmente, tenía en mente diez libros pero las cosas progresaban y continúo conociendo gente nueva que quiere que cuente sus historias. Mientras los lectores sigan queriendo y el buen Señor me mantenga saludable, quiero continuar con los Hermanos... ¡siempre y cuando me sigan hablando!
8) Fue genial enterarnos de que Bella estaba embarazada ¿Tendrá alguna de las otras hembras niños? O si no pueden tener hijos de manera natural (como Jane y V) ¿sería posible la adopción? Como nueva mamá, ¡tengo curiosidad por leer sobre mamás vampiro!
J.R: ¡Ahí le has dado! Ahora mismo, estoy trabajando en dos historias cortas sobre el proceso de Rhage y Mary y Wrath y Beth de convertirse en padres. De modo que, esos son los dos siguientes en lista. De todos modos, a Wrath no le hace mucha gracia. No quiere que Beth se quede embarazada. Pero ella tiene otras ideas (¡Y resulta que la Madre Naturaleza también!)
9) ¿Quién va a ser la próxima en pasar por su período de necesidad?
J.R: *tos* *tos* Beth *tos* *tos*. Pero no podréis leer sobre ello hasta dentro de un tiempo porque no estoy segura de cuándo se va a publicar la historia corta.
10) Me encantaría conocerte y que me firmaras un libro ¿vas a viajar a algún lugar?
J.R: Desafortunadamente no me va mucho el viaje. Sin embargo, hago firmas virtuales para los libros y anuncio los detalles en Facebook y en mis webs. También solemos hacer dos sesiones de firmas por cada publicación, aún así voy a ir a la Convención Romántica en Chicago la próxima primavera y allí habrá una gran sesión de firmas que estará abierta al público.
11) Mi pregunta está relacionada con la Transición. Dices en tus libros que los machos son físicamente incapaces de excitarse antes de su Transición, de modo que no pueden tener orgasmos (por ejemplo John Matthew). Pero Beth fue capaz de hacerlo con Wrath antes de su Transición ¿Tiene esto que ver sólo con Beth o con las hembras?
J.R: Eso se debe a que ella es mestiza. Los mestizos comparten rasgos con ambas razas y la cantidad de rasgos depende de cada. Por eso Beth fue capaz de (¡ejem!) y Butch, por ejemplo, no puede desmaterializarse.
12) ¡No puedo esperar a ponerle las manos encima a Lover Unleashed! Vishous es uno de mis Hermanos favoritos. Este vampiro parece tener problemas que superar. Mi pregunta es si él y su madre podrán amarse el uno al otro. Él parece tener una gran capacidad para amar. Sé que tienen muchos asuntos que resolver, pero por favor, puedes darme algún tipo de consejo sobre cómo sortearán este contratiempo?
J.R: Bueno, nunca digas nunca, supongo. Aunque no creo que vaya a ocurrir dentro de poco. La Virgen Escriba está en una situación muy mala ahora mismo... aunque como todo el mundo sabe, es a causa de su propia creación.
13) Amo tu serie de la Hermandad de la Daga Negra ¿Alguna vez imaginaste que se volvería tan locamente popular como lo ha hecho?
J.R: ¡Noooooooooooooo! ¡Oh, Dios Mio, no! Escribí Amante Oscuro tras haber sido abandonada por mi primer editor. No tenía trabajo como escritora ni esperanza, nada... sólo un pack de seis vampiros que no me dejaban en paz y juré que escribiría este libro aunque fuera para mí misma. Hice eso mismo y... ¡mierda santa, menudo viaje ha sido! Estoy tan contenta y agradecida, no os podéis hacer una idea..
14) ¿Habrá más libros de las Elegidas, como Layla, donde encuentren a sus hellrens?
J.R:¡Oh, sí, definitivamente! ¡Veréis más de Layla!
15) Me encanta que Wrath tenga un perro lazarillo llamado George ¿Llegarán más mascotas a vivir a la mansión de la Hermandad?
J.R: No veo ninguna ahora mismo, ¡pero seguro que sí! Bueno, en realidad, lee Lover Unleashed... podría haber una más en un futuro inmediato y podría incluir a ese animal en el no-veo-a-nadie-más.
16) Butch y Vishous son muy cercanos, ¿hay algo más que amistad entre ellos? ¿Exploraremos más su relación en el siguiente libro?
J.R: ¡Lee Lover Unleashed para tener respuesta a eso!
17) Estoy intrigada con la sociedad de vampiros ricos (la Glymera) ¿Qué les ha pasado? ¿Volverán a Caldwell alguna vez?
J.R: Definitivamente la Glymera está de camino a Caldweel una vez más... ¡por desgracia! (no soy una gran fan de ellos, pero lol, son parte del mundo). Tras las redadas se retiraron a casas seguras fuera de la ciudad pero, ahora que las cosas se están calmando, van a volver.
18) ¿Era Murhder el hombre misterioso al final de Lover Mine? ¿Leeremos más de su historia?
J.R: ¡Oh, sí! De hecho, creía que iba a ser el siguiente después de Lover Unleashed... pero resulta que será otra persona y pronto descubriréis quién.
19) ¿Cuál fue la característica más atractiva de un vampiro que te llevó a escribir específicamente sobre estas criaturas paranormales?
J.R: Bueno, ¡realmente aparecieron en mi cabeza sin más! Tal y como dije, no tengo control sobre las historias o la gente en los libros así que debo seguir el curso de acción ¡y menudo curso a seguir!
20) He notado que algunos personajes de tu serie de Ángeles Caídos aparecen en las novelas de la Hermandad de la Daga Negra ¿sabías cuando introdujiste a Lassiter en Amante Confeso que eso llevaría a una serie paralela?
J.R: Realmente, los Ángeles aparecieron en mi cabeza al igual que los Hermanos hace años... y vamos, ¿cómo podría no escribir sobre sexys ángeles caídos en Harleys? Eran tan irresistible como los vampiros, lol. Pero no estoy segura de dónde encaja Lassiter, aún no me lo ha dicho. Al principio era como, bueno es un Ángel, así que es claramente parte de ese mundo... pero luego fue como no y ahora es como... espera... la cosa es que él decida y ¡yo lo seguiré!
29 mar 2011
El sueño de Jane por Kyra Dark
Dado que hoy es un día especial, os traigo un vídeo IMPRESIONANTE para que os deleteitéis con él. Es sin duda el mejor vídeo que he visto hasta la fecha y creo que muchos vais a estar de acuerdo conmigo después de verlo. Es, sencillamente, una obra de arte.
El vídeo lo ha realizado Kyra Dark, propietaria de este magnífico blog que os recomiendo que visitéis.
ADVERTENCIA. Enchufad el aire acondicionado a toda pastilla porque, nenas, ¡vais a arder!
28 mar 2011
Cita nº10.
Jane a V en Amante Desatado, capítulo 29, p. 365
Entrevista realizada por Danyyy
Danyyy tiene un apartado especial en su blog, Vampire Academy Fansite, donde entrevista a los administradores de los blogs que considera más exitosos y que están dedicados a las sagas más leídas. Es una especie de homenaje de lo más bonito.
Hace unos días, Danyyy me sorprendió con un correo en el que me informaba de que este blog iba a estar en ese apartado tan especial. ¡Qué sorpresa! Fue emocionante, nunca antes me habían entrevistado.
¡Gracias por pensar en este blog! Es todo un honor tener un huequecito en el tuyo. Para todo aquel que aún no lo sepa, el blog de Danyyy es el lugar ideal para aquellos seguidores de Vampire Academy. Y lo bueno es que no sólo podemos encontrar noticias de esa seria, sino que también hay espacio para otras sagas y series. Lo dicho, un lugar fantástico.
Dicho esto, os dejo con la entrevista:
¿Cómo nació la idea del blog?
Conocí a los Hermanos y me enganché irremediablemente a ellos. Me resgistré en el foro oficial de Ward y entraba casi diariamente en él. Me di cuenta de que había mucha gente que no podía acceder a mucha de la información que hay sobre los Hermanos porque no sabe inglés o porque simplemente no se entiende con esto de los foros y demás. Pensé que sería una buena idea compartir toda esa información y crear un lugar agradable en el que la gente pudiese enterarse de todas esas noticias nuevas y pudiese hablar libremente de los Hermanos. En definitiva, un lugar por y para las seguidoras españolas y latinas de la Hermandad. ¡Y cuánto me alegro de haberlo hecho! He conocido a gente fantástica.
¿Cómo conociste los libros de la Hermandad?
Solía entrar en la web de Autoras en la Sombra para consultar las novedades en libros. Me llamó la atención un libro llamado Amante Oscuro e inmediatamente me descargué el primer capítulo disponible. Después de ese primer capítulo me quedé con ganas de más y cogí los pocos ahorros que tenía para gastarlos en ese libro. ¡Qué dinero más bien gastado! Después de leerlo, me gustó tanto que empecé a buscar información sobre la autora y la serie... y bueno hasta ahora.
¿Cuál es tu libro favorito de la Hermandad?
Ainss, esta pregunta es difícil. Es como si le preguntarás a una madre que cuál de sus hijos es su preferido. Umm, me quedo con Amante Desatado, Amante Confeso y Lover Mine.
Si pudieras conocer en persona a un Hermano, ¿cuál sería?
A Vishous, sin dudarlo. Y me encantaría que me llevase a su ático...
Cinco días de Payne: día 1
Quinto y último vídeo de Payne. ¡Se destapa otra problemática! ¿Payne tendrá que elegir entre Vishous y Manny? ¿o habrá una solución satisfactoria para todas las partes?
Hay dos hombres en la vida de Payne: su hermano gemelo y un cirujano humano. La cuestión es: ¿seguirá el dictado de su corazón o el de su sangre?
27 mar 2011
Cinco días de Payne: día 2
Cuarto vídeo, sigue sin decir mucho, pero destapa otra problemática: ¿Payne acabará formando parte de la Hermandad?
Payne es una hembra que sabe luchar, está en su sangre y ha estado entrenando por instinto. La pregunta es: ¿La dejará entrar la Hermandad?
26 mar 2011
Cinco días de Payne: día 3
Tercer vídeo... y niguna información nueva.
De nuevo, ¡muchas gracias, Neï!
Payne encuentra su destino con un hombre llamado Manuel Manello, un cirujano que sabe qué hacer con sus manos.
V
LadySella, rastreadora de vídeos oficial, ha dejado esto en mi bandeja de entrada. Poneos a mano un ventilador porque después de este vídeo lo necesitaréis. Dicen que la primavera la sangre altera... más bien yo creo que es V.
¡Disfrutad!
25 mar 2011
V por Pickyme
¿Quién es Jane? Fase III
¡Y cómo no! Aquí os traigo el recuento de votos para la elección de Jane. Os recuerdo que aún tenéis hasta el 30 de Marzo para votar. Uhm, en esta ocasión parece que todos estamos más o menos de acuerdo con algunas de las candidatas. Está muy igualado.
En fin, os dejo con los resultados hasta el momento:
Charlize Theron: 35 puntos
Elisha Cuthbert: 19 puntos
Meg Ryan: 18 puntos
Scarlett Johansson: 16 puntos
Rebecca Romijn: 12 puntos
Cate Blanchett: 12 puntos
Keira Knightley: 11 puntos
Katherine Heigl: 8 puntos
Naomi Watts: 8 puntos
Sienna Miller: 7 puntos
Radha Mitchell: 7 puntos
Ellen Pompeo: 6 puntos
Elizabeth Mitchell: 5 puntos
Jennifer Morrison: 5 puntos
Jaime Pressly: 5 puntos
Susan Lewis: 5 puntos
Amy Smart: 4 puntos
Carey Mulligan: 4 puntos
Sharon Stone: 4 puntos
Jaime King: 3 puntos
Amber Clayton: 3 puntos
Kate Hudson: 3 puntos
Jessica Capshaw: 3 puntos
Rachel McAdams: 3 puntos
Amber Valletta: 3 puntos
Reese Whiterspoon: 2 puntos
Maria Sharapova: 2 puntos
Ludwika Paleta: 2 puntos
Robin Wright Penn: 1 punto
Mariana Ximenes: 1 punto
Desconocida 1: 0 punto
Anna Torv: 0 puntos
Molly Sims: 0 puntos
Kristen Bell: 0 puntos
Maggie Grace: 0 puntos
Amber Heard: 0 puntos
Shandi Sullivan: 0 puntos
Dianna Agron: 0 puntos
Daniela DiGiacomo: 0 puntos
Caroline Trentini: 0 puntos
Kate Nauta: 0 puntos
Kelli Giddish: 0 puntos
Jenny McCarthy: 0 puntos
Allison Mack: 0 puntos
Kirsten Dunst: 0 puntos
Cinco días de Payne: día 4
Segundo vídeo y nada nuevo... Al menos podemos hacernos una pequeña idea del problema que habrá entre Payne y V.
Payne y su hermano gemelo Vishous están cortados de la misma tela. Los problemas llegan cuando ella quiere ir en una direccion diferente a la que él quiere.
24 mar 2011
Cinco días de Payne: día 5
Ward ha subido el primer video en el que habla sobre Payne. Esperemos que los siguientes sean mucho más interesantes que este porque no dice nada que no sepamos ya.
¡Agradecimientos a Neï!
Payne es igual que su hermano: largo pelo negro con ojos de hielo. Está en el cuerpo de una hembra, pero tiene la sangre de un guerrero en ella.
Prólogo, capítulo uno y capítulo dos
Primero, agradecer la ayuda de Neï. ¡Nena, eres una jodida máquina! ¿Me créeis si os digo que le pasé el capítulo 1 y a las 3 horas ya estaba traducido? ¡Increible! Y con el dos, más de lo mismo. ¡Muchas gracias!
Segundo, disfrutad de la lectura y no seáis muy duros con los fallos. Ward es muy jodida a la hora de traducir.
1761. VIEJO CONTINENTE
Xcor vio a su padre asesinado cuando hacía cinco años que había pasado la transición.
Sucedió ante sus ojos y, a pesar de la proximidad, no pudo comprender qué ocurría.
La noche comenzó como cualquier otra, cayendo la oscuridad sobre un paisaje de bosque y cueva, arriba las nubes los ocultaba de la luz de la luna a él y a los que viajaban con él a caballo. Su grupo de soldados era de seis: Throe, Zypher, los tres primos y él mismo. Y luego estaba su padre.
El Sanguinario.
En otro tiempo miembro de la Hermandad de la Daga Negra.
Lo que iban a llevar a cabo en esa tarde era lo que les llamaba a servicio después de la caída del sol: buscaban lessers, esas armas sin alma del Omega que veía bien masacrar la raza de vampiros. Y los encontraban. A menudo.
Pero ellos siete no eran de la Hermandad.
En oposición a esa honra, eran un grupo secreto de guerreros. Esta banda de hijos de puta dirigida por el Sanguinario no eran nada más que soldados: no había ceremonias. No tenían la adoración de la población civil. Ni tradiciones ni elogios. Sus líneas de sangre podrían ser aristocráticas, pero cada uno de ellos había sido abandonado por sus familiares, por nacer con defectos o por ser engendrados fuera de una unión santificada.
Ellos nunca serían más que carne prescindible dentro de la guerra más grande para la supervivencia.
Todo eso era cierto, sin embargo, eran la élite de los soldados, la más cruel, el más fuerte de los hombros, esa que había elegido a través del tiempo el más duro capataz en la carrera: el padre de Xcor. Escogidos y elegidos sabiamente, estos machos eran letales contra el enemigo y no tenían códigos cuando cuando se trataba de la sociedad de vampiros. Sin códigos a la hora de matar en este sentido: no importaba si la presa era un asesino, un humano, un animal o un wolfen. La sangre correría.
Habían hecho una promesa y sólo una: su padre sería su señor y no otro. Dónde él fuese, irían ellos y eso era todo. Así que era mucho más simple que la mierda elaborada de la Hermandad —incluso si Xcor hubiese sido candidato por línea de sangre, no hubiese tenido ningún interés en ser Hermano. No se interesaba por la gloria, ya que no dejaba una mancha en la dulce liberación del asesinato. Era mejor dejar esa tradición inútil y ese ritual caduco a esos que se negaban a blandir otra cosa que no fuera un puñal negro.
Él usaría cualquier arma que hubiese.
Y su padre también.
El clamor delos cascos se desaceleró y luego se desvaneció en el silencio mientras los luchadores salían del bosque y sobre un enclave de robles y matorrales. El humo de los hogares se mezclaba con la brisa, pero había otra cosa que confirmaba que habían encontrado la pequeña ciudad que habían estado buscando: en lo alto, en un acantilado irregular, un castillo fortificado se asentaba como un águila, sus cimientos como garras enterradas en la roca.
Humanos. Luchando entre sí.
Qué aburrido.
Y sin embargo había que respetar la construcción. Quizá si Xcor alguna vez se estableciese, masacraría la dinastía en él y tomaría la fortaleza. Era mucho más eficaz arrebatar que erigir.
—Al pueblo —ordenó su padre—. Que empiece la diversión.
La palabra clave es que había lessers en esto, las pálidas bestias se mezclaban y fusionaban con los aldeanos que labraban parcelas de tierra y plantaban casas de piedra bajo la sombra del castillo. Esto era típico en la estrategia de reclutamiento en la Sociedad: infiltrarse en un pueblo, hacerse cargo de los hombres uno por uno, masacrar o vender a las mujeres y niños, fugarse con las armas y los caballos y avanzar hacia el siguiente con mayor número.
Xcor pensaba como su enemigo en ese sentido: cuando terminaba la lucha, siempre cogía cualquier cosa que pudiese ser útil antes de salir hacia la siguiente batalla. Noche tras noche, el Sanguinario y sus soldados se abrían paso a través de lo que los humanos llamaban Inglaterra y, cuando llegaran a la punta del territorio escocés, darían la vuelta y se apresurarían de nuevo hacia bajo, hacia el sur, al sur, al sur hasta que el talón de Italia los obligase a girar. Y luego sería avanzar a través de muchos kilómetros otra vez. Y otra. Y otra vez.
—Dejemos nuestra provisiones aquí —señaló Xcor, apuntando un roble de tronco grueso que había caído sobre un arroyo.
Mientras la transferencia de los modestos suministros era hecha, no se escuchaba más que el sonido del crujido del cuerpo y el resoplido ocasional de los sementales. Cuando todo estuvo guardado bajo la falda del roble caído, volvieron a montar y reunieron sus caballos de pura raza –que eran la única cosa de valor, a parte de las armas, que poseían. Xcor no veía la utilidad en los objetos bellos o agradables –esos no eran más que un peso que tiraba de ti hacia abajo. ¿Un caballo fuerte y una daga bien equilibrada? No tenía precio.
Mientras los siete cabalgaban hacia el pueblo, no hicieron ningún esfuerzo para silenciar el golpeteo de los cascos de los corceles. No obstante, no hubo gritos. Tal era el gasto de energía que sus enemigos necesitaban una pequeña invitación para venir y saludarles.
Como bienvenida, uno o dos humanos echaron un vistazo afuera y luego rápidamente se encerraron de nuevo en sus moradas. Xcor los ignoró. En cambio, escaneó las enjutas casas de piedra, la plaza central y las fortificadas tiendas de comercio, buscando una forma bípeda tan pálida como un fantasma y tan apestosa como un cadáver cubierto de melaza.
Su padre se acercó a caballo y le sonrió con un filo de crueldad.
—Quizá después disfrutemos de los frutos de los jardines aquí.
—Quizá —murmuró Xcor mientras su caballo sacudía la cabeza. En verdad, no estaba muy interesado en llevarse a la cama a las hembras o en forzar a los machos a someterse, pero su padre no era alguien que se negase a los caprichos del ocio.
Usando señales de mano, Xcor dirigió a tres de su banda hacia la izquierda, donde había una pequeña estructura con una cruz encima del techo a dos aguas. Él y los demás fueron hacia la derecha. Su padre haría lo que quisiera. Como siempre.
Obligar a los sementales a seguir un paso normal era una tarea que desafiaba incluso al más valiente de los brazos, pero él estaba acostumbrado al tira-y-afloja y se sentó firmemente en la silla. Con un propósito sombrío, sus ojos penetraron las sombras producidas por la luz de la luna, buscando, indagando…
El grupo de asesinos que dio un paso desde el abrigo de la herrería tenía armas en abundancia.
—Cinco —gruñó Zypoher—. Bendita sea esta noche.
—Tres —interrumpió Xcor—. Dos no son más que humanos todavía, aunque matar a ese par… será un placer también.
—¿A quiénes tomarás tú, mi señor? —dijo su hermano-de-armas, con un respeto que se había ganado, no concedido como parte de algún derecho de nacimiento.
—A los humanos —dijo Xcor, desplazándose hacia delante y preparándose para el momento en que tuviese que darle en la cabeza a su semental—. Si hay otros lessers, eso servirá para que salgan más.
Espoleando a su gran bestia y fusionándose en la silla, sonrió mientras los lessers se mantenían firmes en sus cotas de malla y sus armamentos. Sin embargo, los dos humanos que había junto a ellos no iban a mantenerse firmes. Aunque el par estaba también equipado para la lucha, darían media vuelta y correrían al primer destello de colmillos, asustados como un grupo de caballos en una explosión de cañón.
Razón por la que giró bruscamente hacia la derecha no más de tres pasos al galope. Detrás de la cabaña del herrero, amarró las riendas y se lanzó sin caballo. Su semental era un perro salvaje, pero era obediente cuando se trataba de desmontar y esperar…
Una humana hembra salió de detrás de la puerta, su camisón blanco era un reflejo brillante en la oscuridad mientras ella trataba de encontrar equilibrio sobre el barro. En el instante en que lo vio, se quedó inmóvil por el terror.
Respuesta lógica: él doblaba su tamaño, sino lo triplicaba, y no vestía para dormir, como ella, sino para la guerra. Mientras ella se llevaba la mano a la garganta, él olió el aire y atrapó su olor. Mmm, quizá su padre tenía razón con eso de disfrutar el jardín…
Mientras pensaba en eso, dejó escapar un gruñido bajo que impulsó a los pies de la humana a salir corriendo y, al ver su huída, el depredador en él salió a la luz. Con una sed de sangre que se enroscaba en sus entrañas, se recordó que hacía cuestión de semanas que se había alimentado de un miembro de su especie y, aunque esta muchacha no era más que una humana, ella bien podría ser suficiente para esta noche.
Desafortunadamente, no había tiempo para diversión en este momento –aunque su padre seguramente la cogería después. Si Xcor necesitaba un poco de sangre para apañarse, conseguiría a ese mujer o a otra.
Dando la espalda a la huida de la humana, plantó los pies y desenvainó su arma preferida: aunque las dagas tenían su utilidad, él prefería la guadaña, de mango largo y con modificaciones para conseguir una funda que se atase a la espalda. Era un experto esgrimiendo el peso pesado y sonrió mientras trabajaba la hoja letal y curva en el viento, esperando jugar a la red con el par de peces que estaban preparados para nadar…
Ah, sí, que bueno era estar en lo cierto.
Justo después de una luz brillante y un sonido de explosión que estalló en la calle principal, los dos humanos vinieron gritando desde atrás de la herrería como si fuesen perseguidos por merodeadores.
Pero estaban equivocados, no lo eran. Sus merodeadores estaban esperando aquí.
Xcor no gritó ni les maldijo ni gruñó. Se lanzó a correr con la guadaña, el equilibrio del arma balanceándose equitativamente entre sus dos manos mientras sus poderos muslos acortaban la distancia. Una mirada hacia él y esos humanos se salían de las botas, moviendo los brazos para equilibrarse como si fuera el aleteo de las alas de los patos al aterrizar en el agua.
El tiempo se ralentizó mientras caía sobre ellos, su arma favorita moviéndose en un gran círculo y alcanzándolos al nivel del cuello.
Sus cabezas fueron separadas en un solo movimiento, limpiamente, esos rostros sorprendidos parpadeando y desapareciendo mientras lo que había sido liberado iba de la nariz a la frente, la sangre salpicando el pecho de Xcor. En ausencia de sus coronas craneales, las mitades inferiores de sus cuerpos cayeron al suelo en un curioso aterrizaje inanimado, en un amasijo de extremidades.
Ahora él gritó.
Volviéndose, Xcor plantó sus botas de cuero en el barro, tomó una bocanada de aire y se lanzó hacia abajo mientras trabajaba con su guadaña frente a él, el acero enrojecido tenía hambre de más. A pesar de que sus presas habían sido simples humanos, la ráfaga de la muerte era mejor que un orgasmo, la sensación que tenía después de tomar la vida y dejar los cuerpos atrás era como el aguamiel.
Silbando entre dientes, llamó a su semental, que se desbocó hacia él ante la orden. Un salto y estuvo sobre la silla, con la guadaña en alto en su mano derecha mientras se ocupaba de las riendas con la izquierda. Espoleando duro, lanzó a su corcel al galope, atravesando un camino estrecho y sucio, y surgió en el fragor de la batalla.
Sus compañeros hijos de puta estaban en plena lucha, el choque de las espadas y los gritos salpicaban la noche mientras el demonio conocía al enemigo. Y como Xcor había predicho, media doce más de lessers aparecieron montados sobre sementales de buena raza, leones enardecidos defendiendo su territorio.
Xcor cayó sobre la unidad de avance de los enemigos, asegurando las riendas en su empuñadura y blandiendo la guadaña mientras su semental corría hacia los otros caballos con los dientes al descubierto. Sangre negra y partes de cuerpo volaron mientras él troceaba a sus adversarios, su caballo y él trabajaban como si fuesen una sola unidad de ataque.
Mientras cogía a otro asesino con su acero y lo cortaba por la mitad a la altura del pecho, supo que esto era para lo que había nacido, para hacer el mejor uso de su tiempo en la tierra. Él era un asesino, no un defensor.
No luchaba por su raza… sino por sí mismo.
Aún era demasiado pronto, la bruma nocturna se arremolinaba alrededor de los lessers que caían retorciéndose en los charcos de su aceitosa sangre negra. Hubo pocas lesiones en su grupo. Throe tenía una herida en el hombro, producida en su carne por algún tipo de hoja. Y Zypher cojeaba, una mancha roja corría por la parte exterior de su pierna hasta cubrir la bota. No iba más lento ni se preocupaba en lo más mínimo.
Xcor detuvo su caballo, desmontó y enfundó la guadaña. Mientras sacaba su daga de acero y comenzaba su ronda de apuñalar asesinos, lamentó el proceso de enviar al enemigo de vuelta con su creador. Quería más lucha, no menos…
Un grito desgarrado lo obligó a volver la cabeza. La mujer humana con camisón estaba siendo derribada a las carreteras de tierra del pueblo, su pálido cuerpo acurrucado en un ovillo, como si tratara de esconderse. Apretando los talones, el padre de Xcor montaba a horcajadas su semental y cabalgaba con solidez, el enorme cuerpo del Sanguinario colgaba por los lados de la silla como si fuera a caerse de ella. En verdad, eso no tenía mucha importancia, mientras flaqueaba a la humana, la agarró con el brazo y la lanzó sobre su regazo.
No se detuvo, ni siquiera desaceleró después de la captura, pero sí hizo algo: con su semental a galope tendido y la humana sobre él, el padre de Xcor se las arregló para atacar su delgada garganta con los colmillos, bloqueando el cuello de la mujer como si fuera a abrazarla con los caninos.
Y ella habría muerto. Sin lugar a duda, ella habría muerto.
Si el Sanguinario no lo hubiese hecho primero.
De entre un remolino de niebla, una figura fantasmal apareció como si hubiese sido formada por los filamentos de humedad que flotaban en el aire. Y en el momento en que Xcor vio el espectro, entrecerró los ojos y se fijó en su nariz afilada.
Parecía ser una hembra. De su especie. Vestida con una túnica Blanca.
Y su olor le recordaba algo que no podría ubicar.
La hembra fue directamente hacia su padre, pero parecía completamente indiferente al caballo o al sádico guerrero que pronto llegaría hasta ella. No obstante, su padre parecía encantado con ella. En el instante que se fijó en ella, dejó caer a la mujer humana como si no fuera nada más que un hueso de cordero que ya había masticado.
Esto estaba mal, pensó Xcor. Verdaderamente, él era un macho de acción y poder, alguien que no se alejaba de un miembro del sexo débil… pero todo en su cuerpo le advertía de que esa entidad etérea era peligrosa. Mortal.
—¡Oy! ¡Padre! —gritó—. ¡Vuélvase!
Xcor silbó a su semental, que obedeció la orden. Desbocándose sobre la silla, hundió las espuelas en los flancos de su semental, lanzándose de cabeza para interceptar el camino de su padre, un extraño pánico lo azotaba.
Llegaba tarde. Su padre estaba esperando a la hembra, que poco a poco se había agachado.
Dioses, ella iba a saltar a…
En una carrera coordinada, ella se catapultó en el aire y cayó sobre la pierna de su padre, usándola como una especie de bóveda en el caballo. Luego, agarrándose al sólido pecho del Sanguinario, saltó a un lado y se llevó al macho tras ella con una fuerza que desafiaba tanto su sexo como su naturaleza fantasmal.
Así que no era fantasma, sino de carne y hueso.
Lo que isgnificaba que podría ser asesinada.
Mientras Xcor se preparaba para dirigir su semental hacia ellos, la hembra dejó escapar un grito que no era nada femenino: estaba más en la línea de su propio grito de guerra, el bramido cortó los cascos que tronaban debajo de él y el sonido de su grupo de bastardos que se reunía para contrarrestar este ataque inesperado.
Sin embargo, no había necesidad inmediata de interceder.
Su padre, recuperándose del impacto de ser bajado de la silla, se puso bocarriba y desenvainó su espada, con una mueca en el rostro similar a la de un animal. Con una maldición, Xcor tiró de las riendas y detuvo el rescate porque seguramente su padre tomaría el control: el Sanguinario no era el tipo de macho que necesitaba ayuda –había derrotado a Xcor en el pasado, lecciones que habían sido difíciles de aprender y buenas de recordar.
Sin embargo, se apeó y se preparó en la periferia por si había más Valquirias de ese tipo en medio del bosque.
Razón por la cual la escuchó decir claramente un nombre.
—Vishous.
La rabia de su padre fue seguida por una confusión breve. Y antes de que pudiera reanudar su defensa, ella empezó a brillar con lo que seguramente era una luz profana.
—¡Padre! —gritó Xcor mientras corría hacia ellos.
Pero llegó demasiado tarde. Y el contacto se estableció.
Las llamas rodearon a su fuerte padre, su rostro barbudo, y envolvieron su forma corporal como si fuera heno seco. Y con la misma gracia con la que lo había hecho antes, la hembra saltó hacia atrás y lo miró mientras él se movía frenéticamente para apagar el fuego sin ningún resultado. En la noche, él gritaba mientras se quemaba vivo, la ropa de cuero no era ninguna protección para la piel y el músculo.
No había forma de acercarse lo suficiente a la llama y Xcor derrapó para detenerse, levantando el brazo frente a sí y manteniéndose a distancia del calor que era exponencialmente más caliente de lo que debería haber sido.
Al mismo tiempo, la hembra vigilaba el retorcimiento y las contracciones del cuerpo… la parpadeante luz naranja iluminó su bello y cruel rostro.
La perra estaba sonriendo.
Y fue entonces cuando ella levantó la cara hacia él. Xcor tuvo una visión apropiada de su rostro y en un primer momento se negó a creer lo que veía. Y,sin embargo, el resplandor de las llamas no decía ninguna mentira.
Estaba mirando una versión femenina del Sanguinario. El mismo pelo negro, la misma piel pálida y los mismos ojos claros. La misma estructura ósea. También, la misma luz de venganza en sus ojos casi violetas, que era una combinación de éxtasis y satisfacción por causar una muerte que Xcor conocía muy bien.
Ella se fue un momento más tarde, desapareciendo en la niebla de una manera que no era como sus desmaterializaciones, sino más bien en una ráfaga de humo, partiendo poco a poco.
Tan pronto como pudo, Xcor se acercó a su padre, pero no había nada que salvar… apenas nada para enterrar. Cayó de rodillas ante los humeantes huesos. Tuvo un momento de deplorable debilidad: las lágrimas brotaron de sus ojos. El Sanguinario había sido una bestia pero, como única descendencia masculina, Xcor y él habían estado cerca… De hecho, se habían llevado bien.
—Por todo lo que es santo… —dijo Zypher roncamente—. ¿Qué ha sido eso?
Xcor parpadeó con fuerza antes de mirarlo por encima del hombro.
—Ella lo ha matado.
—Sí. Y mucho más que eso.
Mientras el grupo de bastardos se acercaba a él, uno a uno, Xcor tuvo que pensar en qué decir, en qué hacer.
Rígidamente se levantó, quería llamar a su semental, pero sentía la boca demasiado seca para silbar. Su padre… estaba muerto. Muerto. Y todo había sucedido tan rápido, demasiado rápido.
Por una hembra.
Su padre, desaparecido.
Cuando pudo, miró a cada uno de los hombres que tenía frente a sí, dos de ellos a caballo, dos a pie y uno a su derecha.
Con el peso de la decisión sobre los hombros, sabía que cualquier cosa que el destino les deparase, sería determinada por lo que él hiciese en este momento, aquí y ahora.
No se había preparado para esto, pero el no se alejaría de lo que debía hacer.
—Escuchad esto porque lo diré sólo una vez. Nadie debe decir nada. Mi padre murió en la batalla contra el enemigo. Lo incineré para rendirle homenaje y mantenerlo conmigo. Jurádmelo ahora.
Los hijos de puta con los que había vivido y luchado juraron y, después de que sus profundas voces se alejaran en la noche, Xcor se inclinó y pasó sus dedos por las cenizas.
Alzando las manos hacia su cara, se marcó con el hollín desde las mejillas hasta las venas gruesas que corrían a ambos lados de su cuello… y luego palmeó el duro y huesudo cráneo que era todo lo que le quedaba de su padre. Sosteniendo los restos humeantes y carbonizados en alto, reclamó a los soldados que estaban ante sí como suyos.
—Yo soy vuestro único señor ahora. Uníos a mí en este momento o convertíos en mi enemigo. ¿Qué tenéis que decir?
No hubo ni una sola vacilación. Los machos se pusieron de rodillas, sacando sus dagas, y estallaron en un grito de guerra antes de enterrar las hojas en la tierra a sus pies.
Xcor miró sus cabezas inclinadas y sintió un manto cayendo sobre sus hombros.
El Sanguinario estaba muerto. Ya no vivía, él era una leyenada a partir de esta noche.
Y como era justo y correcto, el hijo ahora tomaba el lugar del padre, al mando de esos soldados que no servirían a Wrath, el rey que no debía gobernar, ni a la Hermandad, que no merecía que se rebajasen a ese nivel… sino a Xcor y sólo a Xcor.
—Iremos en la dirección de donde vino la mujer —anunció—. La encontraremos, aunque nos lleve siglos, y pagará por lo que ha hecho esta noche —Xcor silbó fuerte y claro a su caballo—. La liquidaré yo mismo por esta muerte.
Saltando sobre su caballo, recogió las riendas y espoleó a la gran bestia hacia la noche, su grupo de bastardos le pisaba los talones, preparados para ir a la muerte por él.
Mientras salían del pueblo ruidosamente, guardó el cráneo de su padre dentro de su camisa de cuero de batalla, sobre el corazón.
La venganza sería suya. Incluso si eso lo mataba.
ACTUALIDAD, HIPÓDROMO DEL ACUEDUCTO, QUEENS, NUEVA YORK
—Quiero chupártela.
El Dr. Manny Manello giró la cabeza hacia la derecha y miró a la mujer que le había hablado. No era ni de cerca la primera vez que había oído esa combinación de palabras, y la boca de la que habían salido tenía suficiente silicona como para ofrecer un buen acolchado. Aún así era una sorpresa.
Candace Hanson le sonrió y se ajustó su sombrero Jackie O con una mano que tenía la manicura hecha. Aparentemente, había decidido que la combinación entre elegante y picante era atrayente... y quizás lo era para algunos tipos.
Diablos, en otro momento de su vida, probablemente hubiera aceptado, basándose en la teoría ¿y—por—qué—coño—no? ¿ahora? Archiva eso en ni—de—coña.
Impertérrita ante su falta de entusiasmo, se inclinó hacia adelante, dándole un vistazo de un set de pechos que no desafiaban la gravedad tanto como la ridiculizaban, insultaban a su madre y se meaban en sus zapatos.
—Sé dónde podríamos ir.
Él apostaba a que lo sabía.
—La carrera está a punto de empezar.
Ella hizo un pucherito, o quizás era simplemente la manera en sus labios post—inyección sobresalían. Dios, probablemente hace una década tenía un rostro fresco; ahora los años iban añadiéndole una pátina de desesperación... junto con el proceso natural de envejecimiento ligado a las arrugas contra el que, claramente, luchaba como una boxeadora.
—Luego, entonces.
Manny se dio la vuelta sin responder, preguntándose cómo se había colado en las plazas de la sección de propietarios. Debió haber sido en el apuro al volver aquí tras ensillar a los caballos en el cercado... y sin duda estaba acostumbrada a meterse en lugares donde no le estaba permitido estar: Candance era uno de esas tipas sociales de Manhattan que estaba a un mero chulo de distancia de ser una prostituta y, en muchos sentidos, era como cualquier otra wasp(1)... ignora la molestia y esta irá a parar a cualquier otro lado.
O en cualquier otra persona, en este caso.
Levantando el brazo para evitar que se acercara más, Manny se inclinó sobre la baranda de su plaza y esperó a que trajeran a su chica a la pista. Estaba posicionada en el exterior, eso estaba bien: ella prefería no estar con la manada y nunca le había molestado correr una pequeña distancia extra.
El Acueducto, en Queens, Nueva York, no tenía el prestigio de Belmont o Pimlico, o el de la venerable madre de todos los hipódromos, Churchill Downs. Sin embargo, tampoco era mierda de perro. Las utilidades tenían una pista de unos 2,8 km, así como un césped y un recorrido corto. La capacidad total era de unas 90.000 personas. La comida era bueh, pero nadie iba allí a comer realmente, y a veces había algunas carreras importantes, como la de hoy: The Wood Memorial Stakes con un fondo de 75.000 dólares, tenía lugar en abril, era una buena cota de referencia para los competidores de la Triple Crown...
Oh, sí. Ahí estaba su chica.
Mientras los ojos de Manny se clavaban en GloriaGloriaAleluya, el sonido de la multitud, la brillante luz del día y la inquieta formación de los otros caballos parecieron desaparecer.
Todo lo que veía era su magnífica potra negra, su pelaje resplandeciendo bajo sol, sus patas súper—esbeltas flexionándose, sus delicados cascos alzándose y volviendo a bajar en la tierra de la pista. Con sus cerca 1,72 m de altura, el jockey era un minúsculo bicho enroscado en su lomo, y esa diferencia de tamaño era representativo también de la división de poder entre ellos. Ella lo había dejado claro desde su primer día de entrenamiento: puede que tolerara a los pequeños y molestos humanos, pero solo durante la cabalgata. Ella estaba al mando.
Su temperamento dominante ya le había costado dos entrenadores ¿Y el tercero con el que estaban ahora? El tipo parecía un poco frustrado, pero eso solo era su sentido del control siendo pisoteado hasta la muerte. Los tiempos de Gloria eran sobresalientes... simplemente ninguno de ellos tenía que ver con él.
Y a Manny no le importaban en absoluto los inflados egos de los hombres que vivían de trabajar con caballos. Su chica era una luchadora y sabía lo que hacía, él no tenía ningún problema en dejarla hacer y observar mientras enterraba a la competencia.
Con sus ojos fijos en ella, record al cabrón al que se la había comprador hacía algo más de un año. Esos veinte de los grandes habían sido una ganga, dada su crianza, pero también fueron una fortuna teniendo en cuenta su temperamento y el hecho de que no había estado claro si obtendría permiso para correr. Había sido una potra de dos años rebelde, al borde de quedarse en el banquillo... o peor, ser convertida en comida para perros.
Pero él había tenido razón. Si tan solo le dabas rienda suelta para que mandara, era espectacular.
Cuando la alineación se acercó a las puertas, algunos de los caballos empezaron a darle pequeños golpes, pero su chica estaba quieta como una roca, como si supera que no tenía sentido gastar su energía en esa mierda preliminar.
A él realmente le gustaban sus posibilidades a pesar de su posición en la parrilla de salida, el jockey en su lomo era toda una estrella: sabía exactamente cómo manejarla, y desde ese punto de vista, él era más responsable de su éxito que los entrenadores. Su filosofía con ella consistía en asegurarse de que viera todas las mejores rutas para mantenerse alejada de la manada y dejarla escoger por dónde ir.
Manny se puso de pie y se agarró a la balaustrada frente a él, sumándose a la multitud mientras se alzaba y sacaba incontables binoculares. Cuando su corazón comenzó a latir con fuerza, se alegró, porque últimamente, descontando el gimnasio, había estado en encefalograma plano. La vida había arrastrado un terrible sentimiento de insensibilidad con ella en el último año, y quizás eso era parte de la razón por la que su potra era tan importante para él.
A lo mejor ella era todo lo que tenía.
Ni de coña iba a pensar en eso.
En la puerta era todo cuestión de venga, venga, venga: cuando intentabas encajar quince caballos sobre—excitados con patas como palos y glándulas que segregaban adrenalina como howitzers(2) en pequeñas jaulas de metal, no perdías tiempo.
En cosa de un minute, la pista estaba cerrada y las cámaras se apresuraban a las barandas.
Latido.
Campana.
¡Bang!
Las puertas se abrieron y la multitud rugió mientras los caballos se precipitaban hacia adelante como si hubieran salido de cañones. Las condiciones eran perfectas. Seco. Fresco. La pista era rápida. No era como si a su chica le importara. Correría sobre arenas movedizas si tuviera que hacerlo.
Los purasangres pasaron a toda velocidad por delante de ellos, el sonido de sus cascos y la poderosa voz del comentarista modelando la energía en el sitio hasta tonos de éxtasis.
Manny se mantuvo en calma, manteniendo sus manos agarradas con firmeza a la baranda frente a él y sus ojos en la pista mientras la manada giraba la primera esquina en un apretado grupo de lomos y colas.
La pantalla gigante le mostraba todo lo que necesitaba ver. Su potra estaba la penúltima, prácticamente galopando mientras el resto de ellos iban a toda velocidad...infierno, su cuello no estaba ni siquiera extendido por complete. Sin embargo, su jockey estaba hacienda su trabajo, alejándola de la baranda, dándole la oportunidad de correr por el lado más alejado de la manada o pasando entre ellos cuando estuviera preparada.
Manny sabía exactamente que iba a hacer. Iba a abrirse paso a la fuerza entre ellos como una bala destructora.
Ese era su estilo.
Y desde luego, cuando enfilaron la recta final, empezó a darle caña.
Bajó la cabeza, estiró el cuello y empezó a alargar la zancada.
—De puta madre —murmuró Manny—. Puedes hacerlo, nena.
Mientras Gloria penetraba en la atestada pista se convirtió en un relámpago cortando a través de los demás corredores, su arranque de velocidad tan poderoso que estabas totalmente seguro de que lo había hecho a propósito: no era suficiente para machacarlos a todos, pero tenía que hacerlo en los últimos 800 metros, volando de golpe las silla de los bastardos en el último momento posible.
Manny rio desde lo profundo de su garganta. Era exactamente su tipo de chica.
—Cristo, Manello, mírala.
Manny asintió sin mirar al tipo que le había hablado al oído porque en ese momento un cambio de juego estaba desarrollándose: el potro que iba a la cabeza perdió inercia, quedándose atrás mientras sus patas se quedaban sin combustible, su jockey lo fustigó en los cuartos traseros... lo que tuvo el mismo éxito que putear a un coche que se ha quedado sin gasolina. El potro en el segundo lugar, un gran castaño con mala actitud y una zancada tan larga como un campo de fútbol, tomó ventaja de la pérdida de velocidad inmediatamente.
El par se pusieron cuello con cuello durante sólo unos segundos antes de que el castaño tomara control de la carrera. Pero no iba a durar mucho. La chica de Manny escogió ese momento para colarse entre tres caballos y pegarse a su culo más cerca que una pegatina.
Seh, Gloria estaba en su elemento, las orejas pegadas a la cabeza, los dientes al descubierto.
Iba a comerse su puto almuerzo. Y era imposible no extrapolarse al primer Sábado en Mayo y al Kentucky Derby...
Todo sucedió tan rápido.
Todo terminó... en un parpadeo.
En un deliberado golpe, el caballo se empotró contra Gloria, el brutal impacto mandándola contra la baranda. Su chica era grande y fuerte pero no era rival para un body check(3) como ese, no cuando iba a 17 km /h.
Por un momento, Manny pensó que se recuperaría. A pesar de estar doblando a toda velocidad, luchó por levantarse, él esperaba que ella encontrara el paso de nuevo y le enseñara al una buena lección de modales al rebelde bastardo.
Excepto que se cayó. Justo en frente de los tres caballos a los que había adelantado.
La carnicería fue inmediata, los caballos girando ampliamente para evitar el obstáculo en su camino, los jockeys intentando romper la inercia de las vuelta con la esperanza de conseguir mantenerse en sus monturas.
Todos lo consiguieron. Excepto Gloria.
Mientras la multitud daba un grito ahogado, Manny se precipitó hacia adelante, pasando los límites de su plaza y saltando por encima de gente, sillas y barricadas hasta que llegó a la propia pista.
Corrió hacia ella, los años de atletismo llevándolo a toda velocidad hacia la desoladora imagen.
Ella estaba intentando levantarse. Bendito fuera su gran, fiero corazón, estaba luchando por ponerse de pie, sus ojos fijos en el resto de la manada, como si no le importara una mierda haberse hecho daño; solo pensando alcanzar a los que la habían dejado en el polvo.
Trágicamente, su pata delantera tenía otros planes para ella: mientras peleaba, la delantera derecha giro extrañamente bajo la rodilla y Manny no necesitó todos sus años como cirujano ortopédico para saber que ella tenía problemas.
Graves problemas.
Mientras llegaba a ella, su jockey estaba llorando.
—Dr. Manello, lo intenté... Oh, Dios...
Manny resbaló en la tierra y se lanzó por las riendas mientras los veterinarios llegaban y una pantalla era colocada alrededor de la dramática escena.
Mientras tres hombres aparecían, sus ojos empezaron a volverse salvajes por el dolor y la confusión. Manny hizo lo que pudo para calmarla, permitiéndole mover la cabeza tanto como quisiera mientras le acariciaba el cuello. Y finalmente se tranquilizó cuando le inyectaron un tranquilizante.
El veterinario jefe le echó un vistazo y sacudió la cabeza. Lo que en el mundo de las carreras era el lenguaje universal para: necesita ser sacrificada.
Manny se pegó al careto del tipo:
—Ni se te ocurra. Estabiliza la fractura y llévala a Tricounty ahora mismo ¿Está claro?
—Nunca más volverá a correr...esto parece una multi...
—Saca mi jodido caballo de esta pista y llévala a Tricounty...
—Ella no vale la pena...
Manny agarró al tipo violentamente por su bata y arrastró al Sr. Solución Fácil hasta que quedaron nariz contra nariz.
—Hazlo. Ahora.
Hubo un pequeño momento de incomprensión, como si ser maltratado fuera algo nuevo para el pequeño malcriado. Y para que los dos estuvieran totalmente de acuerdo, gruño.
—No voy a perderla... pero estoy más que dispuesto a disponer de ti. Aquí. Ahora.
El veterinario se encogió, como si supiera que estaba en peligro de que le endiñaran una buena.
—Vale...vale.
Manny no estaba dispuesto a perder su caballo. Durante los últimos doce meses, él había lamentado la pérdida de la única mujer que le importaba, se había planteado su cordura, y había empezado a beber Escocés aunque siempre había odiado esa mierda.
Si Gloria la palmaba ahora...no le quedaba mucho más en la vida, ¿no?
*Notas:
(1)WASP: White Anglosaxon Protestan (Anglosajón Protestante Blanco)
(2)Pieza de artillería
(3)Un bloqueo que se práctica en deportes.
CALDWELL, NUEVA YORK, CENTRO DE FORMACIÓN, COMPLEJO DE LA HERMANDAD
Puto... Bic... pedazo de mierda...
Vishous estaba de pie en el pasillo, fuera de la clínica de la Hermandad, con un cigarro liado a mano entre los labios y un pulgar que estaba llevando a cabo un entrenamiento jodidamente magnífico. Sin embargo, la llama no iba a hablar, no importaba cuántas veces masturbara la pequeña rueda del mechero.
Chic. Chic. Chic…
Con absoluto hastío, lanzó el PDM(1) a la basura y se dirigió hacia el guante blindado con plomo que cubría su mano. Arrancándose el cuero, miró fijamente la brillante palma, flexionando los dedos y doblándola por la muñeca.
Era parte lanzallamas, parte bomba nuclear, capaz de fundir cualquier metal, convertir la piedra en cristal y volver kebab cualquier avión, tren o automóvil que él quisiera. También era la razón por la que podía hacerle el amor a su shellan y uno de los dos legados que su divina madre le había dado.
Y no veas, la mierda de la segunda-vista era casi tan divertida como la rutina de la mano de la muerte.
Acercando el arma mortal hasta su rostro, puso el extremo del cigarro por los alrededores, no demasiado cerca o inmolaría su sistema de distribución de nicotina y tendría que volver a pasar por el tostón de liar otro. Los cual era algo para lo que no tenía paciencia en un buen día y desde luego no en un momento como este...
Ah, amada inhalación.
Apoyándose contra la pared, plantó sus shitkickers en el suelo de linóleo y fumó. El cigarro liado no hizo mucho por su caso crónico de pensamientos fatalistas, pero le dio algo que hacer que era mejor que la opción que le había estado rondando por la cabeza durante las últimas dos horas. Mientras se ponía el guante de nuevo, quiso tomar su “don” e ir a prenderle fuego a algo, a cualquier cosa...
¿Estaba su hermana gemela realmente al otro lado de esta pared? ¿Tumbada en una cama de hospital… paralizada?
Jesucristo... tener trescientos años y averiguar que tienes un hermano.
Buena jugada, mami. Jodidamente buena.
Y pensar que había asumido que ya había tratado todos los asuntos necesarios con sus padres. Pero bueno, solo uno de ellos estaba muerto. Si la Virgen Escriba simplemente tomara el mismo camino que el Sanguinario y la palmara, quizá conseguiría nivelarse un poco.
Tal y como las cosas estaban ahora, su última exclusiva de la Página Seis(2), junto con el hecho de que Jane estaba de caza en el mundo humano sola, lo estaba volviendo...
Seh, mejor no hablar de eso.
Sacó su teléfono móvil. Lo comprobó. Lo puso de vuelta en el bolsillo de sus pantalones de cuero.
Maldición, esto era tan típico. Jane se concentraba en algo y eso era todo. Nada más importaba.
No era como si él no fuera exactamente igual, pero en momentos como este, apreciaría algunas noticias.
Puto sol, atrapándolo dentro de la casa. Al menos si estuviera con su shellan, no habría ninguna posibilidad de que "el gran" Manuel Manello se pusiera todo oh-no-lo-creo con el asunto. V simplemente noquearía al bastardo, echaría su cuerpo dentro del Escalade y conduciría esas talentosas manos hasta aquí para que operaran a Payne.
En su mente, el libre albedrío era un privilegio, no un derecho.
Cuando se terminó el cigarro, lo apagó en la suela de su shitkicker y echó la colilla al basurero. Realmente deseaba una bebida... que no fuera soda o agua. Media botella de Grey Goose apenas limaría su aspereza, pero con algo de suerte estaría ayudando en la sala de operaciones dentro de poco, así que necesitaba permanecer sobrio.
Entrando a la sala de examen, sus hombres se tensaron, sus molares se apretaron y, por un momento, no supo cuánto más podría aguantar. Si había algo garantizado que dejaría en carne viva, era su madre marcándose otra, y ya sería difícil que se viniera con algo peor que esta mentira de mentiras.
El problema era que la vida no venía con una “lanzada de emergencia” por defecto para parar la diversión cuando tu máquina de pinball se ponía chunga.
—¿Vishous?
Cerró los ojos brevemente ante el sonido de esa suave y baja voz.
—Sí, Payne —acabó la frase cambiando a la Antigua Lengua—. Soy yo.
Cruzando el centro de la habitación, retomó su lugar en el taburete al lado de un carrito. Estirada bajo algunas mantas, Payne estaba inmovilizada con la cabeza entre bloques y un collarín que iba desde su barbilla hasta sus clavículas. Una vía intravenosa estaba conectada a su brazo, colgando desde un poste de acero inoxidable y había algunos tubos enchufados al catéter que Ehlena le había puesto.
Aunque la sala alicatada era brillante y limpia, y el material médico era igual de amenazador que las tazas y platillos en una cocina, se sentía como si ambos estuvieron en una oscura caverna rodeados de grizzlies.
Sería mucho mejor si pudiera ir y matar al hijoputa que había puesto a su hermana en esta condición. El problema era que... eso significaría que tendría que cargarse a Wrath, y que corta rollo, macho. Ese gran bastardo no solo era el rey, era un hermano... y estaba el pequeño detalle de que lo que la había dejado como estaba había sido consensuado.
La sesiones de lucha que los dos habían estado teniendo los últimos meses los habían mantenido en forma... y desde luego, Wrath no había tenido ni idea de con quien había estado luchando porque el macho estaba ciego ¿Sabía que era una hembra? Duh, claro. Había sido en el Otro Lado y nunca había machos por allí. Pero la falta de visión del rey había supuesto que le fuera imposible darse cuenta de aquello que V y todos los demás habían estado mirando fijamente cada vez que entraban en la habitación: la larga trenza de Payne era del color exacto del cabello de V, su piel tenía el mismo tono, estaba hecha tal y como él, alta, delgada y fuerte. Pero los ojos... mierda, los ojos.
V se frotó el rostro. Su padre, el Sanguinario, había tenido incontables hijos bastardos antes de que los mataran en una escaramuza contra unos restrictores allá en el Antiguo País. Pero V no tenía en cuenta ninguna de esas relaciones con hembras aleatorias.
Payne era diferente. Los dos tenían la misma madre y no era cualquier mahmen querida. Era la Virgen Escriba. La madre primigenia de la raza.
Pedazo de puta que era.
La mirada de Payne se trasladó a él y V se tensó. Los iris que se encontraron con los suyos eran blancos como el hielo, igual que los suyos, y los bordes azul marino a su alrededor eran algo que él veía cada noche en el espejo. Y la inteligencia... el genio en esas profundidades árticas era exactamente lo mismo que se cocía en su coco.
—No puedo sentir nada. —dijo Payne.
—Lo sé. —sacudiendo la cabeza, repitió—. Lo sé.
Su boca se crispó como si, en otras circunstancias, hubiera sonreído.
—Puedes hablar en la lengua que desees. —dijo con un inglés fuertemente acentuado—. Hablo fluidamente...varias.
Como él. Lo que suponía que era incapaz de formar una respuesta en dieciséis idiomas diferentes.
Hurra por él.
—¿Has oído algo...de tu shellan? —dijo insegura.
—No ¿Necesitas más medicación para el dolor?
Ella sonaba más débil que cuando él se había ido.
—No, gracias. Me hacen sentir... rara.
Esto fue seguido por un largo silencio.
Que tan solo se hizo más largo.
Y más largo.
Cristo, a lo mejor debería cogerle la mano... después de todo podía sentir de cintura para arriba. Seh, pero ¿Qué tenía él para ofrecer en las palmas? La izquierda estaba temblando y la derecha era un arma mortal.
—Vishous, el tiempo no está...
Dado que su gemela dejó la frase en el aire, él la terminó en su mente, de nuestra parte.
Tío, deseaba que ella no tuviera razón. Sin embargo, cuando se trataba de lesiones espinales, al igual que con los derrames cerebrales o los ataques al corazón, las oportunidades se perdían con cada minute que el paciente pasaba sin ser tratado.
Mas le valía al humano ser tan brillante como Jane decía.
—¿Vishous?
—¿Sí?
—¿Desearías que no me hubiera presentado en este lugar?
Él frunció el ceño con fuerza.
—¿De qué demonios estás hablando? Por supuesto que te quiero conmigo.
Mientras daba golpecitos con el pie, se preguntaba cuánto más iba a tener que quedarse ates de poder salir a fumar otro cigarrillo. Simplemente no podía respirar sentado en este sitio, incapaz de hacer nada mientras su hermana sufría y su cerebro se colapsaba con preguntas. Tenía miles de qués y por qués rodándole la cabeza, pero no conseguía preguntarlos. Payne se veía como si fuera a deslizarse en un coma en cualquier momento, así que no era momento para un kaffeeklatsch.(3)
Mierda. Puede que los vampiros cicatrizaran a la velocidad del rayo, pero no eran ni de cerca inmortales.
Bien podría perder a su gemela antes de llegar a conocerla.
Teniendo eso en cuenta, echó un vistazo a sus vitales en el monitor. La presión sanguínea de la raza ya era baja de por sí, pero la de ella estaba por los suelos. El pulso era lento e irregular. Y habían tenido que silenciar el sensor de oxígeno porque la alarma había estado disparándose continuamente.
Mientras los ojos de ella se cerraban, la miró preocupado, preguntándose si sería por última vez y, en ese caso, ¿qué había hecho él por ella? Nada más que gritarle cuando le había hecho una pregunta.
Se inclinó algo más cerca, sintiéndose como un schmuck.(4)
—Tienes que aguantar, Payne. Voy a conseguir lo que necesitas, pero tienes que aguantar.
Los párpados de su gemela se alzaron y lo miró desde donde su cabeza estaba inmovilizada.
—He traído demasiados problemas a tu puerta.
—No te preocupes por mí.
—Eso es lo único que he hecho toda mi vida.
V volvió a fruncir el ceño. Claramente, todo este rollo hermano/hermana era novedad solo por su parte y la verdad es que se preguntaba cómo demonios había averiguado ella que él existía.
Y qué sabía.
Mierda, esta era otra ocasión en la que deseaba haber sido vainilla.
—Estás tan seguro del sanador que buscas. —farfulló ella.
Bueno, no realmente. Lo único de lo que estaba seguro era de que si el bastardo la mataba, iba a haber una un doble funeral esta noche... asumiendo que quedara algo del humano para enterrar o quemar.
—¿Vishous?
—Mi shellan confía en él.
Los ojos de Payne se deslizaron hacia arriba y quedaron fijos allí ¿Estaba mirando el techo? ¿La lámpara de examen que colgaba sobre ella? ¿Algo que él no podía ver?
Finalmente, ella dijo:
—Pregúntame cuántos años he estado al servicio de nuestra madre.
—¿Estás segura de tener la fuerza para esto?
Cuando prácticamente lo taladró con la mirada, le dieron ganas de sonreír.
—¿Durante cuánto?
—¿En qué año estamos en la Tierra? —cuando se le dijo, sus ojos se agrandaron—. Desde luego. Bueno, ha sido durante cientos de años. Estuve apresada por mahmen durante... cientos de años de mi vida.
Vishous sintió cómo sus colmillos hormigueaban de la rabia. Esa madre que tenían... debería haber sabido que la poca paz que había conseguido con la hembra no iba a durar.
—Ahora eres libre.
—¿Lo soy? —miró hacia sus piernas—. No puedo vivir en otra prisión.
—No lo harás.
Esa mirada glacial se empañó.
—No puedo vivir así ¿Entiendes lo que digo?
Se congeló totalmente por dentro.
—Escucha, voy a traer a ese doctor aquí y...
—Vishous —dijo con voz rasposa—. Verdaderamente, lo haría si pudiera, no hay nadie más a quien pueda recurrir ¿me entiendes?
Mientras encontraba su mirada, quería gritar, sentía un nudo en el estómago y el sudor en la frente. Era un asesino por naturaleza y entrenamiento, pero esa no era una habilidad que hubiera querido empuñar contra nadie de su propia sangre. Bueno, exceptuando a su madre, claro. O quizás su padre, solo que el tipo la había palmado solito.
De acuerdo, corrección: no era algo que fuera a hacerle a su hermana jamás.
—¿Vishous, me...?
—Seh. —miró hacia su mano maldita y flexionó ese pedazo de mierda—. Lo pillo.
En lo más profundo de su piel, en su mismísimo núcleo, sus cuerdas interiores habían empezado a vibrar. El tipo de cosa con la que había estado familiarizado toda su vida... y un shock total. No había vuelto a tener esta sensación desde que Jane y Butch habían llegado a su vida, y su regreso era... otra pedazo de Que Me Jodan.
En el pasado, eso lo había desviado seriamente del camino, hacia el terreno del sexo duro y otra mierda filosa.
A la velocidad del sonido.
—¿Y qué dices? —preguntó ella con un hilo de voz.
Mierda, acababa de conocerla.
-Sí. —flexionó su mano mortal—. Me ocuparé de ti. Si la situación llega a eso.
Mientras Payne miraba fijamente más allá del peso muerto de su cuerpo, el perfil sombrío de su gemelo era todo lo que podía ver, y se despreciaba a sí misma por la posición en la que lo había puesto. Había pasado todo el tiempo desde que había llegado a este lado intentando encontrar otro camino, otra opción, otro... cualquier cosa.
Pero lo que necesitaba no era algo que pudiera pedirle a un extraño.
Pero bueno, él era un extraño.
—Gracias, hermano mío.
Vishous simplemente asintió y siguió mirando hacia adelante. En persona, él era mucho más que una suma de sus rasgos faciales y el tamaño masivo de su cuerpo. Antes de que su mahmen la hubiera encerrado, había pasado mucho tiempo observándolo en los cuencos de visión de las Elegidas y había sabido quién era para ella en el mismo momento en que había aparecido en el agua... todo lo que tenía que hacer era mirarlo para verse a sí misma.
Que vida había llevado. Empezando por el campamento y la brutalidad de su padre... y ahora esto.
Bajo su fija compostura, hervía en rabia. Podía sentirlo en sus propios huesos, algún tipo de conexión entre ellos dándole una visión de él que iba más allá de la que sólo sus ojos se formaba.
En la superficie, estaba organizado como una pared de ladrillo, como si todos los componentes que lo componían estuvieran bien pegados con cemento en su lugar.
Sin embargo, por dentro de su piel, hervía... y la pista exterior era su mano derecha enguantada. Por debajo de su base, brillaba una luz... que se volvió más resplandeciente. Especialmente después de haberle hecho esa pregunta.
Se dio cuenta de que esta podría ser la única vez que estuvieran juntos, sus ojos volvieron a humedecerse.
—¿Estás emparejado con la hembra sanadora?
—Seh.
Cuando solo hubo silencio, deseó poder hacer que él siguiera hablando, pero claramente le había respondido por cortesía. Aún así, le creyó cuando dijo que estaba contento de que ella hubiera venido. No le había parecido del tipo de personas que mienten... no porque le preocupara la moral, o la educación, sino porque veía dicho esfuerzo como una pérdida de tiempo.
Payne volvió a dirigir sus ojos hacia el brillante círculo de fuego que brillaba sobre su cabeza. Deseaba que él la cogiera de la mano, o la tocara de alguna forma, pero ya le había exigido demasiado.
Tumbado en la mesa su cuerpo se sentía totalmente extraño, pesado y ligero a la vez. Su única esperanza eran los espasmos que recorrían sus piernas, provocándole un hormigueo en los pies haciendo que se movieran. Todo no podía estar perdido si eso estaba ocurriendo, se dijo a sí misma.
Excepto que, aunque se refugiaba en ese pensamiento, una pequeña y tranquila parte de su mente le decía que el techo cognitivo que estaba intentando construir no aguantaría la lluvia que se avecinaba sobre lo que quedaba de su vida: cuando movió sus manos, aunque no podía verlas, pudo sentir las frescas y suaves sábanas, y la frialdad de la mesa sobre la que estaba, le ordenó a sus pies que hicieran lo mismo... era como si estuviera en las serenas aguas de una de las pilas de baño del Otro Lado, arropada en una abrazo invisible, sintiendo a otra persona junto a ella.
¿Dónde estaba el sanador?
El tiempo... pasaba.
Mientras la esperaba pasaba de intolerable a agónica, era difícil saber si la sensación de ahogo en su garganta se debía a su condición o a la quietud de la habitación. Realmente, su gemelo y ella estaban empapados en la misma posición inmóvil... sólo que por razones muy diferentes: ella no iba a ir a ninguna parte con prontitud. Él estaba a punto de explotar. Desesperada por algún tipo de estímulo... cualquiera cosa. Murmuró:
—Cuéntame algo sobre el sanador que va a venir…
La fría brisa que azotó su rostro y el perfume a especias oscuras que penetró en su nariz le dijo que sería un macho. Tenía que serlo.
—Es el mejor. —masculló Vishous—. Jane siempre está hablando de él como si fuera un Dios.
El tono no era el de un cumplido ni de cerca, pero bueno, los machos vampiros no apreciaban que otros revolotearan alrededor de sus hembras.
¿Quién sería dentro de la raza?, se preguntó, el único sanador que Payne había visto en los cuencos era Havers y seguramente no habría motivos para tener que salir a buscarlo.
A lo mejor había otro al que no había visto. Después de todo, no es como si hubiera pasado mucho tiempo poniéndose al día con el mundo y, según su gemelo, habían pasado muchos, muchos, muchos años entre su encierro y su liberación.
En una abrupta oleada, el agotamiento la arrancó del proceso de reflexión, calando hasta su mismísimo tuétano, clavándola más profundamente en la mesa de metal.
Aun así, cuando cerró los ojos, solo pudo aguantar la oscuridad por un momento antes de que el pánico la obligara a abrir los párpados. Mientras su madre la había mantenido en animación suspendida, ella había sido totalmente consciente del vacío sin límite que la rodeaba y del lentísimo paso de las horas y los minutes. La parálisis de ahora era demasiado parecida a lo que había sufrido durante cientos de años.
Y ese era el porqué de su terrible petición a Vishous. No podía haber venido a este lado solo para que se repitiera lo mismo de lo que había estado tan desesperada por escapar.
Las lágrimas se agolparon en su mirada, hacienda que la brillante luz sobre ella temblara.
—Por favor, no llores. —dijo Vishous—. No...llores.
En verdad, estaba sorprendida de que se hubiera dado cuenta.
—Tienes razón. Llorar no cura nada.
Endureciendo su resolución, se forzó a sí misma a ser fuerte, pero fue una batalla. Aunque su conocimiento de las artes de la medicina era limitado, la propia lógica mostraba a qué se enfrentaba: al ser de una extraordinariamente fuerte línea sanguínea, su cuerpo había empezado a curarse en el mismo momento en que se había lesionado luchando con el Rey Ciego. Sin embargo, el problema era que el propio proceso de regeneración que en circunstancias normales hubiera salvado su vida, estaba hacienda su condición aún más peligrosa...y probablemente permanente.
Las lesiones espinales que comenzaban a curarse por sí mismas no tenían muchas probabilidades de realinearse correctamente, la parálisis en sus piernas lo demostraba.
—¿Por qué no dejas de mirarte la mano? —preguntó con la mirada fija en la luz.
Hubo un momento de silencio, mayor que todos los demás.
—¿Por qué crees que lo estoy haciendo?
Payne suspiró.
—Porque te conozco, hermano mío. Lo sé todo sobre ti.
Cuando él no dijo nada más, el silencio fue tan amigable como habían sido las incursiones en el Viejo Continente.
Oh, ¿qué mecanismos había puesto en acción?
¿Y dónde estarían todos ellos cuando todo esto acabara?
*Notas:
(1)PDM: Pedazo De Mierda
(2)Los periódicos ingleses y americanos tienen una serie de páginas que están dedicadas a un determinado tipo de noticias y son conocidas por el número que llevan.
(3)Té y pastas que se toma en Alemania por la tarde y suele ir acompañado de cotilleos de todo tipo.
(4)Voz en Yiddish para "sabandija".
23 mar 2011
El merchandise de la Hermandad ya está disponible
Así, a partir de hoy podemos conseguir pijamas, camisetas, pegatinas, tazas... de la Hermandad de la Daga Negra. Puedes adquirirlos aquí. Ward advierte que esto sólo es un punto de partida, nuevos artículos están por llegar.
Os dejo con algunas cositas:
El prólogo y los dos primeros capítulos
Gracias a marypattz he conseguido el prólogo completo y los dos primeros capítulos de Lover Unleashed. Dentro de unos días -y espero que con la ayuda de Neï-, podré subirlos traducidos.
Hasta entonces sólo diré que... ¡Dios, quiero más!
22 mar 2011
Recuerdo de Escena: Jane toma el mando
Jane no podía creer que se estuviera excitando con lo que estaba haciendo. Pero era difícil contener el impulso de saltar sobre él cuando lo tenía así, atado y eyaculando para ella.
Jane lo golpeó suavemente con el bastón varias veces, sin duda con mucha menos fuerza de la que él quería, pero con la suficiente para dejar marcas en los muslos, el vientre y el pecho. Le costaba creer que a él le gustara eso, teniendo en cuenta lo que le habían hecho, pero la verdad era que le encantaba. V tenía los ojos fijos en ella y brillaban como bombillas que arrojaban sombras blancas sobre la luz amarillenta de las velas. Cuando él volvió a eyacular, ese aroma misterioso y con un toque a especias que Jane asociaba con él volvió a invadir el ambiente.
Dios, Jane se sentía avergonzada y fascinada por el hecho de querer seguir explorando con el resto de los instrumentos que tenía a su disposición… por el hecho de mirar la caja llena de ganchos metálicos y los látigos que colgaban de la pared y no pensar en ellos como una aberración sino como utensilios para hacer realidad una gran cantidad de posibilidades eróticas. Pero ella no quería hacerle daño. Sólo deseaba que él experimentara sensaciones tan intensas como las que estaba experimentando en ese momento. El objetivo era llevar al límite su capacidad sensorial y sexual.
Al cabo de un rato estaba tan excitada que se quitó los pantalones y la ropa interior.
—Voy a follarte —le dijo.
V gimió con desesperación, mientras se sacudía y levantaba las caderas. Su erección seguía tan dura como la piedra, a pesar de la cantidad de veces que había eyaculado y, al oír las palabras de Jane, palpitó como si fuera a eyacular otra vez.
Cuando ella se subió a la mesa y abrió las piernas para sentarse sobre la pelvis de V, él respiró con tanta fuerza por la nariz que Jane se alarmó. Al ver que las fosas nasales de V se expandían nerviosamente, como si se estuviera ahogando, Jane se estiró para quitarle la mordaza, pero él retiró bruscamente la cabeza y la sacudió.
—¿Estás seguro? —preguntó ella.
Al ver qu él asentía con vigor, Jane se sentó sobre las caderas llenas de semen y se acomodó sobre la arista dura de la erección, mientras que los labios de su vagina se pegaban al pene. V entornó los ojos y sus párpados comenzaron a aletear como si estuviera a punto de desmayarse, al tiempo que se sacudía contra ella hasta donde se lo permitían las correas.
Mientras se movía encima de él hacia delante y hacia atrás, Jame se quitó la camisa y se bajó las copas del sujetador, de manera que los senos quedaron presionados hacia arriba. En ese momento se oyó un fuerte crujido, pues V luchaba por soltarse. Si no estuviera atado, Jane estaba segura de que ya la tendría de espaldas sobre la mesa y él estaría encima de ella.
—Observa cómo tomo posesión de ti —dijo Jane, llevándose una mano al cuello. Cuando sus dedos tocaron el lugar donde V la había mordido, V separó los labios de la bola y sus colmillos se alargaron, clavándose en el látex rojo, mientras gruñía.
Jane siguió tocándose el lugar donde él la había mordido; se pudo de rodillas y levantó el pene erecto. Luego se sentó con fuerza sobre él y V eyaculó tan pronto como se introdujo en su interior, penetrándola hasta el fondo y llenándola con su semen. Transcurridos unos segundos, seguía completamente erecto, aunque su pene dejó de palpitar.
Jane nunca se había sentido tan sexy en su vida, como cuando comenzó a moverse sobre él. Le encantaba el hecho de que V estuviera cubierto de cera y de semen, que su piel brillara por el sudor y las marcas rojas de los golpes y pensar en el desastre que habría que limpiar después. Ella era la causante de todo, y V la adoraba por lo que había ocurrido. Por esa razón, todo aquello le parecía correcto.
Cuando Jane sintió que su propio orgasmo se acercaba, lo miró directamente a aquellos ojos grandes y salvajes.
Y pensó que no quería dejarlo nunca.
pp. 369-371, capítulo 30, Amante Desatado
© Copyright J.R. Ward
(Escena propuesta por LunaGris)